Jonathan Gullible: Capítulo 16

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Nada

Los edificios de alrededor de la Biest eran todos de al menos dos pisos con impresionantes frentes de piedra. Una muchedumbre bastante distinguida se había agolpado a la entrada, esperando con paciencia e intentando ignorar la disputa que estaba comenzando detrás de ellos en la plaza. Al unirse al grupo, Jonathan leyó con interés las pesadas letras de bronce sobre la entrada: “BIBLIOTECA POPULAR LADY BESS TWEED”.

Los visitantes que se encontraban más atrás en la muchedumbre se estiraban para ver por encima de las cabezas de quienes estaban al frente. De tanto en tanto exclamaban cosas en voz alta. “Maravilloso” murmuraban algunos. “Sorprendente” decían otros. Por más que lo intentó, Jonathan no pudo ver qué era lo que les llamaba la atención.

Por ser hábil y delgado, Jonathan se escurrió entre algunos y se acercó al escritorio del bibliotecario más allá de la entrada.

-¿Qué es lo que este grupo considera tan maravilloso y sorprendente? -Preguntó al hombre que estaba sentado del otro lado del escritorio.

-¡Shhh! -lo retó el bibliotecario con severidad-. Por favor baje su voz. El hombre dio golpes a las puntas de un montículo de fichas y las puso prolijamente frente a él. Se inclinó hacia delante y miró a Jonathan por encima de sus anteojos de medio marco-. Son miembros de la Comisión de Artes del Consejo. Acaban de abrir una exhibición con la última adquisición de nuestra colección de bellas artes.

-Qué bueno -dijo Jonathan en voz baja y estirando su cuello para poder ver algo, señaló-: Me encanta el arte, pero ¿dónde está la obra? Debe ser muy pequeña.

-Eso depende -dijo el bibliotecario sorbiéndose la nariz-. Algunos dirían que es muy cara. Ésa es la belleza de esta pieza. Su título es “Vacío en Vuelo”.

-Pero no veo nada -dijo Jonathan, frunciendo el ceño mientras escudriñaba la enorme pared blanca en la entrada.

-Ésa es la cuestión. Impresionante, ¿verdad? -El bibliotecario miró fijo hacia el espacio con una expresión vacía y soñadora-. Nada captura toda la esencia del espíritu de la lucha del hombre por ese enaltecedor sentido de conciencia que uno solamente siente cuando contrasta toda la calidez de los matices más finos con la conciencia táctil de la naturaleza interna. Nada permite mejor que todos experimenten por completo la experiencia de la imaginación colectiva.

Aturdido, Jonathan negó con su cabeza y preguntó en un tono de irritación:
-¿Entonces realmente no hay nada? ¿Cómo puede ser que nada sea arte?

-Precisamente eso es lo que la convierte en la expresión más igualitaria del arte. La Comisión de Artes del Consejo realiza una lotería hermosamente organizada para hacer la selección -dijo el bibliotecario.

-Una lotería ¿para seleccionar arte? -dijo Jonathan sorprendido-. ¿Por qué una lotería?

-En tiempos más subdesarrollados las selecciones de arte las realizaba un Directorio de Bellas Artes -respondió el hombre-. Al principio se le criticaba al Directorio por favorecer sus propios gustos y a artistas amigos. Y fueron acusados de censurar el arte que no les gustaba. Como el ciudadano común pagaba por las preferencias del Directorio a través de los impuestos, la gente se opuso al elitismo.

-¿Por qué no intentar con un Directorio diferente? -sugirió Jonathan.

-Oh, sí, lo intentamos varias veces. Pero quienes ocupaban el Directorio nunca estuvieron de acuerdo con los que no lo integraban. Así que finalmente disolvieron a todo el Directorio: lo reemplazaron con nuestra nueva Comisión y la lotería. Todos estuvieron de acuerdo en que una lotería era el único método objetivamente subjetivo. Cualquiera podía ingresar en la competencia ¡y lo hicieron casi todos! El Consejo de Señores hizo que el premio fuera tan generoso como era posible y que cualquier pieza pudiera formar parte. “Vacío en Vuelo” ganó el sorteo esta mañana.

Jonathan interrumpió: -Pero ¿por qué no dejan que todos compren su propio arte en lugar de cobrarles impuestos para comprar lo que surge de una lotería? Así todos podrían elegir lo que les gustara.

-¡Qué! -exclamó el bibliotecario-. Algunos individuos egoístas podrían no comprar nada y otros podrían tener mal gusto. No, de hecho, ¡los gobernantes deben demostrar su apoyo a las artes! -Concentrándose en “Vacío en Vuelo”, el bibliotecario se cruzó de brazos y una vaga expresión cubrió su cara-. Linda elección, ¿verdad? El vacío tiene la ventaja de mantener la entrada de la biblioteca libre de obstáculos al tiempo que preserva el medio ambiente. Más aún -continuó con felicidad- nadie se puede oponer a la calidad artística o al estilo estético de esta obra de arte. Sencillamente no puede ofender a nadie; ¿no es cierto?

Traducido del inglés por Hernán Alberro.

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