Crédito

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Siempre, pero más en especial en los últimos años, se ha intentado extender la riqueza extendiendo el crédito.

Creo que no es exagerado decir que desde la revolución de febrero, las prensas parisinas han emitido más de 10.000 panfletos, reclamando esta solución del problema social.

Pero la única base para esta solución es una ilusión óptica, si es que una ilusión óptica puede calificarse de base para algo.

Lo primero que se hace es confundir dinero con producción, y luego papel moneda con dinero y a partir de estas dos confusiones se pretende que pueda crearse una realidad.

En esta cuestión es absolutamente necesario olvidar el dinero, monedas, billetes y otros instrumentos mediante los cuales lo que se produce pasa de mano en mano. Nuestra tarea se realiza con las propias producciones, que son los verdaderos objetos de préstamo, pues cuando un granjero pide prestados cincuenta francos para comprar un arado, no son, en realidad, los cincuenta francos lo que se le presta, sino el arado y cuando un comerciante pide prestados 20.000 francos para comprar una casa, no son 20.000 francos lo que tiene, sino la casa. El dinero sólo aparece para facilitar los acuerdos entre las partes.

Pedro puede no estar dispuesto a prestar su arado, pero Santiago puede querer prestar su dinero. ¿Qué hace Guillermo en este caso? Pide dinero a Santiago y con este dinero compra el arado a Pedro.

Pero en realidad nadie pide dinero prestado por el mismo dinero: el dinero es sólo el medio por el cual se obtiene la posesión de productos. Y es imposible que en ningún país se pueda transmitir de una persona a otra más productos de los que contiene el país.

Cualquiera que sea la cantidad de dinero y papel en circulación, la totalidad de los prestatarios no puede recibir más arados, casas, herramientas y suministros de materiales que los que todos los prestamistas puedan facilitar, porque debemos tener cuidado de no olvidar que cada prestatario supone un prestamista y que lo que se pide prestado implica un préstamo.

Dicho esto, ¿qué ventaja suponen las instituciones de crédito? Que facilitan, entre prestamistas y prestatarios, los medios para encontrarse y tratar entre ellos, pero no pueden causar un aumento instantáneo de las cosas a prestar y ser prestadas. Y aún así tendrían que ser capaces de hacerlo, si se busca el objetivo de los reformadores, pues éstos aspiran nada menos que a dar arados, casas, herramientas y provisiones a todos los que lo deseen.

¿Y cómo pretenden hacerlo?

Haciendo que el estado garantice el crédito.

Intentemos tratar de entender de qué se trata, pues esto contiene algo que se ve y también algo que no se ve. Debemos intentar ver ambas cosas.

Supongamos que sólo hay un arado en el mundo y que dos granjeros lo solicitan.

Pedro posee el único arado de Francia, Juan y Santiago quieren que se lo presten. Juan, por su honradez, sus propiedades y su buena reputación ofrece seguridad. Inspira confianza, tiene crédito. Santiago inspira poca o ninguna confianza. Naturalmente, Pedro presta su arado a Juan.

Pero ahora interviene el estado, de acuerdo con el plan socialista, y dice a Pedro: “Préstale tu arado a Santiago, yo te aseguro su devolución y esta seguridad será mejor que la de Juan, pues él no ofrece ninguna garantía aparte de sí mismo y yo, aunque es cierto que no tengo nada, dispongo de la fortuna de los contribuyentes y con su dinero, en caso de necesidad, te pagaría el principal y los intereses”. En consecuencia, Pedro presta su arado a Santiago: esto es lo que se ve.

Y los socialistas se frotan las manos y dicen: “Mira que bien ha funcionado nuestro plan. Gracias a la intervención del estado el pobre Santiago tiene un arado. Ya no se verá obligado a cavar la tierra, está en camino para hacer fortuna. Es bueno para él y una mejora para toda la nación”.

En realidad, no es nada de eso: no es una mejora para la nación, pues detrás hay algo que no se ve.

No se ve que el arado está en manos de Santiago sólo porque no está en las de Juan.

No se ve que si Santiago ara en lugar de cavar, Juan se verá obligado a cavar en lugar de arar.

En consecuencia, lo que se consideraba un aumento del préstamo no es sino un desplazamiento del préstamo. Además, no se ve que este desplazamiento implica dos actos de profunda injusticia.

Es una injusticia para Juan, quien después de haberse merecido y obtenido crédito por su honradez y actividad, se ve privado de él.
Es una injusticia para los contribuyentes a quienes se les hace pagar una deuda que no les concierne.

¿Y si alguien dijera que el gobierno ofrezca las mismas facilidades a Juan que a Santiago? Como sólo hay un arado disponible, no pueden prestarse dos. El argumento sostiene en todo caso que, gracias a la intervención del estado, se prestará más que las cosas a prestar, pues el arado representa aquí la totalidad de capitales disponibles.

Es verdad que he reducido la operación a su expresión más simple, pero si sometemos a las más complicadas instituciones públicas de crédito a la misma prueba, nos convenceremos de que sólo puede haber un resultado, a saber: desplazar el crédito, no aumentarlo. En un país y un momento dado sólo hay disponible una cierta cantidad de capital y se emplea todo. Al avalar a los morosos, el estado puede, en efecto, aumentar el número de prestatarios y así aumentar el tipo de interés (siempre en perjuicio del contribuyente), pero no tiene poder para incrementar el número de prestamistas y la cifra total de los préstamos.

Sin embargo hay una conclusión que espero que no se sospeche que indico. Digo que la ley no tendría que favorecer artificialmente el poder de pedir prestado, pero no digo que no tendría que restringirlo artificialmente. Si en nuestro sistema de hipotecas o en otro hay obstáculos a la difusión de la aplicación del crédito, dejemos que se libren de él, nada puede ser mejor o más justo que esto. Pero eso es en todo consistente con la libertad y eso es algo que no pedirá ninguno que sea digno de llamarse reformista.

[De “Lo que se ve y lo que no se ve”, 1850]

Traducido de la versión en inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original en inglés se encuentra aquí.

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