Propiedad significa conservación

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En las mentes de la mayoría de los ecologistas, se necesita la mano torpe del gobierno para proteger la vida salvaje. La propiedad privada se condena: el gobierno debe intervenir, de otra forma todas las especies del planeta caerán en el olvido o el desarrollo humano engullirá todo el hábitat restante de vida salvaje, llevando a la completa extinción de todas las especies.

Sin embargo, en la sabana africana, pasa justo lo contrario. Desde la furgoneta que sale del aeropuerto de Hoedspruit hasta la Reserva de Caza de Thornybush, no vemos más que millas y millas de sabana africana, cerradas con vallas electrificadas (y en un caso un simio que salta cruzando el camino). Aunque el Parque Nacional Kruger de propiedad pública está cerca, la zona está dominada por reservas privadas de caza, siendo el ecoturismo la principal fuente de la economía local.

Si no fuera por estas reservas privadas de caza, varias especies se habrían extinguido. Como gente como las cuatro personas de nuestro viaje está dispuesta a pagar por ver los “cinco grandes” y mucho más, las poblaciones de varios de estos animales están prosperando.

La experiencia de las reservas de caza, aunque en buena parte dependiente de la suerte, está en manos del conocimiento y la experiencia humana. Los alojamientos, comidas y servicios de Thornybush son de primera clase. Pero vas allí por los animales: la experiencia única de verlos de cerca, en la naturaleza, que solo has visto antes en libros o encerrados en zoológicos.

Al llegar por la tarde, nuestro primer safari empezaría con refrescos al anochecer. Mientras me tomaba una limonada, se me acercó un sencillo joven afrikáner llamándome por mi nombre, presentándose como Werner (pronunciado “Verner”). Werner sería nuestro guía en nuestros cuatro safaris.

Para los no iniciados, el guía podría parecer simplemente el conductor del vehículo, llevando a más de diez clientes, además de un rastreador sentado precariamente sobre el capó. Y eso sería bastante impresionante, considerando el laberinto de carreteras llenos de polvo y viento que cruzan la reserva de 11.000 hectáreas. Los caminos son estrechos, llenos de surcos y en algunos casos casi inexistentes, ya que un aguacero de 17 pulgadas 36 horas unas pocas semanas antes de nuestra llegada hacía a muchos camino casi impracticables.

Pero además de sus habilidades como conductor, Werner tenía un conocimiento enciclopédico de la flora y fauna de Thornybush. No solo los nombres, sino las costumbres de apareamiento, periodos de gestación, comidas y quién sabe qué más acerca de los 147 especies de mamíferos, 114 de reptiles, 507 de aves, 49 de peces, 34 de anfibios, 970 de plantas y 336 de árboles que existen en la reserva privada.

Werner nos presentó a Orlando, nuestro rastreador y compañero de Werner en hacer nuestra experiencia inolvidable. Orlando viene de un pueblo cercano a donde vuelve durante dos semanas para estar con su familia después de trabajar seis semanas seguidas.

Mientras cargaba un rifle Winchester .375, Werner nos advertía de que los animales son peligrosos y de que no nos levantáramos o extendiéramos nuestros brazos fuera del vehículo.

Werner estaba en constante comunicación con su radio con otros guías y al mismo tiempo tenía un constante diálogo con Orlando en fanigalore, un lenguaje híbrido bantú/inglés utilizado en las minas de Sudáfrica, que permitía comunicarse a trabajadores de distintas partes de África.

Mientras que es habitual ver impalas y ñúes, los cinco grandes son más esquivos, así que los guías están en constante contacto por radio para indicarse unos a otros el encuentro de pistas frescas. A los guías solo se les permite abandonar el camino para seguir a uno de los cinco grandes.

Durante nuestra primera tarde, lo que más encontramos fue la araña de seda de oro, que tarda una semana en tejer una complicada red de maleza a maleza cruzando un camino. La araña de seda de oro, no aseguró Werner, es inocua, pero la perspectiva de darnos de bruces con su pegajosa red y tener arañas encima al atardecer no era muy atractiva.

Después de destruir la obra de varias arañas de sedad de oro, el brazo derecho de Orlando apuntó de repente y Werner pisó el freno, viendo a un rinoceronte negro macho, que con una compañera hembra, se estaba tomando un baño de barro al empezar el atardecer.

Veríamos rinocerontes negros y blancos durante nuestros safaris, enormes bestias torpes con cuernos apreciados en China y Vietnam para fines medicinales. Según la BBC “El precio en el mercado negro del cuerno de rinoceronte está ahora en torno a las 35.000₤ (55.000$) el kilo”.

Sudáfrica es el hogar del 70% al 80% de la población mundial de rinocerontes y al ser el comercio de cuernos de rinoceronte un negocio de miles de millones de dólares anuales, el pasado año se mataron 450 por cazadores furtivos en Sudáfrica.

Las reservas privadas hacen todo lo que pueden para evitar a los cazadores furtivos. Después de todo, los rinocerontes, como miembros de los cinco grandes, son raros difíciles de reemplazar. Pero en el Parque Nacional Kruger de propiedad pública, se arrestó recientemente a cuatro empleados del parque por ser cómplices de una operación de caza furtiva de rinocerontes.

“Personalmente me entristece descubrir que algunos de los nuestros abusen tan cruelmente de la confianza y fe que les hemos otorgado”, dice el jefe de Sunparks, David Mabunda.

Mr. Mabunda puede estar triste, pero como deja claro Walter Block, “Como todos los funcionarios del mundo, pueden ser buena gente, pero no tienen ningún incentivo monetario real para perpetuar las especies”.#

El Profesor Block apunta que los gobiernos son ineptos para detener los cazadores furtivos y los trabajadores públicos de bajo nivel son susceptibles de sobornos y corrupción.

Realmente se está discutiendo la legalización de la venta de cuernos de rinoceronte en Sudáfrica, pero grupos ecologistas, como el World Wildlife Fund (WWF) se oponen vehementemente a la idea. “Entendemos que tenemos que idear nuevas formas de combatir el comercio de cuernos de rinoceronte, pero estamos en contra de la idea de que la legalización sea la respuesta, dijo Morne du Plessis, del WWF de Sudáfrica.

“Cómo podemos controlar el comercio legal de cuernos de rinoceronte cuando no podemos siquiera controlar el comercio ilegal. Hay demasiadas cosas que desconocemos para siquiera empezar a pensar es ese sentido”, dijo du Plessis.

No es un debate nuevo. El Dr. Block escribía hace 20 años que los países habitados por rinocerontes hacen casi imposible que los granjeros críen rinocerontes con ánimo de lucro. Por el contrario, continúa habiendo “solo burócratas recitando perogrulladas acerca de la importancia de evitar cazar a las bestias”.#

Comercialicemos el rinoceronte y aparecerán granjas de rinocerontes, y al mismo tiempo la oferta de rinocerontes florecerá. Por ejemplo, 60 minutes informaba recientemente de que muchas especies africanas estaban prosperando en alojamientos privados de caza en Texas.

La reserva no es lugar para dormir. A todo el mundo se le levanta a las 5 de la mañana y a los guías les gusta empezar sus safaris matinales a las 5:30. El aire matinal de febrero tiene la cantidad perfecta de frescura mientras prevemos más visiones de los cinco grandes.

Muy cerca del edificio principal de Thornybush hay una pista de aterrizaje y, para empezar, vimos dos leonas cerca del pavimento disfrutando del aire fresco de la mañana. Werner llevó nuestro vehículo muy cerca de los leones, pero éstos solo bostezaron, mostrando poca preocupación o interés.

Realmente vimos a todos los cinco grandes durante nuestros dos safaris de ese día: león, búfalo africano del Cabo, elefante africano, rinoceronte y leopardo (el más esquivo). La expresión se refiere a los cinco animales más difíciles de cazar a pie.

Los grandes y poderosos animales parecen dóciles alrededor de los vehículos, pero siguen siendo salvajes e impredecibles. Si olvidamos que era un país peligroso, la mamba negra de dos metros y medio deslizándose cruzando el camino nos quitó esa idea. Es la serpiente venenosa más larga y rápida del mundo, y agresiva para colmo. Además, cada noche después de cenar, un miembro del personal de Thornybush nos acompañaría en nuestras habitaciones, ya que clientes no acompañados en reservas de caza habían caído presa de los leopardos.

Werner y Orlando se las arreglaron para mostraron casi todo lo que podríamos esperar en un safari fotográfico. Además, cuando un miembro de nuestro grupo planteaba cuestiones astronómicas mientras íbamos al alojamiento bajo un manto de estrellas, Werner detenía el vehículo, tomaba un puntero láser y se convertía en Galileo.

Aún nos quedaba un safari y no habíamos visto un león macho. Dijimos a Werner y orlando que su trabajo era encontrar al rey de la selva. No ocurrió rápidamente y al contrario que las otras tres salidas, parecíamos ir en círculo. Llegamos a una pareja de perezosos rinocerontes blancos. Interesante, pero no eran leones. Jirafas. Vaya.

Werner y su compañero se estaban tomando en serio la orden del león. Nuestro guía seguía una pista de surcos de otro vehículo y Orlando parecía seguro de que había cerca un león.

Orlando hizo parar a Werner y saltó del vehículo para internarse en la maleza. Luego lo escuchamos: ¡como estar sentados en la primera fila al empezar una película de la Metro! Orlando se dio la vuelta, corrió al vehículo y salto a su asiento. Werner entró en la maleza en dirección al rugido.

Tres leonas y un macho miraban expectantes a un árbol. En el árbol, un leopardo con una cría de impala recién matada. Leopardos y leones pueden ser felinos, pero no son amigos. Son fieros competidores y el leopardo tenía una clara desventaja.

Werner pensaba que el leopardo podía esperar a que se fueran los leones. A los leones les cuesta trepar. Pero el leopardo se puso nervioso, sin que estuviera claro si era por los leones o por nuestro vehículo. El leopardo saltó repentinamente del árbol (a 4,5 o 5 metros) y corrió al árbol que había enfrente de nuestro vehículo, con los leones persiguiéndole de cerca. Nos quedamos pasmados. Werner se echó atrás rápidamente.

De nuevo el leopardo saltó y corrió a otro árbol escapando de los leones. Werner estaba preocupado por que estuviéramos poniendo en peligro al leopardo. Puso al vehículo cerca del carbol cercano donde el leopardo había dejado al impala muerto colgado de una rama.

Pronto volvieron las leonas y una se aventuró a trepar y conseguir el cadáver. El felino de 125 kilos subió al tronco principal, con las garras arrancando la corteza del árbol. Luego las cosas se pusieron difíciles. El impala estaba fuera del alcance de la leona. El felino ajustó cuidadosamente su peso, tratando de equilibrarse en una rama que le permitía suficiente estabilidad como para alcanzar y tomar el impala.

Finalmente el impala acabó en las mandíbulas de la leona. Pero ahora venía lo difícil. Mientras que los leopardos tienen una muñeca o tibillo móvil que les ayuda a trepar o descender, los tobillos de los leones se deslizan a los lados bajo su propio peso.

Entretanto, las otras dos leonas esperaban tranquilamente bajo el árbol, esperando recoger un impala caído. Pero la leona aguantó, bajando torpemente del tronco del árbol. Con la caza asegurada y ya en tierra firme, la leona llevó al impala a la sombra de un arbusto. El rey de la selva apareció rápidamente para unirse a ella.

Es por la posibilidad de ver escenas de este tipo por lo que pagan los turistas y son el mercado y la propiedad privada los que lo hacen posible, proporcionando al tiempo los incentivos para proteger y revitalizar lo que fueron una vez especies en peligro. Como deja claro el profesor Block, “no hay ningún conflicto intrínseco entre el mercado y el medio ambiente”.

Las buenas intenciones del gobierno han hecho poco para proteger la vida salvaje en peligro. Solo la propiedad privada y los precios de mercado protegerán a estas majestuosas criaturas para que generaciones futuras se maravillen con ellas y las disfruten.


Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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