¿Qué pasaría si se abolieran las escuelas públicas?

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[Artículo número 27 de la lista de lectura de 30 días de Robert Wenzel que te ayudará a convertirte en un conocedor libertario]

En la cultura estadounidense, se alaba en público a las escuelas públicas y se las critica en privado, lo que es aproximadamente lo contrario a cómo tendemos a tratar a empresas a gran escala, como Wal-Mart. En público, todos dicen que Wal-Mart es horrible, lleno de productos extranjero de baja calidad y que explota a los trabajadores. Pero en privado compramos los bines de calidad a buen precio y hay largas colas de gente esperando ser contratada.

¿Por qué pasa esto? Tiene algo que ver con el hecho de que las escuelas públicas son parte de nuestra religión civil, la evidencia primaria que cita la gente para demostrar que el gobierno local nos sirve. Y está el elemento psicológico. La mayoría llevamos a ellas a nuestros hijos, así que en el fondo debe ser lo que más nos interesa.

¿Pero es así? Education: Free and Compulsory, de Murray N. Rothbard, explica que el verdadero origen y propósito de la educación pública no es tanto la educación como solemos entenderla, sino el adoctrinamiento en la religión cívica. Esto explica por qué la élite cívica es tan suspicaz con la educación en casa y las escuelas privadas: no temen las bajas notas en los exámenes que puedan generar, sino la preocupación de que estos niños no estén aprendiendo los valores que el estado considera importantes.

Pero el propósito de este artículo no es atacar a las escuelas públicas. Hay escuelas públicas decentes y terribles, así que no tiene sentido generalizar. Tampoco hay necesidad de recitar datos sobre notas en exámenes. Dejadme limitarme a la economía. Todos los estudios han demostrado que el coste total por alumno para las escuelas públicas es del doble que el de las escuelas privadas (he aquí un ejemplo de estudio).

Esto es contraintuitivo, ya que la gente piensa en las escuelas públicas como gratuitas y en las escuelas privadas como caras. Pero una vez consideras la fuente de financiación (dólares del contribuyente frente a matrícula o donación en el mercado), la alternativa privada es mucho más barata. De hecho, las escuelas públicas cuestan tanto como las escuelas privadas más caras y elitistas del país. La diferencia es que el coste de la enseñanza pública se reparte entre toda la población, mientras que el de la enseñanza privada lo soportan solo las familias con estudiantes que acuden a ellas.

En resumen, si pudiéramos abolir las escuelas públicas y las leyes de educación obligatoria  reemplazarlas con educación proporcionada por el mercado, tendríamos mejores escuelas a la mitad de precio y seríamos además más libres. También sería una sociedad más justa, soportando solo los clientes de la educación los costes de esta.

¿Qué no nos gusta? Bueno, está el problema de la transición. Hay dificultades políticas evidentes y graves. Podríamos decir que la educación pública disfruta aquí de una ventaja política debido al efecto de red. Un número significativo de “suscripciones”, etc. se han ido acumulando en el statu quo y es muy difícil cambiar eso.

Pero imaginémoslo. Digamos que un solo pueblo decide que los costes de la enseñanza pública son demasiado altos respecto de la escuela privada y el ayuntamiento decide abolir directamente las escuelas públicas. Lo primero a advertir es que esto sería ilegal, ya que todos los estados obligan a las localidades a proporcionar educación de forma pública. No sé qué le pasaría al ayuntamiento. ¿Serían encarcelados? ¿Quién sabe? Indudablemente serían inculpados.

Pero supongamos que conseguimos superar ese problema, gracias a, por ejemplo, una enmienda especial en la constitución del estado que excepciona a ciertas localidades si lo aprueba el ayuntamiento. Después está el problema de la legislación y regulación federal. Solo estoy especulando, ya que no conozco las leyes relevantes, pero podemos adivinar que el Departamento de Educación tomaría nota y a esto le seguiría una histeria nacional de algún tipo. Pero digamos que milagrosamente también superamos ese problema y el gobierno federal deja que esta localidad siga su camino.

Habría dos etapas en la transición. En la primera etapa, ocurrirían muchas cosas aparentemente malas. ¿Cómo se gestionarían en nuestros ejemplos los edificios físicos? Se venderían al mejor postor, ya fueran nuevos propietarios de escuelas, empresas o promotores de viviendas. ¿Y los profesores y administradores? Todos fuera. Podéis imaginar el griterío.

Una vez abolidos los impuestos a la propiedad, la gente con niños en las escuelas públicas podrían mudarse. No habría primas para casas en distritos escolares que se consideraran buenos. Habría enfado por esto. Para los padres que se quedaran, habría un gran problema de qué hacer con los niños durante el día.

Una vez desaparecidos los impuestos a la propiedad, habría dinero extra para pagar la escuela, pero sus activos habrían perdido valor en el mercado (incluso sin la Fed), lo que es un serio problema en lo que se refiere a pagar la educación. Por supuesto, también habría una histeria extendida acerca de los pobres, que se encontrarían sin ninguna alternativa escolar que la educación en el hogar.

Todo esto suena bastante catastrófico, ¿no? Sí. Pero es solo la fase uno. Si podemos llegar a la fase dos, aparecerá algo completamente diferente. Las escuelas privadas existentes estarán a plena capacidad y habrá una alta demanda de nuevas escuelas. Los empresarios acudirán rápidamente a la zona para proporcionar escuelas sobre una base competitiva. Las iglesias y otras instituciones cívicas aportarán el dinero para proporcionar educación.

Al principio, las nuevas escuelas seguirán el modelo de la idea de la escuela pública. Los niños estarán allí de 8 a 4 o 5 y se cubrirán todas las clases. Pero pronto aparecerán nuevas alternativas. Habrá escuelas con clases de media jornada. Habrá escuelas grandes, medianas y pequeñas. Algunas tendrán 40 niños por clase y otras 4 o 1. La tutoría privada florecerá. Aparecerán escuelas confesionales de todo tipo. Abrirán micro-escuelas para servir nichos de interés: ciencia, clásicos, música, teatro, informática, agricultura, etc. Habrá escuelas solo para niños o niñas. El si el deporte ha de ser parte de la escuela o algo completamente independiente será algo que decidirá el mercado.

Y ya no será único el modelo de “escuela básica, intermedia, superior”. Las clases no se agruparán necesariamente solo por edad. Algunas se basarán también en la capacidad y nivel de aprendizaje. La matrícula irá de gratuita a supercara. La clave es que el cliente estará al mando.

Los servicios de transporte aumentarían para remplazar el viejo sistema del autobús de escuela. La gente podrá ganar dinero comprando furgonetas y proporcionando transporte. En todas las áreas relativas a la educación, abundarían oportunidades de negocio.

En resumen, el mercado de la educación operaría de la misma forma que cualquier otro mercado. La alimentación, por ejemplo. Cuando hay demanda, y evidentemente la gente demanda educación para sus hijos, hay oferta. Hay tiendas de alimentación grandes, pequeñas, de descuento, de calidad y para urgencias. Con los demás bienes pasa lo mismo y sería lo mismo en la educación. Repito que mandaría el cliente. Al final, lo que aparecería no es completamente predecible (el mercado nunca lo es) pero sea lo que sea que ocurriera, sería de acuerdo con la voluntad de la gente.

Después de esta fase dos, este pueblo aparecería como uno de los más deseados del país. Las alternativas educativas serían ilimitadas. Sería una fuente de enorme progreso y un modelo para la nación. Podría hacer que todo el país revisara el modelo educativo. Y además quienes se mudaran volverían para disfrutar de las mejores escuelas en el país a la mitad de precio de las escuelas públicas y quienes no tuvieran niños en casa no pagarían un centavo en educación. ¡Eso sí es atractivo!

Así que ¿qué pueblo será el primero en intentarlo y enseñarnos el camino?


Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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