Cómo se extinguieron los dinosaurios

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Acabo de leer The Last Dinosaur Book, de W.J.T. Mitchell. Milagrosamente, se las arregla para utilizar el tema de los dinosaurios como forma de atacar el capitalismo. No me pregunten cómo lo hace (Mitchell habla continuamente acerca de Barney, combustibles fósiles, Parque Jurásico, vehículos todo terreno, anuncios de McDonald’s, Andrew Carnegie) y de alguna manera añade a las grandes bestias del mesozoico una acusación a las empresas multinacionales y lo que han hecho. No me gustó mucho el libro, pero me hizo pensar: ¿tiene la izquierda también control sobre la paleontología?

Tomemos el caso de la misteriosa extinción de los dinosaurios hace unos 65 millones de años. Se han ofrecido muchas teorías para explicar este hecho. Algunos han apuntado a cambios climáticos, otros a la superpoblación de dinosaurios. Tal vez la teoría más popular en este momento atribuye la desaparición de las bestias gigantes a un asteroide asesino cuyo impacto en la tierra levantó tanto polvo y escombros como para bloquear el sol y extinguir las vidas de los dinosaurios en todo el mundo.

Todas estas teorías conjuran convenientemente los distintos aspectos de la paranoia izquierdista (los grandes miedos antitéticos al calentamiento global y al invierno nuclear) y todas ellas sugieren insidiosamente importantes nuevos papeles para el gobierno federal, como protegernos frente a cometas y otros objetos del espacio exterior.

¿Incluso los dinosaurios se alienan contra la causa del libre mercado hoy en día? Bueno, en mi caso, como estudiante de economía austriaca tengo una explicación más probable: la extinción de los dinosaurios debe haber sido la consecuencia de la intervención del gobierno en el mercado. Aunque mis especulaciones han encontrado cierto escepticismo por parte del establishment de los paleontólogos, estoy por fin preparado para mostrar en público mis descubrimientos después de una visita a Montana el pasado verano que me permitió examinar por mí mismo los restos fósiles y reconstruir la verdadera historia del auge y declive de los dinosaurios.

Todo empezó a finales del Periodo Triásico, cuando el gobierno decidió ayudar a todas las criaturas de sangre fría. A las autoridades federales les preocupaba profundamente la aparición de los primeros animales de sangre caliente, que parecían tener una ventaja injusta sobre sus hermanos de sangre fría: se movían más aprisa, estaban más alerta y en general parecía irles mejor, especialmente durante los meses de invierno.

Preocupados por la posibilidad de que los animales de sangre caliente pudieran acabar desplazando completamente a todos los animales de sangre fría, el gobierno aprobó la Ley de Estabilización de la Temperatura Corporal. Subvencionando a los animales de sangre fría a costa de los de sangre caliente, esta ley eliminaba todos los impuestos federales para los primeros y doblaba los de los últimos. La propuesta trataba también de prohibir el invierno, pero esto fue declarado inconstitucional en los tribunales.

Los problemas de esta aparentemente ilustrada pieza legislativa empezaron cuando el Consejo Nacional de Control de Estabilización de la Temperatura Corporal decretó que los dinosaurios eran de sangre fría y por tanto les otorgaron enormes exenciones fiscales. Como dijo un burócrata: “Su nombre significa ‘lagartija del trueno’, ¿no? Eso les hace reptiles y por tanto de sangre fría. Caso cerrado”. Por supuesto, las últimas evidencias científicas sugieren hoy que los dinosaurios eran de sangre caliente y más cercanos en algunos aspectos a las aves que a los reptiles. Así que los dinosaurios, al ser el único grupo animal que combinaba sangre fría y exenciones fiscales, prosperaron y pronto sobrepoblaron la tierra.

Alarmados por esta nueva situación, el gobierno decidió imponer un impuesto por cabeza a los dinosaurios. Ya dentro del Periodo Triásico tardío, todos los anímales sujetos a impuesto se evaluaban al peso. Los funcionarios del gobierno suponían que podían reducir la proliferación de dinosaurios gravándolos por número en lugar de por peso. Aún preocupados por la falta de competitividad  de los animales de sangre fría, el gobierno impuso asimismo un nuevo impuesto penalizando el aumento en el tamaño del cerebro que se estaba produciendo como consecuencia de la evolución.

El impacto de esta nueva legislación fiscal sobre los dinosaurios fue inmediato y radical: al tener un impuesto por número y no por tamaño, encontraron conveniente crecer menos en número pero más en tamaño. Al mismo tiempo, con la sueva sanción fiscal sobre la inteligencia, sus cerebros se hicieron más pequeños. A final la política del gobierno federal tuvo éxito en producir una notable imagen espejo de sí mismo en el dinosaurio jurásico: un cuerpo enorme, lento, hinchado y excesivamente grande animado por un cerebro del tamaño de un guisante.

Ustedes podrían pensar que el gobierno estaría loco de contento con esta consecuencia. Pero tan pronto como la política federal generó colosales animales terrestres ocupando la tierra, apareció por todas partes el grito: “Acabar con los dinosaurios”. La irritación fue particularmente fuerte contra una especie de dinosaurio, el Tyrannosaurus Rex, que como mayor depredador que jamás albergó la superficie de la tierra fue acusado de precios predatorios por el Departamento de Justicia.

Curiosamente, la campaña contra los dinosaurios fue liderada por una especie particularmente horrible de dinosaurio, el temido Algoresaurus. Esta criatura realmente se las arregló para convencer a sus colegas dinosaurios de que se habían hecho demasiado grandes en su propio beneficio y estaban consumiendo una parte injustificablemente grande de los recursos de la tierra. Con su moral rota y afrontando la perspectiva de cientos de millones de años de litigios, el dinosaurio acabó firmando cartas de consentimiento con el Departamento de Justicia, acordando dividirse en varias piezas, no menos de cinco o seis en la mayoría de los casos.

Muchos han datado la desaparición de los dinosaurios en este momento. El registro fósil parece demostrarlo. Hasta ahora no se ha encontrado ningún espécimen intacto de dinosaurio en lugar alguno. De hecho, a juzgar por la evidencia fósil, para cuando el gobierno acabó con los dinosaurios, les habían dejado en los huesos. Una de las criaturas más exitosas del planeta, el dinosaurio acabó siendo eliminado de todas las partes del globo hace aproximadamente 65 millones de años.

En ese momento el gobierno puso a los dinosaurios en la lista de especies en peligro de extinción. Para ser justos con el gobierno, realmente hicieron esta declaración unos 3 millones de años antes de la extinción de los dinosaurios. Por desgracia, los avisos oficiales que protegían a los dinosaurios se enviaron por correo ordinario. Entonces como ahora, el lema de Correos era “Cuando absoluta y positivamente tenga que estar en aproximadamente la misma era geológica”. Como el envío postal en este caso se demoró en unos 5 millones de años, los dinosaurios ya estaban extintos cuando el gobierno federal invoco su protección.

Esta es la historia de la extinción de los dinosaurios, al menos hasta donde he sido capaz de reconstruirla.


Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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