Hoppe sobre comunidades de convenio y defensores de estilos de vida alternativos

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Como Guido Hülsmann y yo observamos en nuestra introducción a Property, Freedom and Society: Essays in Honor of Hans-Hermann Hoppe (Mises Institute, 2009), el Profesor Hans-Hermann Hoppe es sin lugar a dudas uno de los más importantes teóricos libertarios de nuestro tiempo: «Él ha hecho contribuciones a la sociología, la economía, la filosofía y la historia. Actualmente es el maestro de la escuela austriaca de economía y es famoso como filósofo libertario. Él y sus escritos han inspirado a académicos en todas partes del mundo para que sigan sus pasos en la tarea de proveer una fundación científica para la libertad individual y una sociedad libre». Hoppe es amado y admirado por libertarios en todo el mundo por su incansable trabajo al servicio de la libertad y por su prodigiosa producción intelectual; sus publicaciones han sido traducidas a más de 21 idiomas; y su internacional «Property and Freedom Society», fundada en 2006, atrae a una cada vez más impresionante audiencia en cada reunión anual. No obstante, su mentor y amigo Murray Rothbard, el más grande pensador libertario de todos los tiempos, dijo en su artículo de 1990 «Hoppefobia»:

Aunque es un hombre personalmente amable, el trabajo escrito de Hoppe parece tener la notable capacidad para enviar a algunos lectores al paredón, aumentarles la presión arterial, haciéndolos murmurar y masticar la alfombra. No son los irrespetuosos ataques a los críticos lo que lo hace. Tal vez la respuesta es el modo lógico y deductivo del pensamiento y escritura de Hoppe, demostrando la verdad de sus proposiciones y exponiendo que aquellos que difieren son a menudo atrapados en la contradicción y la autorrefutación.

Aquí, Rothbard estaba hablando de la «ética de la argumentación» de Hoppe con la cual defiende los derechos libertarios, la cual llevó a muchos eruditos libertarios a la locura.

Otra controversia apareció en 2004 cuando, durante una lectura sobre «dinero y banca», el Profesor Hoppe ilustró el concepto de «preferencia temporal» notando que las personas que tienen hijos tienden a desarrollar horizontes temporales más largos (planificar el futuro de sus hijos); y que —en comparación— de ciertos grupos demográficos que tienden a no tener hijos, como los homosexuales, los ancianos, etc., podría esperarse que no desarrollen un horizonte temporal de tan largo plazo como lo harían si tuviesen niños. En otras palabras, debido a que los homosexuales no tienen hijos, ceteris paribus, tendrán una más alta tasa de preferencia temporal. Si esto es empíricamente cierto o no, no es el punto; fue simplemente una ilustración del concepto de preferencia temporal. Sin embargo, un estudiante se ofendió, resultando en sanciones de la UNLV (Universidad de las Vegas) y el inicio de la batalla entre Hoppe y la policía del pensamiento; batalla que finalmente ganó. (Véase Hoppe, «My Battle with the Thought Police», Mises Daily (12 de abril de 2005); Stephan Kinsella y Jeffrey Tucker, «The Ordeal of Hoppe», The Free Market (abril de 2005); Jeffrey Tucker, «Idiot Patrol», Mises Blog (2 de marzo 2005); y el «Hans-Hermann Hoppe Victory Blog», firmado por más de 1800 personas).

Relacionado con esta controversia hubo algunos comentarios de Hoppe en su libro Democracy: The God That Failed  (2001) [publicado en español como Monarquía, democracia y orden natural] acerca de la discriminación contra cierta gente por la «comunidad de vecinos» en una sociedad libre. A lo largo de los años, sus críticos —la mayoría de ellos lamentablemente libertarios— lo han acusado de homofobia, intolerancia y similares, basados en estos pasajes. En particular, en la página 218, Hoppe escribe:

Un orden social libertario no puede tolerar ni a los demócratas ni a los comunistas. Será necesario apartarlos físicamente de los demás y extrañarlos. Del mismo modo, en un pacto instituido con la finalidad de proteger a la familia, no puede tolerarse a quienes promueven formas de vida alternativas, no basadas en la familia ni en el parentesco, incompatibles con aquella meta. También estas formas de vida alternativa —hedonismo individualista, parasitismo social, culto al medio ambiente, homosexualidad o comunismo— tendrán que ser erradicadas de la sociedad si se quiere mantener un orden libertario. [Traducción extraída de Monarquía, democracia y orden natural].

En su artículo «Mi batalla con la policía del pensamiento», él dijo:

En mi libro Democracy: The God That Failed, no sólo defiendo el derecho a discriminar como implicado en el derecho de propiedad privada, sino también enfatizo lo necesaria que es la discriminación a la hora de mantener una sociedad libre y explico su importancia como factor civilizador. En particular, el libro también contiene algunas oraciones acerca de la importancia, bajo circunstancias claramente definidas, de discriminar en contra de los comunistas, demócratas y los habituales defensores de estilos de vida alternativos, no centrados en la familia, incluyendo a los homosexuales.

Por ejemplo, en la página 218, yo escribí ‘en una comunidad (convenio) de propietarios e inquilinos que tiene el objetivo de proteger su propiedad privada,… a nadie se le permitirá abogar por ideas contrarias al propósito mismo de la comunidad… como la democracia y el comunismo’. ‘Del mismo modo, en una comunidad fundada con el propósito de proteger la familia y sus afines, no puede haber tolerancia hacia aquellos que habitualmente promueven estilos de vida incompatibles con este objetivo. … (Los infractores) tendrán que ser físicamente removidos de la sociedad’.

En su contexto adecuado, estas declaraciones son difícilmente más ofensivas que decir que la Iglesia Católica debería excomulgar a aquellos que violan sus preceptos fundamentales o que una colonia nudista debería expulsar a aquellos que insisten en usar trajes de baño. Sin embargo, si se toman estas declaraciones fuera de contexto y se omite la condición: en un convenio… entonces parecería que se está abogando por una violación de derechos.

A pesar de esta aclaración, sus detractores continúan distorsionando sus palabras y lanzando acusaciones injustificadas. Para ser claros, yo no soy para nada homofóbico (véase mi «El argumento libertario a favor del matrimonio gay») y tampoco Hoppe. Yo lo conozco bien a él, y sé que no se asociaría con intolerantes, etc. Hoppe es una de las mejores personas que he conocido; alguien moderno, cosmopolita y tolerante. No es el ogro conservador fundamentalista que algunos piensan que es. Con el fin de aclarar este asunto le envié mi interpretación de estos pasajes a Hoppe, quien dijo que estaba totalmente de acuerdo y que podía publicar esto donde quisiera:

Hans, de vez en cuando se te sigue criticando injustamente por tus comentarios acerca de que las comunidades de convenio serían «intolerantes con los defensores de estilos de vida alternativos, no centrados en la familia», como el «hedonismo individual, parasitismo, culto a la naturaleza, homosexualidad o comunismo».

Siempre había tenido claro que lo que quisiste decir fue que en una comunidad privada, una que no sólo es libertaria, sino también tradicionalista y basada en la familia como unidad social, las personas que sean abiertamente hostil a las normas que subyacen esta sociedad tenderían a ser rechazadas, quizás incluso expulsadas (no violentamente, sino en consonancia con los derechos de propiedad). Algunos de tus críticos dicen que quisiste decir que los homosexuales deberían ser expulsados por el simple hecho de ser gay. Yo pienso que te referías no a los gays per se, sino a aquellos abiertamente hostiles a las normas culturales básicas de la sociedad, quienes abierta y habitualmente abogan ideas o estilos de vida incompatibles con las normativas subyacentes de la comunidad; como una persona que odia la ciencia ficción estaría fuera de lugar en una convención de Star Trek. Así, una pareja gay paseando por la calle, compenetrados en sus propios asuntos no serían expulsados; pero sí aquellos que son abiertamente hostiles a la base misma (heterosexualidad o propiedad privada) de esa sociedad.

Pienso en esto como si fuera el caso de un sacerdote: vive en una cultura procreativa basada en la familia. Sin embargo, es célibe y no procrea. De todas formas, él no va por ahí defendiendo que uno no debería procrear, que todos deberían ser celibatos como él. Si hiciera eso, estaría de hecho abogando algo misantrópico y destructivo para la humanidad misma. Más bien, él es un caso especial y vive en una sociedad predominantemente heterosexual basada en la familia; no condena el matrimonio heterosexual y la procreación, todo lo contrario, está a favor.

Del mismo modo, yo interpreto que tú dices que los homosexuales vivirán tranquilamente en la sociedad, reconociendo al mismo tiempo que son una minoría y que la familia heterosexual predominante está bien, pero que ellos son simplemente diferentes; como el sacerdote. Tus comentarios ni siquiera implican que en una comunidad se les requeriría que «permanezcan en el closet», sólo que no sean abiertamente hostiles a la moral tradicional y a las prácticas que los miembros de la comunidad creen esenciales.

(Supongo que imaginas que algunas comunidades de convenio serían más radicales y fundamentalistas y no tolerarían homosexuales en absoluto, pero esto no es lo que tú estás equiparando con un orden social libertario per se).

Para reforzar esta interpretación, en la página 212 explícitamente dices que lo que los gays hagan en privado son sus asuntos, y escribes: «Para evitar cualquier malentendido, sería útil señalar que el aumento en la discriminación en un mundo puramente libertario no implica que la forma y el alcance de la discriminación será igual o similar en todas partes. Al contrario, un mundo libertario probablemente sería uno de una gran variedad de comunidades locales separadas entre sí, llevando a cabo diferentes tipos de discriminación y empleando distintos criterios» (‘por ejemplo, los nudistas discriminarán en contra de los que usen traje de baño’, como Tucker señala en «Idiot Patrol». Luego citas a Rothbard, en su artículo de 1991 («The ‘New Fusionism’: A Movement For Our Time»; Rothbard-Rockwell Report):

En un país o un mundo totalmente privado, incluyendo calles y vecindarios privados contractuales, sus dueños pueden hacer todo tipo de contratos comunitarios. En la práctica, entonces, el país sería un «maravilloso mosaico»… que va desde el estilo ruidoso del Greenwich Village, hasta vecindarios WASP [blancos, protestantes y anglosajones] socialmente homogéneos y conservadores. Recuerda que todos los convenios serían totalmente legales y aplicables, sin restricciones gubernamentales. Considerando la cuestión de las drogas, si los propietarios del vecindario establecieron que nadie usara drogas en sus propiedades, y Jones viola ese contrato y las usa, los demás miembros de la comunidad simplemente aplicarían el contrato y lo expulsarían. O, dado que ningún contrato por más avanzado que sea puede cubrir todas las posibles circunstancias, supongamos que Smith se transforma en una persona sumamente desagradable y sus vecinos quieren que se vaya. Ellos tendrían que pagarle para que se fuera; probablemente en términos fijados previamente y por contrato, estableciendo alguna cláusula referida a lo ‘desagradable’.

En «Naciones por consentimiento: descomponiendo al Estado nacional», que tú citaste favorablemente en Democracy, Rothbard escribe:

Con cada vecindario y localidad siendo propiedad de firmas privadas, corporaciones o comunidades contractuales, una verdadera diversidad podrá reinar, de acuerdo a las preferencias de cada comunidad. Algunos vecindarios serían étnica o económicamente diversos, mientras otros serían étnica o económicamente homogéneos. Ciertas localidades permitirían la pornografía, la prostitución, las drogas o el aborto, otras prohibirían alguna o todas. Las prohibiciones no serían impuestas por el Estado, sino simplemente requerimientos para la residencia o para usar la propiedad de alguna persona de la comunidad.

En otras palabras, quienes te acusan de ser homofóbico o de declarar que en las comunidades libertarias deben o deberían discriminar en contra de los homosexuales per se, o quienes dicen que quisiste decir esto en los pasajes, están totalmente equivocados. Tú estabas hablando acerca de comunidades privadas basadas en convenios —en particular aquellas con normas culturalmente conservadoras, tradicionalistas y basadas en la familia heterosexual— que tenderían a ser «intolerantes con los defensores de ideas incompatibles, abiertamente hostiles, o contrarias a la raíz misma de las normas de esa comunidad tradicionalista. No estás diciendo que en las sociedades libertarias per se, incluso en comunidades de convenio libertarias, se llevarán a cabo este tipo de discriminación. Habría una gran variedad de comunidades contractuales y algunas serán más tradicionalistas e intolerantes con aquellas personas que aboguen ideas contrarias al propósito mismo de la comunidad.

Como he dicho, yo siempre te interpreté así, y pienso que no puede haber confusión leyendo tus palabras, pero algunos de tus críticos insisten en lo contrario, por eso consideré que podría ser útil otra clarificación.


Traducido del inglés por Nicolás R. Revisado y corregido por Oscar Eduardo Grau Rotela. El artículo original se encuentra aquí.

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