Por qué Bastiat sigue siendo grande

0

[Prólogo a The Bastiat Collection (2011)]

Y ahora apelaría con confianza a hombres de todas las escuelas, que prefieran la verdad, la justicia y el bien público a sus propios sistemas. ¡Economistas! Como vosotros, soy el defensor de la LIBERTAD y si consigo sacudir algunas de las premisas que entristecen vuestros generosos corazones, tal vez veáis en esto un incentivo adicional para amar y servir nuestra causa sagrada. (Bastiat, “A la juventud de Francia”, Armonías económicas, p. 14)

Claude Frédéric Bastiat nació en Bayona, Francia, el 29 de junio de 1801. Quedó huérfano a los nueve años y fue criado por sus parientes. Trabajó en la empresa de contabilidad de su tío y luego fue granjero al heredar la granja de su abuelo. Después de la revolución de las clases medias de 1830, Bastiat se hizo políticamente activo y fue elegido juez de paz en 1831 y al Consejo General (asamblea del condado) en 1832. Fue elegido para la asamblea legislativa nacional después de la revolución de 1848. Bastiat estaba inspirado y tenía correspondencia habitual con Rochard Cobden y la Liga contra las Leyes del Grano en Inglaterra y trabajó para asociaciones librecambistas en Francia.

Bastiat escribió esporádicamente a partir de la década de 1830, pero en 1844 lanzó su asombrosa carrera cuando se publicó  un artículo sobre los efectos del proteccionismo en los pueblos francés e inglés en el Journal des Economistes y fue aclamado por la crítica.[1] La mayoría de su notable carrera como escritor, que inspiró a la primera generación de traductores ingleses (y a muchos más) está incluida en esta colección.

Si fuéramos a elegir a los mayores economistas de todos los tiempos y los juzgáramos basándonos en su rigor intelectual, su influencia en la educación económica y su impacto en la defensa de la economía de libre mercado, entonces, Frédéric Bastiat estaría en lo alto de la lista. Como señalaba Murray N. Rothbard:

Bastiat era sin duda un lúcido y soberbio escritor, cuyos brillantes y agudos ensayos y fábulas son aún hoy notables y devastadoras demoliciones del proteccionismo y todas las formas de subvención y control público. Fue un defensor verdaderamente brillante de un mercado libre sin intromisiones.[2]

Este libro reúne sus obras más importantes y representa la primera generación de traducciones al inglés. Estos traductores eran como el propio Bastiat, gente del sector privado que amaban el conocimiento y la verdad y alteraron sus carreras para seguir vigorosamente aventuras intelectuales, publicar como intelectuales y defender el libre comercio.

Esta colección representa parte de la mejor economía nunca escrita. Bastiat fue el primero, y uno de los pocos, en ser capaz de comunicar convincentemente las proposiciones básicas de la economía. La enorme mayoría de la gente que haya aprendido algo sobre economía se ha basado en Bastiat o en publicaciones influidas por su obra. Esta colección (posiblemente más que cualquier cosa escrita nunca sobre economía) es el antídoto para el analfabetismo económico respecto de temas como lo desaconsejable de los aranceles y los controles de precios y todos, desde el novato al doctor en economía se beneficiarán de su lectura.

La colección consta de tres secciones, la primera de las cuales contiene sus ensayos más conocidos. En “Lo que se ve y lo que no se ve”, Bastiat prepara al lector para convertirse en economista en el primer párrafo y luego presenta la historia de la ventana rota en la que un rufián se imagina que crea trabajos y prosperidad rompiendo ventanas. Bastiat resuelve el dilema de la prosperidad mediante la destrucción advirtiendo que mientras que se ve la prosperidad aparente, lo que no se ve es lo que se habría producido si no se hubiera roto la ventana. Según Rothbard:

De esta manera, el “economista” observador de tercer nivel de Bastiat, reivindica el sentido común y rebate la apología de la destrucción de la falsa complejidad. Considera lo que no se ve, así como lo que se ve. Bastiat, el economista, es el analista verdaderamente complejo.[3]

El profesor Jörg-Guido Hülsmann atribuye a Bastiat el descubrimiento de este método contrafactual, que permitía a Bastiat demostrar que la destrucción (y varias políticas públicas) es realmente el camino hacia la pobreza, no hacia la prosperidad. Estas lecciones se aplican luego a una variedad de casos más complejos y los lectores nunca serán capaces de negar que existe la escasez y recordarán siempre (esperemos) que toda política tiene un coste de oportunidad. Como mínimo, no creerán (como se afirma a menudo) que terremotos, huracanes y guerras llevan a la prosperidad. El resto del ensayo se ocupa de las instituciones importantes de la sociedad (derecho, gobierno, dinero y capital), donde Bastiat explica la naturaleza de estas instituciones y abre los ojos al lector respecto de los errores comunes relacionados con ellas.

La segunda sección son los Sofismas económicos de Bastiat, una colección de 35 artículos sobre los errores del proteccionismo entendido en sentido amplio. Aquí Bastiat muestra su maestría en los métodos de argumentación (empleando lógica básica y llevando los argumentos a su extremo lógico) para mostrarlos y ridiculizarlos como mentiras evidentes. En su “ferrocarril negativo”, Bastiat argumenta que si una interrupción artificial en un ferrocarril genera prosperidad creando empleos para barqueros, porteadores y dueños de hoteles, entonces no debería haber una interrupción, sino muchas y en realidad el ferrocarril debería ser una serie de interrupciones: un ferrocarril negativo.

En su artículo “¡Un inmenso descubrimiento!”, se pregunta si no sería más fácil y rápido sencillamente rebajar el arancel entre los puntos A y B en lugar de construir un nuevo ferrocarril para transportar productos a un coste más bajo.  En su “Petición de los fabricantes de velas” argumenta en broma que debería aprobarse una ley que obligara a cerrar y cubrir todas las puertas y ventanas durante el día para impedir que el sol compita injustamente con los fabricantes de velas y que si se aprobara esa ley crearía trabajos muy bien pagados en la fabricación de velas y candeleros, lámparas de aceite, aceite de ballena, etc. y que prácticamente todos se beneficiarían en consecuencia.

La tercera sección, Armonías económicas, que fue escrita rápidamente antes de su muerte en 1850 y se considera incompleta. Aquí demuestra que los intereses de todos en la sociedad están en armonía en la medida en que se respeten los derechos de propiedad. Como no hay conflictos inherentes en el mercado, la intervención pública es innecesaria. El prestatario quiere que los prestamistas prosperen porque así habrá préstamos disponibles y el prestamista quiere que los prestatarios prosperen porque así conseguirán intereses sobre ahorros y se les pagarán los préstamos. Este libro es la base de acusaciones lanzadas por críticos contra Bastiat, afirmando que cometió errores teóricos y no consiguió extender el corpus de la teoría. He demostrado en otro lugar que estas críticas deben ser una mala lectura de Bastiat y que Rothbard demostró que Bastiat hizo la contribución esencial de volver a la economía a enfocarse en deseos, intercambio y consumo, corrigiendo los errores de la economía política británica.[4]

En una revisión más reciente y muy importante de Bastiat, el profesor Hülsmann ha demostrado que mis sospechas eran correctas.[5] Demuestra que las Armonías de Bastiat es una importante innovación teórica que fue ampliamente olvidada por los intervencionistas y atacada por los teóricos del equilibrio. Los intervencionistas la olvidaron porque el análisis prueba que la sociedad puede prosperar sin ninguna intervención pública en la economía. Los teóricos del equilibrio veían la idea de armonía de Bastiat como competencia de su propio concepto de equilibrio (correctamente), porque mientras que el equilibrio es, como mucho, una ficción útil, la armonía es una idea adecuada de lo que existe realmente en un mundo de libre mercado. Por tanto, la aproximación del equilibrio puede en algunos casos remedar o igualarse a la armonía, pero también puede aplicarse a fines erróneos y ser inaplicable para otros.

Hülsmann muestra asimismo cómo los críticos han leído mal y por tanto han entendido mal la idea del valor y servicio de Bastiat y que sus críticas no son válidas. La respuesta de Hülsmann aplasta a los críticos y sus ecos y es por tanto una introducción importante para esta sección. Ver también el importante artículo de Joseph T. Salerno, que muestra que la marginalización de Bastiat y la escuela francesa implicó un largo proceso de distorsión deliberada por sus enemigos doctrinales entre los economistas anglo-americanos.[6]

Patrick James Stirling tradujo Armonías económicas (1860) y Sofismas económicos (1863), que se reproducen en esta colección. Stirling era alumno de Thomas Chalmers, un importante economista escocés de la primera mitad del siglo XIX y líder del cisma de la Iglesia Libre de la Iglesia de Escocia. Stirling fue el autor de The Philosophy of Trade, en el que proporcionaba una teoría de precios y beneficios y examinaba los principios que determinan el valor relativo de bienes, trabajo y dinero.[7] En The Australian and Californian Gold Discoveries and their Probable Consequences, examinaba el impacto de los grandes descubrimientos de oro del siglo XIX y las leyes que determinaban el valor y distribución del dinero y en donde mostraba una teoría proto-austriaca del ciclo económico.[8] Stirling ha resurgido recientemente en la literatura económica como autor del ensayo más antiguo conocido de un estudiante de economía no licenciado.[9]

No estamos seguros acerca de las primeras traducciones de los ensayos de la primera sección de este volumen (muchas traducciones de este periodo estaban sin firmar), pero sí sabemos que parece reforzar la conexión escocesa con Bastiat. William Ballantyne Hodgson, que tenía una cátedra de economía política en la Universidad de Edimburgo, tradujo los ensayos de “Lo que se ve y lo que no se ve” para su publicación en periódicos y más tarde como un manual.[10] Sofismas económicos fue traducido por primera vez por Mrs. Louisa McCord (un apellido escocés), de Charleston, Carolina del Sur.[11]

La primera sección se basa en la de David Wells (también un apellido escocés) de los ensayos que contenía el ensayo “¿Qué es el dinero?” durante mucho tiempo agotado.[12]

Esta colección de primeras traducciones se dedica a mejorar la cultura económica y eliminar la frustración de los profesores de economía en todas partes. Nadie es más capaz de hacerlo que Bastiat, ni con tanta fuerza y amenidad. Disfrutadlo.


[1] Para material biográfico sobre Bastiat, ver George Roche Frédéric Bastiat: A Man Alone (New Rochelle, N.Y.: Arlington House, 1971) y Dean Russell Frédéric Bastiat: Ideas and Influences (Irvington-on-Hudson, N.Y.: Foundation for Economic Education, 1969).

[2] Murray N. Rothbard, Classical Economics: An Austrian Perspective on the History of Economic Thought, vol. II (1995; Auburn, Ala.: Ludwig von Mises Institute, 2006), p. 444.

[3] Ibíd., p. 445.

[4] Mark Thornton, “Frédéric Bastiat was an Austrian Economist”, Journal des Economistes et des Etudes Humaines 11, nº 2/3 (Junio/Septiembre 2001): 387-398.

[5] Jörg Guido Hülsmann, “Bastiat’s Legacy in Economics”, Quarterly Journal of Austrian Economics 4, nº 4 (Invierno de 2000) pp. 55-70.

[6] Joseph T. Salerno, “El olvido de la escuela de Bastiat por los economistas de habla inglesa“, Journal des Économistes et des Etudes Humaines 11, nº 2/3 (Junio/Septiembre 2001), pp. 451-495.

[7] Patrick James Stirling, The Philosophy of Trade; Or, Outlines of a Theory of Profits and Prices, Including an Examination of the Principles Which Determine the Relative Value of Corn, Labor, and Currency (Edimburgo: Oliver & Boyd, 1846).

[8] Patrick James Stirling, The Australian and Californian Gold Discoveries and Their Probable Consequences: An Inquiry Into The Laws which Determine the Value and Distribution of the Precious Metals with Historical Notices of the Effects of the American Mines on European Prices in the Sixteenth, Seventeenth and Eighteenth Centuries (Oliver and Boyd, 1853).

[9] A.M.C. Waterman, “The Oldest Extant Undergraduate Essay in Economics?” Journal of the History of Economic Thought 27, nº 4 (Diciembre 2005): 359-373.

[10] William Ballantyne Hodgson, “Things Seen and Things Not Seen” (Londres: Cassel & Company Limited, 1910), resumido de la traducción del Dr. Hodgson en 1852.

[11] Louisa S. McCord, Sophisms of the Protective Policy (Nueva York: Wiley and Putnam, 1848). McCord escribió ampliamente sobre economía y política anónimamente porque sus contemporáneos habrían considerado inapropiado que una mujer escribiera sobre asuntos tan polémicos.

[12] David A. Wells, Essays on Political Economy (Nueva York: G.P. Putnam’s Sons, 1877). Wells era un escritor, editor e inventor de éxito. Se oponía al impuesto de la renta y apoyaba en libre comercio y el patrón oro. Fue nombrado presidente de la comisión nacional e ingresos después de la Guerra de Secesión y se dice que puso a Estados Unidos en un sistema científico de ingresos.


Publicado el 11 de abril de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

Print Friendly, PDF & Email