Revisando la Guerra de Secesión

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Cuando era estudiante en la American High School de Munich y la John Adams High School de Cleveland, estudié historia estadounidense y se me enseñó la que había sido y aun parece ser la explicación estándar de la Guerra de Secesión. Mis propios hijos han recibido aproximadamente la misma formación durante su educación primaria y secundaria en Virginia, Nebraska y California.

Es algo así. A causa de la esclavitud, Estados Unidos estaba inicialmente dividido en dos partes: el norte, donde la gente, elogiablemente, se oponía a la esclavitud y quería una unión que no tuviera nada que ver con ella y el sur, donde la esclavitud se aceptaba y defendía como apropiada con entusiasmo, sobre la deleznable base de que los negros no eran completamente humanos.

Se nos decía que al final Abraham Lincoln llegó a la presidencia y tomó las medidas necesarias para acabar con esta intolerable situación asegurándose de que el su no se independizara de la Unión y siguiera siendo una sociedad esclavista. Usaba las palabras de la Declaración de Independencia de EEUU para justificarlo. La lección más importante de esa sangrienta guerra fue que perdió el bando que tenía básicamente las ideas menos estadounidenses y ganó el bando que quería seguir completamente los ideales de la Declaración (con su inequívoco apoyo al principio de los derechos humanos individuales e inalienables para todos). Así Estados Unidos acabó un periodo muy contradictorio y lamentable de su joven historia.

Aunque esquemática, me solía parece una explicación razonable. A la mayoría de la gente a la que conocía le gustaba el final, esperando que con el tiempo se desvanecieran los efectos residuales de la esclavitud y la segregación y el país emergiera para seguir una trayectoria que apoyara sin ambigüedades los derechos individuales para todos. Aún así, la explicación tiene algunos problemas. A medida que iba leyendo sobre ella (en libros y revistas académicas y populares) y discutiéndola con historiadores y juristas, tuve que revisar mi comprensión de lo que ocurrió.

Como ejemplo de una voz disidente, pensemos en Lord Acton, autor de la famosa cita acerca del gobierno: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. En su correspondencia privada con el general confederado Robert E. Lee, Acton decía:

Yo veía en los derechos de los estados el único control posible frente al absolutismo de la voluntad soberana y la sucesión de llenó de esperanza, no como destrucción, sino como redención de la Democracia. (…) Consideraba que usted [es decir, Lee] estaba luchando por nuestra libertad, nuestro progreso y nuestra civilización y lamento lo que se perdió en Richmond más profundamente de lo que me regocija lo que se salvó en Waterloo.

Es un estallido sorprendente para alguien cuyo juicio en asuntos políticos es difícil de denunciar.

Más recientemente, está la bien documentada argumentación realizada por el Profesor Thomas DiLorenzo en su artículo “The Great Centralizer: Abraham Lincoln and the War between the States”, en la revista The Independent Review, de que, contrariamente a la creencia popular, la guerra no se hizo principalmente por la esclavitud. Indudablemente, no empezó por la esclavitud, sino, más bien. Por las distintas políticas económicas de los estados del norte y del sur, algunas de ellas relacionadas con la institución de la esclavitud, pero otras independientes de ella. Además, parece que la mayoría de los norteños no tenían ningún problema con la esclavitud y actuaron consecuentemente al realizar negocios con propietarios sureños de esclavos en el comercio y otros asuntos, sin protestar.

Mientras investigaba más el asunto, desvelé que Abraham Lincoln no se quejaba tanto por la esclavitud como por algunas de las implicaciones económicas de la institución para los estados del norte. De hecho, Lincoln incluso estaba de acuerdo con los que pensaban acerca de blancos y negros muchos propietarios sureños de esclavos. Es verdad que, al final, sí emancipó a los esclavos, pero también que prefería que abandonaran este país y crearan el suyo, concretamente en África. (¡De hecho, Liberia se constituyó con algunos de estos negros que sí volvieron siguiendo esta idea!)

También, en buena medida, la emancipación de los esclavos de Lincoln fue un movimiento dentro de su estrategia político-diplomática. Estaba probablemente más pensada para apaciguar a aquellos en Europa que habían simpatizado con el alegato de los estados del sur, pero empezaba a desagradarles la institución de la esclavitud. Así que para no tener a Inglaterra del lado del sur, Lincoln declaró intolerable la esclavitud y rechazó aceptar facilitar su extensión y continuación.

En particular, abolió las leyes de esclavos fugitivos al rechazar que el gobierno federal las aplicara. Eso significaba que los esclavos que escapaban y de trasladaban a los estados del norte no se verían atrapados y devueltos por las autoridades policiales federales, a pesar de que en otros casos de delitos cometidos en un estado las autoridades federales ayudarían a aplicar la ley.

Aún más importante, y algo que me sorprendió, fueron las formas poco liberales de Abraham Lincoln de emprender la guerra. En su esfuerzo por hacer la guerra a los estados del sur y ganarla, utilizó muchos métodos que contradecían su supuesta creencia en los principios de la Declaración de Independencia de EEUU. Rechazó aceptar los principios del proceso debido, especialmente el habeas corpus, al ocuparse de sus críticos, tanto en el gobierno como en los medios de comunicación. Esto demostraba que no consideraba esos principios como inviolables como pretendía en sus discursos políticos. (Esto se expone muy poderosamente en el libro de Charles Adams, When in the Course of Human Events [Rowman & Littlefield, 2000]).

Otro asunto que me preocupa es cuánta gente en el norte parecía desear la intervención del estado en la economía, particularmente el proteccionismo y otros tipos de restricciones al comercio. ¡Esto en un país que supuestamente estaba destinado a garantizar la libertad en todo el mundo mediante su excelente ejemplo! Aún así, quienes promueven el proteccionismo y numerosos otros tipos de intervención pública evidentemente tienen poca comprensión y compromiso con la libertad individual, incluso si a sus ojos la institución de la esclavitud merezca su desaparición. (Esto se argumenta muy bien en el libro del Profesor Jeffrey Hummel,Emancipating Slaves, Enslaving Free Men [Open Court, 1996]).

Por supuesto, la historia no es nunca tan tajante como se enseña en las escuelas públicas, pero, en este caso,  hay algo extraño: Aunque la mayoría de la gente sabe que hay una polémica entre historiadores y otros investigadores respecto de las razones precisas tras la Guerra de Secesión, el sistema de educación pública ha dado poca o ninguna cuenta de esto en absoluto.

De hecho, se trata a Lincoln como un héroe absoluto, mientras que, por ejemplo, hay que fijarse en cómo se ha convertido hoy en práctica común cuestionar la sinceridad de Thomas Jefferson respecto de su implicación en la esclavitud. Incluso cuando la gente esté condenando los intentos de los maestros nacionalistas de Japón y Alemania por distorsionar las historias de sus países para ponerlas bajo un aspecto favorable, apenas hay ninguna demanda en EEUU acerca de la forma partidista en que se enseña a los jóvenes la Guerra de Secesión.

Sin embargo, puede haber algo bueno en todo esto, que es la falta de confianza que los ciudadanos van teniendo en sus educadores públicos. Puede enseñarles a algunos que un sistema educativo monopolizado, dirigido por “educadores” nombrados políticamente, tiende a convertirse en un sistema de centros de adoctrinamiento, no distinto de un sistema que utilizan los regímenes estatistas cuando se ponen al frente de éste. Esto a su vez, tal vez anime a suficientes a querer privatizar la educación pública primaria y secundaria, de forma que los programas se abrirían a la diversificación e incluirían una posibilidad de enseñar la Guerra de Secesión de que incluya el escepticismo y los matices.


Publicado el 7 de mayo de 2001. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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