El vuelo de Snowden a la libertad

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Estimado resto del mundo: Por favor, entiendan que es doloroso para los estadounidenses ver lo que está ocurriendo en el caso de Edward Snowden.

Aquí está, volando desde Hong Kong hacia Rusia – países que parecen ser refugios seguros, a salvo del largo brazo del imperio estadounidense. ¿Donde irá a parar finalmente? Podría ser Islandia, Venezuela o Ecuador. Él necesita ir a algún lugar donde las autoridades no puedan ser intimidadas para hacerle regresar con sus carceleros y posible verdugos.

Es eso o enfrentar la silla eléctrica por haber hecho lo correcto.  Aun cuando entiendo la corrupción del sistema – y aún comprendiendo lo mal que están las cosas – es difícil de procesar. La ley bajo la cual ha sido acusado está fechada en 1917, y su único propósito fue el de destruir el movimiento pacifista de la época. Como dijo Woodrow Wilson antes de la aprobación de la ley, “Las criaturas de la pasión, deslealtad y anarquía deben ser destruidas”.

Y lo fueron. Si hablabas en contra de la ley, eras arrestado. Los periódicos fueron efectivamente nacionalizados. Los precios estaban controlados. Los pensadores independientes, de todo tipo, fueron encarcelados. De hecho, en aquella época un número de estadounidenses voló a Rusia en busca de libertad y se encontraron en medio de la Revolución  Bolchevique. Entonces, al igual que ahora, las alternativas eran la sartén o el fuego.

Así que, sí, sabemos que los estadounidenses no han sido ellos mismos por un largo tiempo. A lo mejor nunca lo fueron. Pero aún así, leemos los Documentos Federalistas. Leemos a Thomas Jefferson. Leemos la Declaración de Independencia, la Constitución, las palabras de Madison y Paine. Simplemente no logramos desprendernos de la idea de que hay algo acerca de esta noción de que el gobierno debe ser limitado y de que la gente tiene el derecho a la libertad.

El joven Snowden es un buen hombre que desea que sus conciudadanos puedan conocer qué les está haciendo su propio gobierno. El quería advertirnos de que nuestro gobierno está leyendo nuestros e-mails y chats y escuchando nuestras conversaciones telefónicas. Hizo una denuncia sobre el hecho de que nuestro gobierno está armando una basta base de datos que podrá emplear en cualquier momento en el futuro, esencialmente colocando al gobierno en posición de poder chantajear a cualquier ciudadano para siempre.

El no solo afirmó esto. Lo probó con una amplia documentación. E hizo la denuncia porque creyó que con ello podía ayudar a lograr un cambio. Detecto algo de ingenuidad en su voz. Es como si aún se aferrase a los antiguos ideales. A lo mejor él prestaba atención en el curso de educación cívica donde enseñan acerca de “La tierra de la Libertad” y cosas como esa.

Decir que lo que reveló es inconstitucional es un ridículo eufemismo. Este programa destroza totalmente no sólo la Constitución, sino toda noción de sociedad liberal. Si aún queda algún resto de características realmente democráticas en nuestro sistema, a Snowden debe otorgársele total inmunidad contra la acusación y solicitarle que testifique en el Congreso. Podrá entonces el Congreso llegar al fondo de este escándalo y destripar las agencias que se aprovechan del temor de la gente para montar sistemas totalitarios de vigilancia.

Por desgracia, Snowden está huyendo. Pero dondequiera que va, libera más información. No importa cuan malo cree usted que es esto, tiene pinta de ir a peor. Mientras estuvo en Hong Kong, mostró a los reporteros evidencia de que el gobierno de Estados Unidos hackeo a las empresas de telefonía china para leer millones de mensajes de texto. A continuación fueron las comunicaciones de los profesores de  la Tsinghua University. Hurgaron en la base de datos de Pacnet en Hong Kong, su versión de AT&T.

Estas revelaciones llegan después de estar años y años quejándose los oficiales de los Estados Unidos de que China ha estado robando secretos comerciales estadounidenses. Independientemente de que sea cierto o no (quizás hayan hecho una montaña de un grano de arena), piense por un momento en lo que la información suministrada por Snowden implica. Imagine como sería si el zapato estuviese en el otro pie.

Digamos que un ciudadano chino disidente llega a Estados Unidos y provee a The New York Times con pruebas de que la China comunista ha intervenido los teléfonos de los profesores universitarios, han estado leyendo nuestros mensajes, y han estado hurgando profundamente para tener acceso directo a nuestras llamadas telefónicas.

¿Puede imaginarse la respuesta? Habría una histeria total. Los sermones desde los púlpitos los domingos atacarían, una vez más, al impío comunismo y sus formas imperialistas. Después de unas pocas semanas, probablemente estaríamos cerca de una guerra total. Los estadounidenses estarían totalmente fuera de sí.

Así que uno se pregunta por qué deberían estar ligeramente molestos los ciudadanos chinos al escuchar esta información. Y considerar entonces que los Estados Unidos están cazando a quien filtró la información,  exigiendo que sea capturado como un criminal y devuelto a los Estados Unidos para ser adecuadamente flagelado, sentenciado a prisión de por vida y quizás algo aún peor.

Lo que resulta difícil de comprender es que esto está ocurriendo bajo la presidencia de quien promovió un movimiento de estímulo a los denunciantes. Quizás su promesa fue como la promesa del presidente Mao de dejar florecer cien flores. Una vez florecieron, las cortó. Puede que el estímulo de Obama a los denunciantes estuviese diseñado para encontrar a los traidores y eliminarlos.

En este momento, lo dudo realmente. De hecho, me pregunto cuánto puede Obama controlar, verdaderamente, el departamento de seguridad nacional en su conjunto. Yo no estoy en contra de culpar al presidente por absolutamente todo, y realmente él  tendría que intervenir para detener esto – e incluso tendría que haberlo aprobado personalmente.

Lo más probable, sin embargo, es la extraña realidad que ningún americano desea admitir: concretamente, que el presidente es una figura decorativa. Un ejecutivo de relaciones Públicas del estado, y no un dios planificador central a cargo de absolutamente todo. Hay muy pocas horas en un día, y la mayor parte del día de los presidentes está dedicado a defenderse ellos mismos, mantener a su séquito unido, sacarle brillo a las élites y sus políticas, conocer gente y otras actividades por el estilo.

El sistema es muy grande para un solo hombre, y este hombre al que todo el mundo aclama es, principalmente, un pequeño planificador, un superviviente que observa su reloj con preocupación por lo que los libros de historia dirán de él.

En el día a día de las maquinaciones estatales, somos mayoritariamente regidos por malas leyes y reglamentaciones creadas por personas que murieron hace mucho – lo peor de esto ocurrió hace 100 años – y que hoy son aplicadas por burócratas y gestores que no están sujetos bajo ningún aspecto al sistema democrático. Esta combinación de costra legislativa más la inercia burocrática en nombre de la elites públicas y privadas es el verdadero origen de la tiranía de nuestros tiempos.

El original se encuentra aquí. Traducido del inglés por José Manuel García.

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