Fundamentos de la acción humana, cont.

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4. Implicaciones Adicionales: El Tiempo

El tiempo es omnipresente en la acción humana como un medio que debe ser economizado. Toda acción está relacionada al tiempo de la siguiente manera:

. . . A es el periodo antes de comenzar la acción; A es el punto en el tiempo en el que comienza la acción; AB es el periodo durante el que se produce la acción; B es el punto en el que termina la acción; y B . . . es el tiempo después del final de la acción.

AB se define como el periodo de producción—el período desde que comienza la acción hasta el tiempo en que el bien de consumo está disponible. Este período se puede dividir en varias etapas, cada una tomando un período de tiempo. El tiempo gastado en el período de producción incluye el tiempo en el que se gasta la energía de trabajo (o tiempo de trabajo) y el tiempo de maduración, esto es, el tiempo requerido sin necesidad de gasto de trabajo. Un ejemplo obvio es el caso de la agricultura. Podrían pasar seis meses entre el momento en que se labra la tierra y el momento de la cosecha. El tiempo total durante el cual el trabajo tiene que ser empleado puede ser de tres semanas, mientras que el tiempo restante de más de cinco meses es el tiempo durante el cual el cultivo debe madurar por procesos naturales. Otro ejemplo de un largo tiempo de maduración es el añejamiento del vino para mejorar su calidad.

Claramente, cada bien de consumo tiene su propio período de producción. Las diferencias de tiempo en los períodos de producción de las distintas mercancías pueden ser, y son, innumerables.

Un punto importante que debe ser enfatizado cuando se considera la acción y el período de producción es que el hombre al actuar no rastrea los procesos de producción hasta sus fuentes originales en el pasado. En la sección anterior, nosotros rastreamos los bienes de consumo y los bienes de producción hasta sus fuentes originales, demostrando que todos los bienes de capital fueron originalmente producidos solamente con mano de obra y naturaleza. El hombre al actuar, sin embargo, no está interesado en los procesos pasados, sino sólo en usar los medios disponibles en el presente para alcanzar los fines futuros que anticipa. En cualquier punto en el tiempo, cuando él comienza la acción (digamos A), él tiene a su disposición: trabajo, elementos dados por la naturaleza, y bienes de capital anteriormente producidos. Él comienza la acción en A esperando llegar a su fin en B. Para él, el período de producción es AB, ya que no se preocupa por la cantidad de tiempo utilizado en la producción de sus bienes de capital o de los métodos con los cuales son producidos.[1] Así, el agricultor a punto de utilizar su tierra para producir cultivos para la próxima temporada no se preocupe de si, o en qué medida, su tierra es un factor original dado por la naturaleza o el resultado de las mejoras de previos agricultores y otros que allanaron la tierra. Él no se preocupa del tiempo gastado por esos que anteriormente mejoraron el terreno. Él está preocupado sólo por los bienes de capital (y otros bienes) en el presente y el futuro. Ese es el resultado necesario del hecho que la acción se produce en el presente y se dirige hacia el futuro. Así, el hombre al actuar considera y valora los factores de producción disponibles en el presente, de acuerdo a sus servicios anticipados en la producción futura de bienes de consumo, y nunca de acuerdo a lo que ha pasado con los factores en el pasado.

Una verdad fundamental y constante acerca de la acción huma­na es que el hombre prefiere sus fines sean alcanzados en el menor tiempo posible. Dada una satisfacción específica, cuanto antes llegue, mejor. Eso resulta del hecho que el tiempo siempre es escaso, y un medio para ser economizado. Cuanto antes se alcance la meta, mejor. Así, con cualquier meta dada a ser alcanzada, mientras más corto sea el período de acción, es decir, producción, más preferible será para el actor. Este es el hecho universal de la preferencia temporal. En cualquier punto en el tiempo, y para cualquier acción, el actor prefiere más alcanzar su meta en el presente inmediato. El siguiente mejor para él es el futuro inmediato, y mientras más lejano en el futuro el logro de su meta parezca ser, menos preferible para él. A menor sea el tiempo de espera, más preferible es para él.[2]

El tiempo entra en la acción humana no sólo en relación con el tiempo de espera en la producción, sino también en la duración del tiempo en el cual los bienes de consumo satisfarán los deseos del consumidor. Algunos bienes de consumo satisfarán sus deseos, es decir, lograrán sus metas, por un corto período de tiempo, otros por un período más largo. Pueden ser consumidos por períodos cortos o largos. Esto puede ser incluido en el diagrama de cualquier acción, como se muestra en la Figura 2. Esta longitud de tiempo, BC, es la duración de la vida útil de los bienes de consumo. Es el periodo en el cual el bien de consumo sigue satisfaciendo el fin. Esta duración de vida útil es diferente para cada bien de consumo. Puede ser cuatro horas para el sandwich de jamón, después de lo cual el actor desea otra comida u otro sandwich. El constructor de una casa espera usarla para servir sus necesidades durante 10 años. Obviamente, la durabilidad esperada del bien de consumo para servir su fin entrará en los planes del actor.[3]

Claramente, todas las otras cosas permaneciendo iguales, el actor preferirá un bien de consumo de más durabilidad a uno de menos durabilidad, dado que el primero proporcionará más servicio en total. Por otro lado, si el actor valora el servicio total proporcionado por dos bienes de consumo igualmente, él, a causa de la preferencia temporal, elegirá el bien menos duradero ya que recibirá el total de servicios antes que con el otro. Él tendrá que esperar menos por el total de servicios del bien menos duradero.

Los conceptos de período de producción y duración de vida útil están presentes en toda acción humana. También hay un tercer período de tiempo que entra en la acción. Cada persona tiene un horizonte temporal general, que se extiende desde el presente hacia el futuro, para el se cual planean varios tipos de acción. Mientras el período de producción y la duración de vida útil se refieren a bienes de consumo específicos y son diferentes para cada bien de consumo, el período de provisión(el horizonte de tiempo) es la longitud de tiempo futuro para la cual cada actor tiene previsto satisfacer sus necesidades. El período de provisión, por lo tanto, incluye la acción prevista para una considerable variedad de bienes de consumo, cada uno con su propio período de producción y duración. Este período de provisión difiere para cada actor de acuerdo con su elección. Algunas personas viven día a día, sin preocuparse del futuro; mientras que otras planean no sólo para la duración de sus propias vidas, sino para sus hijos también.


[1]Para cada actor, entonces, el período de producción es equivalente a su tiempo de espera—el tiempo que él tiene que esperar por su meta después del comienzo de su acción.

[2]Preferencia Temporal puede llamarse a la preferencia por la satisfacción presente sobre la satisfacción futura o por un bien presente sobre un bien futuro, siempre recordando que es la misma satisfacción (o “bien”), lo que se compara en el tiempo. Así, una objeción común a la noción de preferencia temporal universal es que, en el invierno, el hombre prefiere la entrega del hielo en el verano próximo (futuro) a la entrega de hielo en el presente. Esto, sin embargo, confunde el concepto “bien” con las propiedades materiales de una cosa, mientras “bien” en realidad se refiere a las satisfacciones subjetivas. Dado que hielo-en-el-verano ofrece diferentes (y mayores) satisfacciones que hielo-en-el-invierno, no son los mismos, sino bienes diferentes. En este caso, son diferentes satisfacciones las que se están comparando, a pesar del hecho de que las propiedades físicas de la cosa puedan ser las mismas.

[3]Se ha hecho costumbre designar los bienes de consumo con mayor duración de servicialidad como bienes duraderos, y los de más corta duración como bienes no duraderos. Obviamente, sin embargo, existen innumerables grados de durabilidad, y tal separación puede ser sólo poco científica y arbitraria.


Traducido del inglés por Dante Bayona.

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