Gran empresa, guerra y análisis de clase de Rothbard

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[Extraído del prólogo de 1995 a Wall Street, Banks, and American Foreign Policy, de Murray Rothbard]

Rothbard reclamaba vehementemente el concepto de análisis de clase a los marxistas, que se lo apropiaron de los teóricos franceses del laissez faire. Marx fue el autor de una versión plagiada, distorsionada y vulgarizada de la teoría, basada en la teoría ricardiana del valor trabajo. A partir de esta premisa, llegaba a un análisis de clase que enfrentaba a trabajadores contra propietarios.

Una de las muchas grandes contribuciones de Rothbard a la causa de la libertad fue restaurar la teoría original, que enfrentaba al pueblo contra el Estado. En la teoría rothbardiana de la lucha de clases, el gobierno, incluyendo a sus clientes y aplicadores, explota y esclaviza a las clases productivas mediante impuestos, regulación y guerra perpetua. El gobierno es un íncubo, un parásito, incapaz de producir nada por sí mismo, que por el contrario se alimenta de la energía vital y la capacidad productiva de los productores.

Es el primer paso de un análisis libertario de clase completamente desarrollado. Por desgracia, es aquí donde el proceso mental de demasiados supuestos libertarios llega a un aplastante final. Para ellos basta con saber que el Estado es el Enemigo, como si fuera algo primario e irreducible.

Como dijo William Pitt en 1770: “Hay algo detrás del trono más grande que el propio rey”.

Esto explica el extraño hecho histórico, relatado por extenso y en detalle por Rothbard, de que los mayores capitalistas han sido los enemigos mortales del verdadero capitalismo. Pues prácticamente todas las supuestas “reformas” sociales de los últimos cincuenta años fueron impulsadas no solo por izquierdistas “idealistas”, sino por las propias combinaciones corporativas que se caricaturizan como los “realistas económicos” gordos y con sombreros de copa de Wall Street.

La derecha neoconservadora retrata la batalla contra el Gran Gobierno como una lucha maniquea entre dos bandos entre las fuerzas de la luz (es decir, el capitalismo) y los restos de élites izquierdistas muy desacreditadas. Pero el análisis histórico de Rothbard revela un patrón mucho más rico y complejo: en lugar de tener dos bandos, la lucha por la libertad enfrente al menos a tres bandos entre sí.

Pues los capitalistas, como apuntaron John T. Flynn, Albert Jay Nock, y Frank Chodorov, nunca estuvieron en el bando del capitalismo. Como dijo Nock:

Una de las pocas cosas divertidas en nuestro mundo tan aburrido es que los que hoy actúan con más tremendismo respecto del colectivismo y la amenaza roja son los mismos que han adulado, sobornado, halagado y atormentado al Estado para que dé todos y cada uno de los sucesivos pasos que llevan directamente al colectivismo. [“Impostor Terms”, Atlantic Monthly, Febrero de 1936]

La política económica del New Deal, como demostró Rothbard, fue prefigurada por Herbert Hoover, defensor de la gran empresa y anticipada en las reformas de la era progresista. Como han demostrado historiadores revisionistas como Gabriel Kolko, los que regularon las grandes industrias en nombre de la “reforma” progresista, fueron reclutados de los mismos cárteles y trusts que había que controlar.

Y por supuesto a los monopolistas no les importaba ser controlados, siempre que fueran controlados sus competidores (si no eliminados). Todo gran salto adelante en la planificación y centralización económica (banca centralizada, estado de bienestar, “derechos civiles” y acción afirmativa) fue apoyada, si no iniciada, por los negocios mayores y más poderosos políticamente en el país.

Las corporaciones multinacionales gigantes y sus satélites económicos. En alianza con gobiernos y grandes bancos, están en el proceso de extender su influencia a una escala global: sueñan con un banco central mundial, planificación global y estado internacional del bienestar, con tropas estadounidenses como policía del mundo para garantizar sus márgenes de beneficio.

Después de la larga batalla por crear un banco central en EEUU, los sumos sacerdotes de las altas finanzas finalmente tomaron y consolidaron el control de la política económica nacional. Solo les quedaba extender internacionalmente su dominio y para este fin crearon el Consejo de Relaciones Exteriores y posteriormente la Comisión Trilateral. De estos dos grupos se ha apoderado la nueva derecha populista como encarnaciones virtuales de la élite en el poder y con razón. Sin embargo, solo tras leer a Rothbard esta idea se emplaza en su adecuada perspectiva histórica. Pues en realidad, como demuestra Rothbard, la red CRE/Trilateral es simplemente la última encarnación de una tendencia profundamente arraigada en la historia moderna estadounidense. Mucho antes de la fundación del CRE o la Comisión Trilateral había una élite poderosa en este país; esa élite probablemente perdure mucho después de que esas organizaciones desaparezcan o se conviertan en algo distinto.

El desenmascaramiento de Rothbard de las raíces históricas y económicas de esta tendencia es vital para comprender que no es una “conspiración” centrada en los grupos del CRE o la Trilateral, como tales, sino una tendencia ideológica dentrada tradicionalmente en el nordeste, entre las clases altas y profundamente arraigada en la historia estadounidense.


Publicado el 5  de septiembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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