Temer al auge, no al declive

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Si escucháis a los comentaristas de TY, se os dice que lo peor ha quedado atrás. Se recupera el crecimiento y Europa está saliendo de su hibernación. Nadie parece estar preocupado porque este tímido crecimiento por debajo el 2% esté completamente alimentado por la impresión masiva de dinero del banco central. Es una política de “crecimiento a cualquier precio”. Qué rápido olvidamos.

En los tiempos del auge, cualquiera que cuestionara el crecimiento en dobles dígitos en los precios de la vivienda era considerado como una Casandra ignorante, sin conocimiento de cómo la nueva economía había cambiado esencialmente la ley de la escasez. Los economistas austriacos advertían coherentemente que un auge creado sobre la base del dinero fácil solo podía llevar a un desastre. Hoy, la mayoría del crecimiento proviene de los sectores de la economía sensibles al tipo de interés, como automóviles y vivienda. Esto debería disparar las alarmas en todas partes.

La idea convencional es que la Fed empezará a ajustarse cuando se recupere el crecimiento. Es una malísima lectura de lo que está ocurriendo en realidad. La Fed cometió un error monumental y realmente no sabe cómo salir de la trampa en la que se ha metido.

La Fed se embarcó en una política de “sabemos mejor que tú” con la Q3 en otoño e indujo una burbuja en el mercado en la primavera. El S&P 500 ganó un 12% de enero a junio de 2013 mientras que el crecimiento permanecía hundido. La Fed apreció su error y ahora quiere salirse. El problema es que en economía, como en la mayoría de las cosas de la vida, es mucho más fácil entrar en problemas que salir de ellos. La Fed quiere llevarse el bol del ponche, pero sabe que los tipos de interés aumentarán, el mercado bursátil se estrellará y la economía se desplomará. Cuanto más espere, mayor será el inevitable ajuste.

Si no aprendemos de la historia, estamos condenados a repetirla. Hemos estado aquí antes. La depresión de 1920 y la recesión de Roosevelt de 1937 nos muestran lo que ocurre cuando a una impresión monetaria excesiva le sigue un tímido ajuste.

La Recesión de 1937 es un ejemplo perfecto de la teoría austriaca del ciclo económico. Fue dura pero breve. La producción cayó un 11% y la producción industrial un 32%. El desempleo repuntó del 14% al 19%.

Hay un considerable desacuerdo sobre la causa de la recesión, con algunos economistas acusando al endurecimiento de la política fiscal y monetaria. Los requisitos de reserva se aumentaron y el déficit presupuestario se redujo. Aun así, el gasto en el año fiscal de 1937 fue de 7.600 millones de dólares, comparado con los 6.500 millones en 1934 y los 6.400 millones en 1935: dos años de auge espectacular. Los impuestos bajaron un 1% del PIB de 1936 a 1937, pero fue menos como porcentaje que los años de rebote de 1938 y 1939. Escribiendo en 1956, E. Cary Brown encontraba que los cambios en la política fiscal supusieron menos de una cuarta parte de la recesión. La Fed aumentó los requisitos de reserva pero los bancos ya tenían abundantes reservas extraordinarias. Los nuevos requisitos tuvieron muy poco impacto.

La causa real de la recesión se produjo mucho antes. La suerte se echó a principios de 1934 cuando Estados Unidos fijó el precio del oro en unos sobrevalorados 35$ por onza. Los subsiguientes flujos de entrada de oro hicieron que la oferta monetaria se disparara, aumentando un 12% anual (M2) de 1934 a 1936. Le siguió un auge con la producción real creciendo un 10% en 1934, un 8,9% en 1935 y un 1% en 1936. Como dirían los austriacos, el dinero adicional se disfrazó como ahorro real. Como no se habían liberado recursos reales, se produjo una disputa por los recursos. Muchos de los proyectos de inversión que se habían iniciado acabaron resultando no rentables y tuvieron que abandonarse. La recesión de 1937 era necesaria y deseable para liberar recursos de las malas inversiones de los años previos. Una recesión es una reasignación de recursos más cerca de lo que realmente quiere la sociedad que se produzca. El banco central podría haber seguido imprimiendo, extendiendo la ilusión de prosperidad, pero esto solo habría retrasado y aumentado el ajuste final.

A finales de 1936, la Fed empezó a preocuparse y en marzo de 1937, su presidente, Martin Eccles, decía: “La recuperación está en marcha, pero si se permite que se convierta en un auge desbocado se verá seguida por otro desplome desastroso”.

En diciembre de 1936, el banco central empezó a esterilizar los flujos de entrada de oro, así que ya no impulsó el crecimiento monetario. Fue un tímido ajuste para los patrones contemporáneos. El crecimiento monetario se ralentizó del 12% a esencialmente nada. Era el equivalente a pisar suavemente el freno. Quien considere esto excesivo supone que una economía capitalista necesita jugo monetario para operar, aunque haya amplias evidencias del siglo XIX de que una oferta monetaria estable genera un crecimiento sólido y el dinero es una medición de valor y sirve mejor a su función cuando es estable.

El declive estaba escrito en las cartas. No podía evitarse, solo posponerse. No es el declive, sino el auge lo que debería temerse. El declive fue de corta duración y podría haber sido mucho peor si la Fed no hubiera tomado el bol de ponche allí y entonces.

Actualmente tememos el ajuste de la Fed, como deberíamos. Pero deberíamos temer aún más que no ajuste. Hoy realmente tenemos una terrible alternativa de perder hoy un brazo o mañana dos brazos y una pierna. Como las distorsiones de precios han sido masivas, el ajuste será espantoso. Los políticos y economistas del gobierno simplemente no entienden el papel crítico de los precios para ayudar al descubrimiento y la coordinación.

Reconociendo que la economía sigue débil, la Fed en su reunión del miércoles volvió a negarse a empezar el ajuste. Cuando la Fed se vea finalmente obligada a echarse atrás, los tipos de interés aumentarán, Wall Street pedirá ayuda y la economía se desplomará. Puede retrasarse con impresiones adicionales durante un par de meses, pero el ajuste se producirá y será duro, probablemente mucho peor que en 2008. Sin embargo, en este momento no quedan flechas en el carcaj del gobierno para gastar o imprimir su salida ante los problemas.


Publicado el 23 de septiembre de 2013. Traducido del ingles por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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