La aventuras de Krugman en el país de las hadas

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Después de estudiar y enseñar economía keynesiana durante 30 años, concluyo que los keynesianos “sofisticados” realmente creen en la magia y los polvos mágicos. Montones de polvos mágicos. Puede parecer extraño que esta economista austriaco se refiera a las hadas, pero he tomado el término de Paul Krugman.

Según Krugman, demasiada gente pone falsas esperanzas en lo que él llama el “hada de la confianza”, una criatura creada como respuesta al concepto de “régimen de incertidumbre” del economista Robert Higgs. Higgs acuñó esa expresión en un escrito de 1997 sobre la Gran Depresión en el que afirmaba que la incertidumbre causada por las políticas del New Deal de Franklin Roosevelt fue un factor importante para que la Gran Depresión fuera tan larguísima.

Tonterías, escribe Krugman. Los inversores no están esperando a que los gobiernos “pongan en orden sus casas financieras” y protejan la propiedad privada. Por el contrario, afirma, los inversores están esperando a que los gobiernos gasten para crear suficiente “demanda agregada” en la economía como para producir nuevas inversiones y, cabe esperar, pleno empleo.

Según Higgs, el “columnista humorista del New York Times, Paul Krugman, ha empezado recientemente a defender su keynesianismo vulgar contra sus críticos acusándoles de aportar argumentos que se basan en la existencia de un ‘hada de la confianza’. Con este engaño”, dice Higgs, “Krugman pretende calificar a los críticos como tarugos no científicos, frente a su propio estatus supremo como científico económico ganador de un premio Nobel”.

Parece, sin embargo, que Krugman y los keynesianos  han creado alagunas hadas propias: el hada de la deuda y el hada de la inflación. Estas dos criaturas puede que no lleven bolsas de polvos mágicos, pero también podrían llevarlas, dado que sus “herramientas” de usar deuda pública e imprimir dinero para “revitalizar” la economía tienen la misma credibilidad científica.

Examinemos primero el hada de la deuda. Según los keynesianos, la economía de EEUU (así como las economías de Europa y Japón) languidece en una ”trampa de liquidez”. Es una situación en la que los tipos de interés se encuentran cerca de cero y la gente acumula dinero en lugar de gastarlo. Rebajar los tipos de interés evidentemente no impulsará a más empresas a tomar prestado, así que corresponde al gobierno aprovechar los bajos tipos de interés y pedir prestado (y pedir prestado).

Si los gobiernos emiten suficiente deuda, argumentan los verdaderos creyentes en el hada de la deuda, la economía ganará “tracción”, ya que el gasto público, mediante el poder del polvo de billetes, alimenta una recuperación. Los gobiernos gastan, las empresas ganan mágicamente confianza y luego ellas gastan e invierten. (En este punto, aparentemente se supone que sencillamente olvidamos el hecho de que los keynesianos dicen que necesitamos al hada de la deuda para resucitar la versión keynesiana del hada de la confianza).

El hada de la inflación también desempeña un papel importante, según los keynesianos, pues si puede producirse en la economía una inflación bona fide y la gente ve que su dinero pierde valor, gastará más parte de sus ahorros. A su vez, esta destrucción de ahorros, por el poder de la magia keynesiana, reaviva la economía. Así que la inflación socava lo que los keynesianos llaman la “paradoja del ahorro”, una teoría que dice que si un montón de gente retiene algún consumo presente para ahorrar para el futuro, la economía se desplomará rápidamente y acabará cayendo en una trampa de liquidez en la que nadie gastará nada.

Estas hadas pueden hacer magia si (y solo si) se da una condición: los factores de producción son homogéneos, lo que significa que el gasto público afectará simultáneamente a todas las líneas de producción. Sin embargo la historia real del ciclo económico dice algo diferente. Parece que las hadas de la deuda y la inflación permiten auges bajo ciertas líneas de producción (como la vivienda en la pasada década), pero, como todos sabemos, el polvo de las hadas pierde sus poderes mágicos y los auges se convierten en recesiones.

Austriacos como Mises and Rothbard han entendido bien lo que no han entendido los keynesianos: las estructuras de producción dentro de una economía son heterogéneos y pueden distorsionarse por la intervención del gobierno mediante inflación y la toma masiva de préstamos. Lejos de ser criaturas que puedan “salvar” a una economía, el hada de la deuda y el hada de la inflación son las arquitectas del desastre económico.

A pesar de la protestas keynesianas de que los gobiernos de EEUU y Europa están dedicados a la “austeridad”, las hadas gemelas están activas en ambos continentes. El polvo de hadas que están echando sin embargo sobre la economía es más similar a ricina sobre humanos. Al final las hadas buenas se convierten en brujas.


Publicado el 23 de noviembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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