Nuestro momento es ahora

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Hace cuarenta años murió Ludwig von Mises. Creo que estaría contento con lo que le habéis ayudado a conseguir al Instituto Mises.

Recordando su carrera, encontramos muchas cosas que merecen ser comentadas. Su trabajo en Austria que ayudó a evitar la hiperinflación. Su huida de Europa adelantándose a los nazis, que confiscaron sus papeles en Viena. Sus luchas contra una universidad estatista. Su reconstrucción total de la economía. Su brillante defensa de la libertad. Y mucho más.

Este año es también el centenario de la fundación de la Reserva Federal en 1913. Pero un año antes, con solo 31 años, Mises ya estaba desarrollando lo que se convertiría en la teoría austriaca del ciclo económico, que explica cómo la intervención pública y los bancos centrales como la reserva Federal causan el ciclo de auge y declive.

La teoría de Mises se ganó una respuesta respetable en círculos europeos antes de que la revolución keynesiana de la década de 1930 arrasara los consejos académicos, pero no llegó a olvidarse en la estampida alimentada por la Depresión para culpar al libre mercado de las convulsiones económicas.

Incluso algunos de sus alumnos se rindieron a la arremetida keynesiana. A partir de ese momento, alguien como Mises sería para siempre un extraño.

El estatus del propio keynesianismo permite una interesante comparación entre 1973, el año de la muerte de Mises, y hoy. Después del auge de la década de 1960, los planificadores centrales de Washington afirmaban haber usado la Fed y el gasto para crear una prosperidad permanente y haber eliminado el ciclo económico. Eso parecía factible a algunos en 1970.

No pareció factible en 1973. La recesión había golpeado a Estados Unidos. Los intelectuales keynesianos tuvieron unos momentos bastante difíciles debido a la estanflación de la década de 1970. La alta inflación y el alto desempleo se suponía que no podían producirse simultáneamente.

Los keynesianos sostuvieron que la alta inflación de precios reclamaba recortar el gasto público y la oferta monetaria. Por el contrario, el alto desempleo reclamaba lo contrario: más gasto público y mayor impresión de moneda.

¿Pero qué iba a hacer el político keynesiano cuando afrontara alta inflación de precios y alto desempleo? Era evidentemente imposible hacer ambas cosas al mismo tiempo. El keynesianismo había sufrido un terrible golpe. El declive en la influencia keynesiana se hizo evidente en los libros de texto de economía que aparecieron durante las siguientes décadas.

Saltamos al Pánico de 2008 y el keynesianismo esta de repente de vuelta. La profesión económica se vio pillada por sorpresa por la crisis económica y, a falta de respuestas o soluciones, volvió a las formas más radicales de “estímulo” keynesiano.

La vuelta del keynesianismo es un área en que las condiciones han empeorado desde la muerte de Mises, cuando parecía que Keynes había sido derrotado. Pero hay muchas razones para la esperanza. La palabra “keynesiano” se usa hoy como término insultante por parte de muchísima gente con formación y la nueva generación de jóvenes intelectuales ve con escepticismo el keynesianismo de sus profesores.

Además, el keynesianismo está fallando visiblemente. La expansión fiscal y monetaria sin precedentes que ha tenido lugar en todo el mundo debería haberse visto seguida por una recuperación rápida y robusta. No la hubo. El desempleo permanece alto en todo el mundo occidental. Si los keynesianos tuvieran razón, esto no debería estar pasando.

Es verdad que tienen excusas. El estímulo no ha sido lo bastante grande, dicen. Pero mientras el tiempo pasa y la recuperación siga sin aparecer, ¿quién les va a creer? Cada vez se oirán más voces sugiriendo que el problema no es una dosis inadecuada de la medicina propuesta. El problema es la propia medicina.

En tiempos de Mises, el banco central no era sujeto de debate. Los estadounidenses apenas eran conscientes de la existencia de la Reserva Federal; muchos menos entendían cómo operaba y cuáles podrían ser sus efectos en la economía.

Hoy es casi chic oponerse a la Fed, tanto desde la izquierda como desde la derecha. Los defensores de la Fed cada vez parecen más como los compinches apologistas del viejo orden que son en realidad.

Mucha de la historia del Instituto Mises, debo decir, tuvo lugar bajo la presidencia en la Fed de Alan Greenspan y el periodo que algunos economistas llamaron la Gran Moderación. Greenspan, decían, había demostrado que una intervención cuidadosa de la Fed generaría un crecimiento robusto, una baja inflación de precios y una estabilidad económica general.

En ese momento se podría haber contado con una mano, y habrían sobrado dedos, cuántas organizaciones se oponían activamente a la banca centralizada. Si los libertarios se habían opuesto en tiempo a la banca centralizada, la inmensa mayoría de ellos habían hecho desde hacía mucho las paces con la criatura de Jekyll Island. Daban premios a los cargos de la Fed. No estábamos siendo razonables, decían: ¡Vaya, los resultados hablan por sí mismos!

De verdad que lo hacen, aunque no en la forma en que suponían nuestros antiguos críticos. Con nuestra crítica de la Fed ahora reivindicada múltiples veces, se ha puesto de nuevo de moda oponerse al banco central.

Aunque es su intelectualidad lo que distingue sobre todo a Mises, deberíamos asimismo admirar e intentar emular su tenacidad respaldando el libre mercado y el patrón oro, en un momento en que nada podía estar más pasado de moda y cuando tantos otros defensores del mercado cedían o pedían perdón.

Hoy escuchamos a gente que dice que el mensaje libertario sin adornos es demasiado radical, demasiado extremo para el consumo público. Tenemos que atemperar nuestras declaraciones para que sea más probablemente que consigamos conversos, dicen.

Pero Mises fue siempre directo y todos sabían dónde se posicionaba. Y hoy la influencia de Mises es mayor que nunca, con una nueva generación de investigadores austriacos en ascenso ansiosa de hacer uso de su producción intelectual.

Lo mismo pasa con  Murray Rothbard. Aunque los libertarios de Washington piden a los alumnos que estudien e imiten a economistas que apoyen a la Fed o que propongan diversos programas pensados para hacer más eficaz el gobierno, el ejército de jóvenes libertarios que ha crecido desde la revolución de Ron Paul quiere lo bueno.

Quieren a Rothbard: Su afilado análisis, su enorme conocimiento, su devastadora prosa. Y, por supuesto, cuánto más se les dice que eviten a Rothbard a favor de economistas de moda en DC, más quieren leerlo.

Mises decía que las causas de la libertad y la economía austriaca tenían que avanzar con un programa doble. Por un lado, necesitamos un trabajo investigador avanzado en defensa de nuestra postura. De ahí nuestro trabajo con profesores y estudiantes.

Por otro lado, no podemos olvidar a líderes empresariales y profesionales, en realidad a cualquiera interesado, a quienes debemos expresar el convincente alegato de la Escuela Austriaca. El Instituto Mises ha estado haciendo ambas cosas durante más de 30 años.

Mucha gente nos conoce por las obras populares que hacemos: nuestros artículos diarios aplicando economía austriaca a las noticias del día, nuestras series  vídeo “Mises View”, nuestra gran presencia en los medios sociales y nuestros seminarios y conferencias para el público general.

Pero en nuestras publicaciones investigadoras, igual que en muchos de nuestros libros y en nuestra Quarterly Journal of Austrian Economics, estamos avanzando y desarrollando la propia Escuela Austriaca. Nuestra anual Conferencia de Investigación en Economía Austriaca reúne a cientos de investigadores de todo el mundo que están trabajando en la tradición austriaca.

Nuestra Universidad Mises y el Seminario Rothbard de Grado para alumnos de verano continúan produciendo algunas de las más brillantes lumbreras en un mundo austriaco en continua expansión. Nuestros Círculos Mises llegan a seguidores y estudiantes.

Cuando fundé el Instituto Mises hace más de tres décadas, prometí a la viuda de Mises, Margit, que dedicaría el resto de mi vida a esta importante obra. Lo que no sabía entonces era que un día tendríamos la capacidad de divulgar el trabajo de la Escuela Austriaca en todo EEUU y en todo el mundo a una escala que no podíamos soñar.

Quien haya visitado Mises.org sabe qué estamos haciendo: no solo los grandes clásicos austriacos están disponibles para el mundo gratuitamente, sino que tenemos cientos de otros libros, todo lo impreso en revistas importantes de investigación, varios miles de artículos aplicando teoría austriaca a muchísimos asuntos importantes y los audios y vídeos de todos los seminarios y conferencias que realizamos en el Instituto y en todo el mundo.

Con la Academia Mises ofrecemos enseñanza en línea en diversas áreas. La veo como el modelo para la educación superior futura, de libre mercado entre las ruinas de los viejos métodos.

Pero necesitamos vuestra ayuda para seguir en marcha.

Mises vivió sus años más productivos académicamente en una relativa oscuridad, como profesor visitante sin sueldo en la NYU. Si hubiera estado dispuesto a agradar al establishment, un hombre de su intelecto podría haber dirigido el departamento en Harvard. Pero consideraba la causa de la verdad más importante que la causa de su propia carrera. Lo mismo puede decirse de Rothbard y de muchísimos de los catedráticos austriacos que trabajan hoy.

Mises fue un gran intelectual, pero también fue un gran hombre. En el 40 aniversario de su muerte, espero que os unáis a mí en ayudar a continuar con su legado, asegurando así que sus sacrificios no fueron en vano. Su obra se hace más importante cada día, ya que el estado continúa entrometiéndose en nuestra prosperidad y nuestra libertad.

Vivimos un momento histórico. Las mentiras del estado las cree un menor porcentaje del público que nunca. El Instituto Mises, con nuestros conocimientos técnicos, una red imbatible de investigadores y el gran cuerpo doctrinal que constituya la Escuela Austriaca, tiene una situación única para aprovechar esta oportunidad crucial.

Espero que os comprometáis en ayudarnos a extender el mensaje de Mises y educar a las próximas generaciones a impulsar el gran edificio de verdad que es la economía austriaca.


Publicado el 27 de diciembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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