De cómo los contrabandistas crearon Estados Unidos

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[Smuggler Nation: How Illicit Trade Made America • Peter Andreas • Oxford University Press, 2013]

Siempre que recibo un libro para reseñar que está escrito por algún as de la Ivy League, me preparo par todo el engaño y las estupideces que tendré que soportar. Smuggler Nation, de Peter Andreas, sin embargo, resultó ser una sorpresa muy agradable. De hecho puedo recomendar este libro a cualquiera interesado en una historia real.

Leyendo el relato de Andreas, podemos señalar antes que nada que el contrabando en Estados Unidos ha existido desde los tiempos coloniales y continuará en el futuro previsible. Además, el contrabando ha desempeñado un papel muy importante (no solo subsidiario) a lo largo de nuestra historia. De hecho ha desempeñado a menudo un papel esencial en acontecimientos y episodios históricos importantes. Y finalmente, el relato de Andreas explica cómo el contrabando es el resultado de prohibiciones y aranceles proteccionistas. El impacto acumulativo de estas políticas ha sido la fuerza motriz para el establecimiento del gran gobierno y el estado policial en Estados Unidos.

Andreas deja claro que las políticas que crean incentivos para el contrabando son irracionales, ineficaces y a menudo contraproducentes. También deja claro que se ha engañado a los estadounidenses para que apoyen diversas prohibiciones para eliminar el vicio por políticos autopromocionados, funcionarios con intereses propios, cruzados de la moralidad y una prensa sumisa. También es interesante señalar que a los contrabandistas se les consideró a menudo como héroes, sino por la mayoría, indudablemente por los consumidores a los que atendían. También es importante señalar que los lectores descubrirán que muchas de las familias ricas y eminentes en la historia estadounidense, incluyendo varios de nuestros padres fundadores, se hicieron ricos inicialmente con los beneficios del contrabando.

El libro consta de dieciséis capítulos divididos en cinco secciones. Está todo bien escrito y lleno de información interesante y cotilleos de la historia estadounidense. Sin embargo voy a centrarme en los tres capítulos en los que tengo más conocimientos. El primer capítulo a comentar se ocupa del bloqueo de la Unión en la Guerra de Secesión por parte del Sur. El autor describe claramente la poco valorada importancia de los aspectos “navales” de la guerra, así como el comercio Norte-Sur durante esta, los enormemente malos cálculos de la Confederación con respecto al algodón y el bloqueo y que la batalla entre bloqueadores y bloqueados era por lucro y en buena parte no violenta.

Sin embargo el autor concluye erróneamente, junto con muchos historiadores, que el bloqueo de la Unión fue un éxito. Parece incómodo con esta conclusión y utiliza al famoso historiador James McPherson para defender su postura. Andreas afirma que el bloqueo tuvo un éxito relativo, a pesar de señalar que: “Avanzando hasta la Guerra de Secesión, en la que por primera vez el lado que impone el bloqueo resulta ser el vencedor”.

Los bloqueos sí aumentan los costes y precios de transporte. Sí reducen la cantidad de comercio. Sin embargo, precios más altos son incentivos de beneficio que mantienen el flujo de bienes importantes, así como incentivos para economizar. Los altos precios también abren oportunidades de sobornos que mantienen el flujo de los bienes a través de la frontera entre la Unión y la Confederación. Por tanto nunca deberíamos esperar que los bloqueos tengan realmente éxito.

En un artículo referenciado por Andreas y coescrito por Robert Ekelund, John Jackson y yo, explorábamos el aparente éxito del bloqueo de la Unión.[1] Lo que descubrimos es que se implantó una larga serie de políticas confederadas mal concebidas que desanimó el contrabando en el bloqueo. Esto culminó con la legislación comecial confederada de 1864. Esta legislación prohibía la importación de una larga lista de bienes de lujo, ponía controles a la importación de otros bienes y requisaba la mitad de todo el espacio de carga de los contrabandistas para uso del gobierno confederado.

No es sorprendente que los empresarios en el negocio del contrabando en el bloqueo se vieran inmediata y completamente desanimados ante más contrabandos. Esta legislación era particularmente desanimante para miembros de tripulación que tuvieran un espacio pequeño en el que importar bienes de lujo. Los beneficios que ganaban vendiendo los artículos de lujo era la parte principal de su paga por pasar el bloqueo.[2]

El capítulo sobre la Ley Seca es particularmente bueno y entretenido. En este punto en la historia ya ha habido varios esfuerzos absurdos y contraproducentes por controlar el alcohol de una forma u otra en Estados Unidos. La 18ª Enmienda a la Constitución que prohibía el alcohol resultó ser el mayor error social desde los días de la esclavitud.

El autor hace un buen trabajo explicando los perturbadora que fue la Ley Seca para las vidas de los estadounidenses normales, así como el dañino legado que tuvo en el estado de derecho en Estados Unidos. Incluso señala correctamente que la abolición de la Ley Seca, la 21ª Enmienda, se produjo gracias al “dinero”. En este caso fue la necesidad de ingresos fiscales durante los primeros años de la Gran Depresión.

Sin embargo la explicación de la adopción de la 18ª Enmienda es menos convincente porque se basa en buena parte en la desconfianza de los alemanes después de la Primera Guerra Mundial. La explicación del “dinero” se basa en dos factores: 1. El nuevo impuesto de la renta significaba que el Congreso ya no era tan dependiente de los impuestos al alcohol y las importaciones para sus ingresos. El impuesto de la renta produjo más dinero del esperado. 2. John D. Rockefeller donó enormes sumas de dinero a grupos como la Anti-Saloon League para ayudarles a prohibir que su mayor competidor, el alcohol combustible para coches, compitiera con la gasolina.

Aunque la Ley Seca podría calificarse como el mayor engaño en la historia estadounidense, es seguro decir que la prohibición de las drogas es el engaño más largo en la historia estadounidense. Me encanta ver que el autor descubre que no había ningún problema social importante asociado con estas drogas antes de los esfuerzos del gobierno por prohibirlas y tampoco había apoyo popular para las prohibiciones. De hecho, la Ley Harrison de Narcóticos fue solo un esfuerzo regulatorio que se convirtió en una prohibición por parte de los burócratas y los tribunales. Lo mismo ocurrió años después con la Ley de Impuestos a la Marihuana. El autor nos ayuda a ver que lo que actualmente vemos en la guerra contra las drogas es la norma, el resultado de un siglo de engaños y prohibiciones en continua expansión.

El apoyo a ambas prohibiciones se basaba en la ignorancia, el prejuicio y la religión, así como en intereses burocráticos y especiales. El autor si cuela una justificación de interés público para la Ley de Comida Pura y drogas, pero doctores y farmacéuticos están claramente actuando en su propio interés y utilizando simplemente el “interés público” como cobertura para sus actividades. Básicamente, dividen el mercado de forma que los doctores prescribían las medicinas y los farmacéuticos las vendían. Antes de esta legislación, ambos grupos estaban compitiendo en ambos mercados.

El capítulo sobre la prohibición de las drogas es un buen lugar para exponer dos conceptos en economía que aparecen generalmente a lo largo del libro, pero no están calificados como tales. El primero es el “efecto” de Alchian y Allen. Esta conclusión dice que si se añade un coste fijo a dos bienes que son vistos por los consumidores como sustitutivos se hace al bien más caro relativamente más barato. El efecto de Alchian y Allen explica por qué los que burlan el bloqueo hacen contrabando de bienes de “lujo” de altos precios y bajo volumen, en lugar de hacerlo con grano. Por eso también los contrabandistas de alcohol se dedicaban al whisky en lugar de a la cerveza y por qué los cárteles de la droga se pasaron de la marihuana a la cocaína cuando el gobierno aumentó los presupuestos para la aplicación de la ley y las penas de prisión.

Como muchos otros escritores sobre este tema, incluyendo a Steve Levitt, la introducción y expansión de la cocaína a principios de la década de 1980 es tratada por Andreas como algo que simplemente ocurrió. Está claro que fueron la expansión de presupuestos, penas y la Fuerza Antidroga del Sur de Florida los que aumentaron los riesgos de hacer contrabando de drogas (un coste fijo), llevando a los traficantes a pasar de la voluminosa marihuana a la compacta y potente cocaína.

El segundo concepto es el “efecto” de baptistas y traficantes. El término fue acuñado por el economista Bruce Yandle, pero se remonta a Rothbard (1962) y antes. Dice básicamente que ciertos grupos de intereses especiales con visiones diametralmente opuestas pueden sin embargo trabajar por un objetivo común e incluso pueden apoyarse directamente unos a otros. Con el alcohol, algunos baptistas se oponían a que se bebiera alcohol y apoyaban la Ley Seca. Los traficantes también apoyaban la Ley Seca, que mantenía alto el precio del alcohol y proporcionaba oportunidades de lucro. Se ve este fenómeno a lo largo del libro en diversas formas. Por ejemplo, Andreas no cuenta que la maquinaria textil era al tiempo pesada y voluminosa y por tanto difícil de pasar de contrabando, llevando a traficar solo con los planos de construcción de dicha maquinaria. El efecto de baptistas y traficantes subraya el hecho de que todo el proteccionismo y las prohibiciones fueran engaños por intereses privados que no eran de interés público.

En resumen, este libro cuenta la historia de las políticas desencaminadas del proteccionismo y la prohibición en la historia estadounidense. Se ha invocado muy habitualmente las políticas para ocuparse de problemas sociales espurios e incluso inexistentes. La realidad es que estas políticas nunca sirven al interés público y normalmente son contraproducentes para los objetivos que pretenden alcanzar. Los costes del legado de estas políticas son enormes, incluyendo el debilitamiento del estado de derecho y la Constitución, así como dándonos una gran gobierno y un estado policial al estilo de 1984. Especialistas en áreas tan diversas como reforma de la inmigración, propiedad intelectual, criminología, logística y terrorismo encontrarán el libro al tiempo interesante y útil. A quienes les guste leer sobre historia de Estados Unidos, encontrarán un retrato distinto del pasado.


[1] Robert B. Ekelund, Jr., John D. Jackson y Mark Thornton, “The Unintended Consequences of Confederate Trade Legislation”, Eastern Economic Journal 30, nº 2 (Primavera de 2004): 187-205.

[2] Robert B. Ekelund, Jr. y Mark Thornton, “The Confederate Blockade of the South”, Quarterly Journal of Austrian Economics 4, nº 1 (Primavera de 2001): 23-42.


Publicado el 12 de junio de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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