El caso Scana

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Scana Corporation es un monopolio creado por el gobierno que proporciona electricidad a la mayoría del estado de Carolina del Sur. Como todas las corporaciones reguladas, recibe las presiones de los reguladores para promover causas y políticas políticamente correctas (o atenerse a las consecuencias).

Scana ordenó recientemente a sus empleados que eliminaran pegatinas con la bandera confederada en sus vehículos si se estacionan en parkings de la empresa y prohibió a los empleados estacionar vehículos de la empresa en el parking de Maurice’s Barbecue en Columbia. Maurice cometió el “pecado” políticamente incorrecto de poner las palabras “apoyad nuestro legado”, junto con una bandera confederada y una de EEUU, en sus botellas de salsa barbacoa (que es la mejor del lugar, por cierto).

El presidente temporal del Senado de Carolina del Sur, Glenn McConnell, está tan preocupado con las acciones de Scana que ha propuesto legislación que castigaría a la empresa permitiendo competencia dentro del estado para la venta de electricidad salvo que Scana cambie de postura sobre las pegatinas.

Es una buena idea en principio. Pero si Scana está saqueando y robando a los ciudadanos de Carolina del Sur debido a su concesión pública de privilegios de monopolio, su monopolio de franquicia debería abolirse independientemente de cuál sea su postura sobre la bandera confederada (o la Union Jack, la bandera francesa, la “bandera nacional africana” o cualquier otra bandera).

La postura de Mr. McConnell parece ser que Scana puede saquear a la gente de Carolina del Sur mientras sus empleados puedan continuar poniendo pegatinas con la bandera confederada en sus coches. Esto no es un ejemplo moral de alto nivel.

No hay razón para que Scana (o cualquier otro servicio público) deba recibir una concesión pública de monopolio, que no sea que a los políticos que dan esas concesiones les guste recibir “contribuciones de campaña” y otras formas de mordidas financiadas por los beneficios monopolísticos creados por las franquicias monopolísticas. La idea de que la electricidad es un “monopolio natural” es un mito (ver mi artículo “”The Myth of Natural Monopoly”, Review of Austrian Economics, vol. 9, Nº 2, 1996).

Según este mito, la naturaleza del sector (altos costes fijos) llevaría, en un mercado libre, a una empresa gigantesca convertida en monopolio. Por tanto, de acuerdo con el mito, el gobierno no debería esperar a que pasara esto, sino que debería crear un monopolio y regular los precios de forma que los consumidores puedan beneficiarse de economías de escala y precios más bajos.

Esta teoría es completamente antihistórica. A finales del siglo XIX, las ciudades estadounidenses normalmente tenían media docena o más de empresas eléctricas compitiendo por el negocio. El economista Harold Demsetz apuntaba en libro de 1989, Efficiency, Competition, and Policy, que, en1887, había establecidas en Nueva York seis empresas de luz eléctrica; 45 empresas competían en Chicago en 1907 y Duluth, Minnesota, tenía cinco empresas en competencia. Lo mismo pasaba con el sector del gas natural.

Estas empresas intentaron crear cárteles, pero como todos los cárteles con notablemente inestables, decidieron que la única forma de tener un monopolio era conseguir que el gobierno usara sus poderes coactivos para impedir la competencia. En el mercado libre, esto no podría lograrse nunca. Tuvieron éxito en hacerlo y desde entonces la mayoría de los estadounidenses han sido víctimas de los cárteles eléctricos patrocinados por el gobierno.

Sin embargo, no todos los gobiernos estatales y locales han conspirado con los directivos de las compañías eléctricas para desplumar a sus ciudadanos. En su libro de 1986, Direct Utility Competition: The Natural Monopoly Myth, el economista de la Universidad de Illinois, Walter J. Primeaux, señalaba que, en algunas ciudades estadounidenses, la competencia directa entre empresas eléctricas duró unos 80 años, hasta mediados de la década de 1980.

Estas empresas rivales competían vigorosamente mediante precios y servicios, al contrario que en los estados con monopolios como Carolina del Sur. Los clientes en estas áreas con competencia se beneficiaron mucho y todos los mitos del monopolio natural se han hecho añicos con estos ejemplos: los costes son más bajos cuando hay competencia directa; no hay excesivo “exceso de capacidad”; las “guerras” de precios no son destructivas, sino beneficiosas para los consumidores y los consumidores consiguen mejor servicio y precios más bajos.

Si el senador McConnell quisiera actuar moralmente en su disputa con la Scana Corporation, haría todo lo que pudiera por desregular el sector de la energía eléctrica y el gas natural en Carolina del Sur, independientemente  de la postura de Scana respecto de la bandera confederada, o cualquier otro asunto político.


Publicado el 26 de agosto de 2002. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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