Cómo la guerra contra las drogas lleva a los niños emigrantes a la frontera de EEUU

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Los padres más dedicados hoy raramente permiten que sus hijos estén sin vigilancia, especialmente en público. Empiezan con el controlador inalámbrico de bebés para la cuna y acaban con el omnipresente teléfono celular en la graduación  universitaria.

Esto es lo que hace tan desconcertantes para la mayoría de los estadounidenses los reportajes de la frontera mexicano-estadounidense. Es difícil creer que los padres envíen a sus hijos, incluso a hijos pequeños, a viajar muchos cientos de kilómetros, hasta 2.500 kilómetros sin custodia o bajo el control de “mulas” que guían a los niños con la esperanza de un viaje sin problemas a Estados Unidos.

El viaje es al tiempo duro y peligroso. La región norte de América Central (es decir, Guatemala, Honduras y El Salvador) y México es una de las zonas más peligrosas del mundo. El clima puede ser duro, las carreteras y las condiciones de viaje son bastante malas y los niños están amenazados por ladrones, secuestradores, violadores, policía y soldados, miembros de cárteles de drogas y bandidos de todo tipo.

Por increíble que parezca, los padres centroamericanos están enviando a sus hijos, o más habitualmente pidiendo a sus hijos que se les unan en Estados Unidos, en grandes cantidades. En muchos casos, los niños huyen por iniciativa propia sin ningún guardián.

Hace una década, los Agentes de Patrulla de Frontera de EEUU aprehendían a varios cientos de niños solos cada año. En los últimos nueve mesas, han capturado a casi 50.000. Las estimaciones oficiales prevén que la tasa de capturas llegue a los 10.000 mensuales este otoño. Esas cifras realmente esconden la enormidad del problema, porque históricamente el problema está en buena parte limitado a los niños mexicanos que podían ser devueltos inmediatamente a México. Durante los últimos dos años, la mayoría del crecimiento ha provenido de niños de los países de Centroamérica y estos deben procesarse y entregarse a la Office of Refugee Resettlement (parte del HHS).

Una razón sugerida para la explosión de inmigrantes infantiles desde Centroamérica es la percepción y rumores de que los niños de Centroamérica recibirían una “condicional” que podría suponer un permiso para permanecer legalmente en EEUU. Sin embargo, parece que la condicional es realmente solo un aviso para aparecer en un tribunal de inmigración para proceder a la deportación. No queda claro si da a los niños más tiempo en EEUU o aumenta la probabilidad de permitirles permanecer en EEUU por razones humanitarias. En un informe, solo 1 de 404 niños mencionaba específicamente la posibilidad de beneficiarse de la reforma inmigratoria de EEUU.[1]

Incluso si el rumor de la condicional hubiera tenido un impacto, no explica por qué los niños y sus padres se arriesgarían a un viaje tan peligroso para empezar.

El papel de la guerra contra las drogas

La causa subyacente para esta peligrosa emigración masiva es la guerra contra las drogas de EEUU. Los países centroamericanos se han convertido en el conducto por el que las drogas ilegales pasan de Sudamérica cruzando la frontera de EEUU. Al contrario que las fuentes convencionales de medios de comunicación, que a veces mencionan vagamente la violencia y la inestabilidad en Centroamérica como causa, The Economist,[2] señalan bastante correctamente el origen del problema en la guerra contra las drogas de Estados Unidos:

La demanda de cocaína en Estados Unidos (que, al contrario que en Europa, se alimenta a través de Centroamérica), combinada con la definitivamente inútil guerra contra las drogas, ha llevado a un repunte de la violencia. Son los consumidores estadounidenses los que están financiando a los capos de la droga y, en buena parte a los traficantes estadounidenses armas que los arman. Así que las políticas fracasadas estadounidenses ayudan a crear estados fracasados en las cercanías.

El resultado ha sido que los cárteles de la droga tienen una buena cantidad de control sobre buena parte del norte de Centroamérica. Los cárteles controlan gobiernos, jueces, policías e incluso algunas prisiones y algunos militares mediante una combinación de sobornos, amenazas y fuerza abierta.

Como consecuencia de este control, las bandas y cárteles de narcotraficantes pueden operar abiertamente o en lo profundo de la selva fuera del alcance de la ley. A su vez, los cárteles de narcotraficantes pueden actuar por encima de la ley y como consecuencia han creado una cultura de violencia, a partir de las guerras civiles de pasadas décadas.

Los países del norte de Centroamérica, Guatemala, Honduras y El Salvador, tienen la tasa de asesinatos más alta de cualquier región en el mundo. La tasa de asesinatos en la región es 7,5 veces la de la región de Norteamérica.

Globalmente, la mayor tasa de asesinatos en cualquier año desde la década de 1990 ha estado en Honduras o El Salvador. En 2012, casi 1 de cada 1.000 ciudadanos en Honduras fueron asesinados. Además del asesinato, hay altas tasas de todo tipo de violencia, delitos e intimidaciones. Un porcentaje muy alto de toda la población de origen salvadoreño ha emigrado, en su mayoría a Estados Unidos.

Además de la violencia, la guerra de las drogas ha sido una fuerza perturbadora para las economías centroamericanas. Después de leer sobre la región, ¿va alguien a hacer planes de viaje allí o considerar abrir un negocio? Evidentemente, la guerra contra las drogas ha sido altamente perturbadora para la creación de empleo, el comercio y la inversión internacional fuera de los propios cárteles del narcotráfico. Por tanto sería más correcto decir que no es tanto la atracción de oportunidades en EEUU, sino la falta y reducción de oportunidades en Centroamérica lo que está estimulando la emigración y que eso está ligado directamente a la guerra contra las drogas.

Cuando tratéis de ver el sentido a padres enviando a sus hijos a una misión tan peligrosa, solo recordad que es otro resultado lamentable de la guerra contra las drogas con pocas soluciones.

The Economist recomienda la abolición de la guerra contra las drogas y la legalización de estas globalmente como solución. Su segunda mejor solución es que Estados Unidos financie un esfuerzo por reconstruir las instituciones 8es decir, policía, tribunales, prisiones, etc.) e infraestructura (es decir, ejército, transporte y educación) en los países de Centroamérica:

Esos planes, sin embargo, no resolverían el problema fundamental: que mientras las drogas que quiere consumir la gente estén prohibidas y por tanto las suministren los criminales, sacar el comercio de una zona manchada de sangre solo la llevará a algún otro lugar dejado de la mano de Dios. Pero salvo que las drogas se legalicen, es lo mejor que puede esperar hacer Centroamérica.

En otras palabras, acabar con la guerra contra las drogas es la única solución.


[1] http://www.unhcrwashington.org/children/reports p. 31.

[2] “The drug war hits Central America: Organised crime is moving south from Mexico into a bunch of small countries far too weak to deal with it”, The Economist, 14 de abril de 2011.


Publicado el 14 de julio de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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