Frederic Bastiat sobre el gobierno

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Este año supone en bicentenario del nacimiento s uno de los más aridentes defensores de la libertad de la historia: Frederic Bastiat. Escribiendo justo antes e inmediatamente después de la Revolución Francesa de febrero de 1848, mientras Francia se iba aproximando rápidamente al socialismo, usó la lógica y la sátira para exponer las falacias de los argumentos scoialistas en varias obras, incluyendo La ley, Sofismas económicos y Lo que se ve y lo que no se ve.

Su razonamiento sigue siendo hoy tan relevante como entonces. De hecho, su ensayo de 1848, Gobierno, puede ser la crítica más perspicaz del gobierno de Estados Unidos hoy disponible. Para homenajearle, considerad una versión abreviada de ese ensayo (elimino los puntos suspensivos):

Debería estar contento si ya habéis descubierto realmente un ser benefactor e inagotable, que se hace llamar el Gobierno, que tiene pan para todas la bocas, bálsamo para todos los sufrimientos, que puede proveernos todos nuestros deseos, corregir todos nuestros errores, reparar todas nuestras faltas y evitarnos desde ahora la necesidad de previsión, prudencia, juicio, sagacidad, experiencia, orden, economía, templanza y actividad.

Nada podría ser más cómodo que tener todos a nuestro alcance una fuente inagotable de riqueza e ilustración: un médico universal, un tesoro ilimitado y un consejero infalible, como describís que es el Gobierno.

El hombre retrocede ante las molestias, pero está condenado por la naturaleza al sufrimiento de la privación, si no se toma la molestia de trabajar. ¿Qué medios puede adoptar para evitar ambas? Solo hay una manera, que es disfrutar del trabajo de otros. Pero nuestra disposición a defender nuestra propiedad impide que sea fácil el saqueo directo y abierto.

El opresor ya no actúa directamente y con su propio poder sobre su víctima. El tirano sigue presente, pero hay una persona intermedia entre ellos, que es el Gobierno. Por tanto todos presentamos nuestra reclamación, bajo un pretexto u otro y solicitamos al Gobierno. Decimos de ello: “Me gustaría tomar una parte de las posesiones de otros. Pero esto sería peligroso. ¿No podríais facilitármelo? Por este medio llegaré a mi fin con la conciencia tranquila, pues el derecho habrá actuado por mí y tendré las ventajas del saqueo, sin su riesgo o su deshonra”.

Todos estamos haciendo alguna solicitud similar al Gobierno; pero el Gobierno no puede satisfacer a una parte sin aumentar el trabajo de los demás. El Gobierno es la gran ficción mediante la cual todos tratan a vivir a costa de los demás. Todos están, en mayor o menor medida, tratando de beneficiarse del trabajo de otros. Nadie se atrevería a expresar ese sentimiento; este inclusos e esconde de sí mismo. Se idea un medio, se aplica el Gobierno y toda clase en su momento viene y dice: “Tú, que puedes tomar de la gente de forma justificada y honrada, toma del público y repartiremos”.

Por desgracia, el Gobierno está demasiado dispuesto a seguir este diabólico consejo. El Gobierno no tarda en percibir la ventajas que puede obtener de la parte a la que tiene derecho por el público. Es agradable ser el juez y el amo de los destinos de todos. Pero la parte más notables de ello es la asombrosa ceguera del público en todo esto. ¿Qué tenemos que pensar de un pueblo que nunca parece sospechar que el saqueo recíproco no es menos saqueo porque sea recíproco, que no es menos criminal porque sea ejecutado legalmente y con orden?

Pero lo que nunca se verá o concebirá es que el gobierno puede restaurar al pueblo más de lo que ha tomado de él. es radicalmente imposible para él conferir una prestación concreta a alguien sin infligir un daño mayor a la comunidad en su conjunto. Por tanto nuestros requerimientos le ponen en un dilema. Si rechaza conceder las solicitudes que se le presentan, se le acusa de debilidad, mala voluntad e incapacidad. Si se aventura a concederlas, se ve obligada a cargar al pueblo con nuevos impuestos, haciendo más mal que bien.

Así que el público tiene dos esperanzas y el gobierno hace dos promesas: muchas prestaciones y sin impuestos. Esperanzas y promesas que, al ser contradictorias, nunca pueden llevarse a cabo. La contradicción está siempre apareciendo por delante: si fuera filantrópica debería atender a su erario; si olvida a su erario, debe dejar de ser filantrópica.

Siempre ha habido dos sistemas políticos. Según uno, el Gobierno tendría que hacer mucho, pero entonces tendría que tomar mucho. Según el otro, esta doble actividad tendría que sentirse poco. Tenemos que elegir entre estos dos sistemas, pero obtener todo del gobierno sin darle nada es quimérico, absurdo, infantil, contradictorio y peligroso.

Nosotros consideramos que el Gobierno es y tendría que ser nada más que el poder unido del pueblo, organizado, no instrumento de opresión y saqueo mutuo entre ciudadanos, sino, por el contrario, garantizar a cada uno lo suyo y hacer que reine la justicia y la seguridad.

Frederic Bastiat incluso citaba un ejemplo de un gobierno que se ajustaba bien a su papel legítimo de proteger los derechos y libertades de sus ciudadanos: Estados Unidos. Señalaba que entonces, siguiendo nuestra constitución, “no hay creación quimérica, ni abstracción, por la que los ciudadanos puedan reclamar todo. No esperan nada salvo de ellos mismos y de su propia energía”.

Por desgracia, el actual estado redistribucionista estadounidense se ha acercado en muchas formas más al socialismo de la Francia del siglo XIX que a nuestra Constitución. Pero las mentiras subyacentes reflejadas en las políticas actuales siguen siendo las que Bastiat refutó hace mucho tiempo. Así que sus argumentos mantienen parte de la munición más poderosa y esencial, si alguna vez volvemos a los términos de nuestro acuerdo fundacional.


Publicado el 15 de noviembre de 2001. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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