Preferencia temporal y tipos de interés a largo plazo en EEUU

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Después de cerrar en el 3,03% en diciembre de 2013, el rendimiento del bono del tesoro de EEUU a 10 años ha ido tendiendo a la baja, cerrando en el 2,34% en agosto de este año. Muchos comentaristas están confusos por esto, dadas las previsiones optimistas de actividad económica por para parte de los político s de la Fed.

Según el pensamiento ortodoxo, el banco central es el factor clave para determinar los tipos de interés. Al establecer los tipos de interés a corto plazo, el banco central, se argumenta, mediante expectativas acerca del curso futuro de su política tipos de interés, influye en toda la estructura de tipos de interés.

Siguiendo la teoría de las expectativas (TE), que es popular entre la mayoría de los economistas ortodoxos, el tipo a largo plazo es una media de los tipos de interés a corto plazo actuales y esperados. Si el tipo de hoy a un año es del 4% y para el próximo año se espera que sea un 5%, el tipo de dos años hoy debería ser (4% + 5%)/2 = 4,5%.

Advirtamos que el tipo de interés en esta forma de pensar lo establece el banco central, mientras que las personas no tienen casi nada que hacer en todo esto y se ajustan mecánicamente a las expectativas sobre la política futura del banco central. (Aquí los individuos están respondiendo de forma pasiva a la posible política del banco central).

Basándose en la TE y siguiendo la visión optimista de los políticos de la Fed sobre la economía, algunos comentaristas sostienen que el mercado se equivoca y los tipos de interés a largo plazo deberían en realidad seguir una tendencia al alta y no a la baja.

Según un estudio de investigadores del Banco de la Reserva Federal de San Francisco (Assessing Expectations of Monetary Policy, 8 de septiembre de 2014) los participantes en el mercado están interpretando erróneamente las intenciones de los políticos de la Fed. Los participantes en el mercado han estado infravalorando la probabilidad de que la Fed endurezca su postura sobre tipos de interés mucho antes de lo que es aceptado comúnmente, dada la opinión optimista de los cargos de Fed sobre la actividad económica.

Se sostiene que una desconexión entre expectativos del público y expectativas de los políticos del banco central resulta un problema para la política monetaria de la Fed, en lo que respecta a la prevención de efectos colaterales perjudiciales, debido a un futuro endurecimiento de la postura de la Fed sobre tipos de interés.

Creemos que lo que importa para la determinación de los tipos de interés son las preferencias temporales individuales, que se manifiestan mediante la interacción de la oferta y la demanda de dinero, y no las expectativas respecto de los tipos de interés a corto plazo. He aquí el porqué.

La esencia de determinar los tipos de interés

Siguiendo los escritos de Carl Menger y Ludwig von Mises, creemos que la fuerza motriz de la determinación de tipo de interés son las preferencias temporales y no el banco central.

Por lo general, la gente asigna una valoración superior a bienes presentes respecto de bienes futuros. Esto significa que los bienes presentes se valoran con una prima respecto de bienes futuros.

Esto deriva del hecho de que un prestamista o un inversor renuncia a algunos beneficios en el presente. De ahí que la esencia del fenómeno del interés sea el coste que soporta un prestamista o un inversor. Sobre esto, Mises escribe:

Lo que se abandona se llama el precio pagado por alcanzar el fin buscado. La valor del pecio pagado se llama coste. Los costes son iguales al valor asociado a la satisfacción a la que se debe renunciar para alcanzar el fin buscado.[1]

Según Carl Menger:

En la medida en que el mantenimiento de nuestras vidas depende de la satisfacción de nuestras necesidades, garantizar la satisfacción de las necesidades anteriores debe preceder necesariamente a la atención de las posteriores. E incluso cuando no son nuestras vidas sino simplemente nuestro bienestar continuo (sobre todo nuestra salud) los que dependen de cierta cantidad de bienes, alcanzar el bienestar en un momento anterior, por lo general, es un requisito previo para el bienestar en periodo posterior. (…) Toda la experiencia enseña que un disfrute actual o en el futuro cercano normalmente parece más importante para los hombres que uno de igual intensidad en un tiempo más remoto en el futuro.[2]

Igualmente, según Mises:

La satisfacción de un deseo en el futuro más cercano es, en igualdad de condiciones, preferible a la de un futuro más distante. Los bienes presentes son más valiosos que los bienes futuros.[3]

Por tanto, según Mises:

Posponer un acto de consumo significa que la persona prefiere la satisfacción que le proporcionará el consumo posterior a la satisfacción que podría producir el consumo inmediato.[4]

Por ejemplo, una persona que apenas tenga recursos para mantenerse viva es improbable que invierta sus mínimos medios.

El coste de prestar o invertir es probablemente muy alto para él: podría incluso costarle la vida si considerara prestar parte de sus medios. Así que bajo esta condición es improbable que preste o invierta aunque se le ofrezca un tipo de interés muy alto.

Una vez su riqueza empieza a crecer, el coste de prestar (o invertir) empieza a disminuir. Asignar parte de su riqueza hacia el préstamo o la inversión va a socavar en menor grado nuestra vida y bienestar individual en el presente.

De esto podemos deducir que, en igualdad de condiciones, lo que lleve a una expansión en la riqueza real de las personas da lugar a un declive en el tipo de interés (es decir, la rebaja de la prima de los bienes presentes frente a los futuros).

Inversamente, los factores que socaven la expansión de la riqueza real llevan a un tipo más alto de interés.

Preferencia temporal y oferta y demanda de dinero

En la economía monetaria, las preferencias temporales de las personas se aprecian a través de la oferta y demanda de dinero.

La rebaja en las preferencias temporales (es decir, la rebaja en la prima de los bienes presentes frente a los futuros) debido a la expansión de la riqueza real, se hará manifiesta en una mayor disposición a prestar e invertir dinero y así rebajar la demanda de dinero.

Esto significa que para una cantidad concreta de dinero habrá ahora un exceso de dinero.

Para librarse de este exceso de efectivo, la gente empieza a comprar diversos activos y en el proceso aumenta los precios de los activos y rebaja sus rendimientos, en igualdad de condiciones.

Por tanto, el aumento en las existencias de riqueza real estará asociado con una rebaja en la estructura de tipos de interés.

Lo contrario tiene lugar con una caída en la riqueza real. La gente deseará prestar e invertir menos, aumentando así su demanda de dinero en relación con la situación previa.

Así, para una oferta monetaria concreta, se reduce la liquidez monetaria (es decir una disminución en el exceso monetario). Consecuentemente, en igualdad de condiciones, esto rebaja la demanda de activos  así rebaja sus precios y aumentas sus rendimientos.

¿Qué ocurriría a los tipos de interés como consecuencia de un aumento en la oferta monetaria? Un aumento en la oferta de dinero, en igualdad de condiciones, significa que aquellas personas cuya existencia de dinero ha aumentado son ahora mucho más ricas.

Por tanto esto pone en marcha una mayor voluntad de invertir y prestar dinero.

Este aumento en el préstamo y la inversión significa la rebaja de la demanda de dinero por el prestamista y por el inversor.

Consecuentemente, un aumento en la oferta monetaria unido a una caída en la demanda de dinero lleva a un exceso de dinero, lo que a su vez empuja al alza los precios de los activos y rebaja su rentabilidad.

Pero, con el paso del tiempo, el aumento en la inflación e precios debido a aumento en la oferta monetaria empieza a socavar el bienestar de las personas y esto lleva a un aumento general en las preferencias temporales.

Esto rebaja la tendencia de las personas a la inversión y el préstamo (es decir, aumenta la demanda de dinero y actúa rebajando el exceso monetario). Esto pone una presión al alza en los tipos de interés.

Podemos concluir así que un aumento general en la inflación de precios debido a un aumento en la oferta monetaria y una consecuente caída en la riqueza real es un factor que pone en marcha un aumento general en los tipos de interés, mientras que una caída general en la inflación de precios es respuesta a una caída en la oferta monetaria y un aumento en la riqueza real pone en marcha una caída general en los tipos de interés.

Explicando la caída en los tipos de interés a largo plazo

Creemos que una tendencia al alza en la tasa anual de crecimiento de nuestra medición monetaria AMS desde octubre de 2013 fue fundamental en el aumento en la oferta monetaria. La tasa anual de crecimiento del AMS saltó del 5,9% en octubre de 2013 al 10,6% en marzo y el 10,4% en junio de este año antes de cerrar en el 7,6% en julio.

Además, la media de la tasa anual de crecimiento del índice de precios del consumo (IPC) desde el fin de 2013 a julio de este año ha estado siguiendo una tendencia paralela y quedó en el 1,6%, lo que significa un efecto neutral en los rendimientos a largo plazo desde la perspectiva de la inflación de precios. Asimismo, la media de la tasa anual de crecimiento del PIB real, que estaba en el 2,2% desde 2013, ha estado siguiendo un movimiento paralelo: un efecto neutral en los tipos a largo plazo desde esta perspectiva.

Por tanto podemos concluir que la tendencia al alza en la inercia de crecimiento de la oferta monetaria desde octubre del año pasado fue fundamental en el actual declive de los tipos a largo plazo.

Conclusión

Desde diciembre de 2013, los rendimientos de los Bonos del Tesoro de EEUU a largo plazo han estado tendiendo a la baja. Muchos comentaristas están confusos por esto, debido a las previsiones optimistas de actividad económica de los políticos de la Fed. Consecuentemente, algunos expertos han sugerida que los participantes en el mercado han estado infravalorando la probabilidad de que la Fed endureciera su postura sobre tipos de interés mucho antes de lo que se acepta comúnmente. Creemos que independientemente de las expectativas, lo que importa en definitiva para la determinación del tipo de interés a largo plazo son las preferencias individuales de las personas, que se manifiestan mediante la interacción de la oferta y demanda de dinero. Creemos que una tendencia al alza en la tasa anual de crecimiento de nuestra medición monetaria AMS desde octubre de 2013 ha sido fundamental en el aumento en el exceso de moneda. Esto a su vez fue el factor clave en establecer el declive en la tendencia en los tipos de interés a largo plazo.



[1] Ludwig von Mises, Human Action, Contemporary Books, 3ª Ed. revisada, p. 97. [La acción humana]

[2] Carl Menger, Principles of Economics, New York University Press, pp. 153-154. [Principios de economía política]

[3] Mises, Human Action, pp. 483-484.

[4] Ibíd., p. 482.


Publicado el 23 de septiembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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