Prólogo de Capital and production, de Strigl

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     I.         Richard von Strigl y la Gran Depresión

Las décadas de 1920 y 1930 fueron una época gloriosa en la historia de la Escuela Austriaca de economía. En aquellos días, la ciudad de Viena vio la primera cultura genuina de intelectuales trabajando en la tradición establecida por Carl Menger y esta cultura irradió a todo el resto de mundo germano parlante y a otros países.

Muchas obras importantes de este periodo se han traducido al inglés, en particular los libros de  Ludwig von Mises y F.A. Hayek y asimismo obras de otros intelectuales como Fritz Machlup, Gottfried von Haberler, Oskar Morgenstern, Franz Cuhel, Hans Mayer, Paul Rosenstein-Rodan y Leo Schönfeld-Illy.[1]

Entre las obras pioneras de este tiempo que hasta ahora no han estado accesibles para el público angloparlante está la de Richard von Strigl. Publicada por primera vez en 1934 bajo el título Kapital und Produktion por el antiguo Instituto Austriaco para la Investigación del Ciclo Económico, en sus series “Contribuciones para la Investigación del Ciclo Económico”,[2] se reimprimió en 1982 por Philosophia Verlag en Munich, bajo edición del Profesor Barry Smith. La traducción al inglés se debe a los esfuerzos del Profesor Hans-Hermann Hoppe y Margaret Hoppe y ha sido posible por una donación al Instituto Mises por parte del Dr. Mark Skousen. Se ha distribuido durante un tiempo como manuscrito escrito a máquina y solo ahora se ha publicado como libro completo con índice.

En Capital and Production, Strigl busca las causas y posibles curas para la Gran Depresión que asolaba al mundo occidental después de 1929. Aunque muchos otros economistas austriacos de su tiempo se dedicaron a proyectos similares, la obra de Strigl destaca por su análisis de los procesos de producción indirectos que consumen tiempo y su relevancia en la Gran Depresión.[3] Esto es lo que hace al libro relevante de nuevo al inicio del siglo XXI, en un momento de la historia marcado por el mercado global alcista más extraordinario que haya experimentado nunca el mundo.

Strigl combinó las teorías del capital de Jevons y Böhm-Bawerk en una teoría genuinamente austriaca de la economía como un todo y analizó cuidadosamente el impacto de la expansión del crédito en la operación de esta macroeconomía. Su tratamiento de estos asuntos es incluso más sistemático, riguroso y claro que las bien conocidas obras de Hayek que se ocupan del mismo tema. Se hecho, Hayek alabó la obra de Strigl “por la simplicidad y claridad de exposición de una materia notoriamente difícil”.[4]

Por tanto, Capital and Production no es solo interesante para historiadores de las ideas- Más bien es un tesoro a descubrir para los economistas modernos que buscan desarrollar una macroeconomía basada en el capital. Las ideas de Strigl enriquecerán las obras actuales en este campo e igualmente hay muchas posibilidades de que tengan hoy un éxito mayor que en la década de 1930, cuando la barrera del lenguaje, las circunstancias políticas y el clima general intelectual les impedía tener un impacto importante en los economistas y el público.[5]

No todos los lectores estarán completamente satisfechos con la análisis de Strigl de impacto del dinero en la economía. Pero llegarán a apreciar a Strigl como un gran pionero de la macroeconomía basada en capital, cuyas ideas tienen particular importancia en el contexto actual.

   II.         Strigl, el hombre

Como muchos otros ilustres de la vida intelectual y artística austriaca anterior a la Segunda Guerra Mundial, Richard Ritter von Strigl era natural de la antigua Moravia (que hoy es parte de la República Checa), donde nació el 7 de febrero de 1891. Estudió en la Universidad de Viena y fue admitido muy joven al famoso seminario privado de Eugen von Böhm-Bawerk, que había producido toda una generación de economistas prometedores, como Otto Bauer, Nicolai Bukharin, Ludwig von Mises, Otto Neurath y Joseph Schumpeter.

Después de la Primera Guerra Mundial, Strigl continuó con su investigación y escribió un importante libro sobre teoría económica, por el cual, en 1923, recibió su Habilitación (el diploma tradicional de profesor de las universidades de Centroeuropa). Cinco años después accedió al rango de profesor titular extraordinario. Sin embargo, como Mises, Machlup, Haberler y otros grandes economistas vieneses de la época, tuvo que ganarse la vida fuera de la universidad y acabó convirtiéndose en un alto cargo en el Consejo del Seguro de Desempleo de Austria.

Strigl era un hombre modesto, humano, culto y muy brillante que impresionaba tanto a sus alumnos como a sus colegas imparciales. Como dijo tras su muerte uno de sus pupilos, Joseph Steindl: “Eran pocos sus pupilos o los economistas extranjeros que visitaron Viena y estuvieron en su círculo en aquel tiempo a los que no les gustara mucho”.[6] También tenía dones extraordinarios para la exposición sistemática y la argumentación paso a paso, lo que le granjeaba un gran éxito en el aula. Debido a estos talentos personales e intelectuales, Strigl tuvo una influencia considerable en la generación de jóvenes economistas graduados en la Universidad de Viena después de la Primera Guerra Mundial. Más que cualquier otro maestro, ayudó a moldear las mentes de Hayek, Haberler, Machlup, Morgenstern y otros futuros grandes economistas vieneses.[7]

Strigl convencía a sus alumnos de que la teoría económica podía estudiarse por sí misma, es decir, sin dedicarse a estudios empíricos previos de campo. Y esta teoría podía usarse tanto para explicar fenómenos económicos como para dirigir la acción política. Hoy estas opiniones están bastante extendidas, si es que no son parte de la economía ortodoxa. Sin embargo, en el periodo de entreguerras, las cosas eran muy distintas.

A pesar del florecimiento de la economía austriaca en las décadas de 1920 y 1930, la fuerza intelectual dominante en los departamentos de economía de Alemania y Austria era la llamada Escuela Histórica. Los representantes de esta escuela de pensamiento despreciaban la teoría económica por su defensa de leyes económicas válidas universalmente. Argumentaban que las leyes solo podían ser tan universales como las condiciones a las que se referían. Como la historia era una proceso de transformación constante de las condiciones de la existencia humana, no podía haber una ley económica general. Como máximo, solo podría haber “leyes” que describieran la economía de un periodo más o menos único y, en todo caso, todas las ideas acerca de esta economía tenían de deducirse de estudios concretos de familias, empresas, administraciones, pueblos, etc.

Además, el departamento de Strigl de la Universidad de Viena era un baluarte de la economía “orgánica” antirracionalista. Los defensores más importantes de esta doctrina eran Othmar Spann y sus discípulos.[8] Spann afirmaba que todas las partes de la economía, como las familias y las empresas, solo podían entenderse como elementos de un todo orgánico. Esto contrastaba enormemente con la aproximación de los economistas austriaco, que trataban de explicar los fenómenos económicos como resultantes de la acción individual y la interacción social de los individuos (el principio del individualismo metodológico).

Por su propia cuenta, Strigl hizo una defensa eficaz de la teoría económica y el individualismo metodológico en este entorno intelectualmente hostil. Su temprana muerte el 11 de noviembre de 1942 le impidió hacer que la Universidad de Viena posterior a la Segunda Guerra Mundial fuera segura para la Escuela Austriaca. En un obituario de Strigl, F.A. Hayek lamentaba: “con su muerte desaparece la figura sobre la que yo esperaba que se hubiera basado en buena parte la conservación de la tradición de Viena como centro de enseñanza económica y de un futuro renacimiento de la ‘Escuela Austriaca’”.[9]

III.         El lugar de Strigl en la Escuela Austriaca

Capital and Production, de Strigl, está completamente dentro de la tradición de la Escuela Austriaca, es decir, dentro de la aproximación al análisis económico iniciada por la obra de Carl Menger sobre principios económicos. Desde la primera publicación de Grundsatze der Volkswirtschaftslehre en 1871, el análisis económico mengeriano había inspirado a un creciente número de jóvenes economistas en Austria y Alemania. Como consecuencia, el periodo de 1871 a 1940, cada nueva generación de economistas austriaco de habla alemana era más grande que la anterior.[10]

La segunda generación, activa de la década de 1880 a la de 1910, comprendía los seguidores más brillantes de Menger, Eugen von Böhm-Bawerk y Friedrich von Wieser, y unos pocos economistas menores, como Emil Sax. También influyó en Knut Wicksell, que en ese momento escribía y publicaba en alemán.

A principios de la década de 1900, apareció la tercera generación (la generación de Strigl): Ludwig von Mises, Joseph Schumpeter, Hans Mayer, Karl Schlesinger, Franz Weiss, Leo Schonfeld-Illy, Franz Cuhel, Robert Liefmann y otros.

Luego, en la década de 1920, apareció una cuarta generación de economistas austriacos, que incluía a F.A. Hayek, Fritz Machlup, Gottfried Haberler, Oskar Morgenstern, Ewald Schams, Paul Rosenstein-Rodan, Wilhelm Röpke, Walter Eucken, Friedrich Lutz, Ludwig Lachmann, Alexander Mahr, Karel Englis y otros. Algunos de estos economistas se harían muy famosos después de la Segunda Guerra Mundial, cuando continuaron su carrera en Estados Unidos. Heyak, que recibió el premio Nobel de economía en 1974, tuvo un impacto muy importante en los economistas austriacos de las décadas de 1970 y 1980.

Aunque Carl Menger influyó considerablemente a todas estas generaciones, no es sorprendente que las contribuciones individuales entre sí en aspectos más o menos importantes. Aquí entran en juego dos factores.

Por un lado, otras tradiciones distintas de la establecida por Menger tuvieron a menudo un impacto crucial en estos economistas. Por ejemplo, Leon Walras influyó en el trabajo de Wicksell, Schumpeter y Schlesinger en tal grado que sería más apropiado clasificar a estos hombres como economistas walrasianos en lugar de austriacos. Y Walter Eucken, Ludwig Lachmann y otros economistas de tendencia teórica de Alemania trabajaron bajo el legado de la Escuela Histórica.

Por otro lado, la obra de Menger estaba ella misma abierta a distintas interpretaciones, o en todo caso inspiraba a sus lectores de distintas maneras, y sus seguidores no siempre compartían en mismo énfasis en el desarrollo de su aproximación. Así, por ejemplo, Wieser destacaba lo que creía que eran los fundamentos psicológicos de la teoría del valor, mientras que Böhm-Bawerk tendía a destacar el papel de los factores objetivos en la determinación del valor, como cantidades de bienes y productividad física. A ojos de Mises, la decisión humana era la piedra angular del análisis económico. Por el contrario, el primer Hayek y muchos otros alumnos de Mises estaban particularmente interesados en las relaciones de equilibrio entre precios de mercado y estructura de producción y el Hayek posterior veía a la adquisición y uso del conocimiento como el problema central de la teoría económica.[11]

Strigl estaba principalmente preocupado por el fundamento científico de las propuestas políticas, un interés que compartía con Ludwig von Mises. Esta preocupación por las cuestiones prácticas le incitaba a tener un cuidado especial por los problemas metodológicos y era muy eficaz integrando estudios metodológicos en su investigación. En general, Böhm-Bawerk fue la influencia más duradera en Strigl, pero, como descubrirá el lector de este libro, las ideas de Walras, Wieser, Schumpeter y Mises también tienen cabida en sus escritos.

 IV.         Conceptos económicos fundamentales

Richard von Strigl es el autor de estudios pioneros sobre teoría económica, economía aplicada, teoría del capital y las relaciones entre investigación teórica e histórica.

Publicó cuatro libros. Dos de ellos tratan de teoría económica aplicada a áreas concretas: Kapital und Produktion y Angewandte Lohntheorie (Teoría aplicada de los salarios, 1926). En el último, se mostraba como un declarado seguidor de  Böhm-Bawerk, argumentando que los sindicatos no pueden aumentar los salarios de todos los miembros de las clases trabajadoras. Su último libro es una introducción a los principios económicos que F.A. calificó como “probablemente la mejor introducción moderna a la teoría económica disponible en alemán” en ese momento.[12] Aquí explica los problemas que ocuparían las energías de las dos siguientes generaciones de economistas: la forma de la curva de costes, de la que esperaba deducir una curva de oferta a largo plazo, y los precios en las distintas estructuras del mercado, en particular los precios en competencia y en monopolio.

De interés particular es su primer libro, Ökonomische Kategorien und die Organisation der Wirtschaft (1923), que le hizo ganar al tiempo una amplia reputación e influyó en muchos economistas, en particular los más jóvenes, que representan la cuarta generación de economistas austriacos.[13]

El libro trata problemas metodológicos de economía y la relación entre investigación teórica e histórica en las ciencias sociales. Su título puede traducirse apropiadamente como “conceptos económicos fundamentales y los datos en la economía”. Según Strigl, la ciencia económica trata exclusivamente estados de cosas caracterizados por la escasez. Todos los aspectos relevantes de esos estados de cosas pueden describirse con solo cuatro conceptos económicos fundamentales: (1) sujeto económico, (2) propiedad, (3) posibles usos de un bien, y (4) escalas de valor. Estos conceptos tienen la naturaleza de “formas” generales con la ayuda de las cuales se pueden calificar o “capturar” muchos “contenidos histórico-relativos”. Esta clasificación de la realidad concreta por medio de conceptos económicos es la tarea de la economía descriptiva, una de las dos ramas de la ciencia económica.

Los cuatro conceptos fundamentales son también importantes debido a ciertas relaciones necesarias que existen entre estos conceptos y, por tanto, indirectamente, entre los contenidos histórico-relativos que se corresponden con los conceptos en cualquier situación concreta. Describir estas relaciones es la materia de la economía teórica, la otra rama de la ciencia económica.

Debido a que los conceptos fundamentales son formales, las relaciones entre ellos existen independientemente de su contenido concreto en cualquier situación histórica concreta. Así, Strigl puede conceder al economista de la Escuela Histórica que la historia está en flujo y transformación constantes y pasa de un periodo único a otro. Aun así, esto no altera el hecho de que en todo tiempo y lugar hay (1) sujetos económicos, que (2) poseen ciertos bienes que (3) pueden usarse de algunas maneras, pero no de otras y que (4) la forma en que se usa un bien se elige de acuerdo con la escala de valores del individuo. Y como esto es así, las leyes descritas por la teoría económica existen siempre y en todas partes y por tanto la teoría económica contiene proposiciones universalmente válidas.

Por tanto, los conceptos económicos fundamentales de Strigl realizan dos tareas importantes. Por un lado, sirven para clasificar todos los hechos históricos relevantes. Por tanto “capturan” la realidad empírica y ligan la teoría económica al mundo real. Por otro lado, ellos mismos son los bloques de construcción de la teoría económica, que en realidad no es sino una descripción de las relaciones que existen entre ellos. Esta aproximación para clarificar la relación entre investigación teórica e histórica ha tenido una influencia considerable en la economía austriaca y alemana. El seguidor más importante de Strigl fue el gran economista de Friburgo, Walter Eucken, cuyo trabajo puede considerarse un desarrollo de la economía de Strigl.[14]

Por desgracia, los trabajos de Strigl cayeron en un olvido casi completo. En buena medida, fue el destino de toda la Escuela Austriaca en los países germánicos. Su bastión había sido siempre Viena y fue desde este centro desde donde se extendieron sus ideas al resto de Austria y a Alemania, Holanda, Escandinavia, todo el este de Europa y los cantones del norte de Suiza. Aun así, desde principios de la década de 1930, la cultura de la Escuela Austriaca en Viena murió por éxodo. Mises se fue a Suiza, donde encontró un puesto prestigioso que la permitiría escribir su obra maestra. Hayek, Machlup y Haberler se fueron a Reino Unido o estados Unidos, donde podían obtener puestos académicos inaccesibles en su casa. Y después del Anschluß de 1938, muchos otros se fueron porque la Austria nazi hizo la vida imposible a judíos como Morgenstern y a todos los no judíos que no podían encontrar ni aceptar ningún modo de vida con el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes.

Aunque Strigl había permanecido como el último miembro de este grupo en el hogar original de la Escuela, para él también la vida se había hecho insufrible. Su salud estaba gravemente afectada y estaba disgustado con el comportamiento oportunista de muchos de sus conciudadanos. Joseph Steindl escribía en ese momento:

Desde la invasión de Austria, ha permanecido en silencio; no hemos oído acerca de ninguna publicación más. No sorprende a quienes lo conocen y probablemente no se deba a una enfermedad que tuvo en 1939. El espectáculo de la conversión de la noche a la mañana de tanto a la nueva religión no le cayó bien a él, al que la habían faltado tan claramente los talentos de un arribista en toda su vida profesional.[15]

Con la muerte de Strigl, la Escuela Austriaca de economía dejó de existir como fuerza independiente en Austria y la Alemania de la posguerra. Se convirtió en un capítulo cerrado en la historia intelectual de estos países y continuó prosperando solo en Estados Unidos, donde las ideas de Strigl están ahora por fin empezando a recibir la atención que merecen.

    V.         La teoría de la macroeconomía de Strigl

Capital and Production es una destacada contribución a la ciencia económica y una espléndida manifestación de los talentos pedagógicos de su autor. Strigl procede paso a paso a explicar el funcionamiento de la macroeconomía. Su explicación es notable por dos razones.

Primero su explicación hace un uso mucho más escaso de agregados que la Teoría General de John Maynard Keynes, que, publicada dos años después de Capital and Production, estableció el patrón para el razonamiento económico hasta nuestros tiempos. Pero Strigl y Keynes diferían no solo con respecto al ámbito que atribuían al uso de agregados, sino asimismo con respecto al mismo uso que hacían de ellos. Keynes y la rama principal de los macroeconomistas buscaban descubrir relaciones constantes entre la oferta de dinero, por un lado, y el nivel de precios, empleo y producción, por el otro. Por el contrario, los economistas austriacos, como Strigl, no están interesados en las relaciones entre agregados, salvo que puedan remontarlas a la toma humana de decisiones y a los objetos individuales (o marginales) que tratan los seres humanos en sus acciones. Para Strigl, por tanto, la macroeconomía consiste principalmente en trazar las conexiones que existen entre todos los precios y cantidades individuales “hasta que aparece una imagen en la que cada fenómeno está co-determiado por todos los demás, y en el que la naturaleza gobernada por la ley de todo se deduce de las fuerzas determinantes de cada parte” (p. 39).[16]

Segundo, Strigl construye su teoría de la macroeconomía sobre una explicación original del papel desempeñado por distintas formas de capital. En particular, destaca el papel fundamental que los bienes de consumo, o medios de subsistencia, desempeñan en relación con el hecho de que la producción lleva tiempo. Cuando se usan los bienes de consumo para sostener a trabajadores dedicados a procesos indirectos de producción que consumen tiempo, se usan como “capital gratuito” (p. 27). Como sin sostenimiento de los trabajadores no pueden iniciarse en absoluto dichos procesos indirectos de producción, los bienes de consumo usados como capital son la forma más fundamental u originaria del capital (p. 62).

Esta idea fundamental, de que los bienes de consumo usados productivamente son capital originario, ya había sido expresada en la teoría del capital financiado por salarios de Jevons y sigue siendo mercancía común en la economía austriaca.[17] Sin embargo, nadie ha superado a Strigl en analizar sistemáticamente las implicaciones posteriores y en integrar estos hallazgos en una teoría de la macroeconomía. Su legado a los teóricos actuales del capital se basa en gran parte principalmente en esta contribución.[18]

Una implicación importante de esta idea que es injustificado concebir el capital desde un punto de vista puramente tecnológico. Máquinas, edificios, etc. (es decir, aquellos bienes de capital más habitualmente identificados con la  noción de capital) son ellos mismos productos de procesos previos de producción, que, en definitiva, hacen uso de mano de obra, tierra y bienes de consumo “utilizados productivamente”. Además, los bienes de capital solo pueden usarse si se introducen en el proceso de producción cantidades correspondientes de bines de consumo para mantener a los trabajadores que laboran con estos bienes de capital. Utilizar bienes de capital en procesos de producción y apoyar estos procesos con bienes de consumo no son sino dos aspectos de “uno y el mismo proceso” (p. 24). En resumen, las cantidades y calidades de los bienes de capital en uso en cada momento dependen en definitiva de lo que la gente elija hacer con los bienes de consumo que controla. Un hombre puede elegir usar todos sus bienes de consumo en “consumo puro” o usar una parte (sus “ahorros”) en “consumo productivo”; es decir, puede usar su parte para mantenerse a sí mismo o a otros mientras se dedica a una aventura productiva. Dependiendo de esas decisiones, los bienes de consumo se convierten en bienes puros de consumo o en capital originario. Por tanto, el que uno y el mismo objeto físico sea capital depende en definitiva en las decisiones de los participantes del mercado; la formación de capital tiene una base subjetiva.[19]

Strigl encara a continuación dar una explicación del ciclo económico basada en el capital, explicando el impacto de la creación de “nuevo dinero” en la economía real.[20] Si el nuevo dinero llega al mercado en forma de “expansión del crédito”, es decir, si llega primero al mercado del crédito, deprimirá el tipo de interés por debajo de su nivel de equilibrio. Como consecuencia, se producirán dos cambios en la estructura de la producción: “Primero, cuando se expanda la producción de bienes de consumo, se consumirá capital, y segundo, cuando se expanda la producción indirecta habrá una creciente inmovilización de las inversiones de capital” (p. 131). El resultado es un empobrecimiento general de la sociedad. Esta es, in nuce, la explicación de Strigl de lo que causó la Gran Depresión.

Los dos apéndices de Capital and Production merecen especial atención. En el primero, Strigl se ocupa de problemas metodológicos e implicaciones políticas de la teoría del ciclo económico. El segundo, sobre el concepto de capital, es una espléndida conclusión general de todo el libro. Aquí Strigl expone lo principal: que sin atención adecuada a papel de los fondos de subsistencia, la teoría del capital se viene abajo. Estaba “demasiado preocupada con situaciones visibles externamente: la oferta de bienes duraderos de capital y al sincronización de largo alcance de la producción” (p. 161). El resultado era la “doctrina sin sentido de un exceso de capital” (p. 162), es decir, la contradicción de la Ley de Say y la idea de que la sincronización hace irrelevante el tiempo (p. 163).

 VI.         Algunas observaciones sobre el análisis de Strigl

Capital and Production tiene todas las características de un clásico de la ciencia económica: es claro, profundo y sistemático. Aun así, podría ser útil comentar algunos aspectos del análisis de Strigl que de otra forma podrían escapar de la atención. En particular, las siguientes observaciones pretenden ser una guía para aquellos lectores que no conozcan completamente todo el espectro de los trabajos austriacos en la macroeconomía basada en capital.

El método de Strigl es centrarse en la economía estática y en problema de reproducción de capital (ver, por ejemplo, pp. 17, 38, 88 y ss.). Esta era la moda metodológica del momento y Strigl se muestra como un verdadero maestro del arte de integrar continuamente trabajo metodológico y aplicado. Hoy, el análisis del equilibrio no es muy popular entre muchos economistas austriacos, ya que desvía la atención de lo que estos investigadores modernos consideran que es más importante: la incertidumbre y las instituciones creadas para manejar la incertidumbre. Pero incluso aparte de estas cuestiones de énfasis, se puede advertir que el método de Strigl tiene repercusiones sustanciales para su análisis. Por ejemplo, su énfasis en la reproducción del capital corre el riesgo de ignorar el hecho de que los bienes de capital permiten un alargamiento de la producción indirecta en virtud de su mera existencia (ver Mises, Human Action, Scholar’s Edition, pp. 492, 495), incluso si no puede reproducirse rentablemente.

Además, en lo que se refiere al procedimiento general del análisis, Strigl de hecho no hace caso a su intención anunciada (p. xxx) de analizar primero una economía de trueque y solo después ocuparse en diseccionar el impacto del “velo del dinero”. En su lugar, su explicación de la ley del coste, crucial para su argumento en el capítulo dos, se refiere a los precios en dinero.[21] Dice correctamente: “Cada factor de producción cuyo producto marginal pueda obtener un precio mayor que el precio de este factor, se empleará hasta el punto en que estos dos precios sean iguales”. De esto se deduce que los dos precios deben ser precios monetarios, ya que de otra manera sería imposible decir si son iguales o no. Por tanto es mejor leer el segundo capítulo, no como una explicación de la conectividad de los precios en una economía de trueque, sino como una descripción de la conectividad de los precios en dinero bajo el impacto de factores no monetarios. Estos son, por ejemplo, la oferta de factores de producción la ley de retornos y el interés.

También tiene que observarse que Strigl olvida completamente los factores políticos determinadores del crecimiento económico y la formación de la estructura de producción de la economía- Aparentemente, en la década de 1930, solo Mises era lo suficientemente valiente como para apuntar que las organizaciones políticas, como los sindicatos, eran responsables del innecesario agravamiento de la crisis económica de 1929. La explicación de Strigl de la Gran Depresión y sus interpretaciones de situaciones similares, por muy pertinentes que puedan ser respecto de las relaciones entre dinero, precios y producción, necesitan por tanto complementarse con un análisis de dichos factores políticos.[22]

Hablando ahora más estrictamente sobre macroeconomía basada en capital, advertimos que Strigl no ofrece una desagregación completa del “capital”. Distingue entre capital libre, productos intermedios y capital fijo. Esto es un progreso en comparación con el tratamiento teórico del capital de la mayoría de sus predecesores. Y los tres conceptos se ubican en un nivel muy inferior de agregación que la “demanda y oferta agregadas”, etc., que siguen de moda en la economía moderna. Sin embargo, persiste el hecho de que todos estos agregados son agregados y por tanto tratan a los bienes muy heterogéneos que encontramos en la realidad como masas homogéneas. Como observaría Mises algunos años después de que apareciera Capital and Production, no existe una clase de capital libre. Solo hay bienes concretos y específicos. Cada uno está bien adecuado para la satisfacción de una serie de necesidades muy limitadas, menos adecuado para atender algunos otros objetivos y es completamente incapaz de satisfacer algunos otros requerimientos. Presumiblemente, Sttrigl hubiera estado de acuerdo; la desagregación de sus tres formas de capital habría seguido mucho el espíritu de su método general: empezara partir de un modelo general algo irreal y luego deshacerse paso a paso de las suposiciones no realistas.

Hasta aquí nos hemos preocupado por aspectos relativamente menores del análisis de Strigl. Ahora nos ocuparemos de algunos elementos de su argumentación que tienen gran relevancia práctica.

Strigl señala correctamente que el cálculo monetario puede permitir a los participantes en el mercado estimar la cantidad de capital que poseen. Sin embargo, en un claro contraste con Menger y Mises, que destacan que solo existe una cantidad homogénea y cuantificable de capital en forma de dichos precios monetarios agregados y no tiene equivalente en el mundo físico de los bienes heterogéneos,[23] Strigl insiste en que el dinero puede “representar” o “corresponderse con” el capital. En resumen, Menger y Mises ven unidades homogéneas de capital como ligadas ontológicamente con precios y cálculo monetario, mientras que Strigl percibe esta relación como meramente nominal. Para él, hay unidades homogéneas de “capital” ahí fuera en el mundo físico. Cree que el sistema de precios en dinero no se sino un velo puesto por encima de una economía de trueque (ver pp. 20, 91, 98, 100, 142) y por tanto la suma del capital que resulta del cálculo monetario es solo un velo que cubre una suma de capital físico.

Si el capital monetario calculado representa adecuadamente las cantidades de capital físico, entonces el dinero es neutral y la economía monetaria está en equilibrio: es decir, opera igual que una economía de trueque. Por el contrario, si el dinero no fracasa aunque sea ligeramente en su labor de representación, entonces e producen problemas que se manifiestan en ciclos económicos.

En opinión de Strigl, la representación de capital físico se vuelve inapropiada por todos los cambios en precios inducidos por el dinero, porque postula tácitamente expectativas estáticas en el lado de todos los participantes en el mercado. Así, cuando los bancos crean títulos monetarios no cubiertos y los inyectan en el mercado del crédito, entonces para Strigl “está claro” (p. 116) que este crédito adicional solo puede ajustarse a un tipo de interés inferior al tipo de interés de equilibrio. Los participantes en el mercado no tienen en cuenta que los nuevos títulos monetarios producirán un aumento de precios; por el contrario, supondrán que todos los precios se mantendrán al nivel actual. Por tanto, los acreedores no piden tipos de interés superiores (de equilibrio) y los deudores no los ofrecerán. Parecerán rentables más proyectos de inversión de los que pueden sostenerse con las cantidades disponibles de bienes capital, ya que los precios monetarios y los intereses ya no representan adecuadamente la oferta real de capital: se crea un auge artificial, que está condenado a desenvolverse en una crisis.

Considerar el hecho de que las expectativas no son estáticas, sino libres lleva a una imagen diferente. La cálculo monetario de los empresarios del mercado depende esencialmente de los precios de venta que dichos empresarios esperan obtener en un futuro incierto. Solo si se infravalora el impacto de la expansión del crédito en estos precios, la expansión del crédito deprimirá el tipo de interés por debajo de su nivel de equilibrio. Solo entonces parecerán rentables más proyectos de inversión que puedan ser sostenidos con las cantidades disponibles de bienes de capital y solo entonces se creará un “auge” artificial que está condenado a estallar en una crisis.[24]

La teoría de las expectativas estáticas del impacto del dinero en la estructura de producción es asimismo la base para el análisis del atesoramiento de dinero de Strigl.[25] Desde esta perspectiva, aumentar y disminuir los atesoramientos de dinero afectan en ambos casos a la representación del capital físico mediante capital monetario. Disminuir los atesoramientos monetarios conlleva un alza económica cuando el dinero liberado llega por primera vez a los mercados de crédito y por tanto disminuye los tipos de interés por debajo del precio de equilibrio. Aumentar el dinero atesorado engendra una baja económica cuando este se extrae de los mercados del crédito, empujando así los tipos de interés por encima de su nivel de equilibrio. Cualquier cambio en el atesoramiento de dinero está por tanto condenado a producir auges y declives (ver pp. 115 y ss., 140, 148 y s., 151).

En el análisis de los efectos del atesoramiento, Strigl defendía un argumento que era importante en la línea wieseriana de los economistas austriacos. A sus ojos, el atesoramiento es por sí mismo perturbador del equilibrio económico, ya que destruye la “correspondencia” entre el dinero y los bienes no monetarios (capital). Esta correspondencia solo se da en la medida que la economía monetaria imita a una economía de trueque mediante “transacciones complementarias”.[26]

Por ejemplo, supongamos que en una economía de trueque se intercambia una manzana por una pera. Aquí la oferta de manzanas se enfrenta a una demanda correspondiente en forma de peras e, inversamente, la oferta de peras se enfrenta a una demanda correspondiente en forma de manzanas. Con la introducción de dinero, este intercambio directo se divide en dos intercambios monetarios: la manzana se intercambia por, digamos, una onza de cobre y la moneda de cobre se intercambia luego por la pera. Estos dos intercambios monetarios son transacciones complementarias en el sentido de que, juntas, producen un resultado que también se habría obtenido en la economía de trueque. Como tanto la manzana como la pera se intercambian por la misma suma de dinero, para el propietario de la manzana, es como si se hubiera intercambiado la manzana por la pera en una transacción de trueque. Hasta aquí, bien.

El giro en el argumento viene de la suposición de que los intercambios monetarios no son sino un velo por encima de una economía subyacente de trueque. Por tanto el dinero no cuenta como un bien y no hay demanda ni oferta de dinero por sí mismas. El dinero de los intercambios del mercado representa simplemente otros bienes que puede comprar. Solo estos otros bienes se corresponden verdaderamente con los bienes por los que se intercambia el dinero. En nuestro ejemplo, cuando la moneda de cobre se intercambia por la manzana, la moneda no se desea como un bien. Simplemente representa la pera. Y es la pera la que se “corresponde” verdaderamente con la manzana en este intercambio.

De esto se deduce que mirando una sola transacción monetaria (manzana frente a una onza de cobre) no se puede decir si la oferta de manzanas tiene una demanda correspondiente. Se tiene que esperar hasta que llegue una transacción complementaria. Sin embargo, mientras que en una economía de trueque demanda y oferta siempre y necesariamente se corresponden entre sí, esa correspondencia puede no existir en una economía monetaria. Supongamos, por ejemplo, que el vendedor de la manzana no procede a intercambiar su onza de cobre por una pera, sino que se la guarda. En este caso, según los economistas monetarios wieserianos, existe un desequilibrio inducido por el dinero. Como decía Hayek:

La identidad de demanda y oferta, que debe existir necesariamente en el caso del trueque, deja de existir tan pronto como el dinero se convierte en el intermediario de las transacciones de intercambio. [Los problemas aparecen] cuando, después de la división de la transacción de trueque en dos transacciones distintas, una de ellas tiene lugar sin la otra transacción complementaria. En este sentido, la demanda sin oferta correspondiente y la oferta sin demanda correspondiente, parecen ocurrir evidentemente en primer lugar cuando el dinero se gasta sin atesorar (es decir, cuando se reducen los balances de caja), cuando el dinero recibido no se gata de inmediato, cuando llega al mercado dinero adicional o cuando se destruye dinero.[27]

Esta es la base para la afirmación de Hayek de que “cualquier cambio en la velocidad de circulación tendría que compensarse con un cambio recíproco en la cantidad de dinero en circulación si el dinero ha de mantenerse neutral con respecto a los precios”.[28]

Strigl lleva esta teoría a su conclusión última cuando defiende la existencia de ciclos económicos en el mercado libre (ver pp. 147 y ss.). Durante la fase de declive del ciclo económico se atesora dinero y al final de esta fase estos atesoramientos se disuelven y vuelven a la circulación, afectando así a la representación del capital físico en el cálculo monetario. Se produce un nuevo auge, que sin embargo está condenado a acabar en otro declive y así continúa el mercado libre, oscilando mecánicamente entre alzas y bajas.

Estas opiniones acerca de la importancia del atesoramiento de dinero explican por qué Strigl no compartía el rechazo categórico del “crédito adicional” de Ludwig von Mises, es decir, crédito creado por bancos en forma de títulos monetarios que no están respaldados por dinero realmente ahorrado.[29] Strigl apunta que crédito adicional puede implicar una “expansión del crédito” que empuje los tipos de interés por debajo de su nivel de equilibrio y produzca así un ciclo de auge-declive (pp. 144 y ss.). Sin embargo, piensa que el crédito adicional puede también tener la función sana e incluso necesaria de compensar aquellos cambios en la circulación monetaria que derivan del atesoramiento de dinero (pp. 117 y s.). Estos “créditos compensatorios” hacen “elástico” el volumen de los créditos y así ayudan a asegurar el equilibrio monetario.[30]

Una implicación de estas visiones sobre dinero y crédito es que hay espacio para una política económica anticíclica, que incluiría crear crédito compensatorio. Strigl afirma esta implicación. Sin embargo se apresura a apuntar que una política como esa no es mucho más que una posibilidad teórica, ya que los obstáculos a la creación de crédito compensatorio son formidables. En particular, menciona el problema del conocimiento de las autoridades monetarias (ver pp. 152 y ss.). Así, aunque esté en desacuerdo con Mises y escritores posteriores que negaban la misma posibilidad de una política anticíclica, Strigl está bastante cercano a estos pensadores en lo que se refiere a las aplicaciones políticas de su teoría.

VII.         Conclusión

El propósito de los comentarios anteriores era destacar algunos aspectos bastante sutiles del análisis de Strigl de capital, precios y producción. No hace falta decir que su rico análisis no puede presentarse exhaustivamente en nuestro prólogo. Los estudiosos de la macroeconomía basada en capital tendrán que conocerlo por sí mismos. Las recompensas serán grandes, sin embargo, ya que Capital and Production es un clásico intemporal de la literatura económica. Hay que dar las gracias a quienes hicieron la traducción incluso más bella y útil que el original alemán: al profesor y la Sra. Hoppe por la traducción, a Mr. Jeffrey Tucker y el profesor Larry Sechrest por las cuidadosas revisiones de todo el manuscrito, a Mr. Richard Perry, que compiló el índice, y especialmente los donantes del Instituto Mises que hicieron posible el redescubrimiento de Strigl.

 

 

Jörg Guido Hülsmann es socio senior del Mises Institute y autor de Mises: The Last Knight of Liberalism y The Ethics of Money Production. Enseña en la Universidad de Angers, en Francia.

 

 


[1] Para un ejemplo de escritos de estos autores del periodo de entreguerras, ver Austrian Economics: A Sampling in the History of a Tradition, Israel M. Kirzner, ed., vol. 2 (Londres: William Pickering, 1994).

[2] Beitrage zur Konjunkturforschung, editado por el Österreichischen Institut für Konjunkturforschung. Los primeros siete volúmenes de esta serie son todos clásicos de la economía austriaca: F.A. Hayek, Geldtheorie und Konjunkturtheorie (Viena: Holder-Pichler-Tempsky, 1929); Fritz Machlup, Börsenkredit, Industriekredit und Kapitalbildung (Viena: Springer, 1931); F.A. Hayek, Preise und Produktion (Viena: Springer, 1933); Erich Schiff, Kapitalbildung und Kapitalaufzehrung im Konjunkturverlauf (Viena: Springer, 1933); Oskar Morgenstern, Die Grenzen der Wirtschaftspolitik (Viena: Springer, 1934); Fritz Machlup, Führer durch die Krisenpolitik (Viena: Manz, [1934] 1998) y Richard von Strigl, Kapital und Produktion (Munich: Philosophia, [1934] 1982). Después de la salida de Viena de Mises en 1934, Morgenstern, que el 193 había sucedido a Hayek como director del instituto, empezó a publicar obras con una orientación marcadamente menos austriaca. Ver, por ejemplo, el octavo volumen de la serie, Ragnar Nurske, Internationale Kapitalbewegungen (Viena: Springer, 1935).

[3] Otras obras contemporáneas importantes en este campo fueron el manual de Mises Die Ursachen der Wirtschaftskrise (Tubinga: Mohr, 1931); Prices and Production de Hayek, 2ª ed. (Londres: Macmillan, [1931] 1935) y The Great Depression, de Lionel Robbins (Plainview, N.Y.: Books for Libraries Press, [1934] 1976).

[4] F.A. Hayek, “Richard von Strigl”, Economic Journal 54:285 (1943).

[5] Para obras contemporáneas en macroeconomía basada en capital, ver Mark Skousen, The Structure of Production (Nueva York: New York University Press, 1990) y Roger Garrison, Time and Money (Londres: Routledge, 2000).Hay también una Buena explicación moderna de la teoría del capital en Peter Lewin, Capital in Disequilibrium (Londres: Routledge, 1999).

[6] Citado en Hayek, “Richard von Strigl”, pp. 284-286.

[7] Según Hayek, “Richard von Strigl”, p. 284, estos jóvenes economistas “le debieron más a él que a cualquier otro maestro”. Ver también Joseph Steindl, citado en ibid. y Steindl, “Strigl, Richard von (1891–1942)”, en The New Palgrave: A Dictionary of Economics, J. Eatwell, M. Milgate y P. Newman, eds. (Londres: Macmillan, 1987), vol. 4, p. 521.

[8] Ver, por ejemplo, la obra maestra de Othmar Spann, Der wahre Staat (El verdadero estado) (Leipzig: Quelle and Meyer, 1921).

[9] Hayek, “Richard von Strigl”, p. 285.

[10] Sobre el impacto de la obra de Menger en otros países, en particular en el Reino Unido y Estados Unidos, ver el importante trabajo de Joseph T. Salerno, “The Place of Mises’s Human Action in the Development of Modern Economic Thought”, Quarterly Journal of Austrian Economics 2, nº 1 (1999): 35-65.

[11] Por tanto, es en muchos aspectos equívoco hablar de “la” Escuela Austriaca de economía, cuando de hecho hay líneas distintas y en competencia en la tradición austriaca. Dos de estas líneas dominan la escena contemporánea: por un lado, la línea Menger-Böhm-Bawerk-Mises-Rothbard y, por otro, la línea Menger-Wieser-Hayek-Kirzner. Ver Murray N. Rothbard, “The Present State of Austrian Economics”, Journal des Economistes et des Etudes Humaines 6, nº 1 (1995): 43-89 y Joseph T. Salerno, “Mises and Hayek Dehomogenized”, Review of Austrian Economics 6, nº 2 (1993): 113-148 y “The Place of Mises’s Human Action in the Development of Modern Economic Thought”. Hans-Hermann Hoppe, “Einfuhrung: Ludwig von Mises und der Liberalismus”, en Ludwig von Mises, Liberalismus (Sankt Augustin: Academia Verlag, 1993) hace un alegato convincente de que la línea Menger-Böhm-Bawerk-Mises-Rothbard refleja mejor la esencia de la tradición asutriaca.

[12] Hayek, “Richard von Strigl”, p. 285. El título del último libro de Strigl es Einführung in die Grundlagen der Nationalökonomie (Viena: Manz, 1937).

[13] Ver Hayek, “Richard von Strigl”, p. 285. Ver también la reseña del libro de 1923 por Gottfried Haberler, “Economics as an Exact Science”, en Austrian Economics, Israel M. Kirzner, ed. (Londres: William Pickering, 1994), vol. 2.

[14] Ver Walter Eucken, Kapitaltheoretische Untersuchungen (Jena: Fischer, 1934) y Grundlagen der Nationalökonomie, 9ª ed. (Berlín: Springer, [1939] 1989).

[15] Steindl citado en Hayek, “Richard von Strig,,” p. 285. El principal ejemplo de arribista fue Hans Mayer, que había encontrado un modo de vivir con los nazis, igual que luego llegaría a un acuerdo con el Partido Socialista de Austria, que gobernaría el país después de la Segunda Guerra Mundial. Por tanto es probable que no sea solo por razones doctrinales por lo que Hayek califico a Strigl como el “último” economista austriaco en Viena, omitiendo a Mayer.

[16] El análisis de baja agregación es una marca distintiva de la teoría austriaca del capital. Aun así, Syrigl sobrepasa en este aspecto a la mayoría de las demás teorías austriacas del capital. Knut Wicksell, Über Kapital: Wert und Rente (Jena: Fischer, 1893), Geldzins und Güterpreise (Jena: Fischer, 1898) y Lectures on Political Economy (Londres: Macmillan, 1934); Irving Fisher, The Nature of Capital and Income (Nueva York: Kelley, [1906] 1965); F.A. Hayek, Geldtheorie und Konjunkturtheorie; Mark Skousen, The Structure of Production (Nueva York: New York University Press, 1990) e incluso Murray N. Rothbard, Man, Economy, and State, 3ª ed. (Auburn, Ala.: Mises Institute, [1962] 1993), recurren a grados superiores de agregación respecto de Strigl (pero a grados muy inferiores a los de la corriente económica principal). Las teorías del capital que evitan estricta y completamente las referencias a agregados están en Ludwig von Mises, Human Action, Scholar’s Edition (Auburn, Ala.: Mises Institute, 1998), cap. 28, Ludwig Lachmann, Capital and its Structure, 2ª ed. (Kansas City: Sheed, Andrews and McMeel, 1956) e Israel M. Kirzner, An Essay on Capital (Nueva York: Kelley, 1966).

[17] Ver William Stanley Jevons, Theory of Political Economy, 5ª ed. (Nueva York: Kelley, [1871] 1956), pp. 223 y s.; Eugen von Bohm-Bawerk, Positive Theorie des Kapitals, 4ª ed. (Jena: Fischer, 1921), p. 139; Mises, Human Action, pp. 488, 501 y Rothbard, Man, Economy, and State, p. 46.

[18] Strigl también anticipó las principales ideas de la teoría de consumo neto/inversión neta del interés y el beneficio de George Reisman (ver Reisman Capitalism [Ottawa, III: Jameson Books, 1996], pp. 719 y ss.). Strigl insistía en que (a) el tipo de interés está codeterminado por los ahorros (en fondo salarial), la productividad marginal y el tamaño de las “raciones” (ver pp. 68,71) y en que (b) el volumen de los pagos de intereses y beneficios empresariales se corresponde exactamente con el grado de consumo puro por empresarios y capitalistas. Ver pp. 56 y ss., 99 y 103.

[19] Esta naturaleza subjetivista del capital (el hecho de que el capital esté ligado a planes y decisiones individuales) fue destacada posteriormente por Mises, Human Action, pp. 488, 492; Lachmann, Capital and its Structure y Kirzner, An Essay on Capital.

[20] Esta integración de la teoría del capital y la teoría del dinero en una teoría del ciclo económico fue diseñada primero por Ludwig von Mises, Theorie des Geldes und der Umlaufsmittel (Munich and Leipzig: Duncker and Humblot, 1912), traducido al inglés como Theory of Money and Credit (Indianapolis, Ind.: Liberty Fund, 1980).Se convirtió en la seña de identidad de los trabajos austriacos sobre la teoría del ciclo económico, como se manifiesta, por ejemplo, en las obras de Hayek, Rothbard y Skousen.

[21] Observemos en este contexto que a Strigl le falta una distinción clara entre valor y productividad física en su explicación de la ley de la productividad marginal decreciente y de la ley de costes. Pretende (en pp. 48 y ss.) explicar l productividad marginal exclusivamente en términos físicos. Pero en lo que se refiere a exponer la ley de costes, se cambia a términos de valor, pues ahora compara precios pagados por productos físicos marginales con precios pagados por factores de producción (ver pp. 51 y s.). Sin embargo, podemos exculpar a Strigl, ya que su primera explicación satisfactoria de la relación entre productividad física marginal y productividad del valor marginal (es decir productividad marginal del precio en dinero) se publicó casi treinta años después por Rothbard en Man, Economy, and State. Rothbard destaca también que los factores de producción ganan el valor descontado de su producto marginal en lugar el producto marginal completo, como afirma Strigl (p. 72).

[22] Ver, por ejemplo, los estudios de Murray N. Rothbard, America’s Great Depression, 5ª ed. (Auburn, Ala.: Mises Institute, 2000) y Richard Vedder y Lowell Gallaway, Out of Work, 2ª ed. (Nueva York: New York University Press, 1997).

[23] Ver Carl Menger, “Zur Theorie des Kapitals”, Gesammelte Werke, 2ª ed. (Tubinga: Mohr, [1888] 1970), vol. 3 y Mises, Human Action, caps. 11-13, 26.

[24] La aclaración del papel de las expectativas en la teoría austriaca del ciclo económico empieza con Ludwig von Mises, Nationalökonomie (Geneva: Editions Union, 1940), p. 696 y el intercambio entre Ludwig Lachmann, “The Role of Expectations in Economics as a Social Science”, Economica 10, nº 37 (1943): 12-23 y Ludwig von Mises, “‘Elastic Expectations’ and the Austrian Theory of the Business Cycle”, Economica 10, nº 39 (1943): 251-252.

[25] Dejamos aparte el problema de que todas las sumas de dinero se “atesoran”. Cualquier unidad dada de dinero no puede por tanto atesorarse más de lo que ya se atesora y ese aumento ficticio del atesoramiento no puede ser la causa de cambios en el precio. Lo que pasa en realidad es que la gente elige retrasara gastos u ofrecer precios monetarios menores a cambio de los bienes y servicios que desea u ofrecer más de sus bienes y servicios a cambio de las sumas de dinero que desea. Aun así, ese comportamiento no causa que los precios bajen; más bien es una manifestación de las bajadas de precios.

[26] Ver en particular Friedrich von Wieser, “Der Geldwert und seine Veränderungen”, Gesammelte Abhandlungen (Tubinga: Mohr, 1928); F.A. Hayek, Prices and Production, pp. 118 y ss.; Fritz Machlup, Börsenkredit, Industriekredit und Kapitalbildung y J.G. Koopmans, “Zum Problem des ‘Neutralen’ Geldes”, en Beitrage zur Geldtheorie, F.A. Hayek, ed. (Viena: Springer, 1933). Wieser no fue en creador de estos  puntos de vista, aunque fue esencial en extenderlos entre los jóvenes economistas austriacos. Para un predecesor alemán de Wieser, ver Wilhelm Roscher, Die Grundlagen der Nationalökonomie, 6ª ed. (Stuttgart, 1866), p. 446. Como no podemos ir aquí con mucho detalle, advirtamos simplemente que la noción de una correspondencia entre dinero y otros bienes y la noción de transacciones compensatorias son estipulaciones ficticias: no tienen ninguna base en hechos observados u otras evidencias. En particular, ambos se basan en la idea de que el cálculo económico podría realizarse en términos distintos de los precios monetarios. Pues solo si existiera esa tertium comparationis tendría sentido afirmar que una correspondencia entre dinero y otros bienes podría existir o no. Sin embargo, como sumar y restar precios monetarios es la misma esencia del cálculo económico (ver Mises, Human Action, caps. 11–13 y 26), esta afirmación no tiene base. Además, la afirmación de que los precios en dinero no se corresponden realmente con el bien comprado, mientras que existe correspondencia en las transacciones de trueque, niega implícitamente que el dinero sea un bien. Finalmente, como hemos apuntado antes, el éxito de los participantes del mercado y, por tanto, el equilibrio de la economía, dependen exclusivamente de lo correcto de sus expectativas acerca del futuro. Estas expectativas sí se adaptan a los cambio en las condiciones (como el atesoramiento) y pueden adaptarse instantáneamente, e incluso pueden prever dichos cambios en el futuro. Por tanto no está justificado afirmar que el atesoramiento conlleve necesariamente una perturbación del equilibrio de la economía. Sobre este último punto, ver, por ejemplo, Mises, Human Action, p. 578 y Rothbard, America’s Great Depression, parte 1.

[27] Hayek, Prices and Production, p. 130.

[28] Ibíd., p. 124.

[29] Mises, Theorie des Geldes und der Umlaufsmittel, llamaba a este tipo de crédito “Zirkulationskredit” (crédito de circulación o crédito fiduciario) y lo rechazaba en este y otros escritos posteriores, aunque solo fuera en la década de 1940 cuando explicó con detalle que no podía existir ningún “crédito compensatorio”. Ver  Joseph T. Salerno, “Mises and Hayek Dehomogenized”, Review of Austrian Economics 6, nº 2 (1993): 113-148 sobre esta evolución del pensamiento monetario de Mises.

[30] Opiniones muy similares siguen manteniéndose hoy, por ejemplo, en las obras de George Selgin, The Theory of Free Banking (Totowa, N.J.: Rowman and Littlefield, 1988) y Leland B. Yeager, The Fluttering Veil (Indianapolis, Ind.: Liberty Fund, 1997). Selgin es de hecho el actual heredero intelectual de la aproximación wieseriana al análisis del dinero y la banca. Su principal tesis es que los sistemas bancarios sin un banco central están mejos preparados para ajustar la oferta de dinero a su demanda. Para críticas de su tesis, ver  J.G. Hülsmann, “Banks Cannot Create Money”, Independent Review 5, nº 1 (2000): 101-110 y la literatura allí citada.


Publicado el 20 de octubre de 2011. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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