La Guerra contra las Drogas nació hace 100 años

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Cuando fui a los debates de la Oxford Union este pasado verano, un veterano de dichos debates me dijo que debía hacer una broma para ganarme a la audiencia. Mi intento de ganarme a la audiencia británica fue un éxito, pero por desgracia mis comentarios iniciales se acercaban demasiado a la verdad y, al revisarlos, no eran en realidad tan divertidos:

Señor presidente, quiera agradecerles la oportunidad de debatir la Guerra contra las Drogas en este foro. Señor presidente, como usted probablemente sepa, la Guerra contra las Drogas no fue una respuesta a reclamaciones de expertos, no fue una respuesta a recomendaciones de la comunidad médica, ni siquiera de la comunidad policial. Señor presidente, la Guerra contra las Drogas se  empezó por las manifestaciones de racistas, intolerantes, fanáticos religiosos, creyentes en la eugenesia, extremistas políticos y diplomáticos hambrientos de poder. En otras palabras, señor presidente, el estadounidense normal medio.

La Guerra contra las Drogas la inició legislación que se aprobó, no para ayudar a los adictos y proteger a los inocentes, sino más bien se ideó para controlar y marginalizar a grupos minoritarios e impulsar a Estados Unidos a un papel de liderazgo en los asuntos diplomáticos del mundo.

La Guerra contra las Drogas hoy cumple 100 años. Mata a miles de personas, destruye innumerables vidas y desperdicia cientos de miles de millones de dólares cada año. Además nos impide usar tres de las más milagrosas plantas del planeta, incluso para usos “legítimos”.

La Ley Harrison de Narcóticos

Como está escrito, la Ley Harrison de Narcóticos de 1914 fue la legislación que estableció un impuesto y requisitos de registro de narcóticos y cocaína. Políticos y periodistas acusaban abiertamente a inmigrantes chinos, negros del Sur y mexicanos con una indignante propaganda. La prioridad real de la legislación, sin embargo, era cumplir con el primer tratado internacional de control de drogas, la Convención Internacional del Opio de 1912.

Al implantarse, la legislación evolucionó rápidamente hacia una completa prohibición. Los burócratas que la aplicaban argumentaban que los doctores que prescribían narcóticos para la adicción a las drogas eran una práctica médica ilegítima. Los tribunales sentenciaron a su favor y las prácticas médicas de mantenimiento de adictos y las clínicas de adicción se vieron obligadas a desaparecer.

La prohibición de la marihuana se hizo nacional con la aprobación de la Ley del Impuesto a la Marihuana de 1937. Muy pronto pasó de una medida para gravar y regular a una abierta prohibición. ¡Incluso se prohibió el cáñamo, la forma no embriagante del cannabis! Cuando se rebatió la propaganda que la marihuana era mortal y causaba locura, violencia y comportamiento criminal (también conocida como Reefer Madness), nació la “teoría del pasillo” para llenar el vacío. La teoría del pasillo plantea que aunque la marihuana no sea adictiva o peligrosa, llevaría al usuario a probar las drogas duras, como la heroína. Esta teoría se convirtió en la opinión predominante en la segunda mitad del siglo XX.

La prohibición estimula el abuso de las drogas

En mi exposición, demostré que la teoría del pasillo no explicaba el acercamiento a drogas más fuertes. Esta investigación se publicó posteriormente en The Economics of Prohibition. Demostré que fue el realidad la propia aplicación de la prohibición lo que creó incentivos a los suministradores para hacer drogas más potentes, por ejemplo, una marihuana más potente y pasarse a tipos más potentes de drogas, por ejemplo, contrabandeando cocaína en lugar de marihuana.

Resultaba que los mercados de narcóticos, cocaína y marihuana tenían problemas y preocupaciones, pero, como ha demostrado la alumna de verano del Instituto Mises, Audrey Redford, también resultaba que estos mercados ya estaban afectados por numerosas regulaciones y prohibiciones estatales y locales, por altos aranceles, la Pure Food and Drug Act de 1906 y diversas prohibiciones y restricciones estatales y locales al alcohol.

Lo que la historia sí revela es que la legislación inicial que se convirtió en la Guerra Contra las Drogas era claramente el resultado de la intolerancia y el deseo de suprimir las minorías y el deseo de convertirse de un jugador de altura en los asuntos diplomáticos mundiales, no un deseo de ayudar a los adictos.

¿Qué ha logrado la Guerra contra las Drogas? No ha reducido el acceso a las drogas ilegales. No ha reducido el uso o abuso de las drogas. No ha reducido la tasa de adicción. Si ha pasado algo, las tasas de uso, abuso y adicción, han aumentado a lo largo del siglo pasado. Las estadísticas de población reclusa indican claramente que se ha usado para eliminar a las minorías.

También ha aumentado enormemente los poderes de las fuerzas del orden y el sistema legal y reducido los derechos y protecciones legales de los ciudadanos bajo la tradición del estado de derecho. Ha aumentado enormemente la militarización de la policía y el uso de los militares en el trabajo policial. También ha llevado a un importante aumento en la intervención política y militar de EE. UU. en otras naciones, particularmente en las naciones productoras de drogas en América Central y del Sur.

Los problemas directos causados por la Guerra contra las Drogas son demasiado numerosos como para listarlos, pero incluyen delitos, corrupción y violencia en el mercado negro. De hecho, es la primera causa de delitos, corrupción y violencia en Estados Unidos, así como en muchos países de América Central y del Sur.

Achicando la Guerra contra las Drogas

Sin embargo, mientras pasamos este miserable hito, hay muchas causas para el optimismo. Hay una creciente marea ideológica contra la Guerra contra las Drogas. La legalización de la marihuana médica se ha aprobado en veinte estados, la marihuana recreativa se ha aprobado en Colorado, Washington, Alaska y el Distrito de Columbia, varios estados y ciudades han despenalizado la marihuana, así que la mayoría de los estadounidenses ya no pueden ser encarcelados por consumo de marihuana.

Demográficamente, esta marea creciente es incluso más fuerte, porque solo la Generación Silenciosa (entre 69 y 86 años) apoya sólidamente la prohibición de la marihuana y se está muriendo. Más en general, la “actitud social” continúa moviéndose en dirección favorable desde “el gobierno es la solución” a “el gobierno es el problema”. Este cambio ideológico positivo también parece estar mejorando en América Central y del Sur, Europa y todas partes.

El hecho de que más gente vea la solución para el adicto no en mercados ilegales, precios altos y amenazas de encarcelamiento, sino en educación, tratamiento médico, consejo y presiones sociales, significa que es posible que podamos ver terminada durante nuestras vidas toda la Guerra contra las Drogas.


Nota: las opiniones expresadas en Miseshispano.org no reflejan necesariamente las de Mises Hispano.

Publicado originalmente el 17 de diciembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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