Las elecciones británicas: Otro golpe contra la UE

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Con la victoria de los conservadores en las elecciones británicas de la semana pasada, el futuro tanto de la Unión Europea como del Reino Unido parece más dudoso. El recién reelegido primer ministro conservador, David Cameron, para agradar a los electores contrarios a la UE, que fueron esenciales para su reelección, prometió un referéndum sobre la pertenencia a la UE en 2017, aunque podría realizarse antes.

Al mismo tiempo, el referéndum prometido está inflamando de nuevo el sentimiento secesionista entre los nacionalistas y separatistas escoceses que desea seguir siendo parte de la UE.

Naturalmente, sería muy simplista apuntar a la UE como el único asunto importante detrás de la victoria conservadora. Como apunta aquí Louis Rouanet, la economía británica en años recientes ha funcionado relativamente bien (destacando la palabra “relativamente”) y los ha hecho rehuyendo el modelo francés de subidas de impuestos y creciente intervencionismo. Se lo merezca o no, Cameron fue probablemente capaz de convencer a más que unos pocos votantes y mereció algún crédito por esto.

Gana el euroescepticismo

Sin embargo las elecciones fueron una buena señal para los euroescépticos, incluso anta la incapacidad del United Kingdom Independence Party (UKIP) de conseguir algún éxito electoral para sus miembros. CNBC explica:

Sí, [el UKIP] obtuvo 1 escaño, pero 3,5 millones de personas (en un país en torno a los 62,5 millones) votaron por el partido anti-UE. Si hay una participación baja en el referéndum de la UE y se suma el número de personas que votaron al UKIP a aquellos que votaron por otros partidos pero no les gata la UE, podría haber un riesgo real de salida.

Así que los conservadores fueron capaces de rascar a un montón de gente del bando del UKIP, pero queda un núcleo real de votantes anti-UE por ahí a quienes Cameron (que es un eurófilo) no puede sencillamente ignorar a la vista de esta victoria por un pelo.

El referéndum prometido por Cameron ha hecho que la expresión “brexit” (con alusiones evidentes a la posible salida de Grecia o “grexit”) entre en el léxico internacional. Pero por supuesto la salida británica sería algo completamente distinto de la salida de Grecia. Para empezar, Grecia es parte de la Eurozona, mientras que Gran Bretaña no lo es, pero, lo que es más importante, Gracia es una perceptora neta de las ayudas de la UE, mientras que Gran Bretaña es aportadora neta.

En otras palabras, Gran Bretaña, como Alemania y Francia, son las economías más productivas en la UE, que pagan las facturas de la UE, le dan influencia económica y producen la riqueza que se expande en torno a los países menos productivos, como Grecia e Irlanda.

No es difícil ver por qué algunos británicos podrían cansarse de pagar las facturas de Portugal cuando Gran Bretaña tiene bastantes problemas económicos propios.

Escocia mira a la UE y la secesión

Por supuesto uso la palabra “británicos” en general. “Los ingleses” sería una expresión más apropiada en este caso, ya que los escoceses, sabiendo cómo se las gastan, continúan viendo la secesión y la UE como posible plan de fuga si cumplen su promesa de recortar el gasto público o abandonar la UE.

Por supuesto, esto tendría perfecto sentido para los escoceses, ya que la UE podría en verdad ofrecer prestaciones sociales más generosas que los tories en Inglaterra. Escocia solo tiene que mirar a la puerta contigua de Irlanda (que se benefició enormemente de la generosidad de la UE durante la década de 1990), para ver cómo aun país pequeño y relativamente pobre le puede ir bastante bien como estado receptor de la UE. El estado irlandés todavía presume de ser un receptor neto de fondos de la UE.

Así que vemos que si los británicos consiguen abandonar la UE, los escoceses es muy probable que busquen la secesión poco después. En lugar de vivir en buena parte de la generosidad forzosa de los contribuyentes de Inglaterra, la carga pasaría en su lugar a los contribuyentes alemanes y franceses, entre otros noreuropeos.

El mayor perdedor en toda esta reordenación serían los miembros del Partido Laborista e Inglaterra, que seguirían estado sometidos a los edictos de Londres, pero que (sin los firmes votos escoceses de izquierdas de su lado) se verían relegados a un partido político con pocas esperanzas de obtener una mayoría en el Parlamento en el próximo mandato.

(Este análisis por supuesto ignora todas las repercusiones no financieras de un estado británico más conservador, como la disminución de las libertades civiles, un estado vigilante fortalecido y posiblemente una política exterior más beligerante).

Entretanto, de vuelta en el continente

En l otro extremo de la ecuación, el equilibrio de poder en la UE cambiaría también radicalmente. Con el abandono de Reino Unido, la base económica productiva (los “estados pagadores netos de impuestos” de la UE, como Alemania) se vería aún más mermada y el equilibrio de poder cambiaría aún más hacia los más numerosos estados receptores netos de impuestos. ¿Aceleraría esto una salida de Alemania en un escenario similar al imaginado por Patrick Barron? Posiblemente, aunque es difícil predecir cuánto tiempo pueden los europeos seguir usando la culpabilidad bélica nazi para mantener el tren del dinero fácil viajando desde Alemania al resto del Europa.

Además de prometer un referéndum de la UE, Cameron ha dicho que buscará renegociar las condiciones de la relación de Reino Unido con la UE. Con las recientes oleadas de refugiados e inmigrantes a Europa, ha aumentado la presión sobre Cameron para una renegociación con éxito. Los políticos de la UE han propuesto dispersar a los inmigrantes en un plan de reubicación a lo largo de numerosos países europeos. Naturalmente, a los nacionalistas británicos no les gusta la idea, ya que nuevos inmigrantes producirían una presión adicional sobre el estado británico de bienestar. Pero incluso si no acabara ningún inmigrante en absoluto en Reino Unido, los británicos acabarían financiando al menos parcialmente su reubicación mediante los impuestos de la UE. Una respuesta parcial a esto podría ser simplemente abandonar la UE.

Como nota final, podría valer la pena recordar que en Estados Unidos, la tierra de los libres, los estados pagadores netos de impuestos afrontan nuevas opciones legales si se cansan de financiar programas sociales y públicos en otros estados. Si Colorado y Texas y Minnesota se cansan de que se les obligue a echar dinero en Mississippi, Carolina del Sur y Vermont, peor para ellos. En Europa, a querer separarse de la estructura política centralizada se le llama habitualmente “escepticismo”. En Estados, normalmente se la llama “traición”.


Publicado originalmente el 16 de mayo de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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