Esclavos de la Reserva Federal

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Quizá ningún pronunciamiento económico en la historia se ha anticipado, discutido, predicho, diseccionado y reportado como la trascendental decisión de hoy de la Reserva Federal de no aumentar los tipos de interés.

La efusión de alivio de la que hoy somos testigos en la prensa financiera no es sino catártica. Temor y ansiedad, aumentados durante meses, se ven reemplazados por el alivio, incluso la euforia.

Esto no quiere decir que la alegría no tenga justificación. Por el contrario, la decisión de aumentar los tipos de interés incluso solo 25 puntos básicos habría significado el fin de una era, como describía un analista del Bank of America (cortesía de Zerohedge):

En Wall Street solo importan dos cosas: los tipos de interés y las ganancias. Todo lo demás es ruido, salvo que afecte a tipos y ganancias. Nadie afecta más a los tipos de interés que la Fed. Así que (…) la decisión de subida de tipos es muy importante.

Si la Fed decide aumentar los tipos de interés, será la primera subida de la Fed desde el 29 de junio de 2006. En los 110 meses que han pasado desde entonces, los bancos centrales globales han recortado los tipos de interés 697 veces, los bancos centrales han comprado 15 billones de dólares en activos financieros, políticas de tipo de interés cero han sido adoptadas en EEUU, Europa y Japón. Y, tras la Gran Crisis Financiera de 2008, tanto las acciones como los bonos corporativos han aumentado a máximos históricos, en buena medida gracias a este régimen monetario extraordinario.

Como se ha señalado antes, un aumento en los tipos acaba esta era de golpe.

De golpe de verdad. Por burócratas no elegidos, no responsables y antimercado, cuyas identidades son completamente desconocidas por prácticamente todos los estadounidenses.

Después de tanto años del “nuevo normal”, tienen que recordarnos lo extraordinarias (y sin precedentes) que han sido las acciones de la Fed desde 2008. ¿Pero no se les ocurre a los bancos, ni mucho menos a los medios de comunicación que cubren infatigablemente los mercados de valores y bonos, que estas acciones han puesto a Estados Unidos en un camino peligroso e insostenible sin esperanza? ¿O que poner tanto poder económico en las manos de unos pocos elegidos podría no acabar bien?

En un mundo digital, en el que la información cada vez está más descentralizada y diseminada por múltiples canales, es asombroso el grado en que un diminuto grupo de individuos publica la información más importante de toda la economía global.

Por “diminuto grupo” me refiero a las 10 personas que se sientes en el Comité de Mercados Abiertos de la Fed: 5 gobernadores del Consejo de la Reserva Federal (con 2 vacantes) y 5 de los 12 presidentes de bancos de la Reserva Federal de forma rotativa.

Cuando todo el mundo espera conteniendo el aliento los pronunciamientos económicos de 10 personas sentadas en una sala, podríamos llamar a eso planificación centralizada. Podríamos llamar apropiadamente a esas 10 personas élites, ya que el zapato les queda perfecto. Y cuando esas élites determinan en la práctica el coste de tomar dinero prestado en todas las economías, podríamos llamar a eso fijación de precios.

Los tipos de interés son precios, no os equivoquéis. Hay un componente crítico de cálculo económico, proporcionando información instantánea a los empresarios que buscan emplear el capital en sus bienes mejores y superiores. En un mundo racional, los tipos de interés reflejarían las (siempre cambiantes) preferencias temporales relativas tanto de prestamistas como de prestatarios.

Pero vivimos en un mundo irracional, en el que los juicios de los actores económicos reales que se juegan el pellejo se ven frustrados por burócratas omniscientes que buscan abiertamente distorsionar el precio del dinero. Desde el crash de 2008, es distorsión toma la forma de poner los tipos de interés por debajo de los que Ludwig von Mises llamaba niveles “originarios”.

La CMAF explícitamente tiene un objetivo concreto de tipos de fondos federales, el tipo medio ponderado el que los bancos comerciales prestan overnight sus reservas de la Fed. Esto apenas difiere de poner explícitamente como objetivo el precio de un nuevo Honda o una fanega de trigo.

Los apologistas nos aseguran extrañamente que la Fed en realidad no “fija tipos de interés” mediante estos objetivos, porque la tasa de los fondos Fed se aplica solo al préstamo overnight de reservas bancarias, que (por definición) no pueden prestarse al público.

Pero al tipo de los fondos Fed se le llama tipo de interés “base” por una razón: forma el punto de partida a partir del cual los bancos comerciales aplican costes adicionales de los préstamos. El tipo de interés que los prestatarios con buen crédito pagan a los bancos comerciales (el tipo privilegiado) está absolutamente ligado a los tipos overnight subyacentes que los bancos se pagan entre sí.

David Stockman califica al tipo de los fondos Fed como el precio más importante de todo el capitalismo. Y como no sabemos qué tipo de interés debería ser, gracias a los bancos centrales, argumenta Stockman, realmente no tenemos ningún precio honrado de los activos en ningún lugar del planeta.

Desde 2008, la Fed ha mantenido el tipo en la práctica en cero, e incluso paga intereses sobre reservas a un 0,25% para impedir un entorno de tipos negativos reales y animar a los bancos a tener más reservas.

Pero estos muchos años de fijación de precios no han producido nada más que un crecimiento económico de imitación, principalmente representado en mercados de valores sobrevalorados, viviendas de lujo y mal gasto público. La persona media no está mejor ahora de lo que estaba en 2008 y en muchos casos está peor.

En La teoría del dinero y del crédito, Ludwig von Mises explicaba hace más de 100 años (antes de que existieran la Fed y el BCE) que as intervenciones monetarias no pueden crear prosperidad:

Los intentos de llevar a cabo reformas económicas desde el lado monetario nunca pueden conseguir nada que no sea un estímulo artificial de la actividad económica por una expansión de la circulación y esto, como debe destacarse constantemente, debe llevar necesariamente a crisis y depresión. Las crisis económicas recurrentes no son sino la consecuencia de intentos, a pesar de todas las enseñanzas de la experiencia y todas las advertencias de los economistas, de estimular la actividad económica por medio de crédito adicional.

Las palabras clave son aquí “como debe destacarse constantemente”. Nos incumbe a todos hacer todo lo posible para ir en contra de la banca centralizada, uno de los grandes males de nuestro tiempo. Debemos ir contra la Fed ruidosa y repetidamente, aunque el mundo sea esclavo de ella.


Publicado originalmente el 17 de septiembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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