Contra la banalización del libertarismo

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Joker

Veo con profunda preocupación una tendencia cada vez más marcada entre los jóvenes integrantes del movimiento libertario a banalizar cada uno de los aspectos del ideario de la libertad y de nuestra forma de entender las complejas relaciones humanas. En muchos de los casos la banalización es hecha con altas ínfulas de arrogancia, tratando de mostrar a nuestros contrincantes que tenemos la razón, eso sí, sin ningún tipo de argumentos serios, sino más bien a través de la burla y el ridículo.

¿Cómo es que pretendemos que nuestro mensaje cale si nosotros mismos utilizamos el ridículo como principal carta de presentación? El libertarismo no es un juego, ni una juerga. Si queremos ser efectivos debemos tomarnos la tarea de la difusión y defensa de forma seria, lo que no implica que no debamos ser joviales. Además, para que se burlen de nuestras ideas ya tenemos a nuestros detractores: dejémosle ese trabajo a ellos, que ya lo hacen muy bien, y dediquemos nuestro tiempo a actividades mucho más productivas.

En este sentido debemos evitar conductas altamente nocivas a la hora de transmitir nuestro mensaje y cambiarlas por otras mucho más efectivas:

  • Debemos hacer un uso correcto del lenguaje. Es muy difícil que se nos tome en cuenta si las personas ni siquiera entienden lo que escribimos o decimos. Nuestro idioma tiene normas que conviene que sigamos, no sólo porque así nos entenderán de una mejor manera, sino porque además tendremos una careta de mayor credibilidad en comparación con quienes hablan o escriben de forma ininteligible.
  • Lo más común del mundo de hoy son las discusiones por las redes sociales, y todos sabemos que internet nos ofrece innumerables herramientas de comunicación. Sin embargo, a la hora de una discusión seria no debemos hacer uso de emoticones, puesto que restan seriedad –y con ello credibilidad– a lo que se escribimos.
  • Debemos evitar entrar en discusiones sobre temas que no conocemos o que no manejamos enteramente. Si no sabemos la respuesta, no está mal decir “Sinceramente, no lo sé”, pues es preferible admitir nuestra ignorancia que demostrarla. Ya habrá tiempo de aprender lo que no sabemos y discutir efectivamente. Retirarse, en esos casos, es una estrategia inteligente.
  • No utilizar argumentos Ad Hominem. No deseamos atacar a las personas, sino a sus ideas. Cada vez que atacamos de forma personal a un interlocutor lo ahuyentamos a él y a quienes tengan la oportunidad de presenciar el intercambio de ideas.
  • Evitar mandar a leer o a estudiar. Entiendo que muchas veces perdemos la paciencia frente a personas que desconocen un tema y que en su fatal arrogancia se lanzan al debate con nosotros, pero si decidimos discutir, debemos argumentar e intentar dejarles claras las ideas a nuestros interlocutores, y una vez que tengamos su atención, recomendarles alguna lectura, pero después de haber defendido nuestro punto de vista con argumentos propios.

Hace unas semanas atrás discutía con dos buenos amigos sobre las estrategias más efectivas para transmitir las ideas de la libertad, y ellos coincidían en que los chistes y las bromas eran un forma de atraer a personas ajenas a nuestro ideario, ¡inclusive lo pusieron en práctica! y lograron que una masa eufórica empezara a usar frases y adjetivos libertarios de forma generalizada con un vocabulario bromista y divertido, lo cual consideraron un logro para la causa. ¡Mis amigos se convirtieron en el alma del lugar! Eso se podría considerar un logro personal e importante, pero, ¿podríamos considerarlo un logro para el libertarismo? Yo creo que no, e intentaré explicar el porqué.

Si queremos agradar a las personas que intentamos acercarle nuestras ideas a través de bromas y juegos, muy posiblemente logremos captar su atención, pero, ¿qué pasará cuando personas motivadas por la euforia decidan acercarse e indagar, y descubran que el libertarismo no es un juego, ni un chiste, ni sirve de aliciente para las relaciones sociales mundanas? Muy posiblemente se espanten, se aburran y piensen que lo que encontraron no era lo que esperaban. Si el objetivo es atraer personas para pasar un momento agradable de forma instantánea, pues está todo muy bien, pero si la idea es encontrar nuevos libertarios creo que el método es un fracaso.

Debemos reflexionar respecto a qué cara queremos darle al mundo. Mientras abandonamos la comunicación efectiva, nuestros contrarios se fortalecen. Banalizar el libertarismo para llegar a las masas NO ES UNA ESTRATÉGIA. Llegar a las personas es un trabajo de hormigas que amerita coordinación, seriedad y enfoque; tres herramientas de las cuales no debe prescindir el movimiento libertario.


Luis Landa: Director de Formación del Instituto Ludwig von Mises Venezuela. Twitter: @Luis_Ale_Landa

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