Acabar ya con el impuesto del azúcar

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End the Sugar Tax NowAzúcar contra jarabe de maíz” reza el titular acerca de la disputa entre los proveedores de los golosos de Estados Unidos. Los grandes del azúcar acusan a los grandes del jarabe de maíz de engañar a la gente con una campaña publicitario de que es “nutricionalmente igual que el azúcar”, reclamando 1.500 millones de dólares en daños. Los productores de jarabe de maíz ya habían demandado 530 millones en daños, alegando que los productores de azúcar mostraban falsamente al jarabe de maíz como menos sano que el azúcar.

Sin embargo ningún jurado determinará un ganador. Los litigantes robots “Rock ‘em Sock ‘em” acabaron el juicio llegando a un acuerdo confidencial. Dado que el acuerdo se llevó a cabo entre las partes, el sparring de la falsa publicidad puede haber terminado. Pero eso no dejará que sigan siendo intensos competidores en todas las demás dimensiones.

Por qué los intereses especiales ayudan a otros intereses especiales

Los competidores en endulzantes continuarán apoyando las políticas de intereses especiales de los demás. Los productores de jarabe de maíz continuarán respaldando las cuotas de importación del azúcar, los productores de azúcar continuarán apoyando con las restricciones del metanol.

Una sola razón basta para explicar el murmullo de la publicidad falsa y su resolución, así como su continua alianza política: el azúcar y el jarabe de maíz son sustitutivos.

La publicidad que ataca solo a uno beneficia a su sustitutivo más cercano. Sin embargo, los ataques mutuos pueden dañar a ambos. Poner fin a ese proceso puede explicar un acuerdo confidencial. Pero como son sustitutivos uno de otro, todo lo que aumente artificialmente el precio de uno también beneficia al otro.

Consideremos el helado y el yogur helado. Si los productos fueran fabricados por empresas distintas, a los fabricantes de helados les gustaría atacar la reputación del yogur helado y a los fabricantes de yogur helado les gustaría atacar la reputación de helado, siempre que la mancha no se extendiera a sus productos en competencia. Pero cuando ambos de ven dañados como consecuencia de esto, tienen un incentivo para restringir mutuamente su difamación. Al mismo tiempo, si alguna política proteccionista aumentara el precio del helado, los productores de yogur helado también se beneficiarían, porque un precio más alto del helado aumentaría la demanda del yogur helado. Y si algún decreto del gobierno forzara al alza el precio del yogur helado, los productores de helado también se beneficiarían, porque un precio más alto del yogur helado aumentaría la demanda de helado. Reemplacemos el proteccionismo del helado por las cuotas de importación que aumentan enormemente el precio del azúcar de EEUU y los decretos del yogur helado por los decretos del etanol y tendremos el mercado de los endulzantes.

Esas intrusiones del gobierno han aumentado los precios en EEUU tanto del azúcar como del jarabe de maíz, aumentando artificialmente los beneficios de ambos grupos. Pero esos aumentos han llevado a muchos fabricantes de dulces y los trabajos que conllevan fuera de EEUU, dañando a esos trabajadores y a sus comunidades, con efectos paralelos para los demás utilizadores de endulzantes. Los consiguientes altos precios también han dañado a los consumidores de alimentos.

En lugar de centrarnos en las disputas publicitarias de ojo por ojo, si nos interesa el bienestar del consumidor, deberíamos aprender de la admonición del economista John McGee de que “lo que los hombres de negocios se hacen entre sí es mucho menos importante que lo que encuentran útil hacer juntos para servir a sus intereses comunes” y centrarnos en políticas que benefician tanto a productores de azúcar como de jarabe de maíz a costa de los consumidores.

Esa aproximación también haría buen uso de la muy anterior idea de Adam Smith:

El interés del productor tendría que atenderse solo en la medida en que pueda ser necesario para promover el del consumidor. (…) Pero (…) el interés del consumidor se sacrifica casi constantemente por el del productor (…) para permitir a los comerciantes, aumentando sus beneficios por encima de lo que sería naturalmente, para recaudar, para su propio beneficio, un impuesto absurdo sobre el resto de sus conciudadanos.


Publicado originalmente el 9 de diciembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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