Venezuela: la gran oportunidad del movimiento libertario

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Articulo de Landa 3

Sin duda alguna, el resultado de las pasadas elecciones parlamentarias en Venezuela ha tenido un efecto esperanzador en la perspectiva de todos y cada uno de los venezolanos respecto al futuro, así como las más diversas reacciones por parte de la comunidad internacional. La sociedad venezolana se pronunció en las urnas contra la decadencia del sistema económico, contra la inseguridad y contra la pudrición del aparato estatal. Pero aunque la alegría nos ha alcanzado a todos, merece la pena pararse a reflexionar sobre cuál debe ser nuestro papel frente al nuevo panorama político que se avecina.

Debemos estar conscientes de que el hecho de que la oposición haya ganado estas elecciones no implica que se solucionarán los problemas del país. La única alternativa para salir de la actual situación es que se tomen las medidas necesarias que creen un marco institucional que nos ayude a trazar al menos las siluetas de un camino de prosperidad. ¡No podemos fiarnos de que los políticos tomen las medias! Debemos ser nosotros los que exijamos a los legisladores que cumplan con la agenda que el país necesita, y no dormirnos en la comodidad de nuestra posición a esperar que ellos saquen una varita mágica y pongan fin a nuestras calamidades colectivas.

El movimiento libertario venezolano tiene una oportunidad de oro para hacerse escuchar en las instituciones que ayer no eran más que oídos sordos, y que el día de mañana –y aunque sólo sea para resguardar la apariencia de un verdadero cambio político– pueden estar mucho más abiertas al debate y al intercambio de ideas. Debemos recordar que la mayoría de la oposición venezolana, si bien es contraria al actual régimen chavista, no representa para nosotros ningún aliado real, y que en este sentido tenemos el deber de convertirnos en la piedra en el zapato que les presione para que tomen las posiciones que más favorezcan a la comunidad venezolana: debemos volvernos el contrapeso y pasar del servilismo a la crítica constructiva. Pero no debemos quedarnos en la crítica aislada y solitaria a la que estamos tan acostumbrados: ¡debemos actuar de forma consistente, presentando nuestras ideas de forma que podamos generar matrices de opinión! Si no estamos dispuestos a salir de nuestra zona de confort, el libertarismo no dejará de ser más que una buena idea que sólo se discute en círculos donde todos estamos de acuerdo con ella.

Hoy es un hecho que los ciudadanos de Venezuela han dado la espalda a un régimen que representa todos los antivalores a los que el libertarismo se opone, y en esa coyuntura es que se encuentra nuestra oportunidad más preciada de mostrar que tenemos soluciones contrapuestas al modelo actual que sólo ha generado miseria y destrucción. La MUD no es más que una oposición al chavismo respecto a las formas, pero no en el fondo. La única diferencia en el fondo entre la oposición actual y el régimen es un mero posicionamiento respecto del grado, pero no sobre la idea esencial del intervencionismo.

Es por ello que debemos luchar para que la libertad individual sea reconocida y respetada, los derechos de propiedad sean restablecidos, los controles inmorales sean levantados y abolidos, las instituciones sean saneadas y el valor de nuestra unidad monetaria sea estabilizado. La agenda es muy amplia y variada como para resumirla acá, lo verdaderamente importante es hacer consciencia de nuestras necesidades y empezar a dirigir nuestros esfuerzos hacia conseguir que sean satisfechas.

Nosotros somos la única y real oposición ideológica de este país, y, en este sentido, sobre nuestros hombros recae una obligación moral –y con ella una responsabilidad– de que el cambio se materialice de forma sustanciosa y real. Si decidimos no movilizarnos, si decidimos no actuar, si decidimos quedarnos en nuestra zona de confort, otros terminarán por ser los actores que al final terminarán influyendo en la vida política del país: el movimiento nacionalista está como una sombra tras el poder, intentando mostrar las bondades de un viejo y arcaico sistema militar dictatorial que no debemos permitir que vuelva a la palestra del panorama político. Como suele decir Mario Vargas Llosa, palabras más, palabras menos: “Si los mejores no hacen política, la política la harán siempre los peores”. Las consecuencias de que los peores hagan política ya las estamos viviendo.

Hoy las circunstancias nos sonríen y las oportunidades para difundir y defender la libertad son mucho mayores que ayer. Ha llegado la hora de que la gente escuche nuestras voces, de que el país conozca nuestras caras. Ha llegado la hora en que debemos luchar por nuestros ideales en todos los ámbitos posibles. ¡Ha llegado el momento de volvernos activistas por y para la libertad!

¡Vida, libertad y propiedad!


Luis Landa: Director de Formación del Instituto Ludwig von Mises Venezuela. Twitter: @Luis_Ale_Landa

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