¿Causaron los mercados libres el desastre del agua de Flint, Michigan?

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Did Free Markets Cause the Flint, Michigan Water Disaster?Ante los numerosos casos de envenenamiento por plomo a través del suministro de agua gestionado públicamente de Flint, Michigan, algunos comentaristas inmediatamente empezaron a buscar formas de culpar al sector privado. Poco después, David Brodwin, del U.S. News and World Report, escribía: “Flint: El alto coste del gobierno pequeño”.

Según Brodwin, lo que causó que el agua manchada de plomo manara de los grifos en Flint fueron los “ataques a la inversión en infraestructura pública y a las regulaciones de todo tipo”. De esto acusa a los “intereses libertarios derechistas”, aunque no nombre ninguno.

Estados Unidos, escribe Brodwin, ha caído bajo una “obsesión con los recortes de impuestos [que] ha reducido los presupuestos hasta el punto de que ya no pueden sostener la infraestructura básica”. Los ataques a la regulación supuestamente causaron que el Departamento de Calidad Medioambiental de Michigan no pudiera hacer su trabajo. “O el personal fue engañado por los que estaban en el poder, o sus profesionales fueron remplazados por ignorantes políticos dispuestos a ignorar la misión de la institución”. Brodwin no apoya estas afirmaciones con pruebas.

Pero luego llega una extraña concesión de Brodwin: “Los cargos oficiales de la Agencia de Protección Medioambiental federal [de la administración Obama] también fallaron”.

La conclusión de Brodwin es que “Si no entendemos las ideologías subyacentes que llevaron a este problema, lo afrontaremos una y otra vez en todos los Estados Unidos”.

Si os estáis preguntando en qué momento en su historia Flint, Michigan, se puso a la vanguardia del pensamiento y la práctica del mercado libre, bienvenidos al club.

Evidentemente, el ensayo contradictorio de Brodwin no empieza explicando cómo el pequeño gobierno causó que saliera agua con plomo de los grifos de Flint. Desde una perspectiva económica, lo que apuntan todos los hechos del caso Flint es el típico fracaso de los planificadores centrales de pensar adecuadamente las implicaciones más importantes de una decisión.

El 25 de mayo de 2013, los cargos estatales de Michigan y el ayuntamiento de Flint (con una votación 7 a 1) decidieron cambiar el origen del agua de la ciudad del Detroit Water and Sewerage Department (DWSD) a la nueva Karegnondi Water Authority (KWA), que no empezaría a funcionar hasta 2016.

Entretanto, había que encontrar una fuente alternativa de agua. El 26 de junio de 2013 fue cuando se tomó la decisión real por la ciudad (aprobada por el gestor de emergencias nombrado por el estado, Ed Kurtz) de contratar a una empresa de ingeniería para poner en marcha a tiempo completo la planta depuradora de Flint, cambiando así el suministro de agua de Detroit al río Flint. (El río ya era una fuente de agua de respaldo en Flint).

Lo que los cargos de ciudad, condado y estado no hicieron es tomar medidas para asegurar que el agua corrosiva del río se trataba lo suficiente como para no absorber el plomo tóxico de la red de distribución de agua de Flint.

Lejos de ser inusualmente negligente para un gobierno, esta triste historia es desgraciadamente comprensible y predecible. Al contrario que los numerosos proveedores de agua embotellada, los panificadores centrales no tienen ninguna presión competitiva para pensar rigurosamente sobre todas y cada una de sus decisiones.

Un funcionario en España, por ejemplo, acabó recientemente un periodo de no aparecer en el trabajo durante seis años. Es prácticamente imposible llevar a cabo esta artimaña en un trabajo del sector privado en un sector competitivo.

Sebring, Ohio; Jackson, Mississippi y el problema del agua pública

Aunque la mayoría de los lectores de este sitio indudablemente han oído mucho acerca del agua con plomo en Flint, Michigan, las historias de las que comparativamente pocos nunca han oído hablar son plomo en el agua en Sebring, Ohio, y el pasado miércoles (24 de febrero) en Jackson, Mississippi.

Repito, lo que no debería ser ninguna sorpresa es que el mismo tipo de chapuza pública que puso plomo en las aguas de Flint brille con todo su esplendor también en Sebring y Jackson.

El 17 de febrero de 2016, la Agencia de Protección Medioambiental de Ohio despidió a dos de sus empleados y degradó a un tercero. El primer empleado despedido no verificó que los resultados de las pruebas de laboratorio fueran recibidos por una oficina de campo. A su vez, el jefe de este empleado fue despedido por no hace una comprobación del trabajo de dicho subordinado, que tenía un largo historial de rendimiento incompetente en su trabajo.

El tercer empleado, el degradado, era un director que no notificó a sus superiores que los cargos públicos de Sebring ignoraban las advertencias acerca del agua contaminada con plomo de su pueblo.

Ninguna de las tres personas ha sido identificada públicamente. Menuda transparencia pública.

En Jackson, Mississippi, de un centenar de viviendas revisadas en enero de 2016, casi una docena tenían agua del grifo con niveles de plomo que requieren corrección. Cincuenta y ocho de estas viviendas se revisaron en junio de 2015, pero el Departamento de Salud del Estado de Mississippi no notificó (como era preceptivo) a los cargos públicos de Jackson que algunas viviendas tenían niveles prohibidos de plomo en el agua de sus grifos hasta enero de 2016.

La yihad progresista contra el agua embotellada

Los progresistas han puesto un foco en Flint pero no en Sebring y Jackson porque su ideología les impide reconocer problemas sistémicos con el gobierno y su proceso de planificación centralizada. Economistas progresistas como Brodwin echan la culpa a los pies de la ideología libertaria. Pero que sus engaños acerca del estado, el sueño final de los progresistas es prohibir prácticamente toda competencia con el agua pública.

Estos (incluyendo al director de cine Michael Moore) se enfurecen porque los habitantes de Flint (y por extensión con Sebring y Jackson) consumen agua embotellada: tiene que ser transportado en camiones “que contaminan” y crea desperdicios y daños ecológicos en forma de botellas vacías de plástico.

Cuando los progresistas consiguieron que se prohibiera el agua embotellada en la Universidad de Vermont en 2013, el número de botellas vacías de plástico en la basura del campus acabó aumentando, ya que estudiantes, personal y miembros de la facultad pasaron de consumir agua embotellada a refrescos y otras bebidas menos sanas. En otras palabras, incluso en el Vermont adorado del gobierno de Bernie Sanders, los consumidores hicieron todo lo que pudieron para evitar los grifos públicos.

Antes del petróleo, estuvieron la Viagra y los antipsicóticos

Años antes de las contaminaciones de Flint, Sebring y Jackson, una investigación de la AP en 2008 descubría todo tipo de cosas, desde antibióticos, antidepresivos, hormonas sexuales, medicinas para la disfunción eréctil a tranquilizantes en los suministros de agua de veinticuatro áreas metropolitanas con 41-46 millones de estadounidenses expuestos.

Consumir agua pública es una mala idea. En el mejor de los casos, tiene un repulsivo olor a piscina con exceso de cloro y un peor sabor repelente a producto químico saturado. En el peor puede tener de todo, desde trazas a altos niveles de Viagra o estrógenos a niveles peligrosos de plomo. Solo un completo idiota consumiría regular y únicamente esta agua excluyendo sus alternativas privadas.


Publicado originalmente el 1 de marzo de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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