Libertarismo

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descarga[Introducción del libro Libertarismo Lo que todo el mundo necesita saber]

Los libertarios creen que en tanto no violemos los derechos de otros, debemos cada uno ser libre de vivir como elijamos. Respetar al otro como un ser humano igual, no debemos forzar a la gente a servir a la sociedad, a otro o incluso a ellos mismos.

Los críticos del libertarismo se preocupan de que permitir a la gente demasiada libertad produciría malas consecuencias. Dicen, seguro, algo de libertad es bueno, pero necesitamos también garantizar buenos resultados. Necesitamos que el gobierno garantice buena cultura, progreso científico y propiedad económica.

Los libertarios están de acuerdo en que la libertad no garantiza buenos resultados. Si la gente es libre de elegir por sí mismos muchos tomarán malas decisiones. Aún así, los libertarios dicen, que nada garantiza buenos resultados, por lo que la garantía no viene al caso. La libertad pudiera no garantizar buenos resultados, pero lo que importa es que genera de hecho buenos resultados.

Estas son ideas intrigantes, así sean verdaderas o falsas.

Mi primer contacto con las ideas libertarias fue en clase de economía durante mi secundaria. Mi profesor, el Señor Lee me recomendó leer Economía en una lección de Henry Hazlitt. Me transformó.

Hazlitt me enseñó que cuando se evalúan políticas, debes dejar de lado las buenas intenciones y mirar los resultados. Me enseñó a ver la política sin romance.

La lección de Hazlitt es simple. Cuando se evalúa una propuesta política, no sólo se deben examinar sus efectos inmediatos sobre los beneficiarios intencionados. Por el contrario, nos advierte, se deben examinar tanto sus consecuencias de corto plazo como las de largo plazo sobre todos los grupos afectados.

La lección de Hazlitt es una versión moderna de “Lo que se ve y lo que no se ve” de Frederick Bastiat. Bastiat también resume la economía política en una lección:

Hay sólo una diferencia entre el buen y el mal economista. El mal economista se fija en los efectos visibles, el buen economista toma en cuenta tanto los efectos que pueden ser vistos como aquellos que se verán en el futuro.

Esta advertencia, es simple y obvia, y aún difícilmente muchos de nosotros la seguimos.

Suponga por un momento que la otrora industria de electrodomésticos esta menguando. La alguna vez poderosa empresa General Widgets pierde millones de dólares cada año. Suponga que un buen intencionado senador propone que, para salvar los empleos de la empresa, el gobierno debe subsidiarla. ¿Buena idea?  Hazlitt y Bastiat nos preguntarían de donde sale el dinero del subsidio. El subsidio es pagado por los impuestos. Para salvar las fuentes de empleo en General Widgets, necesitamos tomar el dinero de otras partes de la economía. Subsidiar a General Widgets significa transferir recursos desde la parte productiva de la economía a la parte no productiva. Significa transferir recursos desde la parte creadora de riqueza de la economía hacia la parte destructiva de riqueza. Cuando subsidiamos a General Widgets, vemos  todos los empleos que se salvan en la fábrica. No vemos o no notamos todos los puestos de trabajo destruidos en el resto de la economía, trabajos que (debido a que no necesitaban subsidio) eran en realidad creadores de valor para otros.

Algunos libertarios a veces muestran  un exceso de entusiasmo por el libre mercado. Seguro, dicen los críticos, el mercado tiende a funcionar bien y a proveer bienes. Pero el mercado también falla o comete errores. Cuando esto sucede, invocan al gobierno.

Los libertarios dicen, sí, por supuesto, el mercado puede fallar. Y añaden, que también el gobierno puede fallar. Una cosa es argumentar que, en principio, un gobierno bien informado corregiría una falla del mercado. Otra cosa es argumentar que un gobierno en la vida real realmente corregirá una falla del mercado. Cuando los libros de texto de introducción a la economía reclaman la intervención del gobierno, ellos asumen que los gobiernos saben cómo corregir los fallos del mercado y utilizarán su poder para hacerlo. En el mundo real, no podemos establecer que un gobierno es así.

Podríamos decir que los libertarios irracionales abogan por las soluciones del mercado sin tomar en cuenta las fallas del mercado. Los intervencionistas irracionales abogan por las soluciones gubernamentales sin tener en cuenta los fallos del gobierno. Si yo tuviera que resumir el libertarismo económico en una lección, sería la siguiente: Cuando se evalúan diferentes políticas, considera tanto las fallas del gobierno como las del mercado. Cualquier persona que no haga esto, hace un enfoque irresponsable.

El ganador del Premio Nobel de Economía Gary Becker argumenta que una vez que nosotros tomamos en cuenta tanto las fallas del gobierno como las del mercado, raramente reclamamos la intervención del gobierno en el mercado. Solo porque un gobierno ideal pudiera corregir errores del mercado no significa que un gobierno real lo hará. Los gobiernos tienden a empeorar las cosas más frecuentemente que a mejorarlas, dice Becker. Ahora, quizá Becker está equivocado. Quizá una correcta valoración de las fallas del mercado y las fallas del gobierno llevan a una masiva intervención gubernamental, o incluso al socialismo. Pudiéramos debatirlo, sin embargo, al final lo que estamos debatiendo es política en una manera intelectualmente responsable. Eso es ya una mejora.

El libertarismo es mayormente famoso por su enfoque económico, sin embargo, no solo es economía. Incluso no es principalmente economía. La posición pro libre mercado del libertarismo es solo una extensión de su posición con respecto al resto de la vida en sociedad.

Debido a que el libertarismo no es solo o incluso no es principalmente acerca de economía, no trato temas económicos hasta el capitulo seis. El capítulo uno ofrece una introducción a las ideas libertarias y explica como el libertarismo no es una visión liberal[i] o conservadora, por lo menos como lo utilizamos en el debate popular. (En lenguaje filosófico, libertarismo es una especie de liberalismo, pero los filósofos quieren decir algo diferente cuando dicen “liberal” en el sentido que dice Rush Limbaugh). El capítulo dos explica como los libertarios piensan acerca de la libertad y da un enfoque general de por qué piensan que la libertad importa. El capítulo tres aborda problemas acerca de la moralidad personal y la ética. Es muy importante corregir errores acerca del libertarismo, en particular, el error  de pensar que la mayoría de libertarios son seguidores de Ayn Rand. El capítulo cuatro habla del punto de vista libertario acerca del gobierno y la democracia. Explica el concepto del fallo del gobierno y explica, a grandes rasgos, porque los libertarios tienden a oponerse a los intentos del gobierno por solventar problemas. El capítulo cinco explica el enfoque libertario acerca de las libertades civiles, incluyendo los controvertidos tópicos de la guerra contra las drogas, la venta de órganos y el control de armas (Dejo algún otro de los tópicos más conflictivos para el capítulo ocho, acerca de los problemas contemporáneos). El capítulo seis explica por qué los libertarios apoyan fuertemente los derechos de propiedad, el libre comercio, y el libre mercado. El capítulo siete explica la visión de los libertarios acerca de la justicia social. Contrario  a la creencia popular, la mayoría de los libertarios  a través de la historia han abogado por el libertarismo para luchar contra la pobreza. El capítulo ocho trata sobre algunos problemas de la actualidad, el tipo de cosas que se debaten en los programas de TV y noticieros. Finalmente, el capítulo nueve coloca al libertarismo dentro de la política contemporánea. Se pregunta cuales Estados y países son los últimos y más libertarios. (Te sorprenderá, pero EEUU no es el país más libertario). También examina algunas tendencias, como que si EEUU y el mundo se están haciendo más o menos libertarios.

Este libro se basa en la política estadounidense. Aunque EEUU  no es el país más libertario (vea la pregunta 98), es el país donde las ideas libertarias tienen mayor interés. Este libro también esta publicándose en medio de una elección, donde, gracias  al Tea Party y a Ron Paul, ciertas ideas libertarias están en la palestra política.

Hay muchas maneras de leer este libro. Podrías leerlo directamente desde el principio hasta el final. Sin embargo, como otros libros de la colección “What Everyone needs to know” de Oxford University Press, no asumo que los lectores lo harán. En lugar de eso, tú podrías comenzar con la pregunta que quieras. También algunas veces se ven ideas repetidas en diferentes preguntas, porque no asumo que el lector comenzó en la página uno.

Si estas interesado en preguntas de libertad económica, deberías comenzar en la pregunta 36 y 37 y luego leer los capítulos seis, siete y ocho.

Si estas interesado en el debate político contemporáneo, deberías comenzar con el capítulo uno, luego leer los capítulos 8 y 9, y luego volver a los otros capítulos, en particular, las preguntas 48-50 y 54-61.

Si estas interesado en preguntas filosóficas más abstractas acerca de lo bueno y lo correcto, deberías comenzar con el capítulo uno, luego leer el dos y tres.

Pregúntate a ti mismo, ¿piensas que los libertarios son de ética egoísta, que son indiferentes a su comunidad y al sufrimiento de los pobres, y que solo quieren proteger a las grandes empresas? Para corregir tus falsas ideas, te recomiendo comenzar con el capítulo tres y leer las preguntas 36, 37 y 71, entonces el capítulo siete; y finalmente la pregunta 92.

Gracias a David McBridge, mi editor en Oxford University Press, por sugerirme y empujarme a escribir este libro. Gracias a dos referentes anónimos por su valiosa aportación en como moldear el libro. Gracias a Bryan Caplan, Jhon Thrasher, y Kevin Vallier por sus valiosas discusiones acerca de los temas mientras yo estaba escribiendo. Gracias especialmente a John Tomasi, mi colega cuando yo estaba en Brown, John y yo pasamos años juntos discutiendo y formulando una alternativa, una visión más humana a la visión del liberalismo clásico.

Jason Brenan

Washington, DC

Abril 2012

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Traducido del inglés por Dakar Parada

[i] En el sentido estadounidense del término, homologo a socialdemócrata en Europa

 

 

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