Coca-Cola, corporativismo y guerra contra las drogas

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Es un detalle conocido que la fórmula original de la Coca-Cola contenía cocaína, pero la historia menos conocida de la Coca-Cola tiene otros componentes interesantes incluyendo al gobierno, el corporativismo y la guerra contra las drogas.

La primera ley federal sobre drogas fue la Harrison Narcotics Act, aprobada en 1914, que criminalizaba la venta sin licencia de cocaína y derivados del opio. Pero la cocaína no se eliminó de la Coca-Cola por esto. De hecho, el alcaloide de la cocaína se eliminó de su fórmula en 1903, debido a presiones de una prensa en contra del uso de la cocaína. Para evitar enfados y perder su base de clientes, el empresa eliminó el componente narcótico de su producto.

Los capitalistas nos referimos a esto como una “regulación del mercado”, por cierto, para todos los que creéis que hace falta gobierno para regular los excesos imprudentes del mercado libre. La única acusación penal nunca realizada contra Coca-Cola por su fórmula, por cierto, se produjo en 1911, cuando el Departamento de Agricultura de EEUU creyó que la empresa estaba “publicitando y vendiendo una bebida adulterada que era dañina para la salud porque contenía un ingrediente nocivo, que era la cafeína”, según el jefe de la Oficina de Química.[1]

Sin embargo, esta no es la parte interesante de la historia. Coca-Cola no eliminó el uso de la hoja de coca en su fórmula porque fuera un ingrediente saborizante necesario. Sin embargo, la Harrison Narcotics Act hizo de la hoja de coca una sustancia regulada y su importación estaba estrictamente regulada por el gobierno federal, que también decidía qué uso podía dar el importador al producto.

Primeros favores públicos a las grandes farmacéuticas

Esto hizo que dos empresas (Merck & Co., Inc. y Maywood Chemical Works) obtuvieran la licencia en monopolio de la importación de hojas de coca a granel (solo se les permitía importar los materiales a granel como medio de impedir que el proceso de fabricación tuviera lugar en otros países). A Merck se le permitió importar hojas de coca de Perú y Java para extraer el alcaloide de la cocaína y procesarlo para analgésicos. A Maywood se le dio permiso para importar las hojas para extraer y destruir el alcaloide de la cocaína para producir el “producto nº 5” no narcótico, que es el ingrediente saborizante basado en la hoja de coca que sigue usando hoy Coca-Cola. Esto hizo de ambas empresas un monopolio concedido por el estado, uno para analgésicos y otro como proveedor único para la Coca-Cola Company.

El corporativismo farmacéutico se redobló en la década de 1930, cuando el gobierno quiso acumular suministros extraordinarios de medicina contra el dolor (basadas tanto en cocaína como en opio) como suministro para los aliados de guerra. En 1933, cuando Franklin Roosevelt dictó una orden ejecutiva que obligaba a todos los ciudadanos a entregar todo el oro que tuvieran en su propiedad, las existencias de oro de EEUU se trasladaron de las arcas del Tesoro a Fort Knox. Con las arcas vacías el jefe de la Oficina General de Narcóticos, Harry Anslinger, decidido a llenarlas con narcóticos, dando un pequeño contrato a Merck & Co. Por cierto, que esto era una violación de la Convención de Ginebra de 1931, que daba cuotas nacionales a países sobre la cantidad aceptable de existencias de medicamentos que podía mantener. La Oficina General de Narcóticos excluía las existencias de seguridad nacional de estos cálculos.

La licencia de Maywood como importador de hoja de coca puede ser incluso más interesante. En la década de 1930, la Coca-Cola era enormemente popular y por eso el gobierno de EEUU estaba dispuesto a concederle una excepción para obtener un producto regulado (incluso sin el elemento narcótico, la propia hoja de coca era una sustancia regulada). Ya en la década de 1930, otros competidores, como la S.B. Penick Company trataron de conseguir el permiso para comprar ingredientes saborizantes de hoja de coca a Maywood, pero todas esas solicitudes fueron rechazadas por Anslinger. El gobierno federal estaba trabajando oficialmente para eliminar a posibles competidores de Coca-Cola.

Cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, Coca-Cola cabildeaba y recibía excepciones aún más especiales a las regulaciones públicas que no gustaban a sus competidores. En 1942, un ejecutivo de Coca-Cola estaba en el consejo del racionamiento del azúcar y obtenía excepciones especiales de las restricciones, lo que les permitía abrir sesenta y cuatro nuevas plantas embotelladoras, mientras que otros posibles fabricantes de refrescos tenían dificultades para conseguir ingredientes debido a las restricciones comerciales públicas.

En 1949, los activos de la empresa Maywood fueron expropiados por el gobierno porque había sido fundada por un alemán (el Dr. Louis Schaefer) y era propiedad del “enemigo”. Las acciones de Maywood iban a ser subastadas por la Oficina de Propiedades Extranjeras y el único comprador en perspectiva era la S.B. Penick Company, a la que durante años se le había negado el derecho legal a comprar ingredientes saborizantes de hoja de coca. Así, Ralph Hayes, un ejecutivo de Coca-Cola, escribía a Harry Anslinger para buscar su intervención para proteger su monopolio.

Una red intrincada de monopolios públicos

Este corporativismo impidió la nacionalización de la empresa Maywood, ya que había sido cooperativa con el gobierno durante la guerra (así que el corporativismo se impuso a la nacionalización, en este caso). Pero el monopolio de Coca-Cola sobre los ingredientes de la coca seguía a salvo.

Durante la Guerra Fría, Coca-Cola fue ayudada por el gobierno de EEUU en su expansión global, como una forma de publicitar la empresa como un ejemplo (paradójico) del “capitalismo” estadounidense y su superioridad frente al comunismo. Alemania y Francia, por ejemplo, trataron de imponer restricciones legales a la expansión de Coca-Cola en sus países. Anslinger respondió actuando personalmente como mediador ante los gobiernos extranjeros a favor de Coca-Cola. Incluso usó una política global de drogas como justificación para conseguir que la División de Relaciones Exteriores de la Oficina de Asuntos Políticos “desanimara [a los países extranjeros para] importar hojas de coca para el fin [de fabricar refrescos] tanto como fuera posible”.[2]

En 1959, Maywood Chemical Works fue absorbida por Stepan Company, que mantiene una licencia monopolística sobre la importación de hojas de coca hasta hoy (ahora fabrica el extracto saborizante y el alcaloide de cocaína para fines farmacéuticos, haciendo de ella el único importador legal de hojas de coca) y la Coca-Cola sigue siendo la única empresa con el privilegio de obtener ingredientes saborizantes no narcóticos de hoja de coca.

Debería estar claro que los primeros días de Coca-Cola demuestran que la empresa fue capaz de prosperar competitivamente en un mercado libre sin necesidad de recurrir a privilegios públicos. Además, sus primeros años demuestran la adaptabilidad de una empresa privada para responder positivamente a las presiones del consumidor sin supervisión pública con la eliminación del componente narcótico de su bebida incluso años antes de la prohibición legal de la cocaína. Pero el éxito de Coca-Cola como la megaempresa que es hoy se debe, al menos en parte a privilegios especiales concedidos por el gobierno durante la Segunda Guerra Mundial y a la supresión de potenciales competidores en los primeros años de las políticas antidrogas de Harry Anslinger. Como consecuencia, Coca-Cola es el producto del corporativismo corrupto y un beneficiario único de la guerra contra las drogas y esto hoy sigue siendo verdad.


Publicado originalmente el 8 de agosto de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

[1] Michael M. Cohen, “Jim Crow’s Drug War: Race, Coca-Cola and the Southern Origins of Drug Prohibition”, Southern Cultures 12, nº 3 (Otoño 2006): 55-79.

[2] H.J. Anslinger, Comisionado de Narcóticos a Mr. Charles B. Dyar, Foreign Relations Division, OMGUS, Office of Political Affairs, 10 de enero de 1951.

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