¿Necesita el Reino Unido aún más estímulos?

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Ahora todos somos keynesianos, así que seamos fiscales”. Esta es la opinión de Ambrose Evans-Pritchard, de The Telegraph, quien cree que es el momento apropiado para que el gobierno de Reino Unido relaje su posición fiscal. Sugiere que el Banco de Inglaterra ha hecho todo lo posible bajo las limitaciones de la ortodoxia monetaria para amortiguar la sacudida del Brexit. Ahora corresponde al gobierno británico salvar la economía y cuanto antes, mejor”, argumenta el editor de economía de The Telegraph.

Según Ambrose Evans-Pritchard, la política monetaria está cerca de su límite. El paquete de estímulo preventivo de 170 mil millones del Banco de Inglaterra es valiente (e incuestionablemente lo correcto en estas circunstancias dramáticas), pero sin embargo, dadas las presentes limitaciones de la política monetaria, es de la opinión de que solo una política fiscal laxa puede responder a la sacudida del Brexit.

Aunque aceptáramos que el Brexit haya causado una sacudida, ¿es una política monetaria laxa el remedio necesario? Lo que hace falta para compensar una sacudida es estimular las existencias de riqueza real. Imprimir más dinero nunca lo hace. Una postura monetaria más laxa solo diluye las existencias de riqueza real y debilita el proceso de generación de riqueza. Así que, al contrario de lo que dice el editor de economía de The Telegraph, la inyección monetaria del Banco de Inglaterra no es una política valiente y necesaria, sino más bien una política que perjudica el proceso de formación de riqueza real.

El gobierno no es un ente generador de riqueza

Sugerir que para salvar la economía del reino unido el gobierno británico debería aumentar su gasto implica que el gobierno es un ente generador de riqueza. En realidad, los proyectos que asume el gobierno son realmente de naturaleza consumidora de riqueza. El hecho de que el sector privado no asuma estos proyectos indicar que son una prioridad baja para los individuos.

La implantación de estos proyectos va a afectar al bienestar de los individuos, porque se financian a costa de proyectos que son una prioridad mayor, o de otra forma serían asumidos por el sector privado.

Además, siempre que los productores de riqueza intercambian sus productos entre sí, el intercambio es voluntario. Todo productor intercambia bienes en su posesión por bienes que cree que mejorarán su nivel de vida. El reverso es que el intercambio debe ser libre.

Sin embargo, las actividades del gobierno son de naturaleza coactiva: se financian obligando a los productores de riqueza a compartir esta a cambio de servicios públicos menos deseables. Los productores de riqueza están obligados a intercambiar más por menos. Evidentemente, esto perjudica a su bienestar.

Supongamos que el gobierno decide construir una pirámide de que la mayoría de la gente da a esto una prioridad baja. La gente empleada en este proyecto debe recibir acceso a diversos bienes y servicios para sostener su existencia.

Pero el gobierno no es un productor de riqueza, así que tiene que fijar impuestos a los generadores de riqueza (aquellas personas que producen bienes y servicios de acuerdo con las prioridades de los consumidores) para financiar la construcción de una pirámide.

El gasto público desvía la financiación de lo que la gente quiere realmente

Cuanta más construcción de pirámides asuma el gobierno, más riqueza real se quitará a los generadores de riqueza.

De esto se deduce que el nivel de impuestos (es decir, de riqueza real quitada al sector privado generador de riqueza) está determinado directamente por el tamaño de las actividades del gobierno.

Si las actividades públicas pudieran generar riqueza, se autofinanciarían y no requerirían ningún apoyo de otros generadores de riqueza y nunca se plantearía el asunto de los impuestos.

Lo esencial de los análisis anteriores no se altera con la introducción del dinero. En la economía monetaria, el gobierno gravará y transferirá el dinero recibido a diversas personas que son empleadas directa o indirectamente por el gobierno.

Los empleados del gobierno pueden ahora intercambiar dinero de impuestos por diversos bienes y servicios y dedicarse al consumo de riqueza real sin hacer ninguna contribución a la formación de riqueza real.

El gobierno puede usar diversos métodos para desviar la riqueza real de los productores de riqueza hacia sus actividades. Estos métodos, que pueden resumirse como “gravámenes efectivos” incluyen impuestos directos e indirectos y contribuciones, tomar prestado el sector privado e imprimir dinero como consecuencia de un gobierno tomando prestado del banco central.

Cómo destruye la riqueza el estímulo público

Sin embargo, el método de desvío de la riqueza real tiene una importancia secundaria. Lo que importa es que la riqueza real se desvía de los productores de riqueza. Cuanto más se desvíe, mayor será el gravamen efectivo impuesto sobre el sector privado generador de riqueza.

Una visión superficial podría argumentar que tomar prestado del sector privado no debe considerarse como impuestos. Sin embargo, cuando el gobierno tomar prestado del sector privado, no puede devolver la riqueza real prestada. Solo los productores de riqueza que están tomando prestados unos de otros están en disposición de pagar con su producción futura de riqueza.

Lo único que puede hacer el gobierno es pagar la riqueza tomado prestada por medio de dinero recién creado o a través de nuevos impuestos o a través de nuevos préstamos, empobreciendo así aún más a los productores de riqueza.

Igualmente, cuando el gobierno toma prestado del banco central, en la práctica hace que este entregue al gobierno dinero recién creado, que se emplea para desviar la riqueza real del sector privado.

Se podría argumentar que el gobierno también podría tomar prestado en el exterior, reduciendo así la carga sobre sector privado. Sin embargo, al no ser un generador de riqueza, la carga de atender la deuda externa recaerá sobre sector privado.

¿Cómo podría entonces el gobierno ayudar a la economía? Creemos que recortando realmente sus desembolsos tanto como sea posible, rebajando así la carga del gravamen efectivo sobre el sector privado generador de riqueza. Dejar más riqueza a disposición del sector privado probablemente genere más riqueza fortaleciendo así la economía.

Sólo podemos sugerir que Reino Unido (y cualquier otra economía) debería mantener sus políticas fiscales laxas keynesianas al nivel mínimo, para permitir que haya unos cimientos sanos para el crecimiento económico.


Publicado originalmente el 18 de agosto de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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