El apestoso bono japonés

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Los bancos centrales han aplicado en años recientes políticas no tradicionales, radicales y sin precedentes. Políticas como los tipos cero de interés, la flexibilización cuantitativa, la guerra contra el efectivo e incluso tipos negativos de interés sobre depósitos bancarios, son ahora la norma. Incluso se ha hablado del dinero de helicóptero. No es dinero caído del cielo para ustedes y para mí. Significa que los bancos centrales sencillamente imprimen dinero y se lo entregan al gobierno. El último episodio de locura monetaria viene de Japón, donde la nueva política monetaria tendrá como objetivo el bono a diez años del gobierno japonés con un tipo de interés del 0%.

El Banco de Japón, como el Banco Central Europeo y la Reserva Federal, han estado todos comprando bonos públicos para mantener bajo el coste de financiar la deuda nacional. Afirman estar estimulando la economía, pero eso no ha funcionado y probablemente no sea su intención real. ¡Hasta ahora, ha funcionado para mantener muy bajos los tipos de interés sobre los fondos públicos incluso en Italia, al tiempo que hacía negativos los tipos en Suiza y Alemania!

La política de tipos cero sobre los bonos públicos de Japón significa que prestas 10.000$ a Japón y 10 años después te devuelven el dinero. Suena a un buen negocio para gobierno japonés, pero un negocio apestoso para los compradores de bonos. ¿Qué significa esta política para la economía en general?

Primero, es una política arriesgada incluso para los patrones económicos dominantes. Se piensa desde hace mucho que los bancos centrales no pueden controlar los tipos de interés a largo plazo y solo deberían ponerse como objetivo los tipos de interés a corto plazo. El Banco de Japón ya está comprando en torno a 800.000 millones de dólares en bonos públicos japoneses cada año. Tratar de estabilizar el tipo de los bonos a diez años en un tipo cero de interés podría hacer que el Banco de Japón se viera obligado a comprar cantidades ilimitadas de bonos públicos a largo plazo. El Banco de Japón tiene también una enorme cartera de acciones japonesas, compradas para estimular la política bursátil japonés. Ese experimento o de política monetaria también ha fracasado.

Toda esto locura con la política monetaria por parte de los banqueros centrales no ha producido los efectos beneficiosos prometidos. Esto nos dice dos cosas acerca de los banqueros centrales modernos. Primero, en realidad no entienden la política monetaria, ni los tipos de interés, ni sus efectos sobre la economía. Segundo, sus políticas están beneficiando directamente a los gobiernos para los que trabajan, a los grandes bancos y a los capitalistas compinches.

Lo que han estado haciendo se conoce como el concepto de “represión financiera”. La idea detrás de la represión financiera es reprimir la economía productiva privada con tipos ultrabajos de interés. Esto permite el robo silencioso de recursos de la economía y reasignar esos recursos a gobiernos y capitalistas compinches. La reducción de los tipos de interés daña los sectores productivos privados y beneficia a los gobiernos y a los grandes capitalistas compinches al rebajar sus costes de tomar prestado.

Los perdedores de la represión financiera incluyen algunos de los grupos más importantes en un sistema capitalista.

El trabajo es un gran perdedor. La renta familiar mediana real en EEUU ha estado disminuyendo o estancándose durante más de quince años. Se sabe desde hace mucho que la inflación monetaria y los tipos bajos de interés benefician al capital y dañan al trabajo, ya que los aumentos salariales tienden a ir por detrás de la inflación.

Los ahorradores son evidentemente grandes perdedores con los tipos de interés artificialmente bajos. El tipo de interés en mi cuenta de ahorro es una centésima de un 1%. Dado que hay inflación de precios, esto significa que estoy perdiendo dinero con mis ahorros. Los banqueros centrales han afirmado desde hace mucho tiempo que no están tratando de estimular los mercados bursátiles, pero los retornos negativos de los ahorros han obligado a ahorradores y jubilados a invertir fuerte e imprudentemente en mercados bursátiles de alto riesgo.

Otra cosa que los banqueros centrales no saben es que tiene que haber ahorro real para que tengan lugar inversiones reales de capital. La inversión de capital aumenta la productividad laboral y el crecimiento económico. Los banqueros centrales están por otro lado desorientados con respecto a la ralentización de la productividad laboral en años recientes. Piensan que el ahorro real puede ser fácilmente remplazado por sus manipulaciones monetarias.

Las empresas de seguros son críticas en cualquier economía capitalista libre. Compramos seguros para proteger nuestras casas, nuestros automóviles, nuestra riqueza y nuestra vida. Las primas de seguro que pagamos para proteger estas cosas son invertidas por las empresas de seguros para pagar las indemnizaciones a las que tendremos derecho del futuro. Es una tarea muy difícil en un entorno de tipos de interés cero o negativos. A las empresas de seguros les gustaría invertir en activos de riesgo relativamente bajo, pero ahora se han visto obligadas a asumir inversiones de más riesgo en años recientes para poder garantizar el pago de esas indemnizaciones.

Los fondos de pensiones son también muy importantes. Millones de estadounidenses invierten en fondos de pensiones de diversos tipos para financiarse una jubilación decente. Igual que las empresas de seguros, se han colocado una situación difícil debido a las políticas de tipos de interés cero y negativos. En su búsqueda de un retorno sobre sus inversiones, han colocado involuntariamente el dinero de sus clientes en activos de riesgo. Incluso con ese riesgo añadido, los planes de pensiones de los funcionarios estatales ahora solo están financiados de media en un 70%.

Ahí lo tenéis. Trabajadores, ahorradores, empresas de seguros y fondos de pensiones se ven dañados por estas políticas monetarias radicales. En otras palabras, se ven dañadas las clases productivas y las instituciones que son los cimientos del capitalismo. Y al mismo tiempo gobiernos y capitalistas compinches viven la gran vida.

Hay otra expresión profesional utilizada por los economistas dominantes para describir este lodazal de políticas monetarias. Se llama política “macroprudencial”. Esto incluye varias políticas, sin que ninguna de ellas tenga sentido económico individualmente, pero que cuando se ven desde una perspectiva económica dominante general sí tienen bastante sentido. Así, por ejemplo, una política de tipos cero de interés no tiene ningún sentido económico. Tampoco los déficits presupuestarios y la deuda nacional insostenibles tienen ningún sentido económico. Sin embargo, la combinación de dos políticas irracionales se dice que es una buena política “macroprudencial”.

Por supuesto, la política real y evidentemente prudente sería permitir que los mercados establecieran los tipos de interés y que los presupuestos públicos se equilibraran en un nivel sostenible más bajo.

El último negocio apestoso que viene de Japón nos indica que los banqueros centrales no han aprendido esta lección económica y nos hace esperar más locuras monetarias en el futuro.


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