Independizar y descentralizar: Una carta abierta los seguidores de Clinton

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Queridos votantes de Clinton:

Sé que estas elecciones han sido dolorosas para vosotros. Muchos os sentís traicionados e incluso creéis que ya no vivís en el país en el que pensabais estar. Reflexionad sobre ese dolor y frustración durante un momento. Ahora daos cuenta de que como os sentís ahora es como se sentía un número de personas igualmente grande, tal vez aún mayor, en los pasados ocho años. Aquellos que tienen una inclinación por la libertad lo sienten todo momento, sin que importe quien acabe en el cargo. Reflexionad sobre ello, sentidlo, entendedlo, apropiáoslo.

Antes de que os equivoquéis, no estoy intentando restregaros por la cara la derrota de vuestra candidata o apoyar al presidente electo Donald Trump. En general, comparto vuestro dolor y frustración, solo que por una razón completamente distinta. Lo que estáis sintiendo, esta desesperanza, esta sensación de que ya no estáis representados, esta sensación de que otros pueden ahora dictar vuestro modo de vida, todo esto es un resultado la expansión masiva del gobierno federal. Las elecciones hace tiempo que dejaron de ser votar por alguien que tú piensas que representa el estilo de vida que quieres vivir y, en la práctica, son un ejercicio de determinación de si conseguirás o no imponer a otros tu estilo de vida preferido.

Esta es la naturaleza de las elecciones, especialmente del método de escrutinio mayoritario uninominal utilizado en Estados Unidos. Este sistema, por su propia naturaleza, es uno en el que un grupo de personas disfruta de la capacidad de dictar en la práctica a aquellos que no ganaron cómo han de vivir sus vidas a lo largo del próximo mandato. El efecto de esto sobre la frustración del votante, que se manifiesta como división cultural, no hace más que magnificarse cuanto más poderoso se hace ese gobierno. Un gobierno federal débil produciría poca división, porque hay poco a dividir. Un gobierno federal fuerte produciría mucha división, ya que hay mucho a dividir. No hay que decir que un gobierno absoluto crearía una división absoluta, mientras que la ausencia de gobierno no produciría ninguna división porque no hay ningún riesgo de que tu vida esté dictada desde poblaciones lejanas. Cuando sumamos los factores de distancia geográfica y diversidad cultural, acabamos con un terrible proceso de calumnias en el que a la gente le desagradan activamente ambos candidatos y el electorado se ataca abiertamente entre sí a lo largo del proceso político, completando el proceso de división. Esto no desaparecerá con vagos llamamientos al comportarse civilizadamente, estar unidos o mirar adelante. Un grupo u otro siempre se sentirá apartado e ignorado, ya que las personas en el cargo solo representan verdaderamente a los que les eligieron.

Sin embargo, no tenéis que desesperar. El movimiento de la libertad tienen las respuestas que buscáis, no sólo para distanciaros del riesgo futuro de ser dictados desde poblaciones distantes y de las angustias políticas, sino también del poder seguir las políticas y estilos de vida que preferiríais más rápida y ágilmente y sin tener que luchar por ello contra nadie.

Opción 1: Reclamad a vuestros representantes que cierren Washington

Nada de lo que Obama sancionó como ley o creó a través de un decreto regulatorio tuvo que hacerse a nivel nacional. Ni la Affordable Care Act. Ni el aumento de los salarios mínimos. Ni la identificación de tipos fiscales. Ni las agencias regulatorias. Ni siquiera los cupones de comida ni diversos otros programas sociales. Nada de esto tenía que hacerse en Washington. Todo esto podía hacerse a nivel estatal e incluso localmente. Para demostrarlo, Colorado tuvo la oportunidad de crear el primer sistema de atención sanitaria de pago único al estilo europeo. Si se hubiera aprobado el referéndum, los residentes en Colorado podrían haber podido copiar el modelo canadiense de atención médica. Y habría sido completamente legal y se habría llevado a cabo sin tener que recoger las opiniones de 320 millones de personas o imponerlo a los residentes de otros estados que no lo hubieran querido.

Sin embargo, como señala el artículo enlazado, el referendo fue rechazado basándose en que no podía financiarse suficientemente. Esto no se debe al argumento habitual de que toda la nación tenga que verse afectada y para permitírselo. Colorado es más rico que la media nacional, así que Colorado en realidad tendría que acabar teniendo que pagar a los residentes de otros estados si ese plan se hiciera nacional. ¿Por qué entonces esta ley es imposible fiscalmente en el entorno actual? Principalmente porque el gobierno federal ya se está quedando para sí mismo todos esos recursos.

De media, el gobierno federal consume el 50% de todos los impuestos pagados en este país. Esto significa que, si la media es aplicable a Colorado, y el estado probablemente se vea más perjudicado debido a estar en el tramo de las rentas más altas, sus residentes envían 1$ en impuestos al gobierno federal por cada 1$ en impuestos que recauda de ellos y que van a los gobiernos estatales o locales. En otras palabras, los residentes en colorado no tienen nada que decir sobre cómo se usa la mitad esos recursos fiscales. Lo que es peor, los residentes de Colorado probablemente administrarían mejor exactamente los mismos programas y lo harían por menos, porque la mayoría de los programas federales hacen poco más que devolver el dinero a las agencias estatales equivalentes. Esto significa que tu estado tiene que cubrir la supervisión de 2,7 millones de empleados federales cuyo único propósito es tomar el dinero de tu estado y luego devolverlo con órdenes de cómo gastarlo.

Eliminando estos programas completamente a nivel nacional y utilizando los sistemas existentes de vuestro estado, podéis evitar cualquier trastorno a los programas y también disfrutar de un proceso menos caro. En lugar del gobierno federal recolectando su libra de carne, la enviaríais a la capital de vuestro estado. Esto no solo os permite continuar las políticas e incluso enmendarlas y ajustarlas más fácilmente sin tener que convencer a 59 senadores más, cientos de representantes de la cámara y un presidente en el cargo, junto con una burocracia desconocido y distante. Todo lo que tenéis que hacer es pedírselo a vuestro representante estatal, que probablemente esté mucho más dispuesto a hablar con vosotros que el senador que enviasteis a Washington. Esto tiene otra ventaja adicional, que es que las personas que viven en el estado cercano no van a sentirse amenazadas por vuestra filosofía política, porque están seguras sabiendo que cualquier sistema bajo el que decidáis vivir no les afectará si deciden que no lo haga.

Opción 2: Independencia

Este es un proceso más extremo, pero también es válido y permite a personas más culturalmente compatibles tener una opción más fuerte de autodeterminación. Esta estrategia además elimina las posibilidades de tener una estructura centralizada de poder que usurpe los deseos de vuestro grupo más culturalmente compatible por grupos incompatibles de otro lugar. Si se mira al mapa de las elecciones de 2016:

Podemos descubrir que, como mínimo, salvo por un par de huérfanos en forma de Nuevo México, Denver, Minneapolis y Chicago, EEUU está perfectamente preparado para movimiento de secesión que divide a la nación en al menos tres entidades distintas.

Esto permitiría un mayor nivel de libertad para los residentes de estas tres entidades recién formadas. Además, esta división es más que posible por su tamaño económico. A los efectos de este ejercicio, llamaré a las tres nuevas naciones Cascadia (Washington, Oregón, California, Nevada y pongamos allí a Hawái), Nueva Inglaterra (todos los estados azules desde Virginia hasta Maine) y Estados Unidos (todos los demás). Si EEUU se dividiera en estas tres entidades, he aquí cómo se verían las 20 primeras naciones por PIB:

Estas nuevas naciones se clasificarían segunda, cuarta y sexta en el PIB mundial y dos de ellas, USA y Cascadia, estarían a solo un año de crecimiento de subir en la clasificación.

Un beneficio adicional de la secesión es la capacidad de armonizar aún más la nueva nación con prácticas comerciales, política de inmigración, política exterior, gasto militar, sistemas judiciales y política monetaria más deseables. Estas entidades descentralizadas incluso tiene la opción de alterar cómo funciona el propio gobierno, como prescindir de identidades estatales individuales, eliminar el colegio electoral y aplicar un sistema de voto directo o incluso convertirse a un sistema parlamentario de estilo europeo. La secesión permite una mayor autodeterminación que se echa de menos en el sistema actual.

O podéis continuar funcionando igual y esperar que suficientes votantes cambien de opinión y decidan que quieren volver a vuestra filosofía de manera que recuperéis vuestro turno imponiendo muestra estilo de vida a otros y asumiendo el riesgo de convertiros en secundarios en donde realmente no tengáis representación o voz real en cómo vivir.

En todo caso, el movimiento de la libertad puede ser un fuerte aliado para permitiros evitar tener que soportar otro mandato de Donald Trump y forjar vuestro propio destino sin todas las peleas y divisiones que conlleva un ciclo moderno de elecciones estadounidenses.


El artículo original se encuentra aquí.

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