Planet Earth y la tiranía de la madre naturaleza

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La serie Planet Earth II de la BBC es uno de los más bellos documentales de naturaleza nunca producidos. Pero aunque el mundo que captura es maravilloso y está grabado con un detalle increíble, no es uno en el que le gustaría vivir a la mayoría la gente. Un tema en particular se repite a lo largo de cada episodio: las duras condiciones que soportan los animales en libertad. Desde las islas tropicales a lo alto de las montañas a los áridos desiertos, casi todas las especies (e incluso los depredadores más fieros) afrontan una batalla constante y brutal por la supervivencia.

Al revelar este mundo, Planet Earth II revela inintencionadamente un excelente ejemplo de la diferencia entre el tipo de competencia que tiene lugar en la naturaleza y el tipo que tiene lugar en la economía de mercado. Es especialmente un caso de estudio de la diferencia entre lo que Mises llamaba “competencia biológica” y “competencia cataláctica”. Estos conceptos muestra la dura realidad de la vida salvaje, comparada con los beneficios de la sociedad humana y la división del trabajo.

La competencia biológica es la ley de la jungla. Solo los fuertes sobreviven y la ganancia de un animal es la pérdida de otro. Mises explica que en la naturaleza

Los medios de subsistencia son escasos. La proliferación tiende a superar la subsistencia. Solo sobreviven las plantas y animales más dotados. El antagonismo entre un animal muriéndose de hambre y otro que le quita la comida es implacable. (1949, pp. 273-274)

Sin embargo, este tipo de competencia es muy distinto del que existe como resultado de la colaboración humana:

La cooperación social bajo la división del trabajo elimina esos antagonismos. Sustituye la hostilidad por sociedad y mutualidad. Los miembros de la sociedad se unen en una aventura común. (1949, p. 274)

Los seres humanos están en una situación única para colaborar sistemáticamente para construir órdenes sociales basados en la cooperación en lugar de en una explotación violenta. La división del trabajo nos permite escapar de la lucha desesperada que la naturaleza impone a otras especies. La competencia cataláctica (competencia del intercambio) remplaza la lucha por la supervivencia por un sistema mutuamente beneficioso de producción e intercambio pacíficos: la economía de mercado.

Podéis pensar que la distinción entre competencia social y natural sería obvia, pero por desgracia raramente lo es para los críticos de los mercados libres. Por ejemplo, se sigue creyendo por lo común que la economía de mercado es un juego de suma cero explotador de por sí, en el que los “perdedores” se ven injustamente empobrecidos y marginados a costa de los “ganadores”. En otras palabras, la competencia del mercado es una especie de variación de la competencia biológica. Y así no es sorprendente que el proteccionismo y la redistribución de riqueza parezcan soluciones naturales a la guerra entre los que tienen y los que no tienen.

Pero, por supuesto, este retrato de la sociedad comercial es extremadamente engañoso. Sería más apropiado decir que la competencia del mercado es como una escaramuza amigable entre unos que tienen y otros que tienen. En concreto, la competencia entre empresarios enriquece a todos los miembros de la sociedad al permitirles negociar sin conflictos. En lugar de un asunto de vida o muerte, la competencia de mercado es una lucha por ver qué empresarios pueden hacer mejor trabajo a la hora de aumentar el bienestar de otros:

La economía de mercado, la conferencia se manifiestan los hechos de que los vendedores deben superarse entre sí ofreciendo bienes y servicios mejores o más baratos día en que los compradores deben superarse entre sí ofreciendo precios más altos. (1949, p. 274)

De hecho, incluso los empresarios fracasados se benefician del proceso de mercado, porque, como consumidores, tienen acceso a los frutos de los trabajos de empresarios con más éxito. Pueden quedarse sin negocio, pero se benefician de la mayor riqueza creada por sus rivales, que deben producir una corriente de bienes y servicios de cantidad y calidad creciente a precios cada vez más bajos. Mientras no existan barreras al comercio, incluso un empresario fallido puede siempre intentar volver al juego.

Cuando la expresamos de esta manera, la distinción entre competencia biológica y cataláctica no parece tan rompedora. Después de todo, sería absurdo confundir a un tendero gritando el precio las manzanas con un terrible depredador desafiando a rivales en una batalla a muerte. Ese es esencialmente el tipo de confusión que realizan muchos críticos del mercado cuando retratan el comercio como un juego de suma cero. Solo demuestra lo importante que es que aclaremos incluso nuestras suposiciones más básicas acerca de lo que significa ser criaturas sociales. Solo una cooperación social pacífica nos permite aprovechar las ventajas de las mejores partes de la vida humana y escapar de la tiranía de la competencia biológica.


El artículo original se encuentra aquí.

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