Dos retratos de la Guerra Estadounidense de Secesión

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He aquí dos retratos de personajes famosos de la Guerra de Secesión:

El primero es un demócrata. Políticamente era todo lo contrario de Abraham Lincoln y el nuevo Partido Republicano. Era fervientemente partidario de la esclavitud. Apoyaba la Constitución Lecompton, que buscaba hacer de Kansas un estado esclavista y estaba a favor de la sentencia Dred Scott, que rechazaba el Compromiso de Missouri y abría a la esclavitud incluso los territorios del norte.

En 1860, esta persona asistió a la Convención Demócrata. Después de que el partido se dividiera y nominara a dos rivales para la presidencia, apoyó a Jefferson Davis. Después de la división entre los demócratas del norte y el sur, apoyó al candidato sureño, John C. Breckinridge, en lugar del más moderado norteño, Stephen Douglas.

Nuestro segundo personaje parece completamente distinto. Es un oficial de la Unión que trabajó para reclutar voluntarios para la causa del Norte. Llevó un regimiento a Washington para defender la capital. Su acción rápida contra el Sur el valió una promoción a general y se le puso al cargo de Fort Monroe. Mientras dirigía el fuerte, el general invocó reglas internacionales de guerra para declarar “contrabando” a los esclavos fugitivos de Sur, emancipándoles en la práctica, a pesar de que incluso el presidente Lincoln estaba obstaculizando acciones similares de sus otros generales intentando capitular ante los dueños sureños de esclavos.

Pero este general de la Unión fue brutal con el Sur. En Nueva Orleáns se le llamaba la “bestia”. Cuando fue puesto al mando de la metrópolis del Sur, una de sus primeras acciones fue ejecutar a William Mumford por su audacia en arriar la bandera de Estados Unidos. Los sureños le veían ser cada vez más cruel, pero personificaba la imagen de un patriota del Norte. Jefferson Davis, que tuvo el apoyo político del primer personaje, dirigió su ira contra este segundo publicando una lista de sus crímenes contra sureños, esperando fútilmente enfurecer al Norte.

Sin un conocimiento previo de estos detalles respectivos, la gente podría pensar en varios personajes que podrían ajustarse a uno de estos respectivos retratos de personajes. Sin embargo, lo más cierto es que, para cualquiera que esté familiarizado con la explicación habitual de la Guerra de Secesión, estos dos personajes son completamente opuestos.

Por supuesto, la realidad es que la explicación habitual (al menos la que se enseña en la mayoría de las escuelas públicas) es inadecuada.

Como puede que hayáis adivinado en este momento, ambas personas descritas antes son la misma persona: el general de la Unión, Benjamin Butler. Aunque era originario de Massachusetts, era un sureño demócrata tan favorable a la esclavitud como podáis imaginar. El hecho era que fuera, técnicamente, un norteño no le impidió tampoco unirse a la Confederación como Jefe de Intendencia, a cargo de la supervisión de fabricación de armas y munición.

Benjamin Butler es un caso de estudio. Es solo un ejemplo, por supuesto, y los defensores de la historia habitual señalarán esto alegremente. Los factores envueltos en el estallido de la Guerra de Secesión son complejos y variopintos. Pero Butler es un importante ejemplo del que es, desde la perspectiva del Norte, probablemente el factor más importante que impulsó a la gente a apoyar la guerra: el nacionalismo.

Por supuesto, a mediados del siglo XIX, nacionalismo significaba unionismo. Butler fue un caso extraño debido a su inusual apoyo de los demócratas sureños como hombre del Norte, pero su nacionalismo no es excepcional. Durante décadas, los líderes políticos del Sur estuvieron amenazando con la secesión y durante décadas los líderes del Norte habían respondido que la desunión podía llevar a la guerra.

En 1850, Daniel Webster, un congresista del Norte (que fue tildado de “satánico” por los abolicionistas neoyorquinos por su apoyo a la Ley de Esclavos Fugitivos), tomó la palabra en el Senado y respondió a las amenazas de desunión proclamando: “No diré que podría producir la destrucción de la Unión; pero, señores, veo claramente como veo al sol en el cielo que se debe producir esa destrucción: veo que debe producir guerra y no describiré qué guerra”.

Es verdad que ningún acontecimiento histórico puede explicarse completamente con una sola causa. Sin embargo, eso no significa que un solo factor no pueda ser dominante a la hora de influir en dicho acontecimiento. Después de la secesión del Sur, muchos en el Norte (especialmente el gobierno controlado por los republicanos) se lanzaron a la guerra. Pero no fue su oposición a la esclavitud lo que impulsó su acción: fue el nacionalismo.


El artículo original se encuentra aquí.

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