El proteccionismo es mucho más que nacionalismo

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Los luchadores por la libertad en todo el planeta son conscientes de la aparición de nuevos y serios ataques contra libre comercio. Hay acuerdos bilaterales que “armonizan” regulaciones y pueden favorecer el capitalismo de compinches, aranceles agrícolas políticos europeos que protegen a los granjeros, quejas nacionalistas populistas y de la derecha alternativa contra la deslocalización de empresas y así sucesivamente.

Esta corta lista de ejemplos recuerda sin embargo que el proteccionismo no es solo un asunto o de partidos nacionalistas populistas que derivan de la rivalidad entre estados-nación y el miedo a los “enemigos” extranjeros. No deriva necesariamente de preocupaciones nacionalistas, sino que puede ser sencillamente un resultado de una política normal de intereses especiales como pasa con la Política Agrícola Común, que subvenciona los granjeros europeos para producir cosechas que se cultivan a menudo de forma más barata en los países en desarrollo.

Por desgracia, muchos países continúan siendo inconscientes de la multitud de casos menores de proteccionismo comercial, basados en regulaciones que están pensadas para beneficiar a gremios o algún tipo concreto de interés comercial.

¿Qué es el proteccionismo?

Una medida proteccionista tiene el objetivo de servir de escudo a un negocio o sector frente a los cambios espontáneos en el mercado que puedan afectarle.

Los mercados no intervenidos, como señalaba Mises en La mentalidad anticapitalista, se basan en la “democracia” del mercado, porque consumidores y empresas son libres de intercambiar productos y servicios. Así, cada acción del mercado es un referéndum sobre el valor de cada negocio o sector.

No existe un efecto de arriba abajo, sino pura espontaneidad construida sobre acciones voluntarias. Sin embargo, los consumidores pueden cambiar de idea acerca de cualquier negocio en cualquier momento. Las razones son diversas: pueda haber un producto más avanzado ofrecido por otros. Los consumidores pueden pensar que la calidad es mayor en los competidores. Nuevos empresarios pueden ser capaces de ofrecer precios más bajos. Algunas empresas pueden responder a estos retos con innovaciones propias. Pero otras pueden referir no hacer nada más que reclamar la “protección” del gobierno.

Los “gremios” (por usar un término europeo) empresariales han evolucionado desde el estatus de las redes de ayuda mutua romana precristiana a grupos de personas dedicadas al mismo trabajo que buscan monopolios concedidos por el gobierno. Estos favores concedidos por el gobierno les otorgan una excepción ante la disciplina del mercado.

Funciona así:

Primero, los consumidores podrían apreciar servicios como BlaBlaCar, AirBnb, Uber, Chicfy, Amovens, SocialCar y Cabify. Estos servicios proporcionan lo que los consumidores perciben como servicios más baratos y a menudo de mejor calidad.

Pero taxistas y dueños de hoteles se sienten amenazados por estos nuevos productores, así que buscan prohibir la competencia declarando ilegal el alquiler de apartamentos a corto plazo y los servicios de taxi sin licencia.

Otros intentos de prohibir la competencia incluyen “prohibir la venta en domingos”. En algunos casos, los defensores de la prohibición acuden a consideraciones religiosas, como en Polonia. Con la excepción del caso religioso que se ha producido recientemente en Polonia, los gobiernos de izquierdas son totalmente escépticos hacia la liberalización de las ventas en general. En España, por ejemplo, los gobiernos continúan restringiendo las horas de venta para beneficiar a ciertos grupos de dueños de pequeños negocios que no quieren competir con negocios más grandes, que tienen más facilidad para proporcionar servicios siete días a la semana.

Naturalmente, estos políticos no confían en los propios compradores para que compren cuando los resulte mejor o elijan limitar sus compras a vendedores más pequeños, como deberían hacer.

Sin embargo, en último término todo rechazo de liberalizar opciones para los consumidores se enfrenta a un enemigo imbatible en forma de comercio electrónico, proporcionado por empresas como Amazon y Zalando. Las restricciones políticas a los comerciantes locales solo ayudarán a que los comerciantes electrónicos obtengan beneficios aún mayores, al verse los compradores obligados a acudir a negocios en línea cuando las tiendas están cerradas los domingos por ley. Las restricciones solo destruyen empleos y ponen obstáculos al crecimiento de empresas físicas que buscan servir mejor a los consumidores.


El artículo original se encuentra aquí.

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