La política práctica de Murray Rothbard

0

[Jack Hunter es el co-autor de “The Tea Party Goes to Washington” por el senador Rand Paul y escribe el blog Paulitical Ticker para la campaña de Ron Paul 2012. Las opiniones presentadas en este ensayo son las suyas y son independientes de cualquier campaña u otra organización.]

Norman Singleton es el director legislativo del congresista Ron Paul. Ha trabajado para el Dr. Paul desde 1997. Una vez al mes, Norm y yo nos reunimos en Bailey’s Pub & Grill en Arlington, Virginia, para discutir dos temas: lucha libre profesional y política libertaria.

La primera es la razón principal de nuestras reuniones. Bailey’s ofrece mensualmente un evento pay-per-view de la WWE, que disfrutamos a fondo acompañados con cerveza fría y alitas de pollo. Es de largo el tema más serio que discutimos.

Nuestras discusiones sobre libertarismo, o sobre el “movimiento de la libertad” inspirado por Ron Paul al que Norm y yo pertenecemos, son siempre interesantes. Norm es un libertario empedernido. Yo soy más tradicionalmente conservador. Qué tan radical somos respecto a nuestra posición política a veces difiere. Qué tan prácticos somos en avanzar lo que algunos consideran posiciones “radicales” no lo hace.

El economista austriaco Murray Rothbard fue una de las mentes libertarias más brillantes de todos los tiempos. Rothbard también fue considerado uno de los libertarios más radicales de su tiempo. Hoy en día, la filosofía pura, sin adulterar y anti-estatista de Rothbardes celebrada por libertarios como heroica e inigualable.

Pero Rothbard fue también muy práctico acerca de la política. Basado en una reciente discusión que habíamos tenido acerca de las tensiones inevitables que vienen con llevar el movimiento de la libertad hacia el mainstream, Norm trajo a mi atención algunas columnas antiguas de Rothbard de su colección personal.

Mientras que algunos libertarios radicales evitan por completo la política, creyendo que pone en peligro su pureza filosófica, o que la educación por sí sola traerá con el tiempo a la mayoría de la gente a la filosofía de la libertad, Rothbard disentía. Escribió en 1981:

No veo ninguna otra estrategia concebible para alcanzar la libertad que la acción política. La conversión religiosa o filosófica de cada hombre y mujer sencillamente no va a funcionar; esa estrategia pasa por alto el problema del poder, el hecho de que millones de personas tienen un interés personal en el estatismo y no es probable que renuncien a él…. La educación en la libertad es vital por supuesto, pero no es suficiente; también hay que iniciar acciones para hacer retroceder el Estado…

La cita anterior no debería causar sorpresa para nadie remotamente familiarizado con Rothbard. Mi aspecto favorito de Rothbard es que durante toda su vida nunca le fue suficiente simplemente ser más radical que sus compañeros libertarios—Rothbard quería tomar acciones políticas.

La política se trata de hacer alianzas, crear coaliciones, y mercadear tu mensaje de una manera que las masas puedan entender, asimilar y aceptar. Si tu propósito, intencionalmente o no, es repeler o rechazar a las masas, entonces no sirve ningún propósito estar en política. Si no estás tratando de hacer que tus ideas se vuelvan cultura principal, entonces la filosofía se convierte en una mera nota académica. Rothbard escribió:

Para que la libertad triunfe en los Estados Unidos (y eventualmente en todo el mundo) el libertarismo debe convertirse en un movimiento de la corriente principal, convirtiendo si no a la mayoría, por lo menos a una gran minoría crítica de estadounidenses.

Rothbard no sólo ayudó a fundar el Cato Institute, sino que también estuvo muy involucrado en el Partido Libertario en los años 1970 y 80. En los primeros días del Partido Libertario, Rothbard identificó rasgos de personalidad contraproducentes o tendencias perjudiciales que a menudo afligían a su movimiento. Un movimiento dedicado a cuestionar al Estado podría a veces desviarse en algo más cercano a la paranoia. Un movimiento dedicado a estar en contra del establecimiento puede degenerar en que sus miembros rechacen las normas sociales por hábito, por tanto situándose a sí mismo como contrario al propio pueblo estadounidense (los votantes).

Escribió Rothbard en 1987:

Pero aquí nos enfrentamos a un problema interno y a una paradoja, no sólo para los libertarios, sino para cualquier movimiento ideológico radical y minoritario. Por cuanto los movimientos marginales atraen a personas marginales. Estos movimientos están llenos de lo que los alemanes llaman luftmenschen, personas que no tienen un empleo estable, ingresos, o medios visibles de apoyo; la clase de gente que instintivamente aliena a los estadounidenses burgueses de la cultura dominante, no tanto por el contenido de sus ideas, sino por su estilo, falta de ataduras, y “contracultura”.

Rothbard también observó cómo este tipo de personas del movimiento podrían reaccionar si se les presentara la posibilidad de éxito tangible en el mainstream:

Si surgiera una oportunidad seria… para que el movimiento hiciera un gran salto hacia la América promedio, hacia una influencia genuina en nuestra sociedad, ése luftmenschen libertario va a reaccionar no con entusiasmo, sino con temor y temblor. Porque mucho mayor que su amor profeso a la libertad es su hostilidad a la burguesía de América.

Rothbard notó:

Tal como un observador crítico del partido ha acusado duramente: ‘quieren que el Partido sea un club social para locos’.

Finalmente, Rothbard quería que sus compañeros libertarios se pregunten a sí mismos:

Bueno, ¿queremos que el libertarismo gane, que logre una gran mella en Estados Unidos, o no? Si no queremos ganar, ¿para qué estar en un partido político en absoluto? ¿Por qué no simplemente formar un club social y olvidarse de la victoria? Y si realmente estamos dedicados a la libertad, ¿cómo podemos no hacer nuestro mejor esfuerzo para que la libertad gane? ¿Somos realmente libertarios, o solamente estamos jugando?

Esto es más que una buena pregunta—es “la” principal pregunta para lo que Rothbard describió como “cualquier movimiento ideológico radical y minoritario”.

¿Solamente estamos jugando?

Siempre he pensado que el éxito para el movimiento de la libertad se medirá de acuerdo a cuán eficaz seamos en llevar nuestras ideas a la cultura principal. Creo que esta opinión representa a la mayoría del movimiento de la libertad.

Pero también creo que hay personas que ven el éxito en la cultura principal como una derrota. Rothbard no sólo disentía con vehemencia, sino que creía que estos sentimientos siempre serán contraproducentes para cualquier éxito político potencial. Estaba en lo cierto. Rothbard también creía que algunas personas, ya sea intencional o temperamentalmente, simplemente no tienen ni la intención ni el deseo de lograr alguna vez éxito político; simplemente quieren mantener el movimiento para sí mismos, y para ellos mismos, sin ningún propósito discernible más que reforzar su propia identidad filosófica. Al identificar y atacar a este rasgo de carácter Rothbard estaba, de nuevo, en lo correcto.

Los movimientos ideológicos minoritarios pueden tener un gran éxito. Rothbard creyó esto durante toda su vida. Pero para lograr el éxito deben convertirse en algo más que en movimientos de minorías ideológicas. Gracias a Ron Paul, el movimiento de la libertad está cosechando grandes éxitos. Algunos, inevitablemente, seguirán viendo este éxito como una derrota.

Murray Rothbard no hubiera estado entre ellos.


Traducción por Roberto Andrade.

Print Friendly, PDF & Email