Los aranceles contra el “dumping” chino dañan a los consumidores estadounidenses

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[Este artículo se escribió originalmente en noviembre de 2017]

Durante años, los intereses especiales han reclamado al gobierno de EEUU que “nivele el terreno de juego” en forma de aranceles, tasas y otras medidas anticuadas. Demócratas y republicanos por igual han aireado sus quejas acerca del déficit comercial, refunfuñando acerca de exportadores dañando a los trabajadores estadounidenses inundando el mercado con bienes baratos. Estas quejas están muy mal dirigidas.

A lo largo de la última década, China ha sido acusada de inclinar a su favor el comercio internacional. ¿Es verdad? No, se puede demostrar que es falso, ya que las exportaciones subvencionadas de Pekín benefician enormemente a los consumidores estadounidenses, mucho más que la población china.

Pero no se puede decir esto al gobierno de EEUU.

A finales de octubre, el Departamento de Comercio anunciaba que China hacía dumping en el papel aluminio en el mercado de EEUU, vendiendo los productos a “precios injustamente bajos”.

Sin embargo, la política comercial bajo Trump no ha sido demasiado diferente de la de sus predecesores. Quien controla los acuerdos comerciales se ha olvidado del impuesto del 35% del presidente Obama sobre los neumáticos chinos y el impuesto del 20% del presidente George W. Bush sobre el acero importado.

EEUU fija aranceles contra el dumping

Antes de la escala de Trump en Pekín en su gira de 12 días por Asia, el gobierno de EEUU impuso aranceles que iban del 96,81% al 162,24% sobre el papel de aluminio chino. El informe preliminar determinaba que China hizo dumping por un total de casi 400 millones de dólares en importaciones de papel aluminio en el mercado de EEUU en 2016 a precios muy bajos.

En agosto, EEUU instituyó unos aranceles preliminares de hasta el 80,97% sobre el papel de aluminio chino. El Departamento de Comercio afirmó que las subvenciones estatales ponían en desventaja a los productos estadounidenses.

A China no le ha gustado la decisión y la ha descrito como “métodos erróneos”. El Ministro de Comercio de China confirmó que “adoptaría las medidas necesarias” para proteger a sus industrias nacionales presentando una demanda siguiendo los protocolos de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Wang Hejun, funcionario del ministerio, dijo que EEUU no solo está perjudicando a las empresas chinas, sino violando normas comerciales multilaterales. Dijo en unas declaraciones:

Pedimos a Estados Unidos que cumpla fielmente con sus obligaciones internacionales y adopte acciones reales para corregir sus métodos erróneos.

Parece que Estados Unidos no cederá. Como parte del mandato de la administración Trump de rebajar el déficit comercial y estimular las exportaciones, el Departamento de Comercio ha impulsado 77 investigaciones contra el dumping y los aranceles contrarrestadores, un 61% más que en 2016, desde el 20 de enero.

Dicho esto, Hejun debería haber dado un paso más: debería haber mencionado que EEUU está dañando a los consumidores estadounidenses.

Los consumidores estadounidenses pagarán los aranceles

Cada vez que un proteccionista realiza una aproximación moderna al mercantilismo fijando aranceles e impuestos a empresas extranjeras, los medios de comunicación normalmente informan que el adversario será la víctima de dichos gravámenes. Falso. Normalmente es la población bajo el gobernante proteccionista la que lo sufre.

Tomemos como ejemplo el papel de aluminio chino, que se usa principalmente para cocina y aplicaciones industriales, como calefacción y aislamiento.

Es probable que el gobierno chino subvencione la fabricación de papel de aluminio, haciendo que sea mucho más barato en el mercado de EEUU. Por desgracia, ahora que EEUU ha puesto un impuesto exorbitante sobre el papel aluminio, ya no será asequible, lo que supone un gravamen sobre los clientes estadounidenses.

Además, las empresas chinas no serán las únicas que paguen los aranceles. Como pasa cuando se aumentan los impuestos en cualquier negocio, los clientes tendrán que pagar precios superiores.

En mayo, Liberty Nation informaba de que la administración Trump aplicaría un arancel del 20% a las importaciones de madera de coníferas de Canadá. Los medios de comunicación dijeron continuamente que los madereros canadienses sufrirían, pero el presidente añadió un arancel del 20% al pueblo estadounidense. Los precios de la vivienda podrían aumentar, la construcción inmobiliaria disminuir y miles de trabajadores de la construcción perderían sus empleos.

Aranceles, tasas y otros impuestos los pagan en buena parte los compradores importadores, no solo las empresas exportadoras.

Las subvenciones chinas ayudan a los consumidores estadounidenses

Seamos sinceros: Pekín subvenciona sus exportaciones, ya sea mediante políticas fiscales o manipulaciones de la moneda. Superficialmente, podría haber motivos de preocupación. Pero una vez que escarbamos un poco apreciamos que esto favorece a las clases empobrecidas y medias estadounidenses.

El objetivo en el comercio es conseguir más por tu dinero. Si alcanzas ese objetivo, eso te favorece.

Esto es precisamente lo que está ocurriendo hoy en EEUU. Debido a las intervenciones en el mercado por parte de China, millones de estadounidenses están comprando más con sus billetes verdes, aumentando sus rentas reales. La gente que está pagando esto son los ciudadanos chinos, a los que se obliga a soportar los impuestos para subvencionar la industria y, como señalaba recientemente el economista Don Boudreaux, “a sudar más y a sacrificar más recursos de los necesarios para adquirir productos importados”.

Cuando Trump estaba celebrando la semana “Made in America” este último verano, el senador Rand Paul señaló muy bien algo importante:

Saben, creo que todos tenemos este objetivo de comprar estadounidense, pero tenemos que pensárnoslo.

Solía ser una camisa, una camisa normal con botones normales, que podía costar tal vez 20$, 25$ y puede que todavía existan. En Wal-Mart valen 7$. Pero ese ahorro permite a la gente de clase trabajadora tener ahorro para conseguir un televisor, irse de vacaciones, comprar gasolina para su camión. Así que el comercio es en realidad algo bueno.

China esta proporcionando mucho a EEUU en forma de ayuda económica.

Dejar de preocuparse por los déficits comerciales

En los primeros nueve meses de 2017, el déficit comercial EEUU-China asciende a 405.200 millones de dólares, comparado con los 370.700 millones durante el mismo periodo un año antes. La diferencia comercial ha estado bajando desde abril, ampliándose por debajo de los 43.000 millones en septiembre.

¿Pero por qué nos preocupan tanto los déficits comerciales?

El economista Murray Rothbard sugería que “déficit” tiene una connotación negativa (déficit presupuestario). Cuando alguien ve la CNN y se le dice que EEUU tuvo un déficit comercial de 50.000 millones de dólares con Vietnam, se siente molesto por ello. Un déficit comercial de 405.000 millones de dólares es muy distinto de un déficit presupuestario de 405.000 millones de dólares.

Otra idea es que los medios de comunicación y los políticos presentan el asunto como si China comerciara con EEUU y viceversa, Fuera de los acuerdos comerciales corporativistas, son las personas y las empresas las que comercian entre sí, no los gobiernos. No importa si tiene una etiqueta de “Made in Mexico” o “Made in Canada”: están comprando a una empresa mexicana o canadiense.

Si EEUU está comprando 400.000 millones de dólares más en bienes de China que China de EEUU, alguien tiene que tener 400.000 millones de dólares. Los guardan inversores y empresas extranjeras, lo que levanta la divisa y da a los estadounidenses más poder adquisitivo en el mercado internacional.

Al final, no deberíamos preocuparnos demasiado por el déficit comercial. Pensadlo así: posees una ferretería y vas a menudo a la tienda de comestibles al otro lado de la calle cuatro veces al mes. Por el contrario, el dueño de la tienda solo compra en la tuya cuatro veces al año. Hay un déficit comercial: gastas más en el supermercado de lo que el supermercado gasta en tu ferretería.

¿Es esto malo? No.

Demócratas y republicanos tienen que superar esta obsesión mercantilista sobre el desequilibrio comercial. Los estadounidenses no solo se están beneficiando de productos baratos subvencionados, sino que además es un intercambio libre voluntario entre comprador y fabricante. Cada vez que un burro o un elefante aúlla pidiendo que se nivele el terreno de juego, ya sabéis que quieren que el terreno de juego se incline a su favor y no al de ninguno más.


El artículo original se encuentra aquí.

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