James Buchanan, sobre el individualismo metodológico y el proceso de mercado

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[Extraído de The Subjectivist Roots of James Buchanan’s Economics (1990)]

Tal vez la aplicación del individualismo metodológico sea lo que más separa a las escuelas austriaca y de la elección pública de la mayoría de las demás. La idea de que el individuo deba ser la unidad de análisis ha alejado los economistas austriacos y de la elección pública de los errores de lo que podría llamarse economía colectivista. Por ejemplo, los austriacos han revelado una gran cantidad de tonterías macroeconómicas debidas al hecho de que la teoría keynesiana ignoraba en buena parte los problemas de la agregación. La concepción austriaca de los mercados, basada en la interacción entre individuos y a la “propensión al trueque y el intercambio” propia del hombre es asimismo más útil e informativa, en mi opinión, que el modelo de competencia perfecta.

Buchanan y otros teóricos de la elección pública han mejorado enormemente nuestra comprensión del proceso político descartando la visión “orgánica” de la acción colectiva, que describe al gobierno, más o menos, como un déspota benevolente, tomando decisiones que se supone que son de interés público.

No hace tanto tiempo, en 1968, Buchanan señalaba:

La mayoría (…) de los economistas toman una aproximación distinta de la mía, una que considero al tiempo confundida y errónea. En mi visión del orden social, las personas individuales son las unidades componentes básicas y del “gobierno” y sencillamente ese complejo de instituciones a través de las cuales los individuos toman decisiones colectivas y a través de las cuales un realizan actividades colectivas, en oposición a las privadas. La política es la actividad de las personas en el contexto de dicha institución.[1]

Por supuesto, la profesión económica ha cambiado notablemente desde entonces, particularmente desde la perspectiva de la revolución de la elección pública. El individualismo metodológico ha reemplazado a visiones más colectivistas en círculos académicos.

Sin embargo, está lejos de estar claro que haya sido una “victoria” decisiva. Las funciones de bienestar social siguen embardunando las revistas económicas. Además, no hay escasez de recomendaciones de intervención pública en nombre del mítico “interés público”. Los defensores del individualismo metodológico han conseguido grandes avances, pero la mente colectivista muere lentamente.

Asimismo, Buchanan desde hace mucho tiempo ha sido considerado un defensor de la visión austriaca del proceso del mercado. En este sentido, es más que un “compañero de viaje”: su trabajo ha desempeñado un papel importante en ayudar a distinguir entre la teoría del mercado como un proceso y la teoría neoclásica alternativa del equilibrio competitivo. Así, además de su obra seminal sobre la teoría del coste subjetivo, Buchanan ha ayudado a aclarar la visión austriaca del mercado como un proceso.

En su discurso presidencial de 1963 a la Southern Economic Association, Buchanan explicaba cómo la profesión económica aparentemente había perdido el rumbo al centrarse en la “teoría de la asignación de recursos”. Argumentaba contundentemente que la definición neoclásica estándar de la economía como el estudio de la asignación de medios escasos entre fines en competencia “ha servido para retrasar, en lugar de avanzar en el proceso científico”.[2] Según Buchanan, la razón de esto es que hay muy poco contenido económico en mucha de la economía moderna. Lo que implica demasiado a menudo la economía neoclásica es un problema de cálculo, el cálculo de los precios de equilibrio, por ejemplo, que “para el subjetivista, [resulta] un ejercicio absurdo”.[3]

Un buen ejemplo es la obra del premio Nobel, Tjalling Koopmans, que empezó su carrera trabajando sobre la asignación óptima de una serie de depósitos que transportaban petróleo cruzando el Atlántico durante la Segunda Guerra Mundial. Buchanan califica apropiadamente ese trabajo como ingeniería, no economía, y afirma que debe haber sido “un verdadero subjetivista mucho antes de darme cuenta de que lo era, porque recuerdo pensar en 1946, cuando Koopmans estaba dando clases (…) en la universidad de Chicago, que no parecía haber absolutamente ningún contenido económico en lo que estaba haciendo”.[4]

Buchanan ha tratado de convencer a la profesión económica para que abandone su fijación en los problemas de asignación en sí mismos, pues “si realmente no hay nada más que esto en la economía, podríamos dejársela al matemático práctico”.[5] Esta parece ser la dirección que está siguiendo la profesión, pues “los desarrollos destacados (…) durante las últimas dos décadas consisten en buena medida en mejoras en (…) técnicas de cálculo, en la matemática de la ingeniería social”.[6]

En lugar de convertirse en matemáticos mal formados (al menos para los patrones de los matemáticos profesionales), Buchanan sugería remplazar la teoría de la asignación de recursos por la teoría de los mercados.

Esto requeriría prestar más atención a

una forma particular de actividad humana y sobre las diversas disposiciones institucionales que aparecen como resultado de esta forma de actividad. [Nos referimos al] comportamiento del hombre en las relaciones de mercado, reflejando la propensión al trueque y las múltiples variaciones de la estructura que puede adoptar esta relación.[7]

Estos, ha escrito Buchanan, son los temas apropiados de la economía.

Esta aproximación nos ayuda a entender por qué en una competencia perfecta no hay competencia (ni ningún comercio, por cierto). También revela cómo un mercado no es competitivo por definición, como en el modelo neoclásico, sino que un mercado se convierte en competitivo. “La parte esencial de nuestra disciplina es este proceso de conversión, producido por la continua presión del comportamiento humano en el intercambio, (…) no la putrefacción de la perfección postulada”.[8]

Así que la visión de Buchanan del sistema de mercado puede calificarse apropiadamente como austriaca. Además, nos ha pedido que apliquemos esta misma noción del proceso económico al estudio de las instituciones políticas. Por eso la teoría de la elección pública es en buena parte un estudio de los procesos políticos, con recomendaciones políticas normalmente centradas en alterar procesos institucionales, en lugar de en resultados políticos o estados finales.


El artículo original se encuentra aquí.

 

[1] James Buchanan, “An Economists’s Approach to Scientific Politics”, en M. Parons, ed., Perspectives in the Study of Politics (Chicago: Rand McNally, 1968), p. 78.

[2] James Buchanan, “What Should Economists Do?” Southern Economic Journal (Enero de 1964): 213-222.

[3] James Buchanan, “General Implications of Subjectivism In Economics”, en Geoffrey Brennan y Robert D. Tollison, eds., What Should Economists Do? (Indianapolis, Ind.: Liberty Press, 19791, p. 85.

[4] Ibíd.

[5] James Buchanan, “What Should Economists Do?”, p. 217.

[6] Ibíd.

[7] Ibíd.

[8] James Buchanan, Cost and Choice, p. 83.

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