Teoría de clases y marxismo cultural

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Cuando Karl Marx expone su teoría de la historia, una de las características principales de los actores históricos mecánicos es su “conciencia de clase”. En la doctrina marxista, toda la humanidad en una sociedad capitalista puede dividirse limpiamente en dos clases: el proletariado y la burguesía. El proletariado sería la clase trabajadora explotada y su conciencia de clase acabaría haciendo que se levantara contra la burguesía propietaria del capital, cuya propia conciencia de clase le impulsaría a explotar al proletariado “robando” el producto de su trabajo.

Las falacias abundasen en la teoría marxista, por supuesto. Pero una de las falacias comúnmente señaladas la teoría de clases es que la llamada “clase trabajadora” es imposible de definir claramente. Después de todo, los trabajadores de cuello blanco que comprenden a los empleados de clase media de los tiempos modernos parecen tener características de ambas clases, tal y como las describía Marx. Pero esta crítica, aunque válida, olvida lo más importante la teoría marxista y cómo se desarrolló en el mundo real durante el siglo XX.

Mientras los críticos señalan la imposibilidad de definir claramente las dos clases, olvidan el método muy sencillo de definir y distinguir entre el proletariado y la burguesía que usaba Vladimir Lenin. Como la teoría de Marx dictaba determinísticamente que cada clase mostraría su respectiva “conciencia” (frente a declarar sencillamente que deberían o podrían mostrarla) esta afirmación absolutista da un medio muy claro, aunque sea circular, para determinar qué ciudadanos caen en qué clase. Así que Lenin decidió sencillamente de acuerdo con la doctrina marxista de cualquier ciudadano ruso estuviera acuerdo con sus ideales revolucionarios, independientemente de su situación, era un miembro del proletariado y quien se opusiera a su revolución era, por defecto, un enemigo burgués (con todas las implicaciones violentas esto incluía).

Por supuesto, esto es un razonamiento circular, pero es coherente con el marxismo doctrinario, porque si la teoría de clases de Marx se interpretara dogmáticamente esa circularidad lógica sería válida. Merece la pena subrayar esto debido a la multitud de defensores modernos de Marx que niegan que Lenin fuera un “verdadero” marxista.

En todo caso, esta fue la interpretación de las teorías de Marx que adoptó y aplicó Lenin antes de la Revolución de Octubre de 1917 y tuvo implicaciones tiránicas acerca de cómo nacería la Unión Soviética. Como señalaba que el eminente historiador soviético Martin Malia en su gran obra The Soviet Tragedy:

Sólo existían básicamente dos clases con dos visiones del mundo en la sociedad [según el marxismo-leninismo], el proletariado y la burguesía; si cualquier actor político, cualquiera que fuera su clase de hecho, no tenía conciencia revolucionaria científica era automáticamente un burzhui [la expresión coloquial rusa para “burgués”] y un enemigo. Así que el partido leninista representaba a un proletariado metafísico, no empírico, y esta primacía de la “conciencia” ideológica sobre la vida real era como entendía Lenin la lucha de clases y la fuerza motriz de toda su política.[1]

Como señala Malia, la organización original del partido de Lenin no era un “partido de los trabajadores”, aunque muchos trabajadores campesinos acabaron uniéndose a su revolución. Fue de hecho un partido revolucionario que en buena parte disfrutó del apoyo de “intelectuales mezquinos”, que bajo la mayoría de los patrones se considerarían parte de la burguesía. Solo empleando esta lógica circular de que “el proletariado tiene una conciencia revolucionaria, luego todo el que tenga una conciencia revolucionaria es un proletario” podía Lenin argumentar, de acuerdo con el marxismo, que su partido revolucionario representaba una revolución de los trabajadores.

Pero la falacia lógica de Lenin y Marx y el determinismo histórico tenían implicaciones más terribles que se manifestaron en las atrocidades posteriores durante el siglo soviético. Como continúa Malia en su descripción de los primeros días del partido de Lenin:

Organizativamente (…) el partido tenía la estructura clásica de un partido socialdemócrata, con un comité central elegido por un congreso elegido por comités locales. Son estas características del bolchevismo de 1917 las que se han calificado como “democráticas”. Pero esta democracia existía solo para los miembros de una clase, los trabajadores, y solo para la política dentro del partido. Y en la ideología leninista que prevalecía en esta organización el resto de la sociedad y todas sus organizaciones políticas rivales (incluso otros partidos socialistas) se consideraban enemigos de clase, “burgueses” o “pequeños burgueses”, que por tanto  tendrían que eliminarse una vez que el partido real del proletariado llegara al poder.[2]

Lenin no hacía más que aplicar la teoría marxista a las particularidades circunstanciales de Rusia. Decir, como argumentan algunos neomarxistas, que esta es una lectura sesgada de Marx es sencillamente falso. Marx negaba la posibilidad de una capacidad del trabajador para desviarse de su llamada “conciencia de clase” (aunque algunos miembros de la burguesía, como él mismo, podían superar su conciencia de clase y ayudar a llevar al proletariado al glorioso socialismo). Así que cuando Lenin asumió el poder, estaba muy claramente aplicando las ideas de Marx correctamente al considerar a cualquier oposición (independientemente de su postura social) como un enemigo miembro de la clase burguesa.

Este concepto también es importante para entender cómo ser realizó la distinción de clases después de que los bolcheviques se establecieran en el poder y aplicaran sus reformas. Una vez el Estado se apropió de todo el capital en el país, iba a ser imposible distinguir a ningún ciudadano como miembro del “proletariado” o de la “burguesía” de acuerdo con su propiedad de capital. Pero al identificar a la gente de acuerdo con su “conciencia” (lo que equivale a decir, por su apoyo al Partido Comunista o su oposición a este), los ciudadanos soviéticos podían dividirse fácilmente en estas clases. ¡Después de todo, cualquier verdadero proletario indudablemente apoyaría al autoproclamado partido de los trabajadores!

Por supuesto, el resultado fue mandar a los “kulaks” (un oxímoron que describe a un “campesino rico”) al gulag y “purgar” al partido de un enemigo que se desviaba de la “conciencia” apropiada. En otras palabras, la teoría marxista de clases, interpretada dogmáticamente, justifica el control del pensamiento. Estás con nosotros o contra nosotros.

Por supuesto, hoy mucha gente se ríe desdeñosamente ante acusaciones de “marxismo cultural”, una expresión mal definida normalmente lanzada contra miembros de la izquierda cultural.  Pero a medida que más gente acepta la noción de control del pensamiento en forma de protestas violentas contra las expresiones “ofensivas” o cualquier expresión de valores culturales no izquierdistas, parece fácil de reconocer este comportamiento con solo una repetición (afortunadamente una repetición con menos éxito, hasta ahora) de la aplicación al mundo real de la oposición revolucionaria de Marx contra cualquier persona culpable de poseer la “conciencia” equivocada.


El artículo original se encuentra aquí.

 

[1] Martin E. Malia, The Soviet Tragedy: A History of Socialism in Russia, 1917-1991 (Nueva York: Free Press, 1994), 100.

[2] Ibíd., 102.

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