Murray Newton Rothbard (1926 – 1995)

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Los impuestos son un robo, pura y simplemente, aunque sea un robo a una escala enorme y colosal que ningún delincuente reconocido podría esperar igualar. Es una expropiación obligatoria de la propiedad de los habitantes o súbditos por el Estado.

Murray Newton Rothbard (1926 – 1995)

Murray Rothbard nació el 2 de marzo de 1926, hijo de David y Rae Rothbard. Fue un estudiante brillante desde pequeño y su historial académico en la Universidad de Columbia, donde se licenció en matemáticas y economía, fue excelente. En el departamento de economía de Columbia, Rothbard no recibió ninguna formación en economía austriaca y Mises para él no era más que un nombre. Sin embargo, en un curso sobre teoría de precios impartido por George Stigler encontró argumentos en contra de medidas entonces tan populares como el control de precios y rentas. Estos argumentos le atrajeron enormemente y escribió a la editora de una revista en la que habían escrito Stigler y Milton Friedman sobre el control de rentas.

La editora en cuestión era la Foundation for Economic Education y las visitas a la sede de este grupo llevaron a Rothbard a conocer a Ludwig von Mises. A Rothbard le atrajo de inmediato la economía de laissez-faire de Mises y cuando se publicó La acción humana, la obra maestra de Mises, le produjo una gran impresión. A partir de entonces fue un praxeólogo: en el tratado de Mises estaba la defensa coherente y rigurosa de una economía libre que había estado buscando tanto tiempo. Pronto se convirtió en un miembro activo del seminario de Mises en la Universidad de Nueva York. Entretanto, continuó sus estudios de posgrado en Columbia, preparando su doctorado. Su director fue el eminente historiador económico Joseph Dorfman y Rothbard recibió el doctorado en 1956, con una tesis sobre El pánico de 1809 que sigue siendo una obra de referencia.

Al ir profundizando su comprensión de la economía de laissez-faire, se enfrentó a un dilema. Los argumentos a favor de la provisión de bienes y servicios por el mercado podían aplicarse a todo. Si era así, ¿no deberían ofrecerse en el mercado incluso la protección y la defensa, en lugar de ser suministradas por un monopolio coactivo? Rothbard se dio cuenta de que, o bien abandonaba el laissez faire, o bien adoptaba la anarquía individualista. La decisión, a la que llegó en el invierno de 1949, no fue difícil.

Rothbard pronto atrajo la atención del Fondo William Volker, el principal grupo que apoyaba a los investigadores liberales clásicos en la década de 1950 y principios de la de 1960. Empezó un proyecto de escribir un libro de texto para explicar La acción humana de una manera apropiada para los estudiantes universitarios; un capítulo de ejemplo que escribió sobre dinero y crédito obtuvo la aprobación de Mises. A medida que Rothbard continuaba su trabajo, transformaba el proyecto. El resultado, El hombre, la economía y el estado (1962), fue una obra esencial para la economía austriaca.

Rothbard estaba completamente de acuerdo con el empeño de Mises de deducir toda la economía a partir del axioma de la acción, combinado con unos pocos postulados secundarios. Con mucho más detalle que Mises, llevó a cabo la deducción y, en el proceso, contribuyó a la praxeología con importantes innovaciones teóricas. Demostró que el argumento del cálculo socialista no solo es aplicable a una economía controlada por el gobierno, sino también a una sola empresa privada que poseyera toda la economía. No podría calcular. También integró la teoría de la renta de Frank Fetter con la teoría austriaca del capital y argumentó que un precio de monopolio no podría existir en un mercado libre. Además, ofreció una brillante crítica de la economía keynesiana y anticipó mucha de la revolución de las “expectativas racionales” por la que posteriormente Robert Lucas ganaría un premio Nobel.

Rothbard planeaba originalmente que El hombre la economía y el estado incluyera una parte final que presentara una clasificación y análisis completos de los tipos de intervención pública. La sección también sometía a una crítica devastadora los cánones estándar de la justicia de los impuestos; un paisaje breve pero brillante refutaba por adelantado los argumentos contra el mercado basados en la “suerte” que iban a resultar tan influyentes en la obra posterior de John Rawls y sus muchos sucesores. Por desgracia, la parte aparecía en la edición original solo de una forma gravemente truncada. Su publicación completa solo llegó en 1972, bajo el título Poder y mercado. La versión completa de El hombre la economía y el estado como pretendía originalmente Rothbard que apareciera está ahora disponible en el Instituto Mises.

Esta obra magistral estuvo lejos de agotar las contribuciones de Rothbard a la teoría económica. En un trabajo importante, “Hacia una reconstrucción de la economía de la utilidad y del bienestar” (1956), demostraba que si se toma en serio el hecho de que la utilidad es ordinal y no cardinal deben abandonarse las opiniones en contra del mercado de la mayoría de los economistas del bienestar modernos. Una aplicación estricta de la preferencia demostrada permite decir que los participantes en un intercambio voluntario esperan beneficiarse ex ante. A partir de esto, el economista no puede ir más allá si se mantiene libre de valores. Sus principales artículos sobre teoría económica están disponibles en la colección en dos tomos publicada póstumamente The Logic of Action (1997).

Rothbard dedicó especial atención a la teoría monetaria. Destacaba las virtudes del patrón oro clásico y apoyaba una banca de reserva 100%. Este sistema, sostenía, impedía la expansión del crédito que, según la teoría austriaca del ciclo económico desarrollada por Mises y Friedrich Hayek, llevaba a una depresión inevitable. Resumía sus opiniones para el público en general en la obra de divulgación a menudo reimpresa ¿Qué ha hecho el gobierno de nuestro dinero? (1964) y también escribió un libro de texto, El misterio de la banca (1983).

Rothbard mostraba la luz que podría aportar la teoría austriaca a la historia económica en America’s Great Depression (1963). Lejos de ser una demostración de los fracasos del capitalismo desregulado, la Depresión de 1922 de ilustra más bien los peligros de la interferencia pública en la economía. El colapso económico vino como una corrección necesaria del auge artificial inducido por la expansión monetaria del Sistema de la Reserva Federal durante la década de 1920. Los intentos del gobierno de “curar” la recesión solo sirvieron para empeorar las cosas

Al presentar este argumento, Rothbard se convirtió en pionero del “revisionismo de Hoover”. Contrariamente a los mitos promovidos por el propio Hoover y sus acólitos, este no se oponía al gran gobierno. Todo lo contrario: las políticas económicas del “ingeniero de la política” prefiguraron el New Deal. La opinión de Rothbard sobre Hoover ahora está ampliamente aceptada.

Para Rothbard, la política bancaria era una clave de la historia económica estadounidense. Como Michelet, creía que la historia es una resurrección de la carne y sus explicaciones no eran áridas presentaciones de estadísticas. Siempre le preocupaba identificar a los actores e intereses concretos detrás de las decisiones históricas. La lucha entre los círculos bancarios en competencia de Morgan y Rockefeller aparecen una y otra vez en sus artículos sobre este tema, recogidos en su Una historia del dinero y la banca en Estados Unidos (1999).

Rothbard iba mucho más allá de la economía de sus trabajos históricos. En una serie de cuatro tomos, Concebida en libertad (1975-1979), presentaba una explicación detallada de la historia colonial americana que destacaba los antecedentes libertarios de la Revolución Americana. Como era habitual, se enfrentaba a la opinión ortodoxa. Daba poca importancia al puritanismo de Nueva Inglaterra y las virtudes y el liderazgo militar de George Washington no le impresionaban. Para Rothbard, los Artículos de la Confederación no eran un acuerdo débil que necesitara ser remplazado por una Constitución más enfocada a la centralización. Muy al contrario, los propios Artículos permitían demasiado control centralizado.

Aunque Rothbard normalmente estaba muy de acuerdo con Mises, había un área en la que mantenía que Mises se equivocaba. Mises sostenía que los juicios éticos son objetivos: los fines últimos no están sometidos a evaluación racional. Rothbard no estaba de acuerdo, manteniendo que podía fundarse una ética objetiva sobre los requisitos de la naturaleza humana. Su aproximación, basada en su estudio de la filosofía aristotélica y tomista, se presenta en su gran obra La ética de la libertad (1982), su principal estudio de filosofía política.

En su sistema de ética política, la autopropiedad es el principio básico. A partir de una concepción robusta de la autopropiedad, resulta ilegítimo un monopolio público obligatorio de servicios de protección y Rothbard se dedica a refutar los argumentos contrarios de los defensores del estado mínimo, sobre todo Robert Nozick. Contribuye con aclaraciones importantes a problemas de teoría legal libertaria, como la naturaleza de los contratos y el patrón penal apropiado. Explica por qué el argumento fundamental de Mises a favor del mercado no tiene un éxito completo, aunque encuentre mucho valioso en él, y crítica con detalle la visión de Hayek del estado de derecho.

Rothbard modificó la famosa frase de Marx: queremos tanto entender como cambiar el mundo. Se dedicó a aplicar las ideas que había desarrollado en su trabajo teórico a la política de su tiempo y a llevar las ideas libertarias al conocimiento del público general. Para él había una cosa ante todo. Como Randolph Bourne, mantenía que “la guerra es la salud del estado”, así que se oponía a una política exterior agresiva.

Su apoyo a la no intervención en política exterior le llevó a defender la Vieja Derecha. John T. Flynn, Garet Garrett y otros “aislacionistas” anteriores a la Segunda Guerra Mundial compartían la creencia de Rothbard en la relación estrecha entre poder estatal y política exterior beligerante.

La situación era muy distinta entre el conservadurismo de posguerra. Aunque Rothbard fue uno de los primeros contribuidores en la National Review de William Buckley, rechazaba la acción agresiva de la Guerra Fría defendida por este y por miembros de su equipo editorial, como James Burnham y Frank S. Meyer. Rompió con esos supuestos conservadores y a partir de entonces se convirtió en uno de sus principales opositores. Por razones similares, condenó a sus sucesores neoconservadores. Siguió una política pragmática de alianzas temporales con todos los grupos que, en su momento, se opusieran al militarismo y las aventuras en el exterior. Expuso la base de su postura política en un ensayo clave: “Left and Right: The Prospects for Liberty”. Este aparecía en una importante revista académica, Left and Right, creada por él mismo. Contenía ensayos importantes sobre historia revisionista y política exterior, pero por desgracia solo duró de 1965 a 1968.

En un intento de ampliar la influencia del pensamiento libertario en el mundo académico, Rothbard fundó el Journal of Libertarian Studies en 1977. La revista empezó felizmente con un debate sobre Anarquía, estado y utopía de Robert Nozick. Hasta la actualidad ha permanecido como la revista más importante amigable con las ideas libertarias.

Rothbard fundó en 1987 otra revista, la Review of Austrian Economics, para proporcionar un espacio intelectual a economistas y otros interesados en materia austriaca. También es la revista clave de su área de especialidad. Ha continuado hasta la actualidad, desde 1997 bajo el nombre de Quarterly Journal of Austrian Economics.

En sus comentarios sobre acontecimientos de actualidad, Rothbard mostraba una asombrosa capacidad de digerir enormes cantidades de información sobre cualquier tema que le interesara. Por ejemplo, si se trataba de bandos en competencia en Afganistán o las fuentes de inversión en petróleo en Oriente Medio, siempre tenía los datos relevantes a mano. Un ejemplo de sus columnas, tomadas del Rockwell Rothbard Report, está disponible en The Irrepressible Rothbard (2000). Otra revista que fundó, The Libertarian Forum, incluye sus comentarios de actualidad en el periodo 1969-1984. Presentaba una explicación popular y completa del libertarismo en El manifiesto libertario (1973).

A Rothbard le quedaba un último triunfo académico, aunque tristemente solo apareció después de su muerte. En dos enormes tomos, Historia del pensamiento económico (1995), presentaba un relato detallado y erudito de la historia de la teoría económica. Adam Smith, contrariamente a la creencia general, no fue el fundador de la economía moderna. Su defensa de la teoría del valor trabajo, modificada y continuada por sus sucesores ricardianos, llevó a la economía por un camino equivocado. Los héroes del estudio de Rothbard eran los escolásticos españoles, que desarrollaron una teoría subjetiva del valor mucho antes que Smith, y figuras posteriores como Cantillon, Turgot y Say. Disecciona el pensamiento religioso herético que anticipó el marxismo y da un retrato mordaz de la personalidad y pensamiento de John Stuart Mill.

Rothbard estuvo íntimamente relacionado con el Instituto Ludwig von Mises desde su fundación en 1982 por Llewellyn H. Rockwell, Jr. Esta organización se convirtió en la vía principal de promoción de sus ideas y trabajó en ella como vicepresidente académico.

Enseñó en el Instituto Politécnico de Brooklyn desde mediados de la década de 1960 a mediados de la de 1980; desde 1986 hasta su muerte el 7 de enero de 1995 fue profesor distinguido S.J. Hall de economía en la Universidad de Nevada en Las Vegas.

El “marco indispensable” para la vida y el trabajo de este genio creativo y erudito era su querida esposa, JoAnn Rothbard. Su combinación de logros intelectuales y defensa comprometida de la libertad no tiene parangón.


El artículo original se encuentra aquí.

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