Es hora de centrarse en la “escuela” en los “tiroteos en las escuelas”

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No han llegado a pasar tres meses desde que el tiroteo mortal en la escuela de Parkland, Florida, dejara 17 muertos y Estados Unidos ya ha sufrido otro tiroteo escolar. Esta vez en Santa Fe, Texas, donde 10 personas fueron abatidas el viernes. Como cabía esperar, es tema de actualidad en todas las plataformas de redes sociales y noticieros, al buscar la gente las últimas argumentaciones y explicaciones y esperar (aunque no siempre) a que se esclarezcan los hechos. En lugar de participar en la disputa, creo que es hora de reevaluar nuestras soluciones y buscar la respuesta del gobierno invocando aquel viejo dicho de que “menos es más”. En este caso, menos escuelas públicas.

No importa cómo lo muestren, es imposible examinar lo que sabemos acerca de los tiroteos en escuelas con alguna medición objetiva y no concluir que las escuelas públicas pueden ser un importante factor contribuyente. El problema es que las nuevas soluciones parecen no ser bienvenidas en lo que parece una discusión sin fin.

Ambos bandos se atienen a sus explicaciones habituales. Para la izquierda, hay que culpar a las armas de fuego, a menudo impulsando prohibiciones de armas de asalto en respuesta a los tiroteos. Salvo que este tiroteo más reciente se llevó a cabo con una escopeta y un revólver y, estadísticamente, las armas de asalto constituyen solo el 14% de los tiroteos masivos en total. Para la derecha, es la afirmación de que sencillamente tenemos que usar más armas, citando a menudo que “lo único que detiene a una persona mala con un arma es una persona buena con un arma”. Por desgracia, como vimos en Parkland, incluso con un agente armado de policía en el escenario, el tirador no fue detenido ni neutralizado por la “persona buena” que estaba presente.

Por no mencionar los problemas que aparecen en ambos bandos tratando de impulsar sus planes a nivel nacional, pareciendo olvidar la enorme burocracia que se interpone en el camino para implantar realmente cualquiera de estas políticas, suponiendo que puedan ser eficaces.

Sin embargo, hay una idea que parece eficaz en su implantación tanto estadística como pragmáticamente: abolir las escuelas públicas.

Cuando examinamos los tiroteos en escuelas en el periodo 2000-2018, descubrimos que el 94% se produjeron en una escuela pública. Pensemos ahora por un momento lo absurdo que es esto. Si el 94% de estos tiroteos se hubieran realizado con un AR-15 o el 94% de los tiradores hubieran sido neutralizados por un maestro armado en las instalaciones, no cabía duda de que izquierda y derecha lo considerarían un tanto decisivo para sus argumentos. Sin embargo, esto pasa en buena parte inadvertido para aquellas personas que afirman preocuparse por la búsqueda de soluciones.

Y eso no es todo. Al contrario que las ideas manidas que se usan en los círculos ortodoxos, abolir las escuelas públicas es bueno para todos, independientemente de la política. No obliga a confiscar propiedad privada a terceros no implicados o a convertir a grandes cantidades de ciudadanos cumplidores de la ley en delincuentes de la noche a la mañana; no requiere recaudar más dólares a los dueños de propiedades, independientemente de si tienen o no hijos en edad escolar; no implica obligar a la gente a portar armas contra su voluntad y, sobre todo, no obliga a implantar una transformación federal total, obligando a una solución de talla única para más de 300 millones de personas. Cualquiera preocupado por su comunidad puede implicarse localmente para abolir la escuela pública de su ciudad. Lo único que tienen que hacer los federales en el Departamento de Educación es no impedir el proceso.

Es hora de reconocer que las escuelas públicas en Estados Unidos están fallando a nuestros estudiantes en más que solo las notas de los exámenes. Y aunque la realidad pueda mostrarnos que los estudiantes están más seguros en las escuelas hoy que en el pasado (los estudiantes es siete veces menos probable que sufran un tiroteo en 2011 que en 1991), la reclamación de soluciones para la violencia escolar todavía puede responderse si hacemos responsables a las escuelas públicas. Ahora mismo los programas públicos que no alcanzan su objetivo no reciben reprimendas por sus fracasos. Por el contrario, cabildean en busca de más fondos, culpando del fracaso a una falta de recursos. Lo que, cuando se refiere a la historia de la financiación de la escuela pública en Estados Unidos, debería ser una idea embarazosa solo con pensarla.

Por el contrario, las instituciones privadas se arriesgan a sufrir pérdidas masivas de financiación sino consiguen mantener seguros a sus estudiantes, ya que los padres trasladarían a sus hijos a escuelas mejores que demuestren ser más eficientes. Por ejemplo, tomemos nuestras estadísticas anteriores del 94%. Imaginemos que el 94% de los delitos violentos en el país se produjeran dentro de Wal-Mart. No solo la gente nunca pondría un pie de nuevo en un Wal-Mart, sino que podemos predecir fácilmente una protesta pública para que los federales entren y examinen, si es que no cierran directamente, todos los Wal-Mart en Estados Unidos. Pero, con respecto a las escuelas públicas, a la gente se la castiga incluso por mencionar que esta puede ser la causa.

Pero supongamos que a la gente le preocupa lo suficiente como para dejar a un lado su doble patrón, ¿qué significaría una abolición de las escuelas públicas? Significa una transición de un sistema de regulaciones ordenadas de arriba abajo procedentes de incontables burócratas a una aproximación de abajo arriba para resolver problemas relacionados con la seguridad en las escuelas, con una multitud de escuelas probando sus ideas, cuya viabilidad se determina por su tasa de éxito.

A menudo se nos dice que “Ya basta” en lo que se refiere a los tiroteos en las escuelas y estoy de acuerdo. Ya basta de hablar de una forma patentemente partidista; ya basta de dar excusas para sistemas anticuados de educación para proteger los intereses de sindicalistas y cabilderos a costa de las vidas de los niños y ya basta de usar a los pobres como cabeza de turco para la necesidad escuelas públicas cuando son los que más sufren su pobre rendimiento. Si queremos ser serios acerca de impedir futuros tiroteos en las escuelas, necesitamos discutir seriamente el futuro de la escuela pública en Estados Unidos.


El artículo original se encuentra aquí.

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