Cómo puede Reino Unido escapar de Angela Merkel y la UE

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Los británicos están descubriendo en su viaje del Brexit que escapar del “poder” de una UE dominada por Alemania es peligroso. En este momento hay muchas razones para desesperar acerca de la capacidad de sus líderes políticos para lograr una salida con éxito. Habría habido razones mucho más fuertes para la esperanza si el gobierno de May hubiera creado una alianza con EEUU, actuando simultáneamente para proporcionar a sus conciudadanos una moneda superior al euro, lo que por cierto estimularía la competitividad del sector financiero de Reino Unido una vez fuera de la UE.

Por supuesto, los conservadores británicos del estilo de J.S. Mill, igual que sus equivalentes en EEUU, recelan del trumpismo, pero esto es algo secundario en el mundo de la realpolitik. Al tratar con Berlín, Londres indudablemente tenía mucho que ganar si forjaba una alianza con un nuevo presidente de EEUU adversario de la canciller Merkel y la UE y atraído por Escocia y la reina. Cuando los negociadores británicos descubrieron demasiado pronto después del referéndum (junio de 2016) que Berlín insistía en grandes contribuciones al presupuesto de Bruselas y la continuación de la política migratoria desde la UE como condición para no cerrar las exportaciones de servicios (especialmente financieros) de Reino Unido, indudablemente era el momento de reforzar los acuerdos al otro lado del Atlántico.

En concreto, si Reino Unido ofreciera a EEUU suficientes ventajas en términos de una alianza reforzada, indudablemente el presidente Trump pondría como condición para un gran acuerdo de EEUU con la UE, después de periodo actual de guerra comercial intensificada, que Bruselas llegara a una paz entre iguales con Londres.

¿En qué consistiría un acuerdo entre Reino Unido y EEUU?

Gran Bretaña abriría su mercado a los granjeros de EEUU (y así, por cierto, habría comida mucho más barata) y ambos países ampliarían su integración financiera (eliminando barreras a las exportaciones del sector servicios de cada uno). En el escenario mundial, Reino Unido apoyaría con vigor las políticas del presidente Trump en Irán e Israel, tomando al tempo el liderazgo europeo contra las injustas prácticas comerciales chinas: Londres lideraría también el ataque contra la actual manipulación de las divisas, creando un ejemplo mercados libres en divisas y tipos de interés claramente diferenciado del modelo de Berlín-Frankfurt.

En realidad, no ha habido absolutamente nada de esto. Los intereses creados del Partido Conservador han bloqueado cualquier conversación sobre un acuerdo que hubiera rebajado los precios agrícolas en Reino Unido. De hecho, el gobierno de May está ahora proponiendo que Reino Unido cree un área de aduanas británicas para bienes, incluyendo productos agrícolas, lo que significa que las importaciones de alimentos baratos se cerrarían permanentemente.

El archiapaciguador en el gobierno de May, en lo que se refiere a negociar con la UE, es el ministro de finanzas Hammond. Mr. Hammond es también un apaciguador monetario, que aparentemente se lleva muy bien con el gobernador del Banco de Inglaterra, Carney, una archipaloma en la medida en que significa algo en el club global de los banqueros centrales. Mr. Carney ha mantenido los tipos del mercado del dinero en un nivel de emergencia cercano a cero a pesar de una inflación por encima del 3% este mismo año y con la libra esterlina ostensiblemente barata.

A los partidarios del Brexit no les agrada la cercanía de del gobernador a los “remainers” y sus opiniones catastrofistas acerca de los costes económicos de una huida real de la UE. Si los brexiters no se agrupan para actuar juntos muy rápido, Mr. Hammond pronto nombrará al sucesor de Mr. Carney, cuyo retorno a Canadá retrasó “con éxito” un año. Bajo el liderazgo Carney-Hammond, Reino Unido no solo ha aplicado completamente todas las nuevas regulaciones de la UE, sino que ha habido una mano dura continua en actividades del mercado offshore con la que la City en un tiempo floreció en la competencia con mercados altamente regulados y gravados en la UE continental.

Muchos conservadores parecen estar ahora profundamente preocupados por que su partido pueda pagar el precio electoral durante una generación por no conseguir el Brexit que prometió el partido. Por el contrario, están entregando al pueblo británico un “estado vasallo” mucho más bajo la influencia del poder alemán que antes. Los votantes contra la UE (y la inmigración) de clase obrera tan esenciales en su consumación del poder pueden desertar en masa.

El voto contra la UE fue un voto contra el establishment. Pero la inflación monetaria continúa regando a los ricos del establishment, mientras que la inminente jubilación del pequeño ahorrador tiene mucho que temer. Sus hijos lucharán por encontrar un sitio asequible en el que vivir en un mercado inmobiliario totalmente distorsionado por una moneda débil y formas devastadoras de impuestos (una sanción fiscal de hasta el 8%, llamada eufemísticamente impuesto de ventas o tasa de timbre, si compras hoy una casa y decides venderla unos meses después porque has cambiado de idea acerca de esta o del barrio).

Benjamin Disraeli supo cómo ganarse la lealtad de la clase trabajadora para el nacionalismo de aquellos tiempos, liderado por los conservadores (Reina e Imperio) y sostenerla mediante la entrega de bienes económicos (respetando el libre comercio y el patrón oro). Los conservadores actuales están cayendo en todos los ámbitos: un falso nacionalismo que se revela como un apaciguamiento al estilo de Chamberlain ante el poder de Merkel; dinero barato, depreciación de la divisa e inflación que perjudica a loa menos capaces de defenderse por sí mismos y aceptar precios altos en los alimentos para favorecer a la clase con tierras.

Algunos brexiters dicen que votarán en contra del acuerdo de la primera ministra May con la UE este otoño. Incluso si lo hacen y cae el gobierno, hay un camino muy largo y duro de vuelta en un entorno global cambiante y peligroso hasta un lugar seguro en el que Reino Unido pueda lanzar un programa similar a una versión del siglo XXI de La riqueza de las naciones de Adam Smith. El filósofo fundador de la economía moderna contaba a un amigo que lamentaba el desastre al que se enfrentaba Gran Bretaña después de haber perdido las colonias americanas: “hay mucha ruina en una nación”. La adopción de sus principios económicos por Pitt el Joven tuvo mucho que ver con evitar esa ruina y por el contrario liderar la primera revolución industrial.

¿Podría producirse un resultado similar de color de rosa tras los desastres del defectuoso intento del gobierno de May por escapar del poder de una UE dominada por Alemania? El tiempo lo dirá, aunque deberíamos darnos cuenta de que no hay ningún Adam Smith, ni Pitt el Joven, ni tal vez esencialmente ningún príncipe Talleyrand a la vista.


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