Ganamos el premio del NY Times

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The New York Times, que no se ocupa de la crisis financiera, hizo una pausa el fin de semana para difamar al Instituto Mises, Ron Paul, nuestros investigadores, el libertarismo radical y a mí. ¿Por qué? Porque nuestras ideas y nuestro joven movimiento están ganando importancia real. En realidad es una alabanza. Nunca han afrontado antes una oposición como la nuestra y la tremenda resonancia de Ron Paul entre los jóvenes solo ha empeorado las cosas desde el punto de vista del Times.

El Times quiere oponentes que jueguen la partida, que acepten los presupuestos del régimen y que estén dispuestos a limitarse al estrecho rango de debate en que el Times preferiría confinar al pueblo estadounidense.

Debería resultar innecesario apuntar que el propósito de artículo como el del fin de semana no es aclarar. Es demonizar y destruir una escuela de pensamiento que el régimen considera amenazante.

Por ejemplo, el artículo señala que Ron habló sobre el tema “¿Vivimos en un estado policial?” este mismo mes en un evento del Instituto Mises y que otro orador (yo) habló sobre “fascismo estadounidense”. Se suponía evidentemente que los títulos de las conferencias eran auto-refutativos, aunque podéis escuchar los comentarios de Ron y leer los míos y decidir vosotros mismos. Sorprende poco que el Times quiera ridiculizar la idea de que la sociedad estadounidense pueda parecerse a un estado policial, dado el encubrimiento del periódico ante los ciudadanos estadounidenses para la supervivencia del régimen.

El resto del artículo es un intento de distorsionar la filosofía del libertarismo y demonizar a Ron y a otros exponentes importantes de esa filosofía.

Todo el ejercicio me recuerda un tiempo no muy lejano, en el que un grupo de odio apoyado por el estado lanzó un ataque directo a Murray Rothbard (1926-1995), conocido en su momento como Mr. Libertario. El escritor resumía la carrera de Murray en una sola frase acerca (caramba) de lesbianas durante la Era Progresista.

Pensemos ahora: el tratado de 1.000 páginas de Rothbard, El hombre, la economía y el estado fue una contribución extraordinaria en el campo de la economía; su historia del pensamiento económico en dos tomos ha sido alabada por investigadores en todo el mundo; su estudio del Pánico de 1819, publicado por Columbia University Press, recibió críticas entusiastas en revistas académicas y sigue siendo considerado definitivo; su Ética de la libertad es una defensa filosófica de la autopropiedad y el principio de no agresión y así sucesivamente.

“Y así sucesivamente” no hace justicia a Rothbard: no hemos mencionado su libro de texto sobre dinero y banca, su clásico ¿Qué ha hecho el gobierno de nuestro dinero?, su historia en cuatro tomos de la América colonial, las revistas académicas que editó, la voluminosa correspondencia que mantuvo con los principales pensadores de su momento y, bueno, así sucesivamente.

Y un crítico trató de reducir a este hombre (¡a este hombre!) a una frase desfavorable.

Solía ser fácil hacer esto: ¿cómo, aparte de yendo a la biblioteca, iba a descubrir alguien a Rothbard por sí mismo? Pero hoy descubrir a Rothbard está a solo un clic. Y una vez le descubres (su erudición, su conocimiento, el ánimo que daba a sus alumnos y su rechazo a comprometer sus principios, incluso cuando hacerlo habría supuesto una avance en su carrera), entiendes por qué el estado quiere minimizarlo o demonizarlo. No sorprende que la pieza más popular de las prendas libertarias sea nuestra camiseta de Rothbard “Enemigo del estado”.

Se sabe de profesores de economía que piden a sus alumnos que no lean a Rothbard. ¿Pero qué creéis que hacen los estudiantes más brillantes cuando se les dice que no lean a alguien? Y una vez que lees a Rothbard, nunca ves de nuevo el mundo de la misma manera.

El artículo del Times, que continúa la tradición de retratar absurdamente a Murray, intenta la misma táctica con el historiador libertario Tom Woods. Según el Times, el libro de Tom, Who Killed the Constitution?, co-escrito con Kevin Gutzman, “denunciaba la sentencia del Tribunal Supremo sobre escuelas segregadas, Brown v. Board of Education, como ‘una muestra demente de imperialismo judicial’”.

Si incluso Publishers Weekly apoya Who Killed the Constitution?, aquí hay evidentemente gato encerrado: ¿el PW, tan serio y apegado al establishment apoyaría un libro segregacionista?

En realidad, Woods y Gutzman argumentan que podría haberse llegado al mismo resultado con la aplicación de la Decimoquinta Enmienda,  y que así es precisamente cómo, en la práctica las escuelas acabarían integrándose en todo caso. Como muestra el historiador Michael Klarman en su libro From Jim Crow to Civil Rights, el Tribunal puede haber musitado un montón de bonitas palabras, pero la desegregación se produjo solo después de que se aplicara la Decimoquinta Enmienda. Y si esta aproximación constitucional se hubiera seguido desde el primer momento, afirman los autores, la sociedad estadounidense habría administrado el precedente establecido en Brown por el que los jueces sentencian sobre su resultado preferido por adelantado y luego buscan tendenciosamente justificaciones legales para dicho resultado, sin que importe lo injustificados que estén.

Un puñado de libertarios cuyas opiniones congenian más con el Times aprovechan oportunidades como esta para apuntar al Instituto Mises. Bueno, si jugáramos limpio y observáramos todo tópico como hacen ellos, gente razonable como los reporteros de The New York Times nos dejarían en paz. Solo tenemos que demostrar a The New York Times que una aproximación libertaria funcionará mejor para alcanzar nuestros objetivos compartidos, etc.

Nadie engañado lo suficiente como para creer algo así, entiende nada acerca de la naturaleza del estado y sus medios apologistas de comunicación.

¿Qué intereses creéis que el Times está más dispuesto a defender: los del movimiento libertario o los del estado? La pregunta se responde por sí misma. Así que podríamos dar la vuelta a la acusación: si eres tal amenaza para el estado, ¿por qué sus medios de comunicación te ignoran o en realidad te halagan, tal vez incluso poniéndote como modelo para otros libertarios? Si el Times quiere que representes el movimiento libertario, ¿crees que es porque de repente tiene intereses de tipo libertario?

Detrás de los ataques de los medios de comunicación del estado siempre están los temas de la guerra y la paz. Los conservadores se han engañado al pensar que los llamados “medios liberales” se oponen a las guerras del régimen y quieren “abandonar a nuestras tropas”. Por el contrario, no entraremos mayores y más coherentes animadores de las agresiones del gobierno de EEUU que los medios oficiales. Cuando encuentran un opositor radical al estado de guerra, ya sea Ron Paul o el Instituto Mises, saltan.

Y cuando no oponemos a la guerra, no nos oponemos a ella diciendo que un conflicto concreto no vale para “los intereses de Estados Unidos”. Es habla del régimen. Nos oponemos a las guerras, porque se basan en mentiras, son moralmente escandalosas y se llevan a cabo mediante expropiación del pueblo estadounidense. ¿Creéis que el Times no podría querer que adquiera resonancia un mensaje como ese?

Sin embargo, el Instituto Mises no emite informes políticos para convencer al estado de que sus intereses se atenderán más eficazmente mediante soluciones libertarias. Cientos de millones de dólares se han echado por el desagüe de esta manera y si queréis sabe cuánto se ha conseguido, mirad a vuestro alrededor.

Por otro lado, la investigación del Instituto Mises, busca entender y acabar con todo el paradigma de dominación y explotación que representa el estado. No, no jugamos sin pelear. Decimos la verdad sin reparos. Es esto, y nada más, lo que explica por qué  los medios de comunicación del estado nos consideran un enemigo implacable.

Cualquier puede examinar lo que hacemos: nuestra conferencia anual de investigadores, nuestras conferencias de estudiantes y temáticas, los libros gratuitos que hacemos disponibles, la enorme biblioteca de ficheros de audio y vídeo, tanto de asuntos económicos técnicos como populares, nuestros artículos diarios, nuestro comentario habitual “Mises View” y mucho más.

Si buscáis expertos en eficacia para el estado, que pretendan idear formas mejores y más eficaces para alcanzar los objetivos del estado y expropiar al pueblo, el Instituto Mises será una decepción. Si es la “reforma fiscal” que os interesa (que es siempre un timo en el que la forma exterior de los impuestos puede cambiar un poco, pero la cantidad de impuestos recaudados es siempre la misma o incluso aumenta), no somos lo que os interesa.

Por otro lado, tenemos mucho a recomendar. No nos arredramos y pedimos perdón cuando nos difaman desde los medios de comunicación del estado. Lo consideramos un indicador de que estamos haciendo nuestra labor. Decimos la verdad acerca del estado: sus guerras, sus expropiaciones, su policía militarizada, su propaganda. No esparcimos la propaganda de la escuela primaria de que el estado es una institución de servicio público que busca el bien público. Creemos que los grandes productos de la civilización (de hecho, la propia civilización) son el resultado de la cooperación humana espontánea. La clase parasitaria que tiene los resortes del poder en el aparato del estado puede tratar de condicionar al público para que crea que puede atribuirse el progreso humano a la planificación centralizada y las amenazas de violencia (las marcas del estado), pero nuestras investigaciones prueban lo contrario.

Ron Paul ha sido nuestro Consejero Distinguido desde que abrimos nuestras puertas en 1982 y recientemente se ha unido a nuestro consejo. The Times y el estado nos odian por las mismas razones que odian a Ron: decimos la verdad, nos oponemos al keynesianismo y la Reserva Federal en cuerpo y alma y apoyamos la causa de la paz contra las guerras del estado. Es demasiado para el órgano de la cámara del estado, que raramente ha considerado propaganda de guerra como demasiado absurda como para incluirla o una apología keynesiana como demasiado exagerada como para repetirla.

Se nos ataca porque estamos haciendo nuestro trabajo. La difamación de The Times es una medalla en nuestro pecho.


Publicado el 27 de enero de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.