Mala idea: devaluar la divisa para ayudar a los exportadores

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La decisión del BCE de imprimir de inmediato más de 1 billón de euros ha reanudado las preocupaciones por guerras de divisas. El euro ha caído casi un 20% a lo largo de los últimos seis meses después de interminables indicios desde el BCE.

Estamos en una guerra de divisas, y hemos estado en ella desde 2008. Nuestro actual sistema monetario global es profundamente defectuoso pese al Fondo Monetario Internacional (FMI) , que fue creado supuestamente  para promover la cooperación monetaria y la estabilidad financiera. Aun así, el FMI ha estado siniestramente callado últimamente, lo que no ha pasado inadvertido para los que doran la píldora al FMI.

La norma actual no escrita sobre la política de tipos de cambio es que está mal vista la intervención directa, pero es aceptable la intervención indirecta si el tipo de cambio no era el objetivo inicial de la política. El pensamiento es aquí similar al que se usa cuando se lanza una bomba de mil libras sobre un terrorista, destrozando un jardín de infancia y luego diciendo “no hay problema, ya que nuestro objetivo inicial era el terrorista”.

Es sencillamente irresponsable ver solo los efectos directos y no los indirectos de las políticas económicas. La flexibilización cuantitativa de los últimos seis años ha obligado a países de mercados emergentes a imponer controles de capital y otras restricciones monetarias y a redoblar el trabajo de sus propias imprentas. La actual política monetaria japonesa, que está empujando a la baja al yen, está causando una grave consternación a sus vecinos chinos y coreanos. EL Banco Popular de China rebajó recientemente los requisitos de reserva y planea ampliar la banda de comercio de su divisa. Llamemos a esto lo que realmente es: represalia y escalado de guerras mundiales de divisas.

¿Ayuda realmente a los exportadores la devaluación de la moneda?

Por supuesto, etas acciones se basan en otro error popular promulgado por economistas: que una divisa devaluada permitiría a los exportadores reducir los precios en el extranjero, ayudándoles a capturar cuotas de mercado, impulsando así los beneficios con ramificaciones positivas para la economía nacional. El error en este lógica es que mira los efectos directos mientras ignora totalmente otros efectos directos e indirectos.

Un simple ejemplo dejará claro esto. Supongamos que el tipo de cambio es de un dólar por un euro. El exportador europeo está vendiendo su producto por 100$ en EE. UU., que convierte en 100€ para cubrir su coste de producción de 80€. Supongamos ahora que el euro se deprecia e forma que hacen falta 1,5 euros para conseguir 1 dólar. El exportador puede ahora rebajar su precio a 66,66$, ya que esto se proporcionará la misma cifra de euros que antes de la depreciación. Ha conseguido una ventaja competitiva sobre sus rivales extranjeros, con beneficios para la economía nacional.

El primer problema con esta historia es que con los nuevos instrumentos financieros como los swaps y los futuros financieros, muchos exportadores pueden asegurar su riesgo de cambio exterior a largo plazo y pueden ya haberse comprometido al cambio del swap de dólares por euros.

El segundo problema con esta historia es que muchos exportadores hoy importan muchas de sus entradas. Un BMW tiene piezas que provienen de todo el mundo. Sus motores pueden venir de Reino Unido. Los asientos de curo pueden venir de China y el acero puede venir de Brasil. Si la depreciación hace que los precios de las entradas aumenten de 80€ a 120€, el exportador será incapaz de rebajar su precios en dólares y, por tanto, no ganarán competitividad. Por supuesto, no todos los costes son entradas importadas. Sin embargo esto explica cómo ayudan realmente las depreciaciones a los exportadores.

Los trabajadores no se benefician de la devaluación

Si el coste nacional, principalmente laboral, no se ajusta a los precios más altos de las importaciones que genera la depreciación, los exportadores ganarán, pero esta ganancia provendría de reducir las rentas reales de los trabajadores nacionales. Si estos trabajadores acabaran negociando un aumento en los salarios nominales para recuperar sus salarios reales antes de la depreciación, desparecerían las ganancias para los exportadores. La depreciación solo habría creado una ganancia temporal.

Pocos periodistas parecen entender que una política de reducir el valor de tipo de cambio de una divisa es, en realidad, una política para transferir riqueza de trabajadores (la clase media y los pobres) a los propietarios más ricos de las empresas exportadoras. Es otro ejemplo de la banca central actuando como un Robin Hood al revés, tomando de los pobres para dárselo a los ricos.

Además, hay muchos otros efectos indirectos que hacen que la depreciación de tu divisa un objetivo político muy malo. Mises explicaba que la balanza de pagos no puede usarse cuando la unidad de cuenta se distorsiona. Incluso si los exportadores son más rentables, no es algo a alabar si un beneficio nominal mayor significa un beneficia real menor.

Por supuesto, otros actores económicos también se ven dañados por una política de mendicidad con el vecino. Los consumidores soportarán el embate de precios más altos en productos extranjeros. Las empresas nacionales que importen sus entradas y vendan en el mercado nacional también es probable que se vean dañadas.

Distorsionar los precios daña a una economía

Una divisa depreciada refleja un banco central de un país imprimiendo dinero más rápido que sus vecinos. Si, esta impresión daña a todas las empresas, incluyendo las exportadoras. Imprimir dinero altera los precios absolutos y relativos. Interfiere con las señales críticas que envían los precios a lo largo del tiempo sobre qué y cómo quiere la sociedad que se produzcan bienes y servicios.

Lo que necesita Europa no es un euro más débil, sino una reforma estructural importante. Europa debería aprender de la experiencia de la reforma de Letonia. En 2009-2010, Letonia recortó el gasto público des 44% del PIB al 36%. Despidió al 30% de los funcionarios, cerró la mitad de las agencias públicas y redujo el salario público medio en un 26% en un año. Los ministros del gobierno tuvieron recortes salariales personales del 35%. La economía de Letonia cayó inicialmente un 24%, pero rebotó rápidamente con crecimientos reales anuales de casi el 5% en los tres años siguientes. Y Letonia hizo esto sin usar la divisa como arma, ya que mantuvo su anterior divisa, el lats, con tipo fijo de cambio con el euro.


Publicado originalmente el 13 de febrero de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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