La CP es un asunto de control, no de etiqueta

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PC Is About Control, Not Etiquette[Este artículo aparece en el número de noviembre-diciembre de 2015 de The Austrian]

Me gustaría hablar hoy de lo que es la corrección política (CP), al menos en su versión moderna, de lo que no es y de lo que podríamos hacer para luchar contra ella.

Para empezar, tenemos que entender que la corrección política no es un asunto de ser amable. No es simplemente un asunto social ni un subgrupo de las guerras culturales.

No es un asunto de urbanidad ni de inclusión ni de buena educación. No es un asunto de ser respetuoso hacia tus congéneres y no es un asunto de ser sensible o atento o de evitar sentimientos dañinos y agravios desagradables.

Pero ya habéis escuchado este argumento, estoy seguro. La CP es un asunto de mero respeto e inclusión, nos dicen. Como si necesitáramos a los progresistas, la policía cultural, para que nos ayuden a entender que no deberíamos llamar a alguien subnormal o usar la palabra que empieza por “N”, hacer comentarios ofensivos acerca de la apariencia de alguien o tolerar a los acosadores.

Si la CP en realidad fuera un asunto de amabilidad y respeto, no tendría que imponérsenos. Después de todo, ya tenemos un mecanismo para la cohesión social que la CP se dice que representa: se llama urbanidad. Y ya tenemos personas concretas que se ocupan de asegurar que la buena educación se inculca y apoya: se les llama padres.

Definición de la corrección política

¿Pero qué es exactamente la CP? Dejadme intentar definirla: La corrección política es la manipulación consciente y planeada del lenguaje que pretende cambiar la forma en que la gente habla, escribe, piensa, siente y actúa, promocionando un programa.

La CP se entiende mejor como propaganda, que es como sugiero que nos aproximemos a ella. Pero al contrario de la  propaganda, que históricamente ha sido usada por los gobiernos para ganarse el favor para una campaña o esfuerzo concretos, la CP abarca todo. Busca nada menos que moldearnos como versiones modernas del hombre de la sociedad desalienada de Marx, libres de todas sus pretensiones burguesas y monótonas convenciones sociales.

Como toda propaganda, la CP es esencialmente una mentira. Se trata de rechazar ocuparse de la naturaleza subyacente de la realidad, tratando de hecho de alterar esa realidad por medios legislativos y sociales. A ya no es A.

Por citar a Hans-Hermann Hoppe:

Los amos (…) estipulan que la agresión, invasión, asesinato y guerra son realmente autodefensa, mientras que la autodefensa es agresión, invasión, asesinato y guerra. La libertad es coacción y la coacción es libertad. (…) Los impuestos son pagos voluntarios y los precios voluntariamente pagados son impuestos explotadores. En un mundo de CP, la metafísica se desvía y redirige. La verdad se convierte en maleable, para servir a un fin superior determinado por nuestros superiores.

¿Pero de dónde vino todo esto? Indudablemente la CP. En todas sus diversas formas, no es nada nuevo bajo el sol. Creo que podemos suponer tranquilamente que los jefes feudales, reyes, emperadores y políticos siempre y en todo momento han tratado de controlar lenguaje y pensamientos y por tanto las acciones de sus súbditos.

Para entender los orígenes de la corrección política podríamos buscar en el antes mencionado Marx y en la posterior Escuela de Frankfurt. Podríamos considerar la obra de Leo Strauss por su impacto en el belicista mundo de los think tank. Podríamos estudiar los engañosos lemas de Saul Alinsky. Podríamos mencionar al filósofo francés Foucault, que usó la expresión “corrección política” en la década de 1960 como crítica del dogma no científico.

Pero si realmente queremos entender la magia negra de la propaganda de la CP, dejadme que os sugiera leer a uno de sus principales practicantes, Edward Bernays.

Bernays fue un hombre notable, alguien que literalmente escribió el libro sobre propaganda y su disfraz más suave de las relaciones públicas. Hoy se explica poco en Occidente, a pesar de ser el padrino del giro moderno.

Era sobrino de Sigmund Freud y, como Mises, nació en Austria a finales del siglo XIX. Sin embargo, al contrario que Mises, llegó por casualidad a Nueva York siendo un niño y llegó a vivir unos asombrosos 103 años.

Uno de sus primeros trabajos fue como agente de prensa del Comité de Información Pública del presidente Woodrow Wilson, una agencia creada para generar apoyo popular para la entrada de EEUU en la Primera Guerra Mundial (se oponían especialmente los estadounidenses de origen alemán e irlandés). Fue Bernays quien acuñó la infame expresión “Hacer al mundo seguro para la democracia” utilizada por el comité.

Después de la guerra, se preguntó a sí mismo si se podría “aplicar una técnica similar a los problemas de la paz. Y por “problemas”, Bernays se refería a vender cosas. Dirigió campañas de mucho éxito promocionando el jabón Ivory, los huevos y bacon como desayuno saludable y el ballet. Dirigió varias campañas de publicidad de mucho éxito, la más notable para Lucky Strike en sus intentos de hacer el tabaco socialmente aceptable para las mujeres.

El papel de la “psicología del rebaño”

Bernays era bastante abierto e incluso estaba orgulloso de dedicarse a la “fabricación de consentimiento”, una expresión usada por el cirujano y psicólogo británico Wilfred Trotter en su seminal Instincts of the Herd in Peace and War, publicado en 1919.

Bernays lleva a su extremo el concepto de psicología del rebaño. El instinto del rebaño conlleva la necesidad psicológica profundamente asentada de ganarse la aprobación del grupo social propio. El rebaño supera cualquier otra influencia; como seres humanos, nuestra necesidad de integrarnos es primordial.

Pero aunque esté arraigado en opinión de Bernays, no puede confiarse en el instinto de rebaño. El rebaño es irracional y peligroso y debe estar dirigido por hombres más sabios de mil formas imperceptibles, y esta es la clave. No debe saber que está siendo dirigido.

Las técnicas que empleaba Bernays sieguen siendo muy utilizadas para dar forma hoy a la corrección política.

Primero, entendió los poderosísimos que son la mente del rebaño y el instinto de rebaño. No somos los copos de nieve especiales que imaginamos, según Bernays. Por el contrario, somos criaturas timoratas y manipulables que quieren desesperadamente adaptarse y ganarse la aceptación del grupo.

Segundo, entendió la importancia crítica de usar a terceros como autoridades para promover causas o productos. Celebridades, deportistas, modelos, políticos y élites adineradas son la gente de quien el rebaño toma sus pistas, ya sea apoyando la conciencia transgénero o vendiendo automóviles de lujo. Así que cuando George Clooney o Kim Kardashian apoyan a Hillary Clinton, eso tiene eco en el rebaño.

Tercero, entendió el papel que desempeñan las emociones en nuestros gustos y preferencias. No es un candidato o cigarrillo o reloj o bolso en particular lo que realmente queremos, es el componente emocional del anuncio el que nos afecta, aunque sea inconscientemente.

Qué podemos hacer

Así que la pregunta que podemos hacernos es esta: ¿cómo luchar contra la CP? ¿Qué podemos hacer, como individuos con cantidades finitas de tiempo y recursos, con serias obligaciones para con nuestras familias, seres queridos y carreras para invertir la creciente marea de oscuridad?

Primero debemos entender que estamos en una pelea. La CP representa una guerra para nuestros propios corazones, mentes y alamas. El otro bando entiende esto y vosotros deberíais hacer lo mismo. La pelea está teniendo lugar en múltiples frentes: el complejo lingüístico estatal opera no solo dentro del gobierno, sino también en la universidad, los medios de comunicación, el mundo empresarial, iglesias y sinagogas, organizaciones sin ánimo de lucro y ONG. Así que entended las fuerzas que se alinean en vuestra contra.

Entender que las policías de la CP no os están pidiendo, no están debatiendo con vosotros y no les importa lo que votéis. No les importa si pueden ganar en las urnas o si usan medios extralegales. Hay millones de progresistas en EEUU que criminalizarían absolutamente la expresión que se comporte de acuerdo con su sentido de la justicia social.

Una encuesta sugiere que el 51% de los demócratas y 1/3 de todos los estadounidenses haría exactamente eso.

El otro bando está luchando deliberada y tácticamente. Así que daos cuentas de que estáis en una lucha y contraatacad. Culturalmente, esto es realmente un asunto de vida o muerte.

Seguimos teniendo libertad para actuar

Por muy mala que sea la CP en este momento, no estamos como Mises, huyendo unos pocos días antes de los nazis. Tenemos tremendos recursos a nuestra disposición en la era digital. Aún podemos comunicarnos globalmente y crear comunidades de voces declaradamente anti-CP. Aún podemos leer y compartir libros y artículos contra el estado. Aún podemos leer historia real y los grandes clásicos literarios no políticamente correctos. Aún podemos educar en casa a nuestros hijos. Aún podemos tener eventos como este de hoy.

Esto no quiere decir que atacar la CP no pueda dañaros: la posible pérdida de trabajo, reputación, amigos e incluso familia es muy grave. Pero no hay que apelar al derrotismo y este nos hace indignos de nuestros antecesores.

Usad el humor para ridiculizar la CP. La CP es absurda y la mayor parte de la gente se da cuenta. Y sus practicantes sufren de una cómica falta de autoconciencia e ironía. Utilizad todas las herramientas a vuestra disposición para burlaros, ridiculizar y exponer la CP tal y como es.

No olvidéis nunca que la sociedad puede cambiar muy rápidamente tras ciertos acontecimientos catalizadores. Indudablemente ninguno esperamos que una gran calamidad sacuda Estados Unidos, en forma de colapso económico, colapso de la divisa, incapacidad de pagar prestaciones y bienestar, escasez de energía. Escasez de comida o agua. Desastres naturales o desórdenes civiles. . Pero no podemos descartar la posibilidad de que ocurran estas cosas.

Y si ocurren, sugiero que el lenguaje de la CP y el pensamiento políticamente correcto sean el primer adorno del estado en desaparecer. Solo las sociedad modernas ricas pueden permitirse el lujo de un pensamiento que no se corresponda con la realidad y ese pensamiento debería desaparecer inmediatamente al deshilacharse la parte “rica” de Estados Unidos.

Hombres y mujeres podrían empezar a redescubrir que se necesitan y complementan mutuamente si se viene abajo el estado social. Incontables horas en los medios sociales podrían dar paso a reconstruir conexiones sociales que realmente importan cuando la situación es acuciante.

Las estructuras familiares tradicionales podrían de repente parecer menos opresivas a la vista de una gran incertidumbre económica. Escuelas y universidades podrían redescubrir los valores de enseñar habilidades prácticas, en lugar historia blanqueada y estudios de agravios. Las preferencias sexuales propias podrían no parecer tan importantes en el estado de cosas, indudablemente no serían una fuente de derechos. El estado de derecho podría ser algo más que una abstracción a descartar para aumentar la justicia social y negar privilegios.

Jugar a largo plazo

Me temo que no seré muy popular diciéndolo, pero tenemos que estar preparados para una campaña larga y dura. Dejemos a los políticos las promesas vacías de soluciones rápidas. Los progresistas juegan a largo plazo magistralmente. Les ha llevado 100 años saquear nuestras instituciones pulgada a pulgada. No sugiero incrementalismo para reclamar estas instituciones perdidas, que están muy perdidas en todos los sentidos, sino crear las nuestras propias.

La policía de la CP busca dividirnos y atomizarnos, por clase, raza, sexo y sexualidad. Así que dejémosles. Evitemos las instituciones controladas por ellos a favor de las nuestras. ¿Quién dice que no podamos crear nuestras propias escuelas, nuestras propias iglesias, nuestros propios medios de comunicación, nuestra propia literatura y nuestras propias organizaciones cívicas y sociales? Empezar desde cero es sin duda menos desalentador que luchar contra la CP en su propio terreno.

Conclusión

La CP es un virus que nos pone (a los que amamos la libertad) a la defensiva. Cuando permitimos a los progresistas centrar el debate y controlar el mensaje, perdemos poder sobre nuestras vidas. Si no nos ocupamos de los que el estado y sus agentes están haciendo para controlarnos, podríamos sinceramente preguntarnos durante cuánto tiempo instituciones como el Instituto Mises vamos a ser libres de realizar eventos como el de hoy.

¿Es realmente algo inimaginable que podamos levantarnos un día y encontrar bloqueados sitios con contenido antiestatal y antiigualitario, sitios como mises.org y lewrockwell.com?

¿O que redes sociales como Facebook puedan simplemente eliminar opiniones no consideradas aceptables en los nuevos Estados Unidos?

De hecho, al adulador jefe de Facebook, Mark Zuckerberg, se le oyó recientemente en una cumbre de la ONU decir a Angela Merkel que empezaría a suprimir comentarios de alemanes que tuvieran la audacia de protestar por la gestión pública de los emigrantes.

He aquí la declaración de Facebook:

Estamos comprometidos en trabajar conjuntamente con el gobierno alemán en este importante asunto. Creemos que la mejor solución para tratar a gente que haga comentarios racistas y xenófobos puede encontrarse en que los proveedores de servicios, gobierno y sociedad civil trabajen juntos para tratar este reto común.

Escalofriante, ¿verdad? Y pronto en un servidor cercano, salvo que todos nos pongamos manos a la obra.


Publicado originalmente el 28 de diciembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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