La cuestión es si este aumento en actividad militar estadounidense y de gasto en el extranjero nos mantiene realmente más seguros, o si simplemente mantiene al deep state y al complejo militar-industrial vivos y bien financiados.
Desafortunadamente, muchos estadounidenses confunden el gasto de defensa con el gasto militar. Ambos términos se utilizan de manera casi intercambiable. Pero existe una gran diferencia. Siempre he dicho que yo no recortaría nada del presupuesto de defensa. Necesitamos una defensa sólida de Estados Unidos y sería una tontería creer que no tenemos enemigos ni enemigos potenciales.
El gasto militar es muy diferente del gasto en defensa. El presupuesto militar es el dinero que se gasta cada año no en defender a Estados Unidos, sino en enriquecer al complejo militar-industrial, beneficiar a los intereses especiales, hacer cambios de régimen en el extranjero, mantener un imperio militar estadounidense global y defender a los aliados favorecidos. El presupuesto militar estadounidense es mayor que el de los siguientes siete países con mayor gasto militar del mundo juntos.
Para conseguir que el presupuesto militar esté en línea con nuestras necesidades reales de defensa, se necesitaría que nos centrásemos en nuestros intereses reales y redujésemos el gasto de forma dramática. El gasto depende de la política y la política ahora refleja la propaganda de los neocons y de los medios de comunicación de que debemos gobernar al resto del mundo o habrá un caos total. Esto a veces lo llaman “excepcionalismo americano”, pero está lejos de ser un enfoque “pro-americano”.
¿Realmente necesitamos seguir gastando cientos de miles de millones de dólares en manipular elecciones en el extranjero? ¿Desestabilizar a los gobiernos que no hacen lo que Washington les dice? ¿Recompensar a los que siguen las órdenes de Washington con ayudas masivas y ventas de armas? ¿Necesitamos continuar la interminable guerra en Afganistán incluso cuando descubrimos que Arabia Saudí tiene mucho más que ver con el 11-S que los talibanes con los que hemos estado luchando durante una década y media? ¿Realmente necesitamos 800 bases militares estadounidenses en más de 70 países en el extranjero? ¿Necesitamos seguir sirviendo como fuerza de protección militar para nuestros ricos aliados de la OTAN que son más que capaces de defenderse a sí mismos? ¿Necesitamos que la CIA continúe provocando revoluciones como la de Ucrania o insurgencias armadas como la de Siria?
Si la respuesta a estas preguntas es “sí”, entonces me temo que debemos prepararnos para el colapso económico en muy poco tiempo. Entonces, con nuestra economía en ruinas, nos enfrentaremos a la ira de aquellos países extranjeros que han estado en el punto de mira de nuestra política exterior intervencionista. Si la respuesta es no, entonces debemos trabajar para convencer a nuestros compatriotas de que rechacen la idea de Imperio y abracen a los Estados Unidos como una república constitucional que ha dejado de buscar monstruos que matar. La elección es nuestra.
Publicado originalmente el 13/11/2016.
Traducido del inglés por Verónica Santamaría, editoria de revista Libertario.es. El artículo original se encuentra aquí.