Una teoría del socialismo y el capitalismo

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[EnProperty, Freedom, and Society: Essays in Honor of Hans-Hermann Hoppe capítulo 34].

En vísperas de la caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y la aparición del capitalismo en China, se me pidió que diera una clase de comparativas de sistemas económicos en la Universidad de Auburn en el verano de 1989. Mi única experiencia sobre el tema había sido como estudiante universitario, en la que mi maestro era un profesor de la era de la Guerra Fría que se concentró exclusivamente en la Unión Soviética. Su mensaje implícito era temer a la Unión Soviética, que pronto llegaría a extinguir el sueño americano.

Mi tarea apareció en el último momento, así que no hubo revisiones de libros de texto y preparaciones por adelantado de lecciones. Estuve todo el periodo veraniego preparando lecciones sobre la marcha y estando una capítulo por delante de los alumnos. Asismismo, tenía que elegir un libro de texto cualquiera, aunque no estuviera familiarizado con mis opciones, lo que significaba que no sabía qué tendencia política acabaría mostrando el autor al final del libro. Mi poco ortodoxa elección fue el recientemente publicado A Theory of Socialism and Capitalism, de Hans-Hermann Hoppe.#

Mi primer conocimiento de Hans fue en una conferencia pública que realizó en la facultad de economía de la Universidad de Auburn. Según recuerdo, su tema era la teoría de los bienes públicos.# Su acento alemán era particularmente duro entonces y leyó su escrito como solo puede hacerlo Hans: con precisión y autoridad.
La teoría de los bienes públicos era, y en buena medida sigue siendo, terreno sagrado para la mayoría de los economistas y en ese momento no había estado sometida a muchas críticas austriacas. Recuerdo que me impresionó la crítica detallada de Hans, pero más aún la completa sacudida y sorpresa en los rostros de los miembros de los departamentos de economía. Cuando acabó la conferencia podías oír el vuelo de una mosca. El departamento de economía era en buena parte de “libre mercado” y “amigo de lo austriaco”, pero cuestionar la validez de la teoría de los bienes públicos era aparentemente una especie de profanación de la Sagrada Escritura. Posteriormente, y durante varios días, defendí a Hans y debatí sobre su opinión. Ganaría mediante una concesión tras otra en estos debates con mis profesores, pero no gané ni un solo converso.

El libro llegó a la librería a tempo para mis clases, pero no se parecía en nada a un libro de texto. De hecho, los valores de producción del libro eran los peores que había visto nunca. Ninguno de estos factores me importaba, pero lo apunto aquí para indicar que el mazo de cartas que tenía ante mi el primer día que entré en clase. Además, la clase estaba completamente llena de alumnos que tenían poco o ningún interés en la comparativa de sistemas económicos: sencillamente necesitaban elegir algo.

Para mi gran sorpresa, la clase fue mucho mejor de lo que había esperado y fue una de las experiencias docentes más gratificantes de mi carrera. Los alumnos de economía orientados al libre mercado parecían deleitarse con la completa devastación del socialismo que seguiría, pero incluso los alumnos abiertamente socialistas y las mentes más partidistas parecieron tener un cierto respeto por el material presentado en clase. Mucho del mérito de este éxito lo atribuyo a A Theory of Socialism and Capitalism, porque más de tres cuartas partes del tiempo de clase se basaron concretamente en el libro.

El éxito del libro en llegar a los alumnos reside en primer lugar en el hecho de que es un tratado teórico, no empírico, que proporciona un marco analítico claro y sin ambigüedades para entender cualquier economía que pueda afrontar un estudiante. Segundo, el libro analiza y desacredita, o más bien reconstruye, las dos grandes “excepciones” de la economía de la corriente principal (el monopolio y la teoría de los bienes públicos) y por tanto presenta la teoría económica como un todo unificado. Tercero, los aspectos morales y éticos de la economía y la política económica se presentan de una forma integrada y científica, y cuarto, el libro proporciona una compresión del cambio económico y social. Aunque este último punto puede no haber sido un objetivo primordial del autor, sin duda fue útil para responder a preguntas acerca de por qué el socialismo estaba implosionando (especialmente dado que la mayoría de los demás profesores de la universidad estaban enseñando que el socialismo y la redistribución de todo tipo eran la panacea para los males sociales).

Además de todos estos aspectos positivos del libro, los lectores veteranos del Profesor Hoppe reconocerán claramente la coherencia de sus escritos a lo largo del tiempo. Empezando en el Jardín del Edén (para destacar el papel de la escasez), procede deductivamente para establecer los conceptos de propiedad, contrato y agresión y luego establecer el significado del capitalismo puro como un sistema social basado en la propiedad y la ausencia de coacción, mientras que el socialismo puro es un sistema basado en la violencia sistemática y la ausencia de derechos de propiedad.

Además, muestra cómo impacta cada sistema en la personalidad y prosperidad de los individuos que vivan en ellos. De principio a fin, su argumentación se deduce lógicamente y es intuitivamente evidente. Hans alerta constantemente al lector acerca de posibles errores y debilidades de las que se ocupará posteriormente en el texto.

Empezando con el caso familiar del socialismo al estilo ruso, se demuestra que el capitalismo es superior a una economía gestionada por planificadores centralizados vigilantes. La ausencia de costes de oportunidad del vigilante lleva inevitablemente a una deducción en la inversión, malas asignaciones de recursos y sobreutilización del capital y la mano de obra. Añadida a esta crítica está el impacto en el carácter personal y la personalidad de los individuos en una sociedad socialista, porque el uso eficiente de los recursos y la atención al consumidor ya no se recompensan, así que la gente se orienta hacia la acción “política”. Hoppe ejemplifica todo esto con una breve mirada a las economías de estilo ruso y el experimento natural de la Alemania Oriental y Occidental, pero los occidentales modernos solo tienen que echar un vistazo atento a sus propias burocracias públicas para entender el impacto del socialismo en el carácter y la personalidad.

El socialismo de estilo ruso es la forma más evidente y reconocible de socialismo, pero la socialdemocracia es la forma más común y dominante del socialismo. Aquí, el proceso democrático sustituye a la autoridad central. El socialismo socialdemócrata permite que permanezcan intactos algunos derechos de propiedad, aunque no sean inmunes a ataques. Inicia un sistema impositivo que toma la propiedad de los productores y un sistema de redistribución para enriquecer a los no productores. El sistema sí resuelve algunos problemas del socialismo de estilo soviético y reduce otros, pero, al fin, produce esencialmente el mismo tipo de resultados.

El socialismo conservador está en el extremo contrario del socialismo socialdemócrata, pero ambos tienen también muchas similitudes. Los socialdemócratas quieren “cambiar”, mientras que los conservadores se oponen a ello. Los socialdemócratas quieren redistribuir la propiedad mientras que los conservadores quieren aplicar el estatus quo y “mantener el rumbo”. Los conservadores apoyan los controles de precios, las regulaciones, incluyendo las políticas antitrust y los controles del comportamiento, como las prohibiciones. Hoppe muestra cómo la realidad de las economía mixtas hace complejos los exámenes empíricos, pero que su marco teórico proporciona claridad a todos los sistemas socialistas conservadores como el feudalismo, las monarquías, el nazismo y el Partido Republicano. Todos llevan al empobrecimiento, igual que el socialismo socialdemócrata.
Aunque la mayoría de los economistas no entenderían todas las implicaciones de estos diversos tipos de socialismo, muchos estarían ahora de acuerdo con Hoppe en que el socialismo de estilo ruso es malo y que cualquier cosa más allá del socialismo conservador moderado o socialdemócrata es también mala para la economía.

Después de analizar estas formas de socialismo, el libro se dedica a asuntos más polémicos y el caso de la ingeniería social, en la que economistas y otros docentes preferían implantar solo políticas que “funcionen” en lugar de seguir ciegamente a alguna ideología. Aquí Hans se dedica a una completa degollina de la ingeniería social y su fundamentación en el positivismo. Esta sección y la siguiente digresión sobre epistemología requirieron una cobertura extensa en la clase, complementada con ejemplos, pero mereció la pena la inversión para socavar la supuesta idea pragmática de que solo deberíamos implantar “lo que funcione”. La ingeniería social, con su aire científico, no es en realidad científica en absoluto: en la práctica, es completamente normativa y en el fondo es extremadamente peligrosa.

Lo más polémico se encuentra en el capítulo séptimo: “La justificación ética del capitalismo y por qué el socialismo es moralmente indefendible”, la intrigante defensa de la “argumentación ética” de la ética libertaria.# Los alumnos lo encontraron interesante por muchas razones, pero el hecho de que fuera una postura ética explícitamente argumentada era para ellos algo bastante novedoso. Reiteré la idea central de Hans que demuestra la superioridad moral del capitalismo sobre el socialismo en que “uno no puede comunicarse y discutir que uno no puede comunicarse y discutir” (lo que, por cierto se encuentra entre paréntesis). Algunos pensaron que era algún tipo de truco, pero la mayoría estuvieron de acuerdo en seguir adelante.

Una vez hecha la argumentación, dije a los estudiantes (para impresionarlos) que el argumento de Hoppe contra el socialismo se ve completamente socavado cuando examinas la acción colectiva que es completamente voluntaria. Por ejemplo, las ligas mayores de béisbol establecen y aplican todo tipo de reglas a sus equipos miembros; las unidades familiares pueden adoptar el socialismo al estilo ruso si así lo desean; las asociaciones de vecinos pueden establecer, cambiar y aplicar reglas sobre cómo y cuándo se cortará el césped y se recogerá la basura; las fraternidades pueden obligar a azotar con porras de madera a los nuevos miembros y los empresarios pueden obligar a los clientes a llevar zapatos o a no fumar en sus instalaciones.

Todo lo que el socialismo afirma conseguir (y mucho más) puede alcanzarse con acuerdos voluntarios. Un brillante futuro economista en la clase me corrigió apuntando que esto realmente no socava la argumentación de Hans, poruqe ea realmente un argumento a favor del capitalismo. Creo que el hecho del “estilo estadounidense” se percibiera como más voluntario comparado con otras sociedades y que Hans solo estuviera llevando el voluntariado a su extremo lógico, ayudó a convencer a muchos alumnos respecto de nuestra posición.#

Sin eficacia ni moralidad para respaldarlo, el socialismo se revela así como meramente un estado parásito que utiliza la zanahoria de los favores políticos y el palo de la violencia para vivir de su huésped. En definitiva, el estado utiliza la propaganda de muchas maneras para sostener una ideología que impide al huésped eliminar el parásito y en clase tuvimos una amplia discusión sobre la propaganda del gobierno de EEUU.#

Hoppe señala que el mejor sistema de alcanzar y mantener los objetivos del parásito es el gobierno de la mayoría democrática, que por supuesto sería el tema principal de su libro Democracy: The God that Failed.# En definitiva, el estado encuentra su fortaleza en las palabras inmortales de Franklin Roosevelt: “a lo único que tenemos que temer es al miedo mismo”, lo que significa que todo estará bien mientras tengamos al estado para que cuide de nosotros.

Los últimos dos capítulos del libro se ocupan de los problemas del monopolio y los bienes públicos.# Aquí Hans demuestra correctamente que el monopolio no es un problema del libre mercado sino solamente un problema de la propia creación del gobierno. Luego echa por tierra la teoría de los bienes públicos y explica cómo el mercado se ocupa de los asuntos de los bienes públicos y las externalidades. Era todo nueva información para los alumnos, incluyendo los graduados en economía y utilicé varias digresiones utilizando literatura de la corriente principal para respaldar las ideas de Hans.

Mientras estrechaba el lazo alrededor del cuello de las teorías de la corriente principal  sobre el monopolio y los bienes públicos, utilizando tanto la deducción como ejemplos, los alumnos prestaban mucha atención y hacían muchas preguntas. Al final, pienso que los estudiantes apreciaron esta “nueva versión” de la economía, en la que no había excepciones a las reglas económicas y en la que había una forma en que podían analizarse las implicaciones morales y éticas de los sistemas económicos.

El éxito del libro en llegar a mis alumnos se basaba en el hecho de que ayudaba a explicar los turbulentos cambios que estaban produciéndose en el mundo, como la caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y la aceptación del capitalismo en China. Además, el libro presenta el análisis económico como un todo unificado, con la excepción del monopolio y los bienes públicos.. Además, el libro proporciona un análisis moral y ético para una comparativa de sistemas económicos que está integrada en el propio análisis económico. En resumen, A Theory of Socialism and Capitalism es un tratado que es “un soplo de aire fresco” tanto para el alumno como para el profesor.

Creo que mi experiencia apoya algo importante respecto de la estrategia y el futuro de la economía austriaca. Recordemos la reacción de mis profesores a la conferencia pública dada por Hans Hoppe sobre la teoría de los bienes públicos. Eran incapaces de reconocer la verdad y cualquier intento de debatir sobre los temas tratados. Sí, la teoría de los bienes públicos podía criticarse en distintos puntos, pero los economistas profesionales no podían concebir abandonar el concepto en su totalidad. Por el contrario, los estudiantes universitarios, que probablemente desconfiaban de las ideas de monopolio natural y de la teoría de los bienes públicos para empezar, estaban abiertos a las críticas de Hoppe y muchos incluso las aceptamos. De hecho, pienso que la mayoría de los estudiantes agradecimos la oportunidad de conocer esta alternativa radical, abrazando éste muchos en su totalidad.

Creo que aquí la lección es que la economía austriaca no debería actuar solo para ganar la aceptación entre los economistas de la corriente principal. Esto no equivale a decir que los austriacos deban evitar los debates ni relacionarse con otros economistas, muy al contrario. Deberían mantenerse las líneas de comunicación y debate y las discusiones sobre acuerdos y desacuerdos con otras escuelas de pensamiento económico deberían continuar, como ha sido siempre la gran tradición de la Escuela Austriaca. Sin embargo, mi experiencia con alumnos sugiere que la estrategia más fructífera es extender el conocimiento de la Escuela Austriaca a una audiencia tan amplia como sea posible, particularmente entre quienes tienen una mente abierta. La gran ventaja práctica de la Escuela Austriaca es que es una forma de análisis económico que se fundamenta en el realismo y nos ayuda a entender tanto el progreso como los problemas en el mundo real. Por tanto, es una herramienta útil para la gente del mundo real, pero de poca utilidad, realmente una amenaza, para los economistas de la corriente académica principal.

Una cosa final que me gustaría decir es que, en 1989, cuando Hans publicó A Theory of Socialism and Capitalism, todos los libros de texto de comparativa de sistemas económicos estaban obsoletos a causa de los acontecimientos que rodearon la caída del comunismo. Por el contrario, el libro de Hans no solo fue oportuno, sino que se ha mostrado intemporal, ya que, veinte años después, continúa siendo tan relevante como siempre y un tratado clásico sobre la materia.

[Este ensayo aparece en Property, Freedom, and Society: Essays in Honor of Hans-Hermann Hoppe]

Publicado el 15 de octubre de 2009. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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