El keynesianismo frente al patrón moneda de oro

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Recientemente, el izquierdista The Guardian, de Londres publicó un artículo contra el patrón moneda de oro del siglo XIX. El autor, que parece que recientemente ha empezado a afeitarse, ha proporcionado un muy útil resumen del alegato keynesiano contra el patrón moneda de oro. Su artículo es una estupenda mezcla de viejos bulos familiares y nuevos errores creativos. Su nombre es Duncan Weldon.

Weldon no ha escrito ningún libro, así que me es difícil conocer exactamente cuál es su teoría monetaria. Era el desconocido keynesiano en el debate de 2011 en la BBC entre dos equipos de economistas de la London School of Economics: El debate entre Keynes y Hayek. Supongo que Robert Skidelsky, su compañero, pensaba que era un economista prometedor. Skidelsky es el autor de una biografía de Keynes en varios tomos.

Creo que sería un ejercicio útil repasar el alegato de Weldon contra el oro. Está claro que espera que la gente se lo tome en serio. Aunque yo no puedo hacerlo, creo que algún editor en el Guardian sí se lo tomó en serio, a pesar de leérselo también.

Maniáticos del oro por todas partes

Empieza con una declaración histórica.

Desde que Richard Nixon acabó con la convertibilidad del dólar de EEUU en oro en 1971, ha habido demandas de volver a alguna forma de patrón oro. Los defensores de esta opinión, conocidos a menudo como “maniáticos del oro”, quieren ver cómo se acaba con el papel moneda garantizados por promesas y por divisas para verse respaldado de nuevo por metales preciosos. En los últimos años, mientras los bancos centrales del mundo se han dedicado a la flexibilización cuantitativa para intentar respaldar sus economías, estas voces se han hecho más ruidosas.

Es indudablemente reconfortante para cualquier maniático del oro que sea lo suficiente viejo como para recordar el anuncio de Nixon, hecho cuando los padres de Mr. Weldon eran adolescentes. En ese momento, el número de maniáticos del oro estaba limitado a un puñado de economistas de la Escuela Austriaca y unas pocas almas mayores que podían recordar realmente el patrón moneda de oro estadounidense anterior a 1933.

A lo largo de la siguiente década, la industria de los boletines de “moneda fuerte” floreció en Estados Unidos, pero el número de maniáticos del oro que tenían acceso a los medios de comunicación de masa seguía sin ser superior a una docena de personas. Puedo estar exagerando estas cifras. No puedo recordar en ningún maniático del oro en un puesto de profesor en Gran Bretaña.

La retórica del desprecio

Una vez engañados los lectores respecto del tamaño e influencia de los acólitos del patrón oro, sigue avanzando.

El atractivo concreto del oro puede ser difícil de racionalizar: podría ser estéticamente agradable, pero ¿hace de ello una base sólida para un sistema monetario?

Ya veo. Estéticamente agradable. Es un asunto de gustos. Nada importante, a ver si me entiendes.

Nota: como polemista durante más de 50 años, conozco esta táctica. Cuando un polemista se dedica a la retórica del desprecio en sus primeros argumentos, podemos estar seguros de tres cosas: (1) piensa que tiene a los jueces de su parte; (8) no tiene un alegato sólido; (3) piensa que su oponente se acaba de caer del proverbial guindo.

A veces me pregunto si los maniáticos del oro simplemente han escuchado demasiado Spandau Ballet en la década de 1980.

Yo no puedo decir que esté familiarizado con Spandau Ballet. Wikipedia nos informa de que fue una banda de rock popular en Gran Bretaña. El qué tenga que ver con el oro se me escapa. Me viene a la cabeza la expresión “se pasa de listo”.

Robert Skidelsky argumentaba que los defensores del patrón oro tiene una creencia casi atávica en sus poderes, enraizada en la añeja adoración de los dioses del sol.

Estoy bastante familiarizado con la obra de Skidelsky. Es un hagiógrafo convertido en economista. De sus once libros listados en su entrada en Wikipedia, cinco son sobre Keynes. Ninguno trata de ningún aspecto de teoría económica, incluyendo teoría monetaria.

Hasta ahora, en sus dos primeros párrafos, Weldon ha usado tres ejemplos de desprecio retórico, pero nada sustancial.

Esta estrategia funciona bien en las sociedades de debate en Oxford o Cambridge, pero no al otro lado del Canal de la Mancha, no digamos el Océano Atlántico. Está claro que a Weldon no le interesa ninguna audiencia más allá de Oxbridge y el Partido Laborista.

El “desastre” de la bajada de precios

Aquí identifica la posición enemiga de todos los keynesianos.

Lo que suelen ignorar es que el mundo ha probado antes el patrón oro y fue, en la mayoría de sus aspectos, un desastre.

He aquí una afirmación. Es una conclusión. No es un argumento.

El mundo probó el patrón oro internacional de 1815 hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, en lo que fue el mayor periodo de crecimiento económico que registra la historia. El mundo de 1900 hubiera sido irreconocible en su riqueza para las masas para alguien que saliera de una máquina del tiempo activada en 1800.

Actualmente, mientras la economía crece y produce más bienes, el banco central puede expandir la oferta monetaria para mantener la producción. Bajo el patrón oro, al aumentar la producción, la oferta monetaria sería fija y con más bienes pero la misma cantidad de dinero, los precios tenderán a caer.

Así que los precios tienden a caer bajo el patrón oro. ¡El horror! Vaya, todo el índice de precios del consumo empezaría a parecerse al coste de la informática: siempre menos caro.

Debemos entender el argumento de Weldon a la luz de la teoría y la historia económicas desde 1800. La teoría económica enseña que el crecimiento económico reduce los efectos de la escasez. Un mundo sin escasez sería un mundo en la el demanda y oferta se equilibrarían a un precio cero. Por tanto, cuando hay crecimiento económico, deberíamos esperar ver un mundo en el que los precios del consumo están cayendo en dirección al precio cero. El patrón oro potenciaba un mundo conforme a lo que pedían tradicionalmente los economistas, que predicaban la doctrina de la salvación mediante el crecimiento económico.

A Weldon le aterroriza esa conclusión. ¿Por qué? Porque apunta una muy grande ventaja del patrón oro internacional: precios reducidos de consumo. Así que invoca la bajada de precios como una evidencia del desastre del patrón moneda de oro. Por tanto invoca implícitamente los viejos tiempos: mayor escasez, mayor pobreza y miseria económica generalizada, al estilo de 1800.

No estoy utilizando la retórica del desprecio (aún). Esta es realmente la lógica de su postura.

Continúa.

La caída de precios podría sonar a algo bueno y en casos individuales lo es a menudo, pero una caída general del nivel de precios normalmente se asocia con graves tensiones económicas. ¿Por qué comprar algo hoy si será más barato la semana que viene? El resultado final tiende a ser una caída en la producción, un aumento del desempleo, salarios a la baja y un enorme aumento en la carga real de la deuda.

Cuando dice “normalmente”, quiere decir normalmente desde el final de la Primera Guerra Mundial, en la que se abandonó el patrón moneda de oro en Occidente, excepto en Estados Unidos y Reino Unido, de 1925 a 1931, cuando Winston Churchill restableció insensatamente el patrón oro al precio previo a la guerra, ignorando una década de inflación masiva. Lo hizo por razones políticas. El falso tipo de cambio mantuvo la cómoda ilusión: el hecho de que los hombres (él y sus colegas) que habían llevado a la nación a esa desastrosa guerra y luego habían destruido la libra esterlina anterior a dicha guerra como efecto de su financiación bélica mediante expansión monetaria no había arruinado de hecho a la libra.

La mayoría de los economistas aceptan hoy que tanto la Larga Depresión de 1873 a 1896 como la Gran Depresión de la década de 1930 se vieron agravadas por el patrón oro. En la década de 1930, cuanto antes se salían los países del oro, más rápido se recuperaban.

El periodo de 1873 a 1896 fue el periodo económico más productivo de longitud comparable en la historia de la humanidad. En la sección del libro de Friedman y Schwartz, A Monetary History of the United States (1963), que el gremio económico keynesiano nunca cita, probaron esto con respecto a las estadísticas económicas de Estados Unidos.

Respecto de la recuperación económica después de 1930, la principal nación en recuperarse fue la Alemania nazi, que utilizó inflación monetaria, controles de precios y salarios, racionamiento y violencia contra sindicatos como principales herramientas políticas de crecimiento económico. El estado nazi mantuvo bajos los precios nominales por la amenaza de violencia, recortando así los salarios reales, por lo que las estadísticas parecían una recuperación. La explicación de esta “recuperación” se encuentra en el libro de Adam Tooze, The Wages of Destruction.

Dos tipos de democracia

Ahora apunta el asunto de la democracia.

Un patrón oro significa que la política monetaria y los tipos de interés se establecen para defender el valor de una moneda frente a un metal en lugar de para reflejar las condiciones económicas en el país. Como argumentó la pasada noche el profesor Dani Rodrik, esto es esencialmente antidemocrático.

Aquí entramos en el corazón político del debate. El tradicional patrón moneda de oro transfiere poder sobre la política monetaria a la amplia masa de los ciudadanos, que pueden empezar una corrida sobre los bancos en cualquier momento si sospechan que el banco central (altamente antidemocrático) está recurriendo a la inflación como forma de financiar la deuda pública. Es la democracia del libre mercado y los demócratas de las urnas desprecian este aspecto del libre mercado. Quieren una política monetaria controlada por una alianza de banqueros centrales y comerciales y políticos, todos los cuales quieren tener mayores déficits públicos nacionales sin aumentar los tipos de interés.

Los que se oponen al patrón oro son siempre defensores de la autonomía de los bancos centrales frente a la política. Este argumento es correcto. Estos bancos son realmente autónomos o casi. El banco central es la institución pública oficial más antidemocrática de cualquier nación. Pedir el aislamiento del banco central de la política es comparable políticamente con pedir que la policía secreta sea independiente de la política, excepto en que la policía secreta solo amenaza a unos pocos miles de personas. Las políticas del banco central amenazan a la nación.

En realidad, la razón real por la que el patrón oro no pueda resucitarse de una forma sostenible después de su suspensión en la Primera Guerra Mundial fue la extensión del voto para incorporar a la clase trabajadora. Una vez que los trabajadores tuvieron el voto, era improbable que apoyaran a políticos que defiendan continuamente el valor del dinero frente al oro por encima de defender al número de personas trabajando.

La clase trabajadora, a través de su propiedad de monedas de oro y su capacidad de causar una corrida bancaria retirando su dinero en monedas pequeñas de oro, se vio en realidad privada económicamente del derecho de voto después de que empezara la Primer Guerra Mundial. Rechazó volver al patrón moneda de oro prebélico en 1918. Políticos y banqueros no querían devolver este poder a las masas. Una vez los bancos centrales en cada nación robaron el oro de los bancos comerciales, que habían robado las monedas de oro de los depositantes incumpliendo los contratos de redención completa en moneda oro a la vista, la élite política nunca dejó a las masas tener de nuevo sus monedas.

La ayuda contratada

Hace mucho que los banqueros centrales contratan a jóvenes y brillantes licenciados en economía de Cambridge y Oxford para convencer a las clases medias de que la creación de dinero fiduciario por un banco central políticamente independiente es justo lo que necesita la nación. Los banqueros centrales han hecho lo mismo en todas las naciones occidentales.

Por supuesto, el patrón oro tiene sus beneficiarios, los más notables en el sector financiero. Precios internacionales estables y un mercado global de capitales muy abierto en la era del patrón oro clásico crearon un gran entorno para los banqueros internacionales.

Aquí invierte las causas históricas. Fue el establishment bancario el que se opuso al restablecimiento de un patrón moneda de oro. ¿Por qué? Porque reduce la capacidad de la comunidad financiera de obtener enormes beneficios mediante reservas fraccionarias. Las reservas fraccionarias proporcionan el apalancamiento que hace ricos s los grandes banqueros comerciales. Por eso no existe ningún banco comercial que haya promovido públicamente el patrón oro. El último economista importante contratado por un gran banco comercial para escribir a favor del patrón oro fue Benjamin Anderson. Chase le dejó escribir en su boletín. Dejó Chase y volvió a la enseñanza tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Económicamente, la defensa del patrón oro sencillamente no tiene sentido y aun así sigue encontrando apoyos muy ruidosos. Fundamentalmente la defensa es política en lugar de financiera. Los maniáticos del oro quieren ver que las esposas de oro restrinjan la capacidad de los bancos centrales de intervenir y de los estados de gastar, quieren eliminar cualquier vestigio de control político del sistema monetario y ligarlo a un metal brillante elegido arbitrariamente para dejar que las fuerzas del mercado libre se apropien de este. Por tanto no es sorprendente que la mayoría de los maniáticos del oro se encuentren en la derecha libertaria.

Aquí llega finalmente a la verdad. El asunto es en realidad profundamente político. Los maniáticos del oro en realidad quieren ver esposas de oro que restrinjan la capacidad de inflar de los bancos centrales. Quieren sustituir el control político de una élite por el control económico de las masas que posean monedas de oro. Así que los maniáticos del oro se encuentran normalmente en la derecha libertaria.

Conclusión

Weldon forma parte de una larga y distinguida tradición de economistas que pasan su vida a los pies de los banqueros centrales, haciendo su trabajo ideológico a cambio de unas pocas migajas que caen de la mesa.

Si detectas la retórica del desprecio aproximándose, eres bastante perspicaz.

Estos hombres han bautizado al estado y al poder de devaluación monetario como la vía a la riqueza.

Toda clase política necesita sus profetas de corte. Todo establishment bancario necesita políticos que hagan su voluntad. Los jóvenes que no son buenos en física o química o ingeniería ven oportunidades de prosperar en Oxford y Cambridge. Se licencian en economía. Los más listos se convierten en banqueros. Los menos listos se convierten en economistas.

Los que no son suficientemente listos como para licenciarse en economía, se licencia en políticas y se convierten en políticos.

Los banqueros contratan a los economistas para decir a los políticos qué tienen que pensar.

Los licenciados en economía que no son lo suficientemente buenos como para ser contratados por los grandes bancos se dedican al periodismo financiero.


Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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