Incertidumbre de régimen: Algunas aclaraciones

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La inversión privada es el motor más importante del progreso económico. Los empresarios necesitan nuevas estructuras, equipamiento y software para fabricar nuevos productos, fabricar productos existentes  con costes más bajos y hacer uso de nueva tecnología que requiere encarnarse en maquinaria, diseño de instalaciones y otros aspectos de las existencias de capital. Cuando disminuye la tasa de inversión privada, se reduce la tasa de crecimiento de la renta privada por cabeza y si cae rápida y sustancialmente la inversión privada, se produce una recesión o depresión.

Esa recesión o depresión probablemente persista hasta que la inversión privada tenga una recuperación bastante completa. En la historia de EEUU, esa recuperación se ha dado dentro de un año o dos después del hoyo. Solo dos veces en el siglo pasado ha dejado de producirse una recuperación bastante rápida y completa: durante la Gran Depresión y durante los últimos cinco años.

Al analizar los datos de inversión, debemos distinguir inversión bruta y neta: la primera incluye todos los datos en nuevas estructuras, equipamiento, software e inventarios, incluyendo la gran parte dirigida a compensar uso, averías y obsolescencia del capital existente; la segunda incluye el gasto bruto que exceda del requerido para simplemente mantener lo existente. Por tanto, la inversión neta es la mejor medición del gasto en inversión privada que contribuye al crecimiento económico.

Como se ve en el gráfico, la inversión fija nacional privada neta (una medición que excluye la inversión en inventarios) llegó a un máximo en 2006-07, cayó algo en 2008, luego se desplomó en 2009, antes de llegara al fondo en 2010. Aunque se recuperó ligeramente en 2011, permaneció un 20% por debajo del máximo anterior y el ritmo de recuperación hasta hoy implica que harán falta otros tres o cuatro años solo para volver a donde estaba en 2007. Con ajustes por cambios en el nivel de precios, el periodo proyectado de recuperación sería ligeramente mayor. (Utilizando el índice de precios para la inversión nacional privada bruta para obtener valores reales, encontramos que la inversión fija nacional privada neta está hoy al mismo nivel que había alcanzado a finales de la década de 1990). Para entender por qué la actual recuperación económica general ha sido tan anémica, debemos entender por qué la inversión privada neta no se ha recuperado más rápidamente.

En un artículo de 1977 en Independent Review (“Regime Uncertainty: Why the Great Depression Lasted So Long and Why Prosperity Resumed After the War“) yo argumentaba que la incompleta recuperación de la inversión privada durante la segunda mitad de la década de 1930 fue por una “incertidumbre de régimen”. Con esto me refería a una persistente falta de confianza entre los inversores en su capacidad de prever el grado en que las futuras acciones gubernamentales  alterarían sus derechos de propiedad privada. En el artículo original y en muchos artículos subsiguientes, documentaba que entre 1935 y 1940, muchos inversores temían que el gobierno pudiera transformar la misma naturaleza del orden económico existente, remplazando la economía principalmente orientada al mercado con fascismo, socialismo o alguna otra disposición controlada por el gobierno en el que los derechos de propiedad privada se recostarían enormemente, si es que pervivían en absoluto. Dados estos temores, muchos inversores consideraron a los nuevos proyectos de inversión demasiado arriesgados como para justificar sus costes.

Durante varios años he argumentado que un miedo similar, aunque algo menos extremo, prevalece hoy en la comunidad empresarial, lo que explica al menos en parte el lento ritmo de la actual recuperación económica. Otros exponentes de esta opinión incluyen a economistas eminentes como Gary Becker, Allan Meltzer, John Taylor y Alan Greenspan. (Hasta hace poco, los economistas austriacos eran más receptivos que los de la corriente principal a la idea de incertidumbre de régimen; ver, por ejemplo, el Mises Daily reciente de John P. Cochran). Además, los economistas Scott Baker y Nicholas Bloom en Stanford y Steven J. Davis en la Universidad de Chicago han ideado un índice empírico de incertidumbre política que se ha mantenido en niveles extraordinariamente altos desde septiembre de 2008. Sin embargo, lo que ha advertido la mayoría de los demás economistas (todos ellos en la corriente principal profesional) no es exactamente lo mismo que lo que llamo incertidumbre de régimen, sino más bien un fenómeno relacionado, algo más limitado.

A lo largo de los años, algunos economistas me han pedido que renuncie a la expresión “incertidumbre de régimen” y a usar en su lugar otra como incertidumbre política, incertidumbre de gobierno o empeoramiento del régimen. He rechazado estas sugerencias porque la idea que busco incluir comprende más que simples políticas o normas. Además, la incertidumbre de régimen no significa necesariamente solo temor a un potencial empeoramiento como tendencia principal.

La incertidumbre de régimen concierne a más que las leyes, regulaciones y decisiones administrativas del estado. Para empezar, como reza el dicho “el personal es política”. Dos administraciones pueden administrar o aplicar estatutos y regulaciones idénticos de una manera muy distinta. Una administración hostil a la empresa, como la de Franklin D. Roosevelt o Barack Obama, provocará más temores entre los inversores que una amistosa con la empresa, como la de Dwight D. Eisenhower o Ronald Reagan, aunque las “reglas de juego” subyacentes sean idénticas sobre el papel. Diferencias similares entres poderes judiciales crean incertidumbres acerca de cómo resolverán los tribunales las leyes y acciones del gobierno polémicas.

Además, cambios aparentemente neutrales en políticas o personal pueden tener implicaciones importantes para tipos concretos de inversión. Incluso cuando el gobierno cambia las normas de una forma que aparentemente fortalece los derechos de propiedad privada en general, la forma concreta de actuar puede hacer peligrar tipos concretos de inversión y el temor a esa amenaza puede paralizar a los inversores en estas áreas. También puede detener a los inversores en otras áreas que teman que lo que el gobierno haya hecho para dañar hoy a otros pueda hacérselo mañana a ellos. En resumen, la intensificación de la incertidumbre en general (un aumento percibido en la variación potencial de todos los tipos de acción pública relevante) puede paralizar la inversión, incluso si el valor medio de las expectativas cambia hacia derechos de propiedad privada más seguros.

La incertidumbre de régimen es un asunto complejo. Ningún índice empírico puede comprenderla del todo y algunos índices pueden en realidad representarla mal. Solo los actores en la escena puede valorarla y sus valoraciones son intrínsecamente subjetivas. Sin embargo, al evaluar una variedad de evidencias directas e indirectas, los analistas pueden apreciar mejor sus contornos, dirección e impacto en las decisiones de inversión privada.

Publicado el 19 de noviembre de 2012. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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