Auge y caída del dólar

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Durante el último siglo, la moneda de Estados Unidos (el dólar) ha llegado a dominar el sistema monetario global. No solo lo usan los estadounidenses, sino también en otros países, en el mercado negro global e importadores y exportadores. Y es la divisa principal de reserva para los bancos centrales. Esta situación es lo que Barry Eichengreen llama un “privilegio exorbitante”, porque confiere numerosos beneficios a personas, empresas y gobiernos. Colectivamente, también confiere a los estadounidenses la capacidad de consumir por encima de su capacidad de producir.

El profesor Eichengreen, en su libro Exorbitant Privilege: The Rise and Fall of the Dollar and the Future of the International Monetary System, relata el auge del dólar hasta el dominio mundial y lo que significa para EEUU. Luego investiga las posibilidades de su abandono y posible crash. Debe alabarse al autor por pensar en ocasiones fuera de lo ortodoxo, donde esos temas a menudo se ignoran.

Cree que el mundo se dirige a una situación en la haya varias divisas de reserva, principalmente el euro y el renminbi chino. Mantiene que un estatus de divisa de reserva  se basa en la fortaleza económica: Europa la tiene y China e India la están consiguiendo rápidamente.

Eichengreen dice que este es el tipo de cambio que cabe esperar e incluso aplaudir, porque significaría el fin del monopolio de la divisa de reserva de Estados Unidos y obligaría a la Reserva Federal a comportarse mejor. No prevé un completo derrumbamiento del dólar, porque no interesa a países como China. Encuentra (p. 8 ) que lo único que podría crear un abandono del dólar sería “una grave mala gestión económica y financiera por parte de Estados Unidos”.

El libro empieza con una rápida historia del dinero, la banca y el comercio. El autor tiene una teoría de que el dominio económico lleva al dominio monetario. Aun así es notable que EEUU se convirtiera en la potencia económica mundial al final del siglo XIX, mientras que el dólar no tuvo prácticamente ningún papel internacional hasta muy entrado el siglo XX.

De hecho, EEUU solo fue capaz de hacer su “debut” después de haber creado un banco central para ayudar a organizar los mercados monetarios y después de que la Segunda Guerra Mundial hiciera necesario el papel de EEUU. Me gusta ver la sinceridad y honradez del autor al describir a la gente que estableció la Reserva Federal y sus motivos. Eichengreen (pp. 24-25) lo describe abiertamente como una conspiración de las “grandes finanzas” contra el público en general.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el dólar de EEUU era con mucho la divisa dominante. Utilizó esta influencia para crear el esencialmente defectuoso sistema de Bretton Woods. Este sistema establecía al dólar como la divisa de reserva mundial convertible en oro a 35$/onza. Se abusó de este sistema mediante la emisión excesiva de dólares que empezó a generar presión por la convertibilidad ya a finales de la década de 1950.

Ludwig von Mises fue un importante opositor al sistema de Bretton Woods y el principal defensor de la vuelta a un patrón oro real. Esto es importante porque uno de los seguidores de Mises fue Jacques Rueff, el popular consejero económico del presidente francés Charles de Gaulle. Eichengreen (pp. 52-53) describe correctamente al francés como líder de la oposición a Bretton Woods:

Rueff consiguió la atención de De Gaulle. También consiguió la del público (debido a sus exitosas políticas de lucha contra la inflación). Cuando De Gaulle atacó al dólar en una conferencia de prensa a principios de 1965, reprendiendo al sistema de Bretton Woods como “abusivo y peligroso” y argumentando que el mundo debería volver a un sistema basado en el oro, estaba poseído por Rueff.

Por supuesto, los franceses continuarían presionando al dólar y cavaron echándolo de su puesto en la cumbre. El resto del capítulo sobre el dominio del dólar proporciona una historia concisa de las décadas de 1960 y 1970. Aquí el autor da un valor real al dirigir la atención a los problemas similares que afronta hoy China, como qué hacer con todos sus dólares depreciados.

El siguiente capítulo explica el improbable euro. Aunque el libro hace que los estadounidenses parezcan brutos arrogantes, este capítulo hace que los europeos parezcan caprichosos inmaduros y los alemanes tontos. En general, proporciona una acusación convincente contra la idea de que el gobierno deba dirigir el sistema monetario.

Dado el historial de gestión pública del dinero y la banca después de la Segunda Guerra Mundial, me sorprendió que Eichengreen culpara de la crisis actual a la regulación inadecuada y al exceso de competencia. Hay más de 100 agencias reguladoras y supuestamente supervisan el sector financiero y más de 12.000 reguladores financieros solo en Washington DC. En los niveles estatal, federal, del mercado e internacional prácticamente todo en los mercados financieros está regulado por múltiples agencias, a menudo con guerras sobre el territorio.

Eichengreen tiene razón al criticar a la Reserva Federal por añadir demasiado combustible, es decir, dinero y crédito, a la economía. Debería ser evidente que este fue el problema principal, la condición necesaria.

Sin embargo hay dos problemas más grandes con la Fed. Primero, al continuar rescatando mercados financieros durante décadas, ha creado un enorme problema de riesgo moral, animando a los participantes a incurrir en demasiado riesgo en sus inversiones y operaciones. Segundo, al actuar como palmero de los CDS y CDO, la Fed creó un problema de persuasión moral al animar su uso entre participantes sin experiencia.

Al llegar a la conclusión encontramos que el dólar sigue dominando el mundo. El euro es un rival presente y el renminbi chino es un rival futuro. La rivalidad debería hacer del dólar una divisa más responsable. Si este libro tiene una segunda edición, este capítulo requerirá alguna revisión.

Sí menciona al oro, pero solo para rechazarlo. “Finalmente, hay algunas alternativas menores a rechazar. El oro tiene sus fanáticos” (p. 147).  Se rechaza en buena medida basándose en que es “incómodo” y porque los bancos centrales no han mostrado interés en él. Realmente no hay nada incómodo en ello. Monedas de oro, plata y cobre acuñadas en diversos pesos podrían servir fácilmente como dinero, pueden transferirse sus títulos electrónicamente y podrían transferirse incluso en sus propias denominaciones (por ejemplo, 5 gramos, 10 gramos, 25 gramos, etc.) o en otras (por ejemplo, dólares, euros, etc.).

Eichengreen parece rebajar la posibilidad de un crash del dólar y de su pérdida de estatus como divisa de reserva. Cita tres situaciones que podrían producir un crash del dólar: que China haga dumping sobre el dólar, la pérdida de confianza de los inversores o un continuo gasto público desbocado. También razona por qué no es muy probable ninguna de estas situaciones.

Por el contrario, yo veo las tres situaciones como interrelacionadas y con una mayor probabilidad. Continuar con el gasto público desbocado parece estar firmemente cocinado en el pastel de los acontecimientos futuros. Los enormes déficits y una deuda pública en expansión monetizada por la Reserva Federal están sacudiendo la confianza del inversor en el valor a largo plazo del dólar y esto incluye a otros bancos centrales, como el Banco de China.[1]

Hay en este libro información valiosa, incluyendo asimismo una interesante explicación de los mercados petrolíferos y los militares y los papeles que desempeñan en el estatus de la divisa de reserva. El principal problema del libro está en el campo de la interpretación, donde el autor no llega a cuestionar del todo el status quo.


[1] El crítico cree que los acontecimientos que se han producido desde que se escribió y envió esta reseña hasta que se publicó han aumentado la probabilidad de una crisis monetaria y que la crisis llegará más pronto que tarde.


Publicado el 30 de mayo de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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